Sobre la Virgen María y su culto




Respuestas a los hermanos separados.



P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.






Los hermanos separados insisten en que es errónea la importancia que los católicos damos a la Virgen María. Arguyen que María tuvo otros hijos y no fue virgen. ¿Qué responder?

1.- María es la Madre de Dios, porque es madre de Jesús y Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre en y de María por obra del Espíritu Santo. La devoción de los católicos a María se funda en esta su dignidad de Madre de Dios antes que en su virginidad.

2.- Si María hubiera tenido otros hijos, seguiría siendo Madre de Dios y digna de ser honrada como tal. Por eso no tiene fuerza el argumento de que María haya tenido otros hijos, para rechazar el culto católico hacia ella, porque en todo caso es Madre de Dios. Ninguna mujer es despreciable por ser madre de varios hijos.

3.- Que María fue virgen y concibió virginalmente a Jesús en su seno, lo revela la Biblia clara y repetidamente (Mt 1,18-23; Lc 1,35-38). Esta verdad va ligada a la divinidad de Jesús; porque la persona concebida en el seno de María era el Hijo de Dios desde el primer instante de su presencia en este mundo; Jesús no tiene más padre natural que Dios (Catecismo de la Iglesia Católica -CIC 503).

4.- La profundización en este misterio de la concepción virginal de Jesús y en otros datos de la Sagrada Escritura ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo, lejos de disminuir, consagró la integridad virginal de su Madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la siempre virgen" (CIC 499).

5.- A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (Mc 3,31-55; 1Co 9,5; Ga 1,19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José hermanos de Jesús (Mt 13,55) son los hijos de una Maria discípula de Cristo (Mt 27,56) que se designa de manera significativa como la otra Maria (Mt 28,1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (Gn 13,8; 14,16; 29,15)" [CIC 500].

6.- Además, si María hubiera tenido otros hijos, no se ve con que lógica pudiera decir Jesús desde la cruz: "ahí tienes a tu hijo", señalando a Juan, para que no quedase sola. Lo menos que se puede deducir de aquí es que parece suponer que María sólo tuvo un hijo en la tierra: Jesús. Por fin de otra María, esposa o madre de Cleofás, se dice que es "hermana de su madre", es decir de María. Si hermano o hermana significasen hijo o hija de los mismos padres, tendríamos que en la familia de la Madre de Dios había dos hermanas con el mismo nombre, lo que es insólito en la Biblia y fuera de la Biblia. Luego esa "hermana" de su madre era simplemente pariente.

7.- Por lo demás el Nuevo Testamento no habla jamás de otros hijos de María.

8.- Esta virginidad perpetua de María está en relación con su maternidad espiritual, que se extiende a todos los hombres, a los que su Hijo vino a salvar y a cuyo nacimiento y educación en Cristo colabora con amor de madre, constituida así en tipo y modelo de la Iglesia.

8.1.- Porque la concepción de la vida cristiana de cada uno en el bautismo, que nos hace hijos de Dios, es virginal (CIC 506); porque la virginidad de Maria es signo de su fe y de su entrega total a la voluntad de Dios;

8.2- Porque, siendo a la vez Virgen y Madre, "es la figura y la más perfecta realización de la Iglesia: La Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe, ya que, por la predicación y el bautismo, engendra para una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos par el Espíritu Santo y nacidos de Dios. También ella es virgen que guarda integra y pura la fidelidad prometida al Esposo" (CIC 507)

9.- Nosotros no "adoramos" a la Virgen María. Adorar significa dirigirse a Dios en cuanto tal, como al Ser supremo, infinito, eterno, creador de todo, dador de toda gracia, juez supremo y único fin ultimo de toda vida humana. A la Virgen María, como a los demás santos, la veneramos y damos culto para que nos lleve a Jesús; porque ella nos acerca a su Hijo y puede interceder por nosotros. Y ello es cierto, como lo demuestra día a día la historia de la Iglesia.









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