P. Palencia S.J.: apasionado en la misión



Compartimos el texto que el P. Luis López Yarto SJ envió desde España, y que se leyó en la Misa de cuerpo presente del P. Palencia.


Sobre Ángel

No era fácil describir qué era lo que tenía aquel niño de diez años y medio que se llamaba Ángel, al que sus compañeros elegíamos año tras año como delegado de clase. Fue desde el año 1945 al año 1951. Cuando pasamos a ser problemáticos adolescentes nuestra opinión sobre Ángel Palencia seguía siendo la misma: El líder nato de la clase era él.

Quizá se trataba de su inteligencia, de una brillantez discreta, que le hacía aparecer como una roca en la que más de uno en apuros se podía apoyar confiadamente. Quizá su capacidad de tratar muy de tú a tú con los adultos - los profesores - , ante los que sabía ser respetuoso, pero con los que dialogaba de los problemas de sus compañeros sin timidez ni cobardía. Quizá era su atractiva sencillez, su trasparencia sin dobleces al mostrar sus sentimientos, su perseverancia en el perseguir los objetivos. Pero quizá y sobre todo, (¿herencia del funcionario si tacha que fue su padre?), aquella enorme, inmensa lealtad.

Porque Ángel Palencia fue sobre todo y ante todo un hombre leal.

La lealtad a los principios que vio un día en Ejercicios le hizo llamar a la puerta de la Compañía de Jesús. “Si he dicho una vez ‘Tomad Señor y recibid toda mi libertad’, ¿cómo no voy a hacerme jesuita?” me decía en 1952.

Lealtad a la amistad, que se ha conservado hasta el día anterior a su coma profundo: amistades a las que no veía quizá desde hacía cincuenta años, y con las que podía conversar como si el último encuentro hubiera sido ayer.

Lealtad a media sonrisa (¡ah, su sentido del humor, para tantos incomprensible!) para las cosas pequeñas como su Atlético de Madrid, El Estudiantes, equipo de baloncesto que ocupaba un lugar preferente en su corazón y los toros de la Monumental, vividos en el recuerdo.

Muchas cosas de Ángel suponían sorpresas para los no iniciados. Sus explosiones afectivas (¡que me da, que me da!, decía), sus decisiones clarividentes y sin mucha vuelta atrás, esa mezcla insospechada de hombre austero y exigente que tenía sin embargo sus rasgos de intenso amor a la vida. Su muerte, por esperada no menos sorprendente, ha sido una sorpresa más. Él decía que aquel al que Dios no sorprende un poco cada día, no merece llamarse amigo suyo.

Tras la primera sorpresa Ángel mismo habrá hecho un gesto de quitar importancia al paso más decisivo de todos, a este pasar definitivamente la frontera. Y, leal al núcleo fundamental de su de vida, habrá acabado por fin la oración de Ignacio: “Dame tu amor y gracia, que eso me basta”.



En la Casa del Padre
2 de Mayo del 2009


Después de un poco más de un mes en estado muy delicado, primero en Cuidados Intensivos de la Clínica Tezza, y los últimos días en la Enfermería de Fátima, cuidado de cerca por el Hno Sixto Coronel y el equipo de la Enfermería, un poco después de la medianoche de ayer, en las primeras horas de hoy (2 de mayo), el P. Ángel Palencia nos dejó, para encontrarse con el Padre, a quien fielmente sirvió en la Compañía de su Hijo.

Lo extrañaremos, pero sabemos que ahora goza de la Vida en Jesús Resucitado, a quien anunció por todo el país, y en muy diversos trabajos.

A continuación transcribimos la nota del P. Socio que compartimos con el fin de conocer el ejemplo de una vida entregada a Dios desde la misión y su comunidad.

Esta pasada noche descansó en Dios el P. ANGEL EMILIO PALENCIA DE LA TORRE, S.J., con una vida dedicada, entregada hasta el final, de 73 años y 55 de Compañía. Era un jesuita disponible, en todo momento y para cualquier ocasión; un compañero que confiaba cuando se pensaba en él, que aceptaba con el mayor ánimo porque creía, porque su fe era más fuerte que los desafíos, o las dificultades. Como lo ha mostrado en este tramo final, afrontando su propia limitación y superando problemas críticos hasta lo increíble.

