Intención del Papa Francisco para el mes de Marzo: Por la Iglesia en China



P. José Enrique Rodríguez, jesuita.
Párroco de San Pedro, Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús
Lima - Perú

Evangelización: Los Católicos en China.
«Oremos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad.»

“Tiánzhú jiáo” significa en castellano “Religión del Señor del Cielo”. Así es como se llama en China a la religión católica. Con una población de 1,395’380,000 personas, los siete millones de católicos equivalen al 0,5% de la población. Los católicos son una pequeña minoría cuya presencia ha sido significativa históricamente. En otra ocasión nos hemos referido al gran misionero italiano P. Matteo Ricci, matemático y cartógrafo jesuita. Esta vez mencionamos al P. Johan Adam Schal von Bell, astrónomo alemán que en el siglo XVII fue enviado a los 28 años por el superior general de los jesuitas para integrarse a la comunidad misionera en China.

El P. Schal participó en la modificación del calendario imperial del último emperador de la dinastía Ming. El siguiente emperador de la dinastía Qing, que mantuvo

relación con Europa, en particular con el cristianismo, lo nombró mandarín y encargó la dirección del ministerio de Ritos y Astronomía. Schal  aprovechó los trabajos científicos del también jesuita médico y científico Johan Schreck, amigo de Galileo. Ambos montaron el primer telescopio occidental en el Celeste Imperio. El P. Giacomo Rho también fue llamado a la corte para trabajar en la reforma del calendario chino.

Es importante el criterio de adaptación empleado por los misioneros jesuitas: “entrar con la de ellos para salir con la nuestra”, afirmación muchas veces no comprendida e incluso atacada por riesgosa o aparentemente ambigua. El entrar en las culturas distintas a las europeas trajo y sigue trayendo cuestionamientos por la fácil creencia de que un anuncio frontal del Evangelio de por sí debe producir la gracia de la conversión.

Una minoría cristiana en medio de mayorías ajenas al conocimiento de Cristo solo puede tener repercusión a muy largo plazo, a partir de la certeza y la conciencia de que las semillas del Reino son para gloria de Dios, no de los hombres. Las medidas del Reino no son calendarias, sino de confianza en quien envía, que es el mismo Señor.

Todos debemos pedir por las comunidades cristianas de China para que no decaigan en la esperanza y vivan el deseo de unidad con la Iglesia universal.



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Agradecemos al P. José Enrique Rodríguez por su colaboración.

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