¿Qué es la Biblia? - 4º Parte

P. Ignacio Garro, S.J.


10. La interpretación de la Sagrada Escritura (Hermenéutica)

El Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática “Verbum Dei” nº 12, 2, dice: “Para descubrir la intención del autor hay que tener en cuenta entre otras cosas, los géneros literarios. Pues la verdad se presenta y enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, ya sea en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado intenta decir y dice, según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época. Para comprender exactamente lo que el autor quiere afirmar en sus escritos, hay que tener en cuenta los modos de pensar, de expresarse, de narrar que se usaban en el tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces  se solían emplear más en la conversación ordinaria”.

Para la interpretación correcta en la Biblia hay algo que constituye su tema central y que da unidad a todo el libro. Es la idea fundamental de la “Historia de la Salvación”; en realidad, más que contarnos la historia de un pueblo, nos cuenta la acción salvadora de Dios a favor de ese pueblo y, en definitiva, de toda la humanidad.

Al decir que la Biblia es una “Historia de Salvación” queremos decir que Dios se ha querido comunicar con el hombre a través de la historia, de decir, de los acontecimientos humanos. Es en los acontecimientos humanos, principalmente en los más peligrosos, en los sufrimientos, en los pecados, donde Israel ha experimentado esa salvación de Dios. Para interpretar bien los sentidos bíblicos se habla de varios sentidos de la Biblia:
  • Sentido literal: el que expresan inmediatamente las palabras.
  • Sentido propio: si se toman las palabras en su sentido directo.
  • Sentido impropio: si se toman en sentido figurado, metafórico.
  • Sentido histórico: que expresa lo que conoció  el autor sagrado.
  • Sentido pleno: sentido intentado pro Dios, desconocido por el escritor sagrado, y descubierto a la luz de la revelación posterior.
  • Sentido típico: el que Dios pretende significar con las realidades  expresadas por las palabras del autor sagrado.
  • Sentido implícito o consecuente: es el que se deduce mediante el raciocinio de la verdad  intentada por el autor sagrado en la Sagrada Escritura.
La hermenéutica, viene de la palabra griega “ermhneutikh“ que significa: relativo a la interpretación de una palabra. Se trata de descubrir lo que pretendió significar el autor sagrado y lo que quiso manifestarnos Dios. Para alimentar nuestra fe con la Sagrada Escritura necesitamos descubrir qué es lo que Dios ha querido comunicarnos, y para ello es necesario conocer lo que el autor sagrado ha querido decirnos. 

Esta tarea ha de hacerse de acuerdo con ciertos criterios y principios fundamentales que deben ser tenidos en cuenta por todo creyente y también por el creyente que puede ser al mismo tiempo hombre de ciencia.

1. Reflexión con la ayuda de las ciencias humanas: El intérprete cristiano para comprender el sentido de la Sagrada Escritura debe de emplear todos los recursos que ponen a su alcance las ciencias humanas, análogos a los que se aplican a cualquier otro escrito de la antigüedad, a saber:
  • La crítica textual: para determinar con la mayor exactitud posible el texto más próximo al original.
  • La ciencia histórica y la arqueológica: que tratan de proporcionarnos una visión del mundo en el que el autor sagrado redactó los textos bíblicos y la manera de pensar y de vivir de sus lectores u oyentes inmediatos.
  • La crítica literaria: que ayuda a comprender los géneros literarios y las características estilísticas y lingüísticas del autor, de su tiempo, de su medio ambiente, de modo que se pueda conocer mejor la intención del autor y el sentido del escrito. Especial mención merecen los géneros literarios como instrumento de interpretación de la Sagrada Escritura.

2. La unidad de la Sagrada Escritura: Para una acertada interpretación de la Sagrada Escritura es necesario, además leer cada parte de la Biblia teniendo en cuenta el contexto particular en que dicho pasaje se encuentra y el conjunto de todos los escritos bíblicos en su unidad. Esta unidad y totalidad de la Biblia se origina, ante todo, del hecho de que su autor es Dios. Pero,  además, hay una unidad inherente al conjunto de los Textos bíblicos: una unidad profunda vital, históricamente visible.

3. La Tradición viva de la Iglesia: Para entender rectamente la Sagrada Escritura se ha de comprender desde la Tradición viva de la Iglesia.

La tradición viva de la Iglesia no debe de ser confundida con la rutina, con la mera repetición mecánica, con la conservación pasiva y estática de la enseñanza recibida a la manera como se conserva una pieza de museo. La Tradición es continuación del diálogo de Dios con el hombre en el ámbito de la Iglesia. Aun cuando lo que nos dice hoy Dios en la Iglesia no constituya una nueva revelación con relación a lo que ya nos dijo por su Hijo Unigénito y por medio de los Apóstoles, sin embargo, no hemos de imaginar la acción reveladora de Dios como si Dios ya hubiera enmudecido, como algo perteneciente al pasado. Dios continua hablando. Por la Tradición no solamente se transmiten palabras, sino también realidades, algo que va más allá de lo que las palabras puedan expresar: la realidad del Misterio de Cristo.
Esta Tradición de la Iglesia está presente en la vida de la misma. La Iglesia transmite con su fe, con su vida, con su praxis lo que ella es, lo que ella vive, lo que ella realiza, lo que ella cree en el tiempo privilegiado, normativo, de la Iglesia apostólica. En todo caso ni la Escritura puede ser leída como Palabra de Dios independientemente de la tradición divino ‑ apostólica conservada en la Iglesia, ni la Tradición de la fe auténtica puede ser comprendida independientemente de la Escritura. En cierto modo, la Escritura es norma de la Tradición.

4. El Magisterio de la Iglesia: Sagrada Escritura, Tradición viva y Magisterio, no son tres realidades en conflicto sino íntimamente ligadas e interdependientes. La Sagrada Escritura tiene una dignidad excepcional, pero está sumergida en una Tradición viva, cuyo eje y manifestación más autorizada es.
La interpretación de la Biblia no queda al criterio de los creyentes individualmente considerados, ni siquiera de los más sabios. El Magisterio de la Iglesia tiene el derecho y el deber de decir la última palabra. Pero antes de pronunciarla necesita interrogar a la Biblia, a la luz de la ciencia y de la vida de la Iglesia, y escuchar humildemente la fe del pueblo de Dios. El Magisterio no ha hecho ningún juicio dogmático sobre quiénes han sido los autores humanos de los libros bíblicos, ni sobre la fecha en que fueron redactados y cuando se pronuncia sobre algún versículo particular, lo hace, habitualmente, de forma negativa, saliendo al paso de una interpretación falsa, que considera como una amenaza para la fe.

5. Sentidos de la Sagrada Escritura: El leguaje de la Sagrada Escritura está cargado de sentido. Dado que el autor bíblico expresa con lenguaje humano lo que Dios quiere decir, el sentido de la Escritura, en cuanto palabra humana, es a la vez, el sentido de la Escritura en cuanto palabra divina. No se dan en la Escritura santa, independientes entre sí, un sentido humano y un sentido divino. El sentido querido por el autor humano con palabras humanas, es el sentido que Dios intenta abrirnos y comunicarnos.


11. Los Géneros Literarios

Se entiende por "género literario", las formas o modos de expresión de que se sirven los escritores inspirados para expresar su pensamiento, los acontecimientos históricos, las costumbres de una época determinada o de un país determinado. 

En la Sagrada Escritura hallamos formas de expresión orientales, muy diferentes de las formas literarias occidentales. Que la Sagrada Escritura presenta géneros literarios muy diversos, es algo que salta a la vista, por eso su estudio ha de ser hecho con mucho cuidado y requiere conocer bien la literatura oriental antigua. Los géneros literarios son el modo de exponer, por escrito, un pensamiento, una idea, una comunicación concreta del acontecer histórico de una persona o de un pueblo, en nuestro caso del pueblo elegido por Dios Israel y el nuevo Pueblo de Dios instaurado por Cristo. Como hay mucho modos de expresar lo ocurrido, de ahí viene que haya diversos estilos literarios, que a su vez constituyen los llamados “géneros literarios”.
 
Estos pueden ser: Historia, narrativa, ley, profetas, lírica, sabiduría, cartas pastorales y apocalíptica, junto a otros subgéneros.

Así la verdad de un mismo pensamiento, siendo una, se puede expresar por procedimientos distintos. En la elaboración de los escritos de la Sagrada Escritura han intervenido muchos géneros literarios o formas literarias diversas, por ejemplo no es lo mismo el género literario de los libros históricos, 1 y 2 Samuel; 1 y 2 Macabeos que el género lírico de los Salmos, o el poético del Cantar de los Cantares, etc. No es lo mismo la verdad que lleva una palabra, que ha de interpretarse en un sentido directo, ejemplo: la sal,  que escrita en sentido metafórico: "Ustedes son la sal de la tierra". Mt 5, 13. Esta forma distinta de expresar la verdad es la que origina los estilos diferentes, y estos estilos diferentes son los que constituyen los "géneros literarios". 

Un acontecimiento ocurrido en el pueblo elegido es un relato histórico, y otro acontecimiento diferente es una epopeya religiosa; una parábola se describe de una manera diferente de una poesía; una cosa es un canto lírico, como los salmos, y otra cosa diferente es el género epistolar de S. Pablo, etc. Para conocer qué género literario usaron, en cada caso, los autores sagrados, será necesario tener un conocimiento exacto de la literatura que se estudia, luego habrá que hacer un estudio comparativo para ver cómo han sido realizados los diversos escritos dentro de la misma literatura o de diversas literaturas de aquellos culturas orientales en tiempos lejanos y determinar el entorno y función vital en que se produjo el escrito. De esta manera se evitan lecturas fundamentalistas de la Sagrada Escritura. 

Por lo tanto, la Biblia es un libro difícil de entender, requiere estudios profundos, conocimientos de especialistas en muy diversas materias: lenguas orientales: hebreo, arameo, acadio, sirio; estudios de lingüística oriental, arqueología, antropología oriental semita, literatura oriental comparada, filología, historia de Israel, exégesis científica, etc; esta diversidad de materias se estudia en la Iglesia Católica, en Facultades Universitarias de Sagrada Escritura y en Centros altamente especializados. Así la Iglesia estudia, interpreta, y enseña la Palabra de Dios, después de realizar los estudios serios y pertinentes para poder ofrecer a los fieles creyentes la verdad que se nos revela en la Biblia y lo hace como maestra que enseña y guía a la verdad de la Palabra revelada.

11.1. Clases de géneros literarios
Actualmente suelen distinguirse dentro de la Biblia siete grandes géneros literarios: Historiografía narrativa, ley, profetas, lírica, sapiencial y/o didáctico, cartas pastorales y apocalíptica. Al establecer esta lista no queremos decir que cada uno de los libros de la Biblia tenga que coincidir exactamente con uno de estos géneros literarios; dentro de cada libro podemos encontrar géneros y formas diversas (cosmogonías, etiologías, parábolas, midrash), que muchas veces se cruzan entre sí. Cada género literario su contenido, intención, ubicación, características y otras formas de expresión, y cada una de ellas ha de tenerse en cuenta para entender e interpretar bien el texto que se estudia.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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