P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
7.3.1. Cronología de las fiestas religiosas israelitas en el Templo
7.3.2. Calendario de las fiestas religiosas israelitas
Las fiestas religiosas israelitas se dividen den dos grupos:
7.3.2.1. Fiestas Preexílicas
El calendario litúrgico y sus cultos respectivos estaban dispersos en las cuatro tradiciones orales del Antiguo Testamento: Elohista, Yahvista, Deuteronomista y Sacerdotal.
a. Código Elohista
Ex 23, 14-17. Ofrece el más simple y sucinto de estos calendarios, prescribe la “peregrinación” tres veces al año a Jerusalén para celebrar las tres fiestas religiosas principales:
- Peregrinación de los Ázimos, fiesta agrícola se realiza a comienzos del mes de abril, inicio de la cosecha del grano, (Fiesta de los Ázimos)
- Peregrinación de las cosechas del grano (trigo, centeno, cebada), a finales de primavera, (Fiesta de Pentecostés)
- Peregrinación al final de las cosechas de todos los frutos, en otoño, (Fiesta de los Tabernáculos, o de las Tiendas)
b. Código Yahvista
Ex 34, 18, 23. Reproduce la legislación Elohista pero con pequeñas variantes: llama a la peregrinación a Jerusalén con motivo de las cosecha del grano, o fiesta de las Semanas y fija la cosecha de los frutos “al final del año”, expresión sinónima de la que emplea la tradición Elohista.
c. Código Deuteronomista
Deut 16, 1-7. Enumera tres fiestas importantes con sus respectivas peregrinaciones.
- Fiesta de la Pascua, fiesta de origen pastoril y nómada se celebra para recordar el acontecimiento de la liberación de Israel de la esclavitud de las manos de los egipcios y el paso a la libertad de la Tierra Prometida. Se une esta fiesta de la Pascua con la fiesta de los Ázimos de los códigos anteriores.
- Fiesta de las Semanas, (Pentecostés), con la aclaración de que empieza siete semanas después del comienzo de la cosecha del grano, fiesta de los Ázimos.
- Fiesta de los Tabernáculos o de las Tiendas. Correspondiente a la fiesta del final de la cosecha de todos los frutos, en los códigos anteriores.
d. Código Sacerdotal
Lev 23, 1, y s.s. Es más precisa esta tradición en lo referente a las fechas.
Estas fechas corresponderían a la época de la monarquía.
- Fiesta de la Pascua se debe de celebrar el 14 del mes de Nisán (abril); a continuación se celebra la fiesta de los Ázimos del 16 al 21; es de una semana de duración, en la que se comerá pan sin levadura.
- Fiesta de Pentecostés, o de las Semanas, que debe celebrarse cincuenta días después de los Ázimos.
- Fiesta de los Tabernáculos o de las Tiendas que debe de comenzar el día 15 del mes de Tisrí (septiembre – octubre)
7.3.2.2. Fiestas religiosas postexílicas
Después del destierro en Babilonia el pueblo israelita añadió algunas fiestas a las principales de los patriarcas y son las siguientes:
- Día del “Sabatt” = descanso, Sábado, Lev 23, 1-4.
- Día de la Luna nueva, la “Neomenia”, Num 28, 11-15.
- Día del gran Clamor o de la Aclamación, día 1 del mes de Tisrí, Num 29, 1-6.
- Día de la Expiación (Yom Kippur), Num 29, 7-11.
7.3.3. Descripción de las fiestas religiosas israelitas
7.3.3.1. Pascua
Es la fiesta más popular entre los judíos. La explicación popular que da el libro del Exodo 12, 13. 23. 27, relaciona esta fiesta con el hecho de que el ángel exterminador “pasó de largo en las casa donde estaba marcada la sangre del cordero” durante la décima plaga contra los egipcios y que liberó de la muerte a los primogénitos hebreos. Este paso = “pasha”, del ángel de Dios se toma como protección, bendición de Yahvé y se celebra como la fiesta que el pueblo hebreo había pedido por medio de Moisés al Faraón que les dejara ir al desierto a ofrecer sus sacrificios a Yahvé, Ex, 5, 1. El ritual consistía en sacrificar un cordero macho, de un año, sin defecto físico, y con su sangre se rociaban las cuatro partes del campamento para verse libres de los poderes malignos; después se asaba y se consumía todo él, sin romper ningún hueso. Este es un rito pastoril y nómada de los pastores semitas en Oriente Medio.
Después de le liberación del pueblo hebreo de las manos de los egipcios, celebraron esta fiesta con gran gozo y alegría pero ya en un sentido más salvífico: dar gracias a Yahvé por haberles librado de la esclavitud de Egipto y haberles dado la libertad y la posesión de la Tierra Prometida.
El ritual de la Pascua está prescrito con gran precisión Ex 12, 1 y s.s. la víctima era asada; la carne se comía con panes ázimos y hierbas amargas (éstas recordaban la amargura de la esclavitud en Egipto), los participantes al banquete debían estar vestidos como para una partida inmediata, con sus cayados pastoriles en la mano, debían de comer el animal rápido, no romper ningún hueso del animal, todos estos detalles recuerdan la salida presurosa del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto. Se debía celebrar en los días 14 al 15 del primer mes hebreo (Abib, más tarde Nisán; marzo - abril) que precisamente coincide con la luna llena; viviendo en el desierto es lógico elegir una noche de luna clara y brillante para esta celebración. Todo esto apunta a que la fiesta de la Pascua procede de la época en que los israelitas llevaban una vida seminómada en el desierto, e incluso en tiempos anteriores al éxodo.
7.3.3.2. Ázimos
En hebreo = “massot”. Fiesta agrícola, señalaba el comienzo de la cosecha del grano: cebada, centeno. Durante los 7 días que duraba la recolección se comía únicamente pan hecho con harina procedente del grano nuevo, cocido y sin levadura. Esta fiesta no se celebró hasta el asentimiento de los israelitas en Canán, Lev 23, 10.
Posteriormente se unieron la Fiesta de la Pascua con la Fiesta de los Ázimos por la proximidad de las fechas del calendario.
7.3.3.3. Pentecostés. Fiesta de las 7 Semanas
“Pentecostés”, en griego significa “penta” = 5; “costés” = una docena de días: 5 por 10 = 50 días, (después de la Resurrección Cristo). Esta fiesta recibe el nombre de Fiesta de la Cosecha, Ex 23, 16; es la fiesta de la siega de los primeros granos de trigo, ex 34, 22. Se le llama también Fiesta de las 7 Semanas; 7 por 7 = 49 días; se nos dice que esta fiesta debe celebrase “siete semanas después” del comienzo de la recolección de la cebada (la fiesta de los ázimos), Num 28, 26. Como todas las fiestas de la recolección era una fiesta llena de gozo y alegría, agradecimiento a Dios por los bienes recibidos. La ceremonia consistía en ofrecer los panes con levadura, hechos de la nueva harina de trigo. Esta fiesta la comenzaron a celebrar los israelitas una vez establecidos en Canaán, adoptándola de los primeros moradores en ella.
Si bien la fiesta de Pentecostés o de las 7 semanas fue en su inicio una fiesta agrícola, más tarde adquirió un profundo sentido religioso al quedar referida al hecho histórico del Éxodo. Según Ex 19, 1, los israelitas llegaron al monte Sinaí al tercer mes después de su partida de Egipto. Como ésta tuvo lugar a mediados del primer mes (Nisán) se consideró que la fiesta de las Semanas venía a coincidir con la fecha de la llegada al Sinaí donde Yahvé selló una Alianza con su pueblo por medio de Moisés, entregándole la LEY, los 10 mandamientos, con lo que aumentó su importancia religiosa.
7.3.3.4. Fiesta de “Año Nuevo”
Una de las fiestas más conocidas entre las modernas festividades judías es la de “Ros Hassana”, en hebreo = Cabeza del año, o el “Día del Año Nuevo”. Su fecha es el primero del mes Tisrí (septiembre - Octubre). El Año Nuevo se anunciaba mediante el bronco sonido de un cuerno de carnero, llamado “sopar”, se cantaban himnos de alabanza y de acción de gracias.
