Los Mártires de El Salvador


Contexto Histórico:

El pequeño país de El Salvador llevaba unos 15 años en extrema tensión social, Sacerdotes, laicos, religiosos y religiosas habían sido asesinados, entre ellos Rutilio Grande SJ (1997) y Oscar Romero (1980). Años más tarde los jesuitas seguían en el centro del conflicto, fomentando el dialogo y siendo mediadores entre las fuerzas armadas y la guerrilla, entre la principal figura fue Ignacio Ellacuría SJ.

El 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados el rector de la Universidad Centroamericana (UCA), el español Ignacio Ellacuría; los sacerdotes de la misma nacionalidad Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró, así como el salvadoreño Joaquín López y López. Junto a los jesuitas fueron asesinadas la cocinera Elba Julia Ramos y su hija Celina, de 16 años.

Hombres de diálogo que frente a la violencia de los extremistas de derecha e izquierda, quisieron ser una tercera fuerza, que emplease la negociación como medio eficaz y salida razonable para lograr la paz nacional. Ellacuria y sus compañeros mediaron infinidad de veces entre ambos bandos, sin dejar de criticar y repudiar las avanzadas violentas. As{i el 16 de noviembre de 1989, una treintena de hombres armados irrumpieron en la casa de los jesuitas acribillándolos a balazos junto con una señora ayudante de la casa y su hija.


Joaquín López y López SJ
“Es bueno dar pan por un día, pero mucho mejor es enseñar a conseguir pan para toda la vida”
"No miremos a nuestros intereses; veamos qué podemos hacer por los hermanos"

Lolo como era conocido familiarmente era el único salvadoreño, nació el 16 de agosto de 1918, 20 años después ingresaba al noviciado de la Compañía de Jesús en El Paso (Texas).

Tras completar sus estudios, se ordena sacerdote en 1950, haciendo su profesión solemne 4 años después. Su vida apostólica transcurrió entre el colegio Externado y Fe y Alegría (obra de la que fue director hasta su muerte).

En 1956 fue uno de los fundadores de la UCA, desde entonces nunca dejó la comunidad universitaria, si bien anduvo dedicado a la educación popular en Fe y Alegría, que tenía 13 escuelas, 12 talleres y 8 mil alumnos; significaban para él la respuesta inmediata necesaria para los agudos problemas educativos de su país, sin restarle importancia a los cambios estructurales que este necesitaba con urgencia.

Hombre tímido, de pocas palabras, pero intenso quehacer, puso sus cualidades de organizador y empresario al servicio de los más pobres de El Salvador. A pesar de padecer un cáncer de próstata siguió trabajando con empeño fin, dando su vida el 16 de noviembre de 1989.


Juan Ramón Moreno Pardo SJ
“Es Dios el que envía, pero es el pueblo al que es enviado, el pueblo real con sus aflicciones y anhelos, dolores y esperanzas, el que configura la forma concreta que la misión deberá tomar”
"Tomar cuerpo real es incorporarse a las luchas y esperanzas de un pueblo en marcha"


Nació en Villafuerte (Navarra, España) el 29 de agosto de 1933. Ingreso a la Compañía de Jesús el 14 de septiembre de 1950. Fue ordenado sacerdote el 14 de junio de 1964 e hizo su profesión solemne el 2 de febrero de 1968 en San Salvador. Estuvo dedicado a labores universitarias relacionadas con la teología, espiritualidad y la pastoral. Su público principal fue el de los sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y estudiantes.

Fue nombrado maestro de novicios en el momento de los grandes cambios para la provincia jesuita de Centroamérica (1969). Fundo el Centro Ignaciano de Centroamérica (CICA) en Panmá y luego en Managua. Inicio la revista Diakonía y fue director del Instituto de Ciencias Religiosas ICR en Managua. Fue el hombre de confianza de un gran público que encontraba en él la profundidad y el consejo que buscaba. La idea de ser párroco rural le atraía y a su regreso a San Salvador en 1985, pidió a su provincial la posibilidad de serlo, sin embargo, tras cumplir las tareas encomendadas en la UCA como bibliotecario del Centro de Reflexión Teológica, quedó allí así le encontraron sus asesinos el 16 de noviembre de 1989.


Segundo Montes Mozo S.J.
"No es tiempo aún de cantar victoria, tampoco es tiempo para la desesperanza"
“estoy seguro de haber vivido entre ellos”

Segundo Montes nació en Valladolid, el 15 de mayo de 1933. Ahí hizo sus primeros estudios y la educación media, entre 1936 y 1950. El 21 de agosto de 1950, Montes ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús de Orduña. Ahí hizo el primer año, pues el segundo (1951) lo hizo en el noviciado de Santa Tecla, bajo la dirección de Miguel Elizondo. Fue ordenado sacerdote en Innsbruck Austria, el 25 de julio de 1963.

La vida de Segundo Montes transcurrió entre el Colegio Externado y la UCA. En el colegio estuvo dos temporadas, entre 1957 y 1960 y entre 1966 y 1976.

Entre 1973 y 1976 fue Rector, precisamente, cuando el colegio pasaba por una profunda crisis de identidad y organización. Pero la crisis no lo asustó. Su fuerte personalidad y su gran energía le ayudaron a dirigir el colegio en aquellos años de cambio. Los largos años pasados en el Colegio Externado lo hicieron muy popular entre los ex alumnos y sus familias. Donde quiera que fuera encontraba conocidos. Casó a muchos de ellos, bautizó a sus hijos e hijas y oyó sus dificultades matrimoniales. Después, cuando la crisis del país polarizó a la sociedad salvadoreña, se le fueron alejando. Sin embargo, durante muchos años, nadie lo acusó ni lo atacó en los panfletos y campos pagados que circularon tan profusamente. Sólo al final de su vida, su nombre comenzó a aparecer en la lista de los jesuitas acusados de ser los responsables de la violencia en El Salvador, de dirigir al FMLN, de servirle de fachada, etc. Su nombre era el tercero en la lista, después del de Ellacuría y Martín-Baró.

En la UCA comenzó como profesor pero, poco a poco, la dinámica universitaria lo fue alejando del colegio. Además de profesor de visiones científicas -una perspectiva filosófica de las ciencias- y sociología, fue Decano de la Facultad de Ciencias del Hombre y de la Naturaleza, entre 1970 y 1976. Entonces, prácticamente en su madurez, decidió hacer un alto y estudiar más

En 1984, las dificultades, el desafío y el ejemplo de algunas comunidades de desplazados y refugiados salvadoreños dentro y fuera del país, por causa de la guerra, despertaron un interés particular y ardiente –tan característico suyo- en él. Desde entonces hasta su muerte, Segundo Montes adquirió una prominencia especial, tanto en El Salvador como en Estados Unidos, por ser el investigador y el analista más importante del fenómeno de los desplazados, los refugiados y también los emigrantes.

Desde principios de la década de los ochenta, Segundo Montes dedicó una parte de sus fines de semana a atender ministerialmente parroquias suburbanas sin sacerdote. Primero estuvo en Calle Real y luego, desde 1984, en la colonia Quezaltepec. En su actividad pastoral, Montes se supo ganar el aprecio de la gente sencilla por su generosidad y su trato franco y abierto.
Su deseo nunca satisfecho por comprender mejor la realidad social salvadoreña lo llevó a estudiar la estratificación social, el patrón de la tenencia de la tierra y los militares. Publicó religiosamente el hallazgo de todos estos estudios, algunos de los cuales utilizó como libros de texto, en las materias que impartía. Su aguda observación lo ayudó a identificar un fenómeno novedoso y bastante curioso, a comienzos de la década de los ochenta: la "pérdida" de los dólares, que los salvadoreños residentes en Estados Unidos enviaban a sus familiares en el El Salvador. Este hecho lo alertó acerca de la importancia de la emigración salvadoreña para la economía nacional.
El domingo 12 de noviembre ya no pudo ir a la colonia. Los combates en la ciudad se lo impidieron. Ese día, la comunidad parroquial había planificado entregarle un reconocimiento, pues compartía con él se sentía orgullosa por el premio recibido en Washington. El domingo siguiente tampoco pudo llegar.


