NUEVA MISIÓN
P. José Enrique Rodríguez, jesuita.
Párroco de San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús
Lima - Perú.
Por la Evangelización: Primavera misionera en la Iglesia
“Recemos para que el soplo del Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera en la Iglesia.”
En la edad moderna la Iglesia envió misioneros a las Américas y al Asia en las naves de los colonizadores, protegidos por sus leyes y en dependencia del patronato estatal. La Santa Sede y las órdenes religiosas no tardaron en entrar en conflicto con el poder político, buscando espacios de autonomía. Roma fundó un “ministerio” (Congregación para la Propagación de la Fe - 1622) para llevar la Fe a donde fuera posible, bajo el control eclesiástico, instituyendo circunscripciones dependientes directamente de la Santa Sede para evitar las dependencias políticas.
No hubiera sido posible el experimento de las Reducciones de Juli o de Río de la Plata, misiones totalmente bajo el control de la Compañía de Jesús, sin la iniciativa directa del Papa. Pero estas se derrumbaron cuando España y Portugal reordenaron los límites y quitaron a las misiones los espacios de autonomía de los que habían gozado por un siglo y medio.
En la edad contemporánea ocurrió algo similar, con la diferencia que la misión antecedió a la colonia, como en Oceanía o la Patagonia. En el siglo XIX y XX los misioneros aprendían las lenguas locales, respetaban las culturas autóctonas, favorecían el nacimiento del clero y jerarquías locales. Aunque era la intención, no siempre la operación fue llevada a cabo con la necesaria claridad. El colonialismo explotó dejando ruinas que han devastado y que siguen devastando los continentes extra-europeos. Sin embargo, la misión sobrevivió a la edad colonial, se transformó y ha dado vida a las llamadas jóvenes Iglesias, con clero y jerarquía indígenas.
Ha habido primaveras en el proceso de evangelización, que han servido para dilatar el catolicismo a escala planetaria y para inculturarlo en los pueblos nuevos. Una muestra es el colegio cardenalicio que hoy cuenta con decenas de cardenales provenientes de fuera de Europa, de países que fueron colonias hasta después de la segunda guerra mundial, quienes llevan una palabra específica propia a la iglesia universal, hasta hace poco eurocentrista.
Invocar al Espíritu Santo pidiendo una nueva primavera misional no es cuestión de cálculos humanos, de estrategias de marketing, sino la reafirmación de que la Iglesia de Cristo, como ha dicho el Papa, crece por atracción. Vivir y compartir la alegría del Evangelio, alabar al Señor y servir a los hermanos, abre horizontes de bondad y de belleza insospechados a quien no ha tenido aún la gracia de conocer verdaderamente a Jesús.
El Papa Francisco nos da tres propuestas: caminar, rezar, trabajar.
Caminar juntos en un doble movimiento: de entrada para llegar unidos a Cristo, junto al que daremos fruto; de salida, hacia las múltiples periferias existenciales de hoy, para llevar juntos la gracia sanadora del Evangelio a la humanidad que sufre.
Rezar juntos, porque no podemos avanzar solos, porque sin oración la comunión se queda sin oxígeno y no avanza, porque impedimos al viento del Espíritu empujarla hacia delante.
Trabajar juntos por la unidad, la paz, la justicia, preocupados en buscar soluciones eficaces para los pobres y marginados.
Que en octubre, nuestra “cuaresma peruana”, nos acerquemos más al Señor.
RECURSOS EN LA RED
Cada Primer Viernes en Youtube: “El video del Papa”.
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APOSTOLADO DE LA ORACION – PERÚ
Jirón Azángaro 451 – Cercado de Lima
sanpedrodelima@gmail.com
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Agradecemos al P. José Enrique Rodríguez por su colaboración.
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