Ha sido generoso en la hora de la tarde, cuando nos es tan difícil vivir la pasividad. Y es porque se había acostumbrado desde hacía tiempo a poner todo de su parte, por encima de otros motivos. Ángel estuvo al inicio de marcadas tareas de la Provincia como el Survey del P. Arrupe, la casa de Ayacucho o las pensiones escalonadas de los Colegios. O dando seguimiento a otras muchas, sobre todo en momentos difíciles. Fue Maestro de Novicios, Delegado de Educación, Consultor, (“yo añadiría algo de Iglesia…”, -decía porque le gustaba que los temas estuvieran centrados-), Rector de Piura y la Inmaculada, Superior de Trujillo y por 25 años dedicado a la Universidad del Pacífico. Era matemático por estudios, aunque de lo que más entendía era de responsabilidad, de dedicación extrema si era necesario, que nos podía resultar impaciencia, pero en el fondo era por pura entrega. De hecho, apasionado en la misión, buscando siempre y asumiendo lo que le pedían.

De su buen humor se acuerdan hasta los compañeros de noviciado, como el P. General. Gracias a él supimos mucha historia de la Compañía, por sus conversas entretenidas y amenas que nos llevaban de un lado al otro, recorriendo épocas y personajes, haciendo nuestro su mundo. Aunque no lo hubiéramos vivido, lo que nos contaba terminaba siéndonos familiar. Ángel nos ayudaba a apreciar la vida de los demás y sus gracias. Conocía la vida de los santos y sabía rescatar sus genialidades. Le parecerá curioso verse ahora dentro de ese grupo y, como ellos, de los que llevaron al extremo las cosas de Dios, de los que se fiaban y se atrevieron a ir más allá con la propia vida, dándolo todo. Y hasta les podrá contar detalles de los que ni ellos mismos se habían dado cuenta.

Le agradecemos a Dios por el buen compañero de Jesús que ha sido Ángel y nos enseñó a mirar con humor las cosas, a cuidar pequeños detalles, a no dejar tareas pendientes, a ser dinámicos en el trabajo, a estar dispuestos a ir donde más se necesita. A vivir la vocación universal del jesuita, sin duda.

En fin, tenía muchas cosas a su favor, sobre todo la amistad. Deja incontables amigos acá y cuenta ya con la indudable amistad de Dios, que no acaba con nada. Como tampoco se va a terminar la nuestra; porque lo tenemos de amigo definitivo, ahora que pertenece al Señor del todo. Y cuando al atardecer de la vida haya escuchado la frase prometida “Ven, bendito de mi Padre, a recibir el Reino…”, Ángel le habrá respondido como siempre, con la fe de siempre, con la convicción de siempre, “¡Tú lo has dicho!”.


Oremos para que desde el Cielo siga cerca de nosotros, y nos aliente a todos los jesuitas, religiosas y amigos que recibimos tanto de él.

Agradecemos al P. Rómulo Franco SJ por la información compartida.

1 comentario:

Grupo Mariano Cercado de Lima - Asociación Emilia de Wojtyla dijo...

MUY ESTIMADOS AMIGOS DE LA COMUNIDAD JESUITA:
EN NOMBRE DEL GRUPO MARIANO DEL CERCADO DE LIMA Y LA ASOCIACIÓN EMILIA DE WOJTYLA ACOGIDOS Y ANIMADOS GENEROSAMENTE POR USTEDES, NOS SUMAMOS AL MÁS SENTIDO PÉSAME POR LA PÉRDIDA DEL P. ANGEL PALENCIA S.J., QUIEN YA GOZA DE LA PRESENCIA DE NUESTRO SEÑOR Y SEGURAMENTE YA ROGANDO POR LOS SUYOS, QUE TODAVÍA SEGUIMOS PEREGRINANDO EN ESTE MUNDO.
NOS UNIMOS A LAS ORACIONES QUE POR SU ALMA SE VIENEN REALIZANDO.
MUCHAS GRACIAS Y NUESTRO ABRAZO PARA TODA LA COMUNIDAD JESUITA.

GRUPO MARIANO DEL CERCADO DE LIMA Y
ASOCIACIÓN EMILIA DE WOJTYLA (UNIDOS POR LAVIDA CONTRA EL ABORTO)