San Lucas, evangelista


18 de octubre 

Orígenes de San Lucas

Lucas nace en Antioquía de Siria (hoy Antakya en Turquía), de una familia pagana (ver Col 4,14). Era la tercera ciudad más importante del Imperio romano, después de Roma y Alejandría. No tenía buena reputación pues gran parte de su economía estaba orientada al ocio y el disfrute. Su carácter libre y cosmopolita atraía a mucha gente que emigraba de diversos lugares trayendo sus costumbres y creencias.

Educado en la cultura griega, es médico de profesión y aficionado a la pintura. Tiene la gracia de convertirse a la fe en Jesucristo y encontrarse con san Pablo, de quien es fiel compañero y discípulo por muchos años (Flm 24; 2 Tim 4,11; Hch 16,10-17; 20,5-21; 28). Conoce a María, la madre de Jesús, en una visita que le hace junto a Pablo. Comparte con él hasta la prisión en Roma, y lo asiste en sus últimos días (2 Tim 4,11).

Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Sus orígenes paganos y su cercanía a Pablo son importantes en la composición de su evangelio. Según su propio testimonio (Lc 1,3), Lucas se informa «de todo exactamente desde su primer origen». No cabe duda de que una de sus principales fuentes de información es el mismo Pablo, y es muy probable que escuchara también a la Madre de Jesús, especialmente sobre la infancia del Señor; por ejemplo, es el único que cuenta la Anunciación. Precisamente por sus noticias sobre el Niño y su Madre, es el Evangelista que más habla de María.

Se le atribuyen habilidades de pintor y se supone que pinta retratos de María. El más famoso, que se conserva en la Capilla Paulina de Santa María la Mayor de Roma, es en realidad un icono del siglo XII. La imagen de nuestra Señora del Perpetuo Socorro sería original de él. Los pintores lo tienen también por patrono y se encomiendan a él como al artista que tuvo el máximo modelo de hermosura humana.


El evangelista de la Misericordia

Escribe su evangelio en Roma a fines de la primera cautividad de san Pablo, entre los años 62 y 63. Sus destinatarios son los cristianos de las Iglesias fundadas por el Apóstol de los gentiles. Como evangelista tiene un rasgo muy peculiar debido a su condición de gentil que escribe para cristianos de cultura griega: hace muy pocas referencias a la Ley de Moisés y es el que más insiste en el alcance universal de la salvación, mostrándose también en eso fiel discípulo de Pablo. Su idea fundamental es el acceso de todos los pueblos a la Salvación, y la participación en el Reino de Dios de todas las categorías que la Ley judía aparta del culto: pobres, pecadores, mujeres y paganos. Demuestra una gran estima por la mujer; todas las mujeres que aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.

Lucas ve a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad), y las ama y las comprende. Es llamado el Evangelista de la misericordia, por ser el único que nos trae las parábolas del hijo derrochón, de la moneda perdida, del buen samaritano, etc. Contiene un anuncio de la vida de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho a medida para los cristianos de origen no judío. No minimiza nunca la Cruz —nos deja la descripción más detallada de la agonía de Jesús— pero en él predomina el gozo: desde el nacimiento de Juan, con el cual «muchos se alegrarán», al envío de los discípulos, que tras la Ascensión «volvieron a Jerusalén con gran alegría», pasando por las parábolas de la misericordia, todo en él es un triunfo de la vida y del amor. El cantor de la mansedumbre de Cristo (como lo llama el Dante), capta desde el principio el universalismo del mensaje de amor que Jesús confía a los suyos.

Es posible percibir la característica más original del Evangelio de Lucas gracias a los seis milagros y a las dieciocho parábolas que no se encuentran en los demás Evangelios. Vemos una atención particular hacia los pobres, las víctimas de injusticias, los pecadores arrepentidos y acogidos dentro de la misericordia y el perdón de Dios: es él quien narra de Lázaro y el rico Epulón, es él quien habla del Hijo pródigo y el Padre misericordioso que lo recibe con los brazos abiertos, es él quien refiere de la pecadora perdonada que lava los pies de Jesús con sus lágrimas y los seca con sus cabellos, es él quien cita las palabras de María en el “Magnificat” cuando dice que Dios “derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada”. (Lc 1, 52-53).

Lo han llamado el evangelio de los pobres, porque Jesús aparece prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.

También se ha llamado el evangelio de la oración, porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.

Otro nombre que le han dado a su escrito es el evangelio de los pecadores, porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de Lucas: fue escrito pensando en ellos.


