Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú - 9° Parte: El Mercurio Peruano y Scipión Ricci, Obispo de Pistoya

+P. Rubén Vargas Ugarte S.J.

3. INSTITUTOS Y CONGREGACIONES DEL SAGRADO CORAZÓN
(Continuación)

3.3. El Mercurio Peruano y Scipión Ricci, Obispo de Pistoya.

AEn el año 1783, con motivo de haber publicado el Mercurio del mes de abril de 1782 la Instrucción del Obispo de Pistoya o, por lo menos, dando noticia de ella, el Director de la Esclavitud puso en guardia a todos los Hermanos que a ella pertenecían, haciéndoles ver el veneno que se encerraba en ella y los ataques, que se dirigían a la devoción al Corazón Sagrado. Empezaremos por transcribir el comienzo de su escrito que se titula: Justa Repulsa a los dicterios con que malquista el Obispo de Pistoya el debido culto al Corazón Deífico y necesaria precaución para que sus fieles devotos no sean seducidos de su elocuente capciosidad (1).

Dedica este escrito a los lectores, así eclesiásticos como seglares, de la ilustre Esclavitud confirmada por los Sumos Pontífices Benedicto XIV y Clemente XIII y aprobada por el Rey Carlos III y empieza de esa manera: “Vosotros sabéis que en el capítulo primero y segundo de las Constituciones, en que se trata del cargo y obligación del P. Director, se ordena instruya con fervorosa eficacia a los Hermanos en la devoción y práctica de tan amable culto...” Y continúa diciendo que lo que viene haciendo hace 40 años, aún antes que canónicamente se erigiese la Esclavitud. “Sus felices progresos, los vocea el brillante adorno de su altar, más que en el material primor en los tiernos afectos de los espíritus: haciéndose visibles en las voluntarias oblaciones que han distinguido tan sagrado culto”.

Ahora bien, este en el día se halla asaltado de repetidos insultos y su cargo lo obliga a vindicar el amor de Jesucristo, ofendido en la religiosa práctica de culto tan amable. La Instrucción del Obispo de Pistoya no era sino uno de los muchos escritos que el jansenismo lanzó a la publicidad contra la devoción al Corazón Sagrado en el siglo XVIII y cuya virulencia no dejó de causar impresión en muchos ánimos y afligió a los verdaderos amantes de ese Corazón. Por eso el P. Parra no puede menos de tomar la pluma para rebatir “los dicterios de aquel Prelado, ajenos por otra parte, a su dignidad y a los carismas que según el Apóstol deben adornar a un Obispo”.

Después de este exordio hace una breve exposición del estado de la devoción en el mundo, haciendo ver los progresos que ha hecho en todos los países y ser innumerables los CORDICOLAS, como con desprecio llamaban los jansenistas a los devotos del Sagrado Corazón. Entra luego en materia y sólidamente va refutando las falsas aseveraciones de Scipión Ricci en sus Tres Pastorales, que del todo o en parte aparecieron en los números de El Mercurio. Aun cuando, como el mismo autor dice, al final del escrito, hacía tiempo que se había apartado de las escuelas y de la docencia y se hallaba en edad avanzada, el P. Parra demuestra que su formación teológica era sólida y que le eran familiares los escritos de los Santos Padres y de los mejores teólogos. Antes de esta refutación había escrito el 16 de mayo de 1783 una extensa carta sobre el mismo tema, que dirigió a su amigo el canónigo de Lima, D. Matías Querejazu, queriendo con uno y otro trabajo salir a la defensa de un culto que con tan buen celo y fruto había propagado en esta ciudad (2).

Por fortuna, así las obras del Obispo de Pistoya como otras, más o menos infectadas del virus jansenista, no tuvieron mucha difusión entre nosotros y, por idéntica causa, la devoción al Corazón de Jesús continuó atrayendo a las almas buenas.

El 6 de marzo de 1789 el Arzobispo La Reguera dispuso, en conformidad con la Real Cédula de 9 de agosto de 1788, en la cual se pedía la remisión de un Breve de Su Santidad, facultando al clero de la Arquidiócesis el rezo del Oficio del Sagrado Corazón, que entretanto, no se hiciera uso de dicho Breve y disponiendo que en el Directorio o Cartilla de dicho año, se suprimiese la festividad del Corazón Sagrado, señalada para el 19 de junio. No se halló la copia del Breve en cuestión de inmediato, pero, en abril del año 1791 se la encontró y se la envió al Consejo.



(1) Scipión Ricci, Obispo de Pistoya y de Prato, fue uno de los más tenaces defensores del Jansenismo y, por lo mismo, enemigo acérrimo de la devoción al Corazón de Jesús. El Mercurio de que se habla en el texto era una gaceta que se publicaba en Madrid, pero que circulaba bastante en Lima.

(2) Esta refutación del P. Fr. Joaquín de la Parra no llegó a publicarse, aun cuando merecía ver la luz pública. Nosotros la hemos visto en el Archivo de la Provincia de los Doce Apóstoles, en San Francisco de Lima y obtuvimos copia de la misma, con venia del R.P. Bustamante, Provincial de dicha Provincia.


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Bibliografía:

P. Rubén Vargas Ugarte S.J. Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú. 

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