7.3.3.5. Fiesta de la Expiación. “Yom Kippur”
Esta fiesta es una de las más importantes y mejor conocidas. El ritual de esta fiesta está descrito en Levítico Cptlo 16, 1 y s.s. Era una fiesta penitencial, en el que se pedía perdón a Yahvé públicamente. Era día de ayuno y penitencia. En el Templo se tenía una solemne asamblea durante la cual se ofrecían sacrificios especiales como expiación por el santuario, el clero y el pueblo.
El rito de expiación consistía en que el pueblo presentaba dos machos cabríos y se echaban a suertes para determinar cuál había de ser su destino: uno era elegido para Yahveh y el otro era para Azazel, el espíritu maligno del desierto. El que se destinaba a Yahvé era sacrificado por los pecados del pueblo. Luego el sumo sacerdote rociaba la sangre sobre el pueblo. Con el otro macho cabrío imponía las manos, transfiriéndole simbólicamente todos los pecados de la comunidad. Después un hombre llevaba este macho cabrío, llamado de Azazel, al desierto, apartando así los pecados del pueblo y lo arrojaba por un barranco y que allí muriera. Con la muerte del macho cabrío de Azazel morían los pecados del pueblo. El individuo que llevaba este macho cabrío de Azazel quedaba ritualmente impuro y tenía que lavarse y cambiar los vestidos antes de incorporarse de nuevo a la asamblea de los santos.
7.3.3.6. Fiesta de la Tiendas o Tabernáculos
La tercera gran fiesta de peregrinación lleva en hebreo el nombre de: “sukkot” = choza, cabaña, que se traduce por tabernáculos, cabañas, tiendas, chozas. De las tres fiestas anuales de peregrinación, ésta era la más importante y frecuentada por el pueblo. En Lev 23, 29 y Num 29, 12, recibe le nombre de “Fiesta de Yahvé”, y Ez 45, 25, la llama: “la Fiesta”. El historiador judío Flavio Josefo es sus escritos dice que es “la más grande de todas las fiestas hebreas”.
Era una fiesta eminentemente agrícola; marcaba el fin de la época de la recolección, era el final del año agrícola. Llegaba al término de todas las faenas de recolección, cuando se recoger los productos de los campos, Ex 23, 16; de las eras, de los lagares y de las almazaras, Deut 16, 13. Cuando la tierra había dado de sí todas sus riquezas, y éstas habían sido cosechadas y guardadas para vivir todo un año, el pueblo daba gracias a Dios con gran alegría. Había bailes y música y gran alborozo general, Juec 21, 19-21; incluyendo generosas degustaciones del nuevo vino, 1 Sam 1, 14-15. La fiesta debía durar siete días. La fecha era al final del año agrícola hacia comienzos del otoño, septiembre – octubre.
7.3.3.7. Fiesta de la Dedicación
El término hebreo = “hanukka”, que en griego se traduce por: “ta enkrainia”, significa = “inauguración”, o “renovación”. En castellano se traduce por “Dedicación”. El origen de esta fiesta se encuentra descrita en 1 Mac 4, 36-59. El tirano de Epifanes había profanado el Templo de Jerusalén y su altar sagrado, poniendo en lugar de éste otro altar pagano, en este altar se ofreció por primera vez un sacrificio a Zeus Olímpico. Tres años después, Judas Macabeo, purificó el santuario, erigió un nuevo altar y lo consagró a Yahvé, 2 Mac 10, 5. Se tomó el acuerdo de conmemorar esta fecha todos los años como desagravio a la profanación del altar del templo.
7.3.3.8. Fiesta de los “Purim”
Según Flavio Josefo esta fiesta se celebraba el 14 y el 15 de Adar (febrero – Marzo), recordando la victoria de los judíos contra Amán jefe de Persia que quería exterminarlos. En esta fiesta el día 13 se ayuna; por la tarde se encienden lámparas en todas las casas y el pueblo acudía a la sinagoga para escuchar la lectura del libro de Ester, interrumpida en un momento dado por las maldiciones de toda la asamblea contra el malvado Amán y los suyos. La reunión terminaba con solemnes bendiciones a Mardoqueo, a Ester y a todos los israelitas en general. Esta fiesta es una oportunidad para intercambiar regalos y repartir limosnas a los más necesitados. Es la fiesta más mundana de las fiestas judías, una especie de carnaval en el que no faltan máscaras, bailes, etc.
7.4. SALOMÓN REY, MODELO DE LOS SABIOS
La Biblia relaciona el florecimiento de la sabiduría en Israel con la persona del rey Salomón. En efecto, a la muerte de su padre David, Salomón sucesor en el trono, pidió a Dios desde el principio de su reinado lo siguiente: “Pues bien, Yahvé mi Dios, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar. Tu siervo está en medio de un pueblo, el que tú elegiste, un pueblo numeroso, que no es posible contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo un corazón atento para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. Cierto ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan grande?. Agradó al Señor esta súplica de Salomón. Entonces le dijo Dios: “Por haber pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti ni tampoco la vida de tus enemigos, sino inteligencia para atender a la justicia, obraré según tu palabra: te concedo un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después de ti”. 1 Reyes 3, 7-13.
En efecto, la sabiduría de Salomón se manifestó en sus cualidades de juez, en su famoso juicio entre las dos mujeres, 1 Reyes 3, 15-28; en su capacidad de administrador, 1 Reyes 4, 1-5; en la construcción del Templo a Yahvé, 1 Reyes 5, 15 a 8, 66. Organizó la administración pública, 1 Reyes 9, 15-24 y el comercio con el exterior, 1 Reyes 9, 26 a 10, 13. Acumuló una enorme fortuna, 1 Reyes 10, 14-25. En fin, su sabiduría se extendió hasta el extranjero con la visita de la reina de Saba, 1 Reyes 10, 1-13.
7.5. SALOMÓN Y EL CULTO A LOS DIOSES EXTRANJEROS. LA DECADENCIA DEL REY
Salomón con sus éxitos políticos, económicos y culturales, se puso en contacto con varias civilizaciones y religiones de las diversas regiones y pueblos vecinos de Oriente Medio. La construcción del Templo dio origen a un renacimiento religioso, pero es innegable que la política universal de Salomón favoreció un clima cosmopolita y de gran tolerancia, que trajo consecuencias funestas: "Pero el rey Salomón amó, además de la hija del faraón, a muchas mujeres extranjeras: moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias y jeteas", 1 Reyes 11, 1. Y así para aproximarse las mujeres extranjeras y también a los soberanos aliados suyos Salomón inauguró una política de tolerancia y de compromiso religioso.
En el Monte de los Olivos, de frente al Templo, se construyeron santuarios dedicados a divinidades extranjeras: "Entonces erigió Salomón en el monte que está enfrente del Templo de Jerusalén un ara a Camós, abominación de Moab y a Moloc, abominación de los ammonitas. Lo mismo hizo en favor de todas sus mujeres extranjeras, quienes en ellos quemaban perfumes y ofrecían sacrificios a sus dioses", 1 Reyes 11, 7-8. El decrépito rey Salomón participó en los sacrificios idolátricos: el escritor sagrado nos dice: "Sus mujeres, en efecto, le pervirtieron el corazón, de modo que a la vejez de Salomón, sus mujeres le inclinaron hacia dioses extraños al corazón, el cual no fue entero para Yahvé, como el corazón de David, su padre. Rindió culto Salomón a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc, abominación de los ammonitas. Hizo así Salomón, lo que es malo a los ojos de Yahvé, y no le permaneció fiel, como David, su padre", 1 Reyes 11, 3-6.
En este punto se manifiesta el misterio de la elección divina y de la sucesión al trono predispuesta por Dios. El corazón de Salomón está dividido: él, que debía ser un ejemplo de religiosidad, ha venido a ser escándalo de los piadosos israelitas. Pero, ¿Por qué Dios es tan indulgente con Salomón? ¿Por qué Dios no reprueba a Salomón como lo hizo con Saúl? Ciertamente la Sagrada Escritura afirma: "Se irritó pues, Yahvé contra Salomón por haber desviado su corazón de Yahvé, Dios de Israel", l Reyes 11, 9.
Sin embargo, Dios perdona a Salomón que, por amor de su padre David, continúa siendo junto con su casa "una lámpara", 1 Reyes 11, 36. Pero es terrible que Yahvé castigue en Roboam, hijo de Salomón, los pecados del padre: "dijo Yahvé a Salomón: Por haberte portado así y no has guardado mi alianza, ni los preceptos que te había inculcado, te arrancaré el reino y lo daré a uno de tus servidores. Sin embargo, en atención a David, tu padre, no lo haré en tus días; de mano de tu hijo lo arrancaré. Con todo lo le arrebataré el reino entero; le dejaré una tribu, en atención a David, mi siervo, y a Jerusalén, la ciudad que escogí", 1 Reyes 11, 11-13. Así se cierran las vías misteriosas de la divina promesa, que se iluminarán y explicarán claramente solamente en el Nuevo Testamento.
7.6. CAUSAS DE LA DIVISIÓN DEL REINO DE SALOMÓN (932)
Al final del reinado de Salomón fue cundiendo el desencanto y el descontento debido a las injusticias inherentes al centralismo político y religioso que convertía a las tribus provincianas en contribuyentes forzados para alimentar el esplendor de un santuario y el despilfarro para atender los gastos personales y lujosos del rey. Clamaba al cielo ver al rey disfrutando con lujo excesivo y de tener numerosas mujeres, mientras los pobres aldeanos luchaban por subsistir debiendo tributar con altos impuestos, que por otra parte les eran necesarios para su más elemental sustento.
Así el espléndido comienzo del reinado salomónico, lleno de sabiduría y prudencia fue degenerando cada vez más y más hasta provocar la división del reino en dos facciones: la del norte, Israel y la del sur, Judá. Los motivos principales para la escisión del reino son:
- El iluminismo salomónico: Es decir, la tolerancia religiosa y el culto a dioses extranjeros, como hemos visto anteriormente le llevó a la idolatría.
- Federalismo de las tribus israelitas: que se opusieron enérgicamente a todas las tentativas de centralización, realizadas por David y Salomón.
- Las elevadas cargas tributarias: Destinadas a suministrar el dinero necesario, 2 Cron 13, 10, para la vasta actividad constructora, de diversas fortalezas y poder mantener en pie un numeroso ejército y una poderosa flota mercante.
7.7. ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL PROBLEMA TEOLÓGICO DE LA MONARQUÍA
El nuevo orden monárquico traído a Israel tenía cosas buenas y malas. Las opiniones de los mismos israelitas no fueron del todo muy concordantes acerca de este tema. La monarquía desde el principio fue una institución problemática pues unos la consideraban de origen divino y otros la encontraban intolerable. Por eso al hablar de la noción israelita de realeza y Estado, debemos estar sobre aviso para no generalizar fácilmente.
Es fácil comprender por qué para muchos israelitas la cuestión de la monarquía no era un tema de su agrado. En el fondo no olvidemos que el pueblo de Israel siempre se había regido de una manera tribal, patriarcal y estaban muy acostumbrados a vivir de manera federada, (anfictionía) y unidos por el culto a Yahvé, y solamente muy tardíamente y en contra de la voluntad de Dios surgió la monarquía. (Esto ya lo vimos con detalle al tratar el tema en el profeta Samuel). Por todo esto había una parte importante del pueblo elegido que estaba amargo y resentido contra la casa de David. Cada uno hablaba de la monarquía según las ventajas que en ella encontraba. Los que habían obtenido buenos logros y posiciones sociales dentro del reino la defendían; los que habían visto menguada su libertad y sentían el peso del tributo excesivo y el vasallaje, se quejaban.
