El camino de la felicidad


P. Adolfo Franco, S.J.

Reflexión sobre el Evangelio del 6º Domingo TO


Lucas 6, 17.20-26



San Lucas tiene su propia versión de las Bienaventuranzas. Esta lección de las Bienaventuranzas sólo aparece en San Mateo y en San Lucas (precisamente el párrafo del Evangelio de hoy). En esencia coinciden, pero en la forma hay diferencias notables. Pero no es el momento de entrar en las comparaciones entre las dos versiones, ni en discutir sobre cuál de las dos versiones es la más cercana al discurso original de Jesús mismo. Eso sería oportuno en una clase de exégesis, y no en este estilo más simple de comentario.

Lo más saltante de San Lucas es que añade a las bienaventuranzas unas “lamentaciones” o advertencias que contrastan en forma de antítesis a las bienaventuranzas: (bienaventurados los pobres... ay de vosotros los ricos). Este lenguaje sirve para dar más énfasis y contundencia al mensaje.

Sería interesante conocer cuál fue la intención de Jesús mismo al hablar así. Pudo ser que lo que quiso en este momento es darnos una enseñanza sobre la riqueza y en general sobre los valores. Decirnos cuáles son valores auténticos y qué valores están vacíos. También pudo ser que quisiera descubrirnos el camino de la felicidad: uno piensa que la riqueza es la que conduce a la felicidad y Jesús nos advierte que ése es el camino equivocado.

Pero también pudiera ser que con esta lección Jesús lo que quiso fue decirnos cuáles son sus verdaderos discípulos y quiénes estaban preparados para recibir el Evangelio y quiénes no. Los pobres siempre los encontró mejor preparados para escucharle y para seguirle; esto como cosa general, porque sabemos de algunos ricos que fueron sus amigos y le siguieron (la familia de Lázaro, Nicodemo, Zaqueo, entre otros). Y finalmente también es posible que echase una mirada a sus seguidores de ese preciso momento, y les lanzase una ráfaga de esperanza: madres que no tenían qué dar de comer a sus hijos, hombres sin oficio, mendigos sin remedio: Jesús va posando la mirada sobre cada uno de ellos y los va señalando como bienaventurados. Comprende sus sufrimientos y los llama bienaventurados.

Seguramente el sermón de Jesús tiene de todo eso, que he pretendido analizar. El caso es que se trata de una lección que altera completamente la lógica de nuestros pensamientos, que revoluciona de verdad la situación imperante, y los planes de vida y de progreso que nos hacemos, según nuestro buen saber y entender. Es una lección, que tomada en serio, como debe tomarse desmonta nuestros criterios uno a uno, y nos empuja a valorar la vida de otra manera.

El hombre de hoy es más que nunca un hombre para la producción, para la competitividad en la empresa. Y se valora de él precisamente eso. Y esta lección de Jesús nos dice que eso no es lo que vale, no es lo que hace al hombre mejor y más feliz. Todo este escenario de la producción, que hemos montado en la historia, especialmente desde la era de las colonias y de la industrialización, es un escenario que se lo llevará el viento, y entonces quedaremos al desnudo frente a la verdad. Jesús, que nos ama de verdad, no queda callado y nos advierte sobre la verdad, para que no fracasemos.


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Agradecemos al P. Adolfo Franco S.J. por su colaboración.



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Asi es los logros no dejan de ser buenos si con ellos se logra algo más pero definitivamente seguir a Dios implica estar muy cerca de él sin ataduras humanas, que siendo vanas en lo poco profundas e ispirituales dejan el sentido a lo divino al ser mas humanas , sí asi es ,nos educan para producir sin límites donde la competencia es aparentemente la carga más bella porque te ensalsa en realización externa pero en realidad es sólo una pequeña trampa para cubrir tu falta de espiritualidad, sea Dios quien guie muchas almas las lleve a él, las guie y si en su voluntad permite dejen todo por una linda misión asi sea y si esa misión esta aun escondida en el ser nos la haga ver pronto, sea la voluntad de Dios la que nos acompañe siempre y sólo su bendita voluntad +* amén