Continuación
En base al informe "La desconstrucción de la mujer" de Dale O'Leary
† Mons. Oscar Alzamora Revoredo, S.M.
Obispo Auxiliar de Lima
Miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Laical - CEAL
Lima, Abril 1998
7. El objetivo: desconstruir la sociedad
Queda claro pues, que la meta de los promotores de la “perspectiva de género”, fuertemente presente en Pekín, es el llegar a una sociedad sin clases de sexo. Para ello, proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas. Al respecto, el material de trabajo del curso Re-Imagen del Género, dice lo siguiente:
“El género implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta. Bien, es una cultura patriarcal y el género parece ser básico al patriarcado. Después de todo, los hombres no gozarían del privilegio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres no serían oprimidas sino existiera tal cosa como la mujer. Acabar con el género es acabar con el patriarcado, como también con las muchas injusticias perpetradas en nombre de la desigualdad entre los géneros” [16]
En tal sentido, Susan Moller Okin escribe un artículo en el que se lanza a pronosticar lo que para ella sería el “soñado futuro sin géneros”:
“No habría presunciones sobre roles masculino o femenino; dar a luz estaría conceptualmente tan distante de la crianza infantil, que sería motivo de asombro que hombres y mujeres no fueran igualmente responsables de las áreas domésticas, o que los hijos pasaran mucho más tiempo con uno de los padres que con el otro. Sería un futuro en el que hombres y mujeres participen en número aproximadamente igual en todas las esferas de la vida, desde el cuidado de los infantes hasta el desempeño político de más alto nivel, incluyendo los más diversos tipos de trabajo asalariado.
Si hemos de guardar la más mínima lealtad a nuestros ideales democráticos, es esencial distanciarnos del género& Parece innegable que la disolución de roles de género contribuiría a promover la justicia en toda nuestra sociedad, haciendo así de la familia un sitio mucho más apto para que los hijos desarrollen un sentido de justicia” [17]
Para ello, también proponen la “desconstrucción de la educación” tