+P. Rubén Vargas Ugarte S.J.
7. LABOR DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
7.3. SEGUNDO PERÍODO
Le sucedió en el cargo el P. José Cano, quien con mucho entusiasmo y verdadero celo se dedicó a continuar la obra y a incrementarla en lo posible. Aquel mismo año 1898, de provincias llegaban alegres nuevas; en Ica y en Chincha y aun en poblaciones como San José de los Molnos y Sayán, se celebraba con esplendor la fiesta del Sagrado Corazón y el Apostolado engrosaba sus filas con nuevos socios. Al P. Cano se le debe la fundación de una rama, si así puede llamarse, del Apostolado, esto es el de la Prensa. Tanto por medio de folletos de propaganda como hojas volantes o publicaciones periódicas, una de las cuales, El Restaurador, apareció el año 1914, el P. Cano realizó esta obra de bien, necesaria en nuestros tiempos y bendecida más de una vez por los Sumos Pontífices. El Apostolado de la Prensa tenía por objeto, como se dice en el artículo primero de sus Estatutos, la propaganda de las buenas lecturas, así fueran periódicos, libros o folletos y el combatir las malas. Por esta razón contaba con dos secciones, entre otras, la una destinada al establecimiento de Bibliotecas populares, con servicio de préstamo de libros y la otra llamada obra de San Roque, cuyo fin no era otro sino el recoger los libros prohibidos o de lectura malsana, canjeándolos con libros buenos o solicitarlos de sus dueños a fin de hacerlos desaparecer. De este modo la Asociación llevaba a cabo una obra de saneamiento moral y fomentaba la instrucción religiosa.
Volveremos a hablar de ella más adelante, a fin de ocuparnos de otra obra que surgió también por este tiempo y puede considerase también como nacida al calor de la devoción al Corazón de Jesús. Nos referimos a la Liga de la Comunión Semanal y del Sagrado Viático, fundada en Lima en el año 1904, por el P. Elías Mera S.J. (1). Desde sus principios la autoridad eclesiástica le prestó todo su apoyo y a ella se debe la renovación del culto al Santísimo Sacramento, tan arraigado en nuestro suelo. La Liga se estableció en las iglesias parroquiales donde tiene su centro y, muy poco después de fundada, todas las de Lima, Callao y poblaciones vecinas contaban con uno de ellos. Se extendió también a las provincias y en Trujillo y Huancavelica surgieron centros similares. Cada centro se divide en siete coros que se distribuye los días de la semana, a fin de honrar al Santísimo en ese día y, especialmente, para acompañar al Sagrado Viático, si acaso lo necesita un enfermo. Las personas que forman el coro se ocupa de adornar la casa del doliente y de hacer que el acompañamiento del Señor sea el más numeroso posible. Fuera de esto todos los socios están obligados a la comunión semanal, en el día que les corresponde y, para avivar su fervor, tienen cada mes un día de retiro.
El día clásico de la Liga es el Domingo de Cuasimodo, día en que se lleva el sacramento a los enfermos o impedidos y se procura que el Señor salga con toda la pompa posible. También concurren los socios a la fiesta y procesión del Corpus, dándole a esta festividad todo el esplendor que antaño revestía, así en el adorno de los altares como en tapizar el suelo con flores naturales. Tiene también la Liga su sección de niños, los cuales tienen sus días de fiesta sólo para ellos. En general la Liga produjo abundantes frutos y, por lo pronto, contribuyó a que no hubiera enfermo que dejara de recibir el Santo Viático y que el culto externo que se tributa al Santísimo Sacramento tuviera la magnificencia debida.
Por desdicha, el que había sido alma de esta obra hubo de abandonar el Perú y aun cuando la obra continuó todavía por algún tiempo, poco a poco fue decayendo hasta desaparecer del todo, falta de un buen Director. En estas breves notas sobre la devoción al Corazón de Jesús, realmente presente en la Eucaristía, era justo que le dedicáramos este recuerdo.
En el año 1940 falleció el P. José Cano que por más de cuarenta años había sido Director Nacional del Apostolado. Le sucedió, como hemos dicho, el P. Benito Jaro y como cuatro años más tarde, en 1944 se celebrara el Centenario del Apostolado, nacido modestamente en el Colegio de la Compañía de Vals (Francia) en 1844, se dispuso a celebrar tan gloriosa fecha. Así el nuncio de Su Santidad, Mons. Fernando Cento, como el Arzobispo de Lima Pedro Pascual Farfán, se adhirieron a la idea de la celebración y el segundo publicó una hermosa Carta Pastoral, en la cual hacía un grande elogio de esta obra y la recomendaba encarecidamente a todos los fieles de la Arquidiócesis. Esta Pastoral juntamente con la Carta que Su Santidad Pío XII, dirigió al General de la Compañía, que es a su vez el Director General de la obra; se imprimió en Lima ese año con otros documentos que hacían al caso y un plan de sermones para el Triduo que se aconsejaba celebraran todos los centros para el 3 de diciembre, fecha en la que tuvo sus principios el Apostolado.
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