Año Nuevo
1º de Enero
1º de Enero
Lucas 2, 16-21
Comienza un nuevo año ¿qué queremos hacer con este nuevo período que Dios
nos concede? Y lo empezamos con una fiesta de la Virgen: que ella nos proteja
en todo el nuevo Año. FELIZ AÑO NUEVO 2016.
A los ocho días del Nacimiento, y comenzando el nuevo año, la Iglesia con
esta fiesta nos hace meditar en el misterio de que una simple mujer de la
tierra es verdaderamente la Madre de Dios.
Ciertamente que es un misterio grande, casi increíble, que una mujer
gestara en su vientre, como se gestan durante nueve meses todos los seres
humanos, un ser especial que es verdadero Dios y verdadero hombre. Misterio tan
grande, demasiado grande para algunos intelectuales. Y por eso desde la
antigüedad hubo quienes quisieron diluirlo y hacerlo razonable, con más agudeza
que fe; y por eso negaban o bien la humanidad verdadera de Jesucristo, o bien
la divinidad; con lo que María no sería en realidad la Madre de Dios. Pero el
Concilio de Efeso salió al paso a todos estos errores, y proclamó solemnemente
la Maternidad Divina de María. Hoy celebramos su fiesta. Y es tan importante
esta enseñanza (esta realidad) que si María no fuera verdaderamente la Madre de
Dios, Jesucristo no sería de verdad a la vez Dios y hombre; y si Jesucristo no
fuera en realidad y a la vez Dios y hombre, su Redención no habría tenido el
valor salvador para toda la humanidad. Así es que todo ese plan de salvación de
Dios viene concatenado estrechamente con esta realidad hermosa e increíble:
María, la simple mujer nazarena es la Madre de Dios. Y por eso la celebramos
con toda la alegría de la Navidad.
Porque la Iglesia nos la trae en este Tiempo de Navidad, precisamente por
eso, porque quiere simultáneamente subrayar la realidad humana y divina de Cristo.
Lo que ha nacido en Belén, y que fue concebido por María, es de verdad hombre y
Dios. Este privilegio de María va unido indisolublemente con el misterio de la
Encarnación. Y es muy importante en toda la tradición de la Iglesia, en toda su
enseñanza espiritual, destacar la realidad tangible y humana del Hijo de Dios.
Ha habido constantes desviaciones espiritualistas, que se quieren olvidar de la
materialidad del Cuerpo de Cristo (y de su total humanidad), por una pretendida
reverencia superior, que olvida la grandiosa misericordia del Señor que quiso
hacerse un niñito indefenso en brazos de su Madre.
Por otra parte este misterio nos hace una invitación a imaginar cuáles
serían las relaciones entre Madre e Hijo, desde el Nacimiento, hasta que se
separaron, cuando Jesús tuvo que comenzar su predicación activa. Podemos
preguntarnos ¿sería María la primera que le enseñó a Jesús a recitar los
salmos?, ¿Sería Ella la que le contaría con lenguaje infantil las misericordias
de Dios con su Pueblo escogido?, ¿cómo le contaría las historias de la
creación, de Moisés, todos los momentos de la historia de su pueblo? Y en lo
humano, ¿cuántos de los rasgos que Jesús muestra en el Evangelio serían
aprendidos en la convivencia con su Madre? ¿Podríamos hacer un retrato del
carácter de María a través de los rasgos que muestra Jesús? En el Evangelio hay
varias indicaciones que nos hacen pensar en una educación progresiva de Jesús
en el hogar de Nazareth: "Jesús crecía en sabiduría y en gracia".
Esto es iba aprendiendo progresivamente, se iba desarrollando en lo humano, su
carácter se iba asentando y adquiriendo los rasgos que marcarían su
personalidad de adulto. y si se iba desarrollando en el hogar de Nazareth ¿no
es obvio pensar que María contribuía de forma especial a este desarrollo?
También es consolador para nosotros que el Año Nuevo que Dios nos regala,
comience con esta fiesta, la de María nuestra Madre. Es una buena protección,
una manera segura de comenzar el Año, de seguir la vida. Y con su protección,
con su cuidado de nosotros, podremos pronosticarnos un Año de Bendición de
Dios. "Mientras recorres la vida, tú nunca sólo estás, contigo, por el
camino, Santa María va. Ven con nosotros a caminar: Santa María, VEN": es
lo que le pedimos a Ella en su fiesta en este comienzo del Año Nuevo.
También es importante que reflexionemos personalmente en la bendición que
leemos en la primera lectura, tomada del libro de los Números (Num 6, 22-27):
El Señor te bendiga y
te guarde,
ilumine su rostro
sobre ti y sea propicio,
El Señor te muestre
su rostro y te conceda la paz.
...
Agradecemos al P. Adolfo Franco SJ por su colaboración.
Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.
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