El trabajo en el matrimonio
2º Parte - Problemas en la pareja: El trabajo
P. Vicente Gallo, S.J.
Otro problema y fuente de conflictos que en la vida matrimonial se pueden dar hoy día con facilidad es el tema del trabajo: del uno, del otro, o de los dos. Quizás porque se tiene, sí, pero se considera un trabajo poco digno, pensando que uno estaba preparado para más; aunque se busque, no hay otro. Será, acaso, porque quien tiene ese trabajo no se esfuerza mucho por buscarse otro mejor, porque es un conformista, o piensa que con su mal carácter nadie le va a dar nada y puede estar contento con lo que tiene. Sea por lo que fuere, puede ocurrir que escuche el reproche: «mira a fulano, que es más vivo y ha encontrado un trabajo mejor». Sin querer herir, sino decir la cosa como es, ha causado en el otro una herida añadida a su complejo.
Podrá ser el caso de que uno ha tenido un incidente desagradable en su lugar de trabajo, y teme con razón que le puedan despedir. Sencillamente porque van a hacer una reducción de personal, y teme que le toque a él. Pero ¿Se atreverá a decírselo a su pareja? ¿Cómo será la reacción de su pareja al saberlo? ¿Qué trabajo podría encontrar después? Mientras tanto, esa persona tiene obvios sentimientos de temor, de tristeza, de frustración.
La situación podrá ser que, por lo que fuere, uno se quedó sin trabajo. Y con ello, los problemas subsiguientes de que, al faltar el trabajo, faltará el sueldo y los ingresos económicos en la casa; generándose la penuria, y las angustias de no poder cubrir los gastos de los hijos en el Colegio, ni pagar deudas contraídas, ni alcanzar acaso para comer cada día. Pero no serán solamente los problemas económicos que se crean al faltar el trabajo; será también el aburrimiento y el mal humor de quien no tiene en qué ocupar los días, el sentirse relegado a ser ocioso y a no poder ser útil en una edad todavía con fuerzas para rendir, con la humillación de considerarse «un mantenido» mientras con su trabajo debería mantener él a la familia.
Todo ello aun en el caso de que la pérdida del trabajo no haya sido por una injusticia que le hicieron, y que su pareja, igual que los hijos y los demás familiares, no le comprendan en su situación penosa, echándole en cara «su ociosidad» o que es «un inútil». Peor todavía si, buscando afanosamente un nuevo trabajo, no lo encuentra, y le reprochan que no lo busca debidamente para encontrarlo como lo encuentran otros.
Estoy hablando refiriéndome al esposo; pero puede aplicarse igualmente a la mujer. Los sentimientos negativos, atentatorios contra la relación de pareja, abundarán en los dos cuando llega este problema. Encarase uno al otro y ofenderse en una pelea, es casi inevitable; con el consiguiente poner más veneno en la relación, hasta llegar a las ofensas, a las heridas mutuas, y hacer imposible la convivencia. Decidir conversar sobre el por qué sucedió todo eso, sobre lo angustioso de la situación, y sobre la dificultad real de encontrar un nuevo trabajo donde no lo hay, como frecuentemente se hace, podrá servir en el mejor de los casos para aceptar los problemas, pero no para vivir en solidaridad e intimidad haciéndoles frente ambos a la par.
Una vez más, concluimos que solamente vale dialogar sobre aquellos sentimientos que embargan al uno y al otro, abriendo cada uno su corazón para acogerse de veras y vivir más unidos cuando más lo necesitan, al venir la adversidad. Para siquiera tenerse mucho amor y gozar la intimidad, la verdadera unidad en su vida de pareja. Aunque los problemas acaso no se arreglen, el amor de pareja en peligro sí se arregla con ese diálogo. Vale mucho aprender esta manera de arreglar los problemas con el amor y nunca con las heridas y el enfrentamiento.
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Agradecemos al P. Vicente por todos sus aportes a este blog. El P. Vicente reside en la Parroquia San Pedro de Lima.
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