Amando López Quintana SJ
"El amor de Dios se manifiesta en elcariño humano, en la entrega"

Amando López nació en Cubo de Bureba (Burgos, España), el 6 de febrero de 1936. Sus primeros estudios los hizo ahí mismo, pero la secundaria la hizo en Javier. El 7 de septiembre de 1952, entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Orduña, donde estuvo un año. Después, a él también lo enviaron a hacer el segundo año al noviciado de Santa Tecla. En Dublín estudio teología siendo ordenado sacerdote en el mismo lugar el 29 de julio de 1965.
A finales de 1970, cuando los obispos no aceptaron a los dos candidatos para Rector del seminario, propuestos por los superiores de la Compañía de Jesús, éstos sugirieron, como última posibilidad, a Amando López, un doctor en teología recién llegado y sin antecedentes. Impresionados por sus credenciales académicas, los obispos lo aceptaron de inmediato. Su sorpresa fue grande cuando se vio Rector del seminario con tan sólo unos meses en San Salvador.
Dirigió el seminario en los años más turbulentos de su historia, que culminaron con la salida de la Compañía de Jesús, en 1972. Muy poco después de haber sido nombrado Rector, los obispos se sorprendieron por las novedades que éste introdujo en el seminario. Amando López se preocupó por elevar el nivel académico de los estudios, por el bienestar material de los seminaristas y por tratarlos como personas adultas, no como niños o menores de edad. Se rodeó de un equipo joven, bien preparado y abierto a las necesidades humanas, religiosas y pastorales de los seminaristas. Sin embargo, debió discutir con la conferencia episcopal acerca de la teología que debía enseñarse y sobre los profesores más idóneos para hacerlo. Después de largas y amargas discusiones, consiguió que los obispos aumentaran el presupuesto para la alimentación de los seminaristas y, por lo tanto, pudo introducir algunas mejoras. Además, defendió a los seminaristas de algunas decisiones arbitrarias e injustas de sus respectivos obispos. Estos querían que los seminaristas fueran formados de la misma manera que ellos, sin caer en la cuenta de la diferencia en años y mentalidad.
Los seminaristas eran conscientes de las estructuras injustas de la sociedad salvadoreña así como de la connivencia de algunos miembros de la jerarquía. Sus protestas no tardaron en aflorar y en llegar a oídos de los obispos. Estos, por supuesto, reprobaron la toma de conciencia de los seminaristas y se aprestaron a tomar represalias, pero el Rector salió en su defensa. Entonces, la conferencia episcopal comenzó a buscar la manera para sacar a los jesuitas del seminario. La forma como se llevó a cabo la entrega de la institución y su cierre temporal en 1972 minaron la salud de Amando López. Pasó unos meses bastante difíciles, en una de las residencias universitarias de San Salvador. Pese a ello, fue profesor de filosofía en la UCA durante dos años (1973-1974) y superior de la comunidad donde residía.
Tal vez porque no se encontraba muy a gusto en San Salvador después de lo que había tenido que pasar y también porque se necesitaba un Rector, los superiores lo destinaron a dirigir el Colegio Centro América -trasladado a Managua desde hacía varios años-, en 1975. A Amando López el destino debió hacerle ilusión, porque había dejado muchas amistades en Nicaragua y porque el país y su gente le atraían sobremanera.

El carisma de Amando era el don del consejo. Poseía una capacidad natural para escuchar, un corazón grande para acoger y una risa contagiosa para animar.

Ignacio Martín Barro SJ
“Alfabetizarse es sobre todo aprender a leer la realidad circundante y a escribirla en la propia historia”
"Sufrir con sentido es sacrificarse, es SER"
Nació el 7 de noviembre de 1942, en Valladolid (España). Entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Orduña, el 28 de septiembre de 1959. Después, sus superiores lo trasladaron al noviciado de Villagarcía y de ahí lo enviaron al de Santa Tecla, en El Salvador, donde hizo su segundo año de noviciado.
Fue profesor de psicología en la UCA desde 1971 llegando a ser director de dicho departamento, apasionado investigador se caracterizó por su rigor científico coincidiendo generalmente la realidad con sus conclusiones. Reconocido como psicologo social nacional e internacional obtuvo el título de Doctor en dicha materia.
Una de sus principales preocupaciones era proporcionar a sus estudiantes una visión objetiva y amplia del mundo. Simultáneamente entre 1988 y 89 trabajaba como párroco de la comunidad de Jayaque, pueblo campesino incrustado entre las fincas cafetaleras siendo hombre de gran pasión religiosa por los pobres y la justicia, entre ellos experimentaba un cambio notable, se volvía más alegre, reía mucho y se mostraba cariñoso.

Su voz fue la única que distinguió una testigo del asesinato, cuando les gritó a los militares: “esto es una injusticia, ustedes son una carroña”

Ignacio Ellacuria SJ
"Somos libremente parciales en favor de las mayorías populares"
“No es cerrando los ojos o callando las voces de protesta como se resolveran los problemas sociales”

Nació en Portugalete (Vizcaya, España), el 9 de noviembre de 1930. Fue el cuarto de cinco hijos varones del oculista de la ciudad. También fue el cuarto en optar por el sacerdocio. Sus primeros estudios los hizo en Portugalete, pero después su padre lo envió al colegio de los jesuitas de Tudela. Ellacuría era reservado y algo intenso.
Ingresó al noviciado el 14 de septiembre de 1947, en Loyola, el hogar de san Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús. Un año después fue enviado, junto con otros cinco novicios, a fundar el noviciado de la Compañía de Jesús en Santa Tecla (El Salvador). Seguramente, para los seis novicios fue difícil determinar si eran voluntarios o cumplían una orden. Meses antes, el maestro de novicios solicitó voluntarios para ir a Centroamérica. Les pidió que lo pensaran unos días y si sentían que esta misión estaba de acuerdo con su vocación, que escribieran su nombre en un pedazo de papel. El viaje fue largo. Salieron de Bilbao el 26 de febrero de 1949 y llegaron un mes más tarde a Santa Tecla. Sus familias acudieron a la estación a despedirlos. Sin duda, la separación fue muy difícil para todos.
Al frente de la expedición venía el maestro de novicios, Miguel Elizondo. En él, los novicios encontraron un maestro de gran sentido común y espiritualidad profunda.
En septiembre de 1949, los seis novicios pronunciaron sus votos de pobreza, obediencia y castidad. En la década de 1950, los jesuitas de Centroamérica no contaban con un centro de estudio para formar a sus estudiantes, sino que éstos eran enviados a Quito, donde estudiaban humanidades clásicas (dos años) y filosofía (tres años), en la Universidad Católica. Estos cinco años fueron muy importantes para el desarrollo intelectual de Ellacuría y sus compañeros, así como para todos los otros que tuvieron la oportunidad de estudiar en esta institución.
En la UCA comenzó dando clases de filosofía, en 1967. Pronto lo nombraron miembro de la Junta de Directores. Desde 1972 fue Jefe del Departamento de Filosofía. Desde 1976 dirigió la revista Estudios Centroamericanos (ECA) y desde 1979 fue Rector de la UCA y Vicerrector de Proyección Social. Impartió cursos, dirigió seminarios y dictó conferencias en América Latina, Europa y Estados Unidos.

En Ellacuría, la compasión y el servicio fueron cosas últimas. El encuentro con Mons. Romero le proporcionó una ultimidad nueva, la cual se expresó más en su vida que en sus escritos: la gratuidad. Cabe recordar aquí su insistencia en la dimensión ética y práctica de la inteligencia. Le gustaba repetir que había que hacerse cargo de la realidad y cargar con ella, con lo oneroso de ella.

Ellacuría se dejó llevar por la fe de Mons. Romero y por la fe la del pueblo crucificado. Esto es importante, porque el Ellacuría a quien en casi todas las otras cosas le tocaba ir por delante y llevar a otros, en la fe se sentía llevado por otros. En el saberse llevado por la fe de otros, Ellacuría experimentó la gratuidad de la fe en Dios. En definitiva, la fe lo llevó al martirio, y mientras tanto, lo llevó a caminar en la historia. En ese caminar siempre se esforzó por "actuar con justicia", como dice el profeta Miqueas, pero también experimentó la humildad de quienes tienen que habérselas con Dios.
En los últimos años de la década de los sesenta, luchó para abandonar los esquemas desarrollistas y optar por la liberación. Quería poner la estructura universitaria al servicio de la liberación del pueblo salvadoreño, pero siempre desde el modo propio de la universidad.
La UCA fue su vida y su pasión. Pero no porque hiciera de ella un absoluto, sino porque la concibió como un instrumento para servir a la liberación del pueblo salvadoreño. Bajo su dirección e inspiración, la UCA se convirtió en una universidad con un sólido prestigio académico y con una proyección hacia la sociedad eficaz. En el campo académico, estaba convencido de la necesidad de elevar el nivel de la educación superior y para eso impulsó la elaboración de una nueva ley.

La transformación agraria de 1976, impulsada por el régimen militar, lanzó la figura de Ellacuría al ámbito público. Desde entonces, siempre estuvo presente en las grandes crisis del país, a través de sus análisis críticos y sus propuestas creativas. La UCA, aun en contra del parecer de algunos de sus miembros, apoyó el plan de transformación agraria del presidente Molina, porque Ellacuría consideró que, pese a todas sus limitaciones, beneficiaría a las mayorías populares y porque al mismo tiempo era un ataque contra la oligarquía terrateniente. Molina pidió el apoyo de la UCA, pero en el momento decisivo, retrocedió ante la presión de la oligarquía. Entonces, Ellacuría escribió un famoso editorial en ECA, titulado "A sus órdenes mi capital", en el cual denunció que "el gobierno ha cedido, el gobierno se ha sometido, el gobierno ha obedecido. Después de tantos aspavientos de previsión, de fuerza de decisión, ha acabado diciendo, ‘a sus órdenes mi capital’". El editorial le costo a la UCA el subsidio gubernamental y cinco bombas, colocadas por una organización paramilitar de derecha, conocida como Unión Guerrera Blanca. No era esta la primera vez que la proyección social de la UCA molestaba al gobierno. Hubo dos antecedentes. Dos publicaciones. La primera fue un estudio de la huelga de ANDES 21 de Junio y la segunda fue un estudio de las elecciones presidenciales de 1972, donde se quedó probado de manera consistente, la existencia de fraude. Estas publicaciones también le costaron el subsidio gubernamental a la UCA y ambas dieron inicio a la larga serie de libros que ahora conforman el acervo editorial de UCA Editores. Paradójicamente, el coronel Molina fue el presidente que le concedió la nacionalidad salvadoreña a Ellacuría.
La crisis nacional se agravó hasta desembocar en el golpe de Estado del 15 de octubre de 1979, dirigido por los oficiales jóvenes de la Fuerza Armada. La UCA y el mismo Ellacuría apoyaron el movimiento de los militares. El primer gobierno estuvo integrado por destacados académicos de la UCA, entre ellos, su Rector, Román Mayorga, y su Director de Investigaciones, Guillermo Ungo. El gobierno fracasó y la violencia se desató. En marzo de 1980, Mons. Romero cayó víctima del odio. En una de las dos residencias universitarias y en la UCA misma estallaron varias bombas. En la residencia de los jesuitas estallaron dos bombas en menos de 48 horas. La situación se deterioró tanto que, a finales de 1980, poco después del asesinato de los dirigentes de la oposición política de la izquierda, Ellacuría salió del país, bajo la protección de la embajada española. Sus amigos le avisaron que en una reunión de comandantes se había discutido una lista de personalidades que serían asesinadas, entre las cuales se encontraba él. Sin dejar de ser Rector, permaneció fuera de El Salvador hasta abril de 1982.
A raíz del fracaso de la ofensiva del FMLN de enero de 1981, Ellacuría comenzó a madurar dos ideas importantes y estrechamente relacionadas, ninguna de las cuales fue bien comprendida. La primera fue la inviabilidad de la violencia armada como solución de la crisis nacional. La única salida posible era el diálogo de las partes enfrentadas. La segunda fue lo que dio en llamar la tercera fuerza. Su tesis era que ni el gobierno, ni los partidos políticos, ni el ejército, ni la guerrilla podían garantizar los intereses de las mayorías populares, porque todos ellos tenían como prioridad la toma del poder y la defensa de unos intereses muy particulares. Por consiguiente, las mayorías tenían que manifestarse por sí mismas y velar por su propio bienestar. El bien del país radicaba en el bienestar de esas mayorías y, por consiguiente, el conflicto armado debía resolverse teniendo delante este bienestar. Ni la derecha ni la izquierda aceptaron su postura, aunque por razones distintas.
No obstante, Ellacuría mantuvo hasta el final de sus días que la única salida al conflicto armado era la negociación política. De ahí que la ofensiva militar del FMLN de noviembre de 1989 le molestara muchísimo. En realidad estaba muy enojado, porque, en su opinión, esa ofensiva traería más males que bienes. Le pareció que el FMLN se había precipitado y derrochaba las fuerzas que con tanto trabajo había acumulado en los últimos años. Tampoco estaba muy satisfecho con la postura del FMLN en la mesa de negociación tenida en San José (Costa Rica). En su enojo, dijo que exigiría a ambas partes respetar la UCA como terreno neutral. Según él, la neutralidad de la UCA, reconocida por ambas partes, podía convertirse en un precedente importante para el país, puesto que se podría hacer lo mismo con los templos, los hospitales, las escuelas, etc.
La opción universitaria a favor de la liberación de las mayorías empobrecidas estaba haciendo estragos en su salud y su ánimo, así como también en el de los demás. En particular, Ellacuría llevaba tres años muy cansado y padeciendo quebrantos de salud. Se había encerrado en sí mismo, volviéndose callado, serio e incluso hosco. Cumplía con sus responsabilidades administrativas, daba su clase, atendía a visitantes e invitaciones en el exterior, y, además, encontraba tiempo para escribir. En estos últimos años, casi no revisaba lo que escribía, lo entregaba al editor tal como le salía. En esta época última, a su rendimiento como escritor le daba un siete o un ocho. A quien le recomendaba descanso, le respondía que el pueblo no descansaba de la guerra ni de la pobreza. Lo menos que podía hacer era seguir trabajando por su liberación y su paz, sin importarle el mal carácter, la enfermedad o no llegar al final, pues, en este caso, también habría cumplido con su misión.

Elba y Celina Ramos
"No he perdido mi buen humor, siempre lo conservo, aunque vengan tempestades"

Elba nació en el cantón Las Flores (Santiago de María), el 5 de marzo de 1947. Su madre, Santos Ramos, era de Usulután y se dedicaba al negocio de frutas. Su padre, cuyo nombre no aparece en el acta de nacimiento, era administrador de la finca Los Horcones, en Usulután.
A finales de la década de 1960, Elba conoció a su esposo Obdulio, con quien vivió hasta el 16 de noviembre de 1989. El era caporal de la hacienda El Paraíso, en Santa Tecla, y ella trabajaba como doméstica en San Salvador. Durante la cosecha de café, Elba pedía permiso en la casa donde trabajaba para ir a cortar café en El Paraíso. Su cuadrilla era la que Obdulio dirigía. Cuando decidieron vivir juntos, Elba dejó de trabajar fuera de su hogar. Vivieron en una hacienda, en los alrededores de Santa Tecla, cuyo propietario los ayudaba económicamente. En 1970, al morir éste, víctima de uno de los primeros secuestros, Elba y Obdulio abandonaron la propiedad.
Obdulio encontró trabajo como vigilante en la hacienda Las Minas, en Jayaque. Como parte del arreglo, le permitieron sembrar maíz y frijol. Elba lo ayudaba en la milpa, pero ya no iba a la recolección del café. Estando en Las Minas nació Celina Mariset, el 27 de febrero de 1973. Era la tercera hija.Se trasladaron a Acajutla vivían con la madre y la hermana de Elba. Encontraron techo en el hogar de su cuñado. Obdulio consiguió trabajo en los muelles del puerto, mientras ella se dedicaba a vender fruta, en una tienda, en el barrio Los Coquitos.
La violencia los expulsó de Acajutla tres años después, en 1979. La actividad del puerto había disminuido de manera considerable y Obdulio se quedó sin trabajo. Alquilaron un pequeño cuarto con piso de tierra, dividido en la mitad por una cortina, en la colonia Las Delicias, en Santa Tecla. Obdulio, aprovechando sus relaciones con varios administradores de las fincas de los alrededores, encontró trabajo como jardinero, en una residencia de la colonia San Francisco, en San Salvador. Pero en 1985, Obdulio se encontró de nuevo sin trabajo. La familia para la que trabajaba como jardinero abandonó el país por causa de la violencia. Poco después, encontró otro trabajo. Esta vez como vigilante nocturno, en la colonia Acovit, vecina a la colonia Quezatepec, en los suburbios de Santa Tecla.
En ese mismo año, Elba consiguió empleo como cocinera en el teologado de los jesuitas, en Antiguo Cuscatlán. La señora que cuidaba la casa cural de Las Delicias le avisó de esta oportunidad, que no dejó pasar. Cuatro años más tarde, en 1989, Obdulio consiguió un nuevo trabajo. La comunidad universitaria necesitaba un jardinero que se hiciera cargo del inmenso terreno, donde Segundo Montes planificaba sembrar una hortaliza y árboles frutales. Montes le ofreció el trabajo y una casa recién hecha, junto al portón de entrada, en la avenida Einstein. Obdulio aceptó y desde entonces hasta su muerte, cuidó del jardín con gran cariño.
Celina estudió seis años de primaria en la Escuela Luisa de Marillac, en Santa Tecla. El tercer ciclo lo hizo en el Instituto José Damián Villacorta, también en Santa Tecla. En 1989 terminó el primer año de bachillerato comercial, en dicho instituto. Había obtenido una beca de mil colones junto con otras dos compañeras, pero debía obtener buenas calificaciones para poder seguir gozando de ella. Entonces dejó el equipo de baloncesto y no formó parte de la banda de guerra del instituto, dos actividades que la atraían especialmente, porque era muy activa. También dejó la catequesis. De hecho, estaba bastante preocupada, porque tenía dos materias pendientes. A los catorce años, Celina conoció a su novio, quien jugaba en el equipo de baloncesto del instituto. Habían pensado casarse pronto, pero "dependiendo" de lo que dijera "la niña Elba". Habían pensado comprometerse en diciembre de 1989.
El sábado 11 de noviembre, al comenzar la ofensiva, una patrulla del FMLN colocó una bomba en el portón de la residencia universitaria, forzándola. La familia de Obdulio vio desde dentro cuando ponían la bomba y cómo ingresaban al patio. La bomba quebró todos los vidrios de su pequeña casa. Como ya estaba oscuro y ya habían comenzado las escaramuzas, permanecieron tirados en el piso de la casa hasta la mañana del domingo. La noche de ese día ya no durmieron en su casa, ubicada junto al portón, porque tuvieron miedo. Durmieron en una pequeña sala, junto al comedor de la residencia universitaria. El miércoles 15, Elba se llevó ropa para el teologado por si no podía regresar en la tarde y tenía que quedarse a dormir allí. Los teólogos le dijeron que se quedara, pero ella no quiso, porque no quería estar lejos de su esposo. Su fidelidad la llevó a la muerte a ella y a su hija.
Temprano, en la mañana del 16 de noviembre, Obdulio las encontró abrazadas en la muerte. El cuerpo de Elba sobre el de Celina, en un intento inútil por protegerla de las balas. El fue el primero en encontrar en el patio los cuerpos tendidos sin vida de los cuatro jesuitas. Los otros dos estaban dentro de la residencia. Obdulio sobrevivió porque los asesinos no lo vieron. Mudo de horror, se dirigió a la residencia vecina para avisar a los otros jesuitas de lo que había sucedido esa madrugada.
Silencioso y servicial, Obdulio siguió trabajando como jardinero. En el sitio donde encontró los cuerpos de los cuatro jesuitas plantó rosas. En el centro colocó dos rosales amarillos, uno por Elba y otro por Celina. Alrededor de ellos plantó seis rosales rojos. Cuidó de ellos hasta su muerte, ocurrida en 1994. La tristeza y la nostalgia se apoderaron de él. A los visitantes les mostraba con amablidad el jardín de rosas y les explicaba su significado. Presa del miedo, al comienzo se negó a proporcionar mayores detalles a los periodistas; pero después, con el paso del tiempo, fue hablando cada vez más. Perdió el miedo a las cámaras y a los micrófonos, pero siempre se lamentó de lo que calificó como una "ingratitud" inmensa. Murió a causa de una infección mal atendida, pero es probable que tampoco él quisiera seguir viviendo. La vida se había vuelto una carga excesivamente pesada para él. La ingratitud era más de lo que podía soportar.


"... Usted reposa ahora, don Ignacio,con Amando,
el arcángel consejero;con la "fé y alegría" de aquel Lolo;
con Segundo, el de barbas de dios Zeus.
Con Pardito, silente y laboriosoque alcanzó a Dios
en su correr eterno;y con Nacho,
conciencia inquisitivaque ha de encuestar los ángeles del cielo.
Allí descansan de este rudo tiempode congoja,
dolor, llanto y miseriay desde el gran martirio atribulado
defienden a la vida de esta tierra.
Elba y Celina, lirios de este pueblo,
reposan más allá de su silencio:
ellas volvieron a su lar amablea
dormir en la tierra primigenia."
Fragmento de"De la hostia, la sangre y la arboleda"por Francisco Andrés Escobar

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