Hecho de los Apóstoles

En los Hechos de los Apóstoles, segunda parte de su evangelio, como historiador de la Iglesia naciente describe con entusiasmo la vida de la primitiva comunidad de Jerusalén, y presenta a Pablo como el prototipo del misionero; relata la misión de los Apóstoles como un prolongado viaje que empieza en Jerusalén y termina en Roma, capital del mundo conocido. Encontramos un resumen del libro en Hch 1,8. En su estilo de griego y de literato, el mensaje de salvación canta un auténtico himno de acción de gracias, de alegría y de optimismo. Es el libro del testimonio, aparecido por el año 80. Cuatro temas se destacan en él: kerygma o primer anuncio evangélico, la catequesis o esclarecimiento sistemático de la fe, la formación de las primeras comunidades, y la misión encarnada principalmente en la figura de san Pablo.


El médico gentil

De San Lucas, autor del Tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, habla San Pablo en la Carta a los Colosenses definiéndolo como “Lucas , el médico querido” (Col 4, 14). Según el historiador Eusebio, había nacido en Antioquía de Siria, y era un gentil. Pablo, siempre en la Carta a los Colosenses, habla de sus compañeros y nombra primero a “los de la circuncisión”, es decir, a los judíos, sin incluir entre ellos a Lucas (Col 4, 10-11). Además, en su Evangelio, Lucas demuestra una sensibilidad particular en lo que se refiere a la evangelización de los gentiles. Es él quien narra la parábola del Buen Samaritano, es él quien cita las palabras de aprecio de Jesús por la fe de la viuda de Sarepta, de Naamán el Sirio y del Samaritano leproso, el único que vuelve para dar las gracias tras haber sido curado.


Al lado de Pablo

No sabemos nada de las circunstancias de la conversión de Lucas, pero podemos deducir a través de los Hechos de los Apóstoles cuándo Lucas se une a Pablo. Hasta el capítulo 16 los Hechos están narrados en tercera persona, y de repente, inmediatamente después de la visión que tiene Pablo de un macedonio que le pide que pase a Macedonia y los ayude (Hch 16, 9) pasan a la primera persona del plural: “inmediatamente intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles” (Hch 16,10). Por lo tanto, Lucas acompaña a Pablo en el año 51 a Samotracia, Neápolis y Filipos. Después se repite otro pasaje en tercera persona, lo que nos hace pensar que Lucas no fue arrestado con Pablo e incluso que se quedara en Filipos después que el amigo se fue. Siete años más tarde, Pablo regresa a aquella región y Lucas, que en el capítulo 20 vuelve a narrar en primera persona, está junto a él en Mileto, Tiro, Cesarea y Jerusalén. Cuando Pablo está en Roma cautivo, en el año 61, Lucas se queda a su lado, como demuestran las Cartas de Pablo a Filemón y a Timoteo. Después de que todos le abandonaran, en la fase final del cautiverio, Pablo escribe a Timoteo: “el único que está conmigo es Lucas” (2Tm 4,11) .


Al lado de María

La relación particular con María, es otra de las características principales del Evangelio de Lucas. Gracias a él, presuntamente por el testimonio directo que le hizo María, conocemos las palabras de la Anunciación, de la visita a Isabel y del “Magnificat”, gracias a él conocemos detalles de la Presentación en el Templo y el retrato preciso de la angustia de María y José, que no consiguen encontrar a su hijo de doce años. Se debe probablemente a esta sensibilidad narrativa, descriptiva y también iconográfica, la idea de que Lucas era pintor. Las noticias sobre su muerte son inciertas, algunas fuentes hablan de su martirio, otras dicen que vivió hasta una edad avanzada. La tradición más antigua narra que murió en Beocia, a los 84 años después de haberse establecido en Grecia para escribir su Evangelio.


Al final

Según remotas tradiciones, después de la muerte de Pablo, Lucas evangeliza en Egipto, Acaya y Bitinia, donde habría sellado con su sangre la verdad del Evangelio al morir crucificado en Patrás, Grecia, a los 84 años. La tradición indica que mandó ser enterrado junto a la imagen tallada de "nuestra Señora" que él mismo había hecho, la cual originaría siglos después el culto a la Virgen de Guadalupe en España. Su símbolo es el buey, porque su evangelio empieza con el sacrificio de Zacarías en el Templo, y desde tiempo inmemorial es patrono de médicos y cirujanos. En tiempos de las Cruzadas, las reliquias del santo llegaron a Padua (Italia), donde se conservan en la iglesia de Santa Justina.


FUENTE:

https://www.vaticannews.va/es/santos/10/18/s--lucas--evangelista--medico--patron-de-los-artistas.html

https://mopal.org/es/form/sant/10_18.htm




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