Durante los reinados de David y Salomón se consiguieron grandes logros, tanto materiales como económicos y sobre todo con relación al culto en el Templo; habían conseguido tomar y poseer con plenitud la Tierra Prometida y habían llegado a tener una tierra rica y poderosa y muchos debieron pensar que con la monarquía la Alianza con Abrahán había sido cumplida con David y Salomón. Estos estuvieron acertados al dar a su gobierno una legitimación teológica que dejó contenta a la mayoría del pueblo, por ejemplo, el traslado del arca de la Alianza a Jerusalén en tiempos de David y la construcción del Templo, sirvieron para unir los sentimientos nacionales con la nueva capital Jerusalén y fortalecer la convicción de que la casa de David era la legítima sucesora de la anfictionía.
Estos hechos señalan que la institución de la realeza, originariamente extraña a Israel, y aceptada por muchos de mala gana, había alcanzado en otras tribus un puesto relevante en la teología yahvista. La realeza de Israel era consideraba como una institución sagrada: estaba dotada de una dimensión cúltica y teológica; el rey desempañaba un papel principal. Sin embargo en pequeños círculos israelitas la naturaleza del culto real y la ideología de la realeza en Israel había provocado inacabables debates y descontentos. En efecto, algunos israelitas afirman que Israel aceptando la institución de la realeza, adoptó también una teoría pagana de la misma y un esquema ritual similar a la de los pueblos vecinos paganos.
Según esta interpretación, el rey, era considerado como una divinidad o semidivinidad, y este punto de vista había de ser enérgicamente rechazado. Hay que afirmar que si bien es verdad que este peligro podía contaminar el sentido de la realeza israelita, este aspecto no aparece en las denuncias proféticas.
Como hemos afirmado anteriormente, la institución monárquica seguía siendo, por tanto, una institución problemática pues las opiniones dentro del mismo Israel estaban divididas. Algunos aceptaron incuestionablemente el Estado davídico como una institución ordenada por Dios, otros, no menos leales a la casa de David, no olvidaron nunca que la monarquía gobernaba con permisión de Dios, del Dios de la Alianza, y recordaban con añoranza el tiempo de la autonomía de las tribus y les pesaba penosamente el sistema monárquico. Especialmente los israelitas del Norte, rehusaban aceptar el principio de la sucesión dinástica y rechazaron las pretensiones de la casa de David de reinar a perpetuidad. Muchos de ellos se endurecieron contra la tiranía de Salomón, a quien consideraban como la encarnación de todo lo que un rey no debía ser, Deut 17, 14-17; 1 Sam 8, 11-19, y lejos de considerar el Estado monárquico como una institución divina, la encontraban intolerable.
La monarquía, por tanto no se libró nunca de esta tensión interna. Ni David, ni Salomón, habían tenido pleno éxito al tratar de resolver el problema fundamental, consistente, en esencia, en salvar el foso entre la independencia tribal y las exigencias de la autoridad central de la monarquía, entre la tradición tribal anfictiónica y las pretensiones del nuevo orden monárquico.
Sabemos por la historia del pueblo judío que al final del reinado de Salomón tuvo que hacer frente a una serie de problemas al Norte del país, hubo un intento de rebelión por parte de los ciudadanos del norte, capitaneados por Jeroboam que era, al parecer, jefe de la leva para las tribus de José. El complot fue aplastado y Jeroboam tuvo que buscar asilo en Egipto.
Finalmente podemos afirmar que tras un largo período de tiempo, desde el comienzo de la conquista de la Tierra Prometida, pasando por la instauración de la monarquía y la edificación del Templo a Yahvé, el pueblo de Israel disfrutaba de una gran paz y de consolidación terrena: se habían cumplido la promesas hechas a sus padres: habían conquistado la Tierra Prometida, Yahvé les había concedido un rey humano que les guiaba y tenía la bendición de Dios y finalmente el gran rey Salomón, junto con su pueblo, habían construido el gran Templo en Jerusalén como casa de oración y lugar de culto a Yahvé. Estas tres realidades: Tierra, Rey y Templo, daban identidad y razón de ser al pueblo de Israel.
...
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
Para acceder a las otras publicaciones de esta serie acceda AQUÍ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario