Jesús de Nazaret - 11º Parte

P. Ignacio Garro, S.J.

SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


12. Pentecostés


Pentecostés, (del griego: Pentekoste = quincuagésimo), es el nombre de la fiesta judía llamada "Fiesta de las Semanas". Esta fiesta recibe también el nombre de "Fiesta de la cosecha", Ex 23, 16, es la fiesta de “acción de gracias” por los frutos obtenidos en la siega del trigo y cebada, Ex 34, 22. Esta fiesta también es mencionada en Deut 16, 9-10, en donde se nos dice que esta fiesta de la cosecha debe celebrarse "siete semanas después" del comienzo de la recolección de la cebada (fiesta de los ázimos). Como todas las fiestas judías tenía un tono gozoso y aspecto de júbilo.

La ceremonia consistía en ofrecer dos panes con levadura hechos con la nueva harina de trigo. El empleo del pan sin levadura realizado al principio de la recolección cincuenta días antes (fiesta de los ázimos), había señalado un nuevo punto de partida; ahora cuando las cosechas ya habían sido completamente recogidas, se volvía a las costumbres habituales.

Para los cristianos la fiesta de Pentecostés también está llena de simbolismos soteriológicos. En efecto, a los 50 días de haberse ofrecido Cristo al Padre como víctima propiciatoria en favor de los hombres (pascua cristiana), pasados estos 50 días, Cristo, muerto y resucitado, ascendido y sentado a la derecha del Padre y junto con el Padre nos envían el Espíritu Santo como Abogado y defensor de la Nueva Alianza.

Pentecostés es la efusión visible del Espíritu Santo sobre aquellos que Jesús había dejado en la tierra para que continuaran su obra de redención, los apóstoles, con María a la cabeza, y los discípulos. Con la venida del Espíritu Santo queda instaurada aquí en la tierra la Iglesia como continuadora de la obra de redención hasta el final de los tiempos.

Pentecostés es el resultado del drama redentor y al mismo tiempo la inauguración de la vida de la Iglesia. El desarrollo de la comunidad cristiana hasta el fin del mundo no será otra cosa que la continuación de ese Pentecostés; esta continuación será la obra del Espíritu Santo que, habiendo formado la Iglesia y suscitado su primera expansión, no cesa de extender su irradiación en el mundo. 


Continuará.

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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.


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