Los escritos de San Pablo: Su Teología - La solidaridad cristiana



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 16° ENTREGA

15. LA SOLIDARIDAD CRISTIANA


El Apóstol de los gentiles es el teólogo de la unidad de la comunidad cristiana. Él hace derivar esta unidad del plan divino de salvación. Efes 4, 5-6: “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que esta sobre todos, actúa por todos y está en todos”.   
En esa Iglesia tienen cabida todos los hombres, judíos y griegos, Efes 2, 16: “y reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la enemistad”; y en Efes 3, 6: “que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio”.

15.1. LA IGLESIA: PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA

  • Para Pablo los cristianos son elegidos por Dios antes de la constitución del mundo: Efes 1, 4: “por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados, en el amor”.
  • La Iglesia de Dios, Cristo la adquirió con su sangre; como Dios adquirió a su pueblo en el Antiguo Testamento, Hech 20, 28: “Tened cuidado de vosotros y de la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios que Él se adquirió con la sangre de su propio Hijo”.
  • Esa Iglesia es su, "pueblo propio", celador de buenas obras: Tito 2, 14: “el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, deseoso de bellas obras”.
  • La Iglesia es el nuevo Israel que peregrina, y los apóstoles son los ministros de la Nueva Alianza, 2 Cor 3, 6: “el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva alianza, no de la letra  sino del Espíritu, pues la letra mata mas el Espíritu da vida”.
  • La Iglesia peregrina tiene que luchar antes de llegar a su consumación: Efes 6, 10-19: “Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto y manteneos firmes después de haber vencido todo. Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, teniendo siempre en el brazo el escudo de la fe, para que podáis apagar con Él todos los encendidos dardos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que me sea dada la palabra al abrir mi boca para dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él valientemente como conviene”.
  • Ese pueblo de Dios esta formado no solo por judíos, sino también por gentiles. Cristo ha destruido la barrera que había entre ellos, ahora todos son participes de la única salvación, Efes 2, 16: “y reconciliar con Dios a ambos en solo cuerpo por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad”.
  • El hombre recibe el bautismo, 1 Cor 12, 13: “Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no  formar más que  un solo cuerpo".
  • Ese pueblo de Dios peregrina en la esperanza y hace suyo el grito de 1 Cor 16, 22: “El que no ame al Señor, ¡sea maldito! "Maran atha" = ¡Ven, Señor nuestro!”.

15.2. LA IGLESIA: CUERPO DE CRISTO


  • La Iglesia, Cuerpo de Cristo, es la principal metáfora que usa Pablo para explicar el misterio de la Iglesia.
  • Los lugares principales donde trata esto tema son: 1 Cor 12, 12-13: “Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar mas que un solo cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Todos hemos bebido de un solo Espíritu”; y en Efes 4, 4-6: “Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos”; y en  Col 3, 15: “Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo cuerpo. Y sed agradecidos”.
  • En Cristo formamos un solo Cuerpo: Rom 12, 4-8: “Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo los unos para los otros, miembros. Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez, el que preside con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad”;
  • Este Cuerpo es de Cristo, 1 Cor 12, 27: “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno a su modo”, y en Rom 12, 5: “así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo los unos para los otros, miembros”; y en 1 Cor 12, 12: “pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo”.
  • Cristo es la Cabeza del cuerpo de la Iglesia: Col 1, 18: “Él es también la cabeza del cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea Él el primero en todo”; y en Efes1, 22-23: “Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del lo llena todo en todo”; y en Efes 4, 15-16: “antes bien, con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para el crecimiento y edificación en el amor".” 
  • Cristo es el redentor de esa Iglesia: Ef 5, 25-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada”.
  • Cristo es la fuente de su crecimiento y de su vida, Efes 4, 16: “de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para  el crecimiento y edificación en el amor”; y en Col 2, 19: “en lugar de mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios; y en Efes 4, 15: “antes bien con la sinceridad en al amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo”; y en Efes 2, 22: “en quien también vosotros con ellos estáis siendo edificados, para ser morada de Dios en el Espíritu”; y en Efes  4, 4: “Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados”.
  • El Espíritu es la causa de la unidad del cuerpo: une al creyente en Cristo con Él en el bautismo, 1 Cor 6, 11: “Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”; este Espíritu une a los creyentes entre sí, 1 Cor 12, 13: “Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar  más que un solo cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu”.
  • La Iglesia es "su cuerpo, la plenitud de Aquel que recibe de ella su cumplimiento total y universal”.  La Iglesia debe crecer hasta completar el Cristo total, el "pleroma" del Cristo cósmico, Ef 1, 23: “(La Iglesia) que es su cuerpo la plenitud del que lo llena todo en todo”.
  • Otras metáforas paulinas para expresar el misterio de la Iglesia son:
  • Esposa de Cristo: Ef 5, 23-24: “ ... como Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben de estarlo a sus maridos en todo”.
  • .- Edificio o edificaciones: Efes 2, 20-22: “edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros con ellos estáis siendo edificados, para ser morada de Dios, en el Espíritu”; y en 1 Tim 3, 15: “pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad”.
  • Familia de Dios: Efes 2, 19: “Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios”.
  • Estado, ciudadanos - conciudadanos: Efes 2, 12: “estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza, sin Dios en el mundo”.
  • La Jerusalén de lo alto: Gal 4, 26: “Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre”.

15.3. LOS CARISMAS DE LA IGLESIA

  • En la Iglesia, cuerpo de Cristo, se dan diversos carismas para bien de la misma: 1 Cor 12, 4-11: “Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”.
  • La doctrina paulina sobre los carismas podría sintetizarse así:
  • Terminología: usa cuatro palabras que indican la esencia y función de los carismas:
  • dones espirituales
  • operaciones              
  • ministerios              
  • carismas                 
  • Origen: existe un origen trinitario de los carismas, 1 Cor 12, 4-6: "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios (Padre) que obra todo en todos".
  • Carácter: no solo las manifestaciones extraordinarias del Espíritu son carismas sino también otros servicios funcionales como su apostolado, Rom 12, 6-8: “Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad”; y en Efes 4, 7-12: “A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones Cristo. Por eso dice: “subiendo a la altura, llevó cautivos, y repartió dones a los hombres”. ¿Qué quiere decir “subió” sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenar el universo. Él mismo dispuso que unos fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros, para la adecuada organización de los santos en las funciones del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo”.
  • Estructura armónica: son manifestación del mismo Espíritu que opera y da los dones para bien común.Esta estructura armónica lleva consigo la multiplicidad de los mismos dones, Rom 12, 6: “pero teniendo  dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe”; y en 1 Cor 12, 4-6: “Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos;  y en 1 Cor 12, 29-30: “¿Acaso todos son apóstoles? O ¿Todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carismas de curaciones? ¿Hablan lenguas todos? ¿Interpretan todos?”.
  • Jerarquía de los carismas: hay una jerarquía entre los carismas: son mejores los que mayor bien traen a la comunidad.
  • Por encima de los carismas esta la caridad: 1 Cor 13,  1-3. 13: “Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o como címbalo que retiñe. Aunque tenga el don de profecía y conozca todos  los misterios y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. ... Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad”.
  • Doble principio de orden:
  • la caridad
  • la dirección apostólica.
  • De hecho Pablo interviene con autoridad en cuestiones suscitadas por los carismas, 1 Cor 12, 3: “Por eso os hago saber que nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: “¡Maldito sea Jesús”!; y nadie puede decir: “¡Jesús es Señor”! sino movido por el Espíritu Santo”; y en 1 Cor 14, 26-39: “¿Qué concluir, hermanos? Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación; pero que todo sea para edificación. Si se habla en lenguas, que hablen dos, o lo más tres, y por turno; y que haya un intérprete. Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea; hable cada cual consigo mismo y con Dios. En cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los demás juzguen. Si algún otro que está sentado tiene una revelación, cállese el primero. Podéis profetizar todos por turno para que todos aprendan y sean exhortados. Pero los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas, pues Dios no es un Dios de confusión, sino de paz, ... Por tanto, hermanos, aspirad al don de la profecía, y no estorbéis que se hable en lenguas. Pero hágase todo con decoro y orden”.  
Y recomienda discernimiento en el juicio sobre ellos: 1 Tes 5, 19-21: “No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal”.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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