(El texto completo del discurso al final de esta nota)
El Papa Francisco alentó y exhortó a ser magnánimos, a vivir intensamente la libertad y el servicio. También les recordó que "con el Señor todo se puede".
En medio de un ambiente familiar y de especial alegría entre los miles de niños y muchachos presentes, uno de ellos cuestionó al Papa sobre la decisión de dejarlo por todo para seguir a Cristo en la vocación.
El Papa dijo que "hay dificultades. Pero es bello seguir a Jesús, ir en su camino, que puedas tener balance e irse hacia adelante. Luego llegan momentos más bellos pero nadie debe pensar que en la vida no habrán dificultades. Yo también quisiera hacer una pregunta: ¿cómo piensan avanzar ante las dificultades? ¡No es fácil! pero debemos avanzar con fuerza y confianza en el Señor: con el Señor todo se puede".
Francisco dijo a los jóvenes que "la crisis en este momento que vivimos es una crisis de las personas" porque "hoy no cuentan las personas" sino que "cuentan ?los bienes, el dinero" y por eso es necesario "liberarnos de estas estructuras económicas y sociales que nos esclavizan".
A la pregunta de uno de los alumnos sobre cómo vivir la vida cristiana con fidelidad, el Santo Padre dijo que "caminar es un arte porque si siempre vamos deprisa nos cansamos y no llegamos al final del camino. Y en cambio, si nos paramos, no andamos y tampoco llegamos a la meta. Caminar es el arte de mirar al horizonte, pensar adonde queremos ir pero aguantar también el cansancio del camino, que a veces es difícil... Hay días oscuros, días de fracaso, también alguna que otra caída.. Uno se cae....Pero pensad siempre esto: "No tengáis miedo de los fracasos, ni de las caídas".
"En el arte de andar lo que importa no es caer, sino quedarse en el suelo. Hay que levantarse, enseguida, y seguir andando. Esto es hermoso: este trabajar todos los días; esto es caminar de forma humana. Pero caminar solos es desagradable y aburrido. Caminar en comunidad, con los amigos, con los que nos quieren... Eso nos ayuda a llegar al final, adonde queremos llegar".
Una joven ha preguntado al Pontífice si seguía viendo a sus amigos. "Yo soy Papa desde hace dos meses y medio -ha respondido- y mis amigos están a 14 horas de avión; están lejos. Pero tres ya han venido a verme y a saludarme, y yo les escribo, me escriben y les quiero mucho. No se puede vivir sin amigos"
Otro le ha preguntado si quería ser Papa. "Pero ¿tú sabes que significa que una persona no se quiera mucho? - ha contestado- "Una persona que quiera ser Papa no se quiere mucho. No, en realidad yo no quería ser Papa".
Después una niña de nombre Sofía preguntó al Pontífice por qué no vivía en el Palacio Apostólico y había preferido estar en la Casa Santa Marta. ¿Es una renuncia a la riqueza? "Creo que no se trata sólo de algo que tenga que ver con la riqueza -ha contestado- Para mí es una cuestión de personalidad. Yo necesito vivir en medio de la gente y si viviera solo, aislado, no me haría bien".
"Esta pregunta me la hizo ya un profesor: ‘¿Por qué no va Usted a vivir allí?’ Y yo le contesté: ‘Mire, profesor, por cuestiones psiquiátricas, eh?’... Porque es mi personalidad. También el apartamento, ese no es tan lujoso.. Pero no puedo vivir solo ¿me entiendes?"
Francisco dijo luego que "además creo que los tiempos nos dicen que hay tanta pobreza en el mundo y esto es un escándalo. La pobreza del mundo es un escándalo. En un mundo donde hay tantas riquezas, tantos recursos para dar de comer a todos, es imposible pensar que haya tantos niños que pasan hambre, tantos niños sin educación, tantos pobres. La pobreza hoy es un grito".
"Todos tenemos que pensar en volvernos un poco más pobres: todos tendríamos que hacerlo. Habría que preguntarse: ¿Cómo puedo yo hacerme un poco más pobre para parecerme más a Jesús que era el Maestro pobre?... No, en mi caso, no es un problema de virtud personal mía, es que no puedo vivir solo" y el tema del coche depende del hecho de "no tener tantas cosas y volverse un poco más pobre".
"¿Cómo convivir con la pobreza en el mundo?" ha sido otra de las preguntas: "Antes de nada quiero deciros, a todos vosotros, los jóvenes: ¡No os dejéis robar la esperanza! Y ¿quien os roba la esperanza? El espíritu del mundo, las riquezas, el espíritu de la vanidad, la soberbia, el orgullo... todo esto te roba la esperanza ¿Donde encuentro la esperanza? En Jesús pobre... Jesús que se hizo pobre por nosotros.... La pobreza nos llama a sembrar esperanza. Parece difícil de entender".
El Papa ha recordado al respecto la carta que el Padre Arrupe, Prepósito General de la Compañía de Jesús hace ya varios años, escribió a los Centros de investigación social de la Compañía: "Hablaba sobre cómo hay que abordar la cuestión social. Y, al final, nos decía: ‘Mirad, no se puede hablar de pobreza sin tener experiencia directa con los pobres’. ‘No se puede hablar de pobreza abstracta: no existe. La pobreza es la carne de Jesús pobre: en el niño que tiene hambre, en el enfermo, en esas estructuras sociales injustas’"
"Id y ver allí la carne de Jesús.. Pero no os dejéis que el bienestar, el espíritu del bienestar os robe la esperanza porque al final uno se convierte en nada en la vida. Los jóvenes tienen que apostar por altos ideales: este es el consejo. Pero la esperanza ¿donde la encuentro? En la carne de Jesús que sufre y en la pobreza verdadera".
...
A continuación, el texto completo del discurso
¡Queridos chicos, queridos jóvenes!
Estoy encantado de recibirlos con sus familias, los educadores y los amigos de la gran familia de las escuelas de los jesuitas italianos y de Albania. A todos vosotros dirijo mi afectuoso saludo: ¡Bienvenidos! Con todos ustedes me siento verdaderamente "en familia". Y es una alegría especial la coincidencia de nuestro encuentro con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Déjenme decirles una cosa en primer lugar que se refiere a San Ignacio de Loyola, nuestro fundador. En el otoño de 1537, yendo a Roma con un grupo de sus primeros compañeros se preguntaron:¿si nos preguntan quiénes somos, qué responderemos? La respuesta fue espontánea: "Diremos que somos la "Compañía de Jesús" (Fontes Narrativa Societatis Iesu, vol 1, p 320-322). Un nombre comprometido, que quería indicar una relación muy estrecha de amistad, de total afecto por Jesús, al que querían seguir sus pasos.
¿Por qué os menciono este hecho? Porque San Ignacio y sus compañeros habían comprendido que Jesús les enseñó cómo vivir bien, cómo dar un sentido profundo a nuestra existencia, que dé entusiasmo, que dé alegría y esperanza; habían entendido que Jesús es un gran maestro de vida y un modelo de vida, y que no sólo les enseñaba, sino que les invitaba a seguirlo por este camino.
Queridos chicos, si ahora les hiciera la pregunta: ¿por qué van a la escuela, qué me contestarían? Probablemente habría muchas respuestas dependiendo de la sensibilidad de cada uno. Pero creo que se podría resumir todo diciendo que la escuela es uno de los ambientes educativos en los que crecemos para aprender a vivir, para ser hombres y mujeres adultos y maduros, capaces de caminar, de recorrer el camino de la vida. ¿Cómo os les ayuda a crecer su escuela? Les ayuda no sólo desarrollar su inteligencia, sino a tener una formación integral de todos los componentes de su personalidad.
Siguiendo lo que nos enseña San Ignacio, en la escuela el elemento principal es aprender a ser magnánimo. La magnanimidad: esta virtud del grande y del pequeño (no coerceri maximo contineri mínimo Divinum este), que nos hace siempre mirar hacia el horizonte.
¿Qué quiere decir ser magnánimo? Significa tener un gran corazón, tener un alma grande, quiere decir tener grandes ideales, el deseo de lograr grandes cosas en respuesta a lo que Dios pide de nosotros, y para ello hacer las cosas bien todos los días, todas las acciones cotidianas, los compromisos, los encuentros con la gente; hacer las pequeñas cosas de todos los días con un gran corazón abierto a Dios y a los demás. Es importante pues cuidar la formación humana destinada a la magnanimidad.
La escuela no sólo amplía su dimensión intelectual sino también la humana. Y creo que, en especial, los colegios de los jesuitas cuidan con esmero las virtudes humanas: la lealtad, el respeto, la fidelidad, el compromiso. Me gustaría hacer hincapié en dos valores fundamentales: la libertad y el servicio. Sobre todo: ¡Sean personas libres! ¿Qué quiero decir con ello? Tal vez piensan que la libertad es hacer todo lo que se desea, o aventurarse en experiencias-límite para experimentar la emoción y vencer el aburrimiento. Esto no es libertad.
Libertad significa saber reflexionar sobre lo que hacemos, saber valorar lo que es bueno y lo que es malo, cuáles son los comportamientos que hacen crecer, significa elegir siempre el bien. Nosotros somos libres para el bien. ¡Y en eso, no tengan miedo de ir contracorriente, aunque no sea fácil! Ser libres de escoger siempre el bien es un reto, pero les hará personas rectas, que saben enfrentar la vida, personas con valentía y paciencia (parresía e ypomoné).
La segunda palabra es el servicio. En sus escuelas ustedes participan en diversas actividades que les llevan a no encerrarse en uno mismo o en su pequeño mundo, sino a abrirse a los demás, especialmente a los pobres y necesitados, a trabajar para mejorar el mundo en que vivimos. Sean hombres y mujeres con los demás y para los demás, verdaderos campeones en el servicio a los demás.
Para ser magnánimos con libertad interior y espíritu de servicio se requiere la formación espiritual. ¡Queridos chicos, queridos jóvenes, amen cada vez más a Jesucristo! Nuestra vida es una respuesta a su llamada y ustedes serán felices y construirán bien su vida si saben responder a esa llamada.
Sientan la presencia del Señor en su vida. Él está cerca de cada uno de ustedes como compañero, como amigo, que les ayuda comprender, que les alienta en los momentos difíciles y nunca les abandona. En la oración, en el diálogo con Él, en la lectura de la Biblia, descubrirán que Él está realmente cerca. Y aprendan también a leer los signos de Dios en su vida. Él siempre nos habla, incluso a través de los hechos de nuestro tiempo y de nuestra existencia cotidiana: a nosotros nos corresponde escucharlo.
No quiero ser demasiado prolijo, pero una palabra específica quisiera dirigirla también a los educadores: los jesuitas, los maestros, los padres. ¡No se desanimen ante las dificultades que presenta el desafío educativo! Educar no es una profesión, sino una actitud, una forma de ser; para educar es necesario salir de sí mismos y estar entre los jóvenes, para acompañarlos en las etapas de crecimiento, estando a su lado.
Denles a los jóvenes esperanza, optimismo para afrontar su camino en el mundo. Enséñenles a ver la belleza y la bondad de la creación y del hombre, que siempre conserva la huella del Creador. Pero sobre todo den testimonio con su vida de lo que les comunican. Un educador -jesuita, profesor, operador, padre- transmite conocimientos, valores con sus palabras, pero va a ser determinante con los niños si acompaña sus palabras con su testimonio con su vida coherente. ¡Sin coherencia no es posible educar! Todos ustedes son educadores, no pueden delegar competencias en esta materia.
La colaboración en un espíritu de unidad y comunidad entre los diferentes componentes educativos es, pues, esencial y debe ser alentada y alimentada. La escuela puede y debe actuar como catalizador, para ser un lugar de encuentro y de convergencia de toda la comunidad educativa con el único objetivo de formar, ayudar a crecer como personas maduras, simples, honestas y competentes, que sepan amar con lealtad, que sepan vivir la vida como una respuesta a la vocación de Dios, y la futura profesión como un servicio a la sociedad.
A los jesuitas quisiera añadirles que es importante fomentar su participación en el campo educativo. Las escuelas son una herramienta valiosa para dar una contribución al camino de la Iglesia y de toda la sociedad. El campo de la educación no se limita a la escuela convencional. Anímense a buscar nuevas formas de educación no convencionales, según "las necesidades del lugar, tiempo y de las personas".
Por último, un saludo a todos los exalumnos presentes, a los representantes de las escuelas italianas de la Red de Fe y Alegría, que conozco bien por el gran trabajo que hace en América del Sur, sobre todo entre las clases más pobres.
Y un saludo particular va a la delegación del Colegio albanés de Scutari, que después de largos años de represión de las instituciones religiosas, a partir de 1994 reanudó sus actividades, acogiendo y educando a jóvenes católicos, ortodoxos, musulmanes, e incluso algunos alumnos nacidos en contextos familiares agnósticos. Así la escuela se convierte en un lugar de diálogo y de confrontación pacífica, para promover actitudes de respeto, escucha, amistad y espíritu de cooperación.
Queridos amigos, gracias a todos por este encuentro. Los confío a la intercesión maternal de María y los acompaño con mi bendición: El Señor siempre está cerca de ustedes, los levanta de las caídas y los anima a crecer y tomar decisiones cada vez más elevadas "con gran ánimo y libertad", con magnanimidad. Ad Maiorem Dei Gloriam -AMDG- (Para mayor gloria de Dios).
...
FUENTE: ACIPRENSA
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario