Los escritos de San Pablo: Su Teología - La perspectiva escatológica



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 17° ENTREGA

16. LA PERSPECTIVA ESCATOLÓGICA

Algo dijimos de la escatología paulina al hablar de la esperanza cristiana y su realización. Ahora solo daremos las grandes líneas de doctrina sobre la parusía y la resurrección.

16.1. LA PARUSÍA

  • La Iglesia, pueblo de Dios, peregrina hacia su plenitud que se tendrá en la Segunda Venida de Cristo. Pablo expresa esta verdad de muchas maneras.
  • Las principales expresiones son:
  • el Señor vendrá: 1 Cor 4, 5: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y podrá de manifiesto las intenciones de los corazones. Entonces recibirá cada cual de Dios las alabanzas que le corresponda”; y en 2 Tes 1, 10: “cuando venga en aquel día a ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído, pues nuestro testimonio ha sido creído por vosotros”.
  • el Señor descenderá del cielo: 1 Tes 4, 16: “El mismo Señor bajará del cielo con clamor, en voz de arcángel y trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar”.
  • Cristo aparecerá: Col 3, 4: “Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con Él”.
  • Será el: “Día del Señor”, 1 Cor 1, 8: “Él os confirmará hasta el fin irreprensibles en el Día de nuestro Señor Jesucristo”; y en 1 Cor 5, 5: “sea entregado ese individuo a Satanás para mortificar su sensualidad, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor”; y en 2 Cor 1, 14: “¡Gracias sean dadas a Dios, que nos asocia siempre a su triunfo en Cristo, y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento!”; y en 1 Tes 5, 2: “Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche”; y en  2 Tes 2, 2: “que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras, o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor”.
  • La revelación del Señor = “Apocalipsis”, 1 Cor 1, 7: “Así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro Señor Jesucristo”; y en  2 Tes 1, 7: “y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles”.
  • La manifestación = “Epifanía”,1 Tim 6, 14: “que conserves el mandato sin tacha ni culpa hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo”; y en 2 Tim 1, 10: “y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio”; y en 2 Tim  4, 1: “Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y por su Reino”; y en 2 Tim 4, 8: “Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación”; y en Tito 2, 13: “aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo”.
  • La venida = “Parusía”, 1 Cor15, 23: “Pero cada cual con su rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida”; y en  1 Tes 2, 19: “Pues, ¿quién, sino vosotros, puede ser nuestra esperanza, nuestro gozo, la corona de la que nos sentiremos orgullosos, ante nuestro Señor Jesús en su Venida?”; y en 1 Tes 3, 13: “para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos”; y en 2 Tes 4, 15: “Os decimos esto como palabra del Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del señor no nos adelantaremos a los que murieron”; y en 1 Tes 5, 23: “Que Él, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo”; y en  2 Tes 2, 1 : “Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, hermanos”; y en 2 Tes 2, 8: “entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con un soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida”.
  • Con la Parusía vendrán para nosotros los bienes de nuestra resurrección, transformación gloriosa y plenitud: Col 3, 4: “Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con Él”; y en  Filip 3, 20-21: “Porque nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará nuestro pobre cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas”.

16.2. LA RESURRECCIÓN

  • El punto de partida de la predicación apostólica en general, y de la de Pablo en particular, es la resurrección de Cristo: 1 Cor 15, 3 - 4: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí; que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”; y en 1 Cor 15, 8: “Y en último se me apareció también a mí, que soy como un aborto”.
  • Con ella comienza la exaltación y glorificación de Cristo sobre todas las criaturas: Rom. 14, 9: “porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos”; y en Rom 6, 9-10: “Sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre Él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios”; y en  Filip 2, 7-11: “sino que se despojó a sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos y en la tierra, y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el SEÑOR para gloria de Dios Padre”.
  • Cristo resucita como primicias, 1 Cor 15, 20: “¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron”; y en Rom 6, 5: “porque si nos hemos  injertado en Él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante”.
  • La resurrección de Cristo es dechado de nuestra propia resurrección: 1 Cor 15, 20-26: “¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron. Porque habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que por Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo, en su venida. Luego, el fin cuando entregue a Dios Padre el reino, después de haber destruido todo principado, dominación y potestad. Porque él debe reinar hasta que ponga a todo sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la Muerte”.
  • El Espíritu, que resucitó a Cristo nos resucitará a nosotros: Rom. 8, 11: “Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros”.
  • Así, Pablo afirma de Dios, en 1 Cor 6, 14: "que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder", aunque no nos haya revelado el modo, que Pablo trata de explicar con la comparación de la semilla que se siembra y de la cual, muerte, brota una vida nueva: 1 Cor 15, 35-49: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tu siembras no recobra vida si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna planta. Y Dios le da cuerpo a su voluntad; a cada semilla su cuerpo. No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. Uno es el resplandor del sol y otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual. En efecto, como dice la Escritura: fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo animal; luego, lo espiritual”.
  • En nuestra resurrección arrastraremos a la creación en la manifestación gloriosa de hijos de Dios: Rom 8, 19-22: “Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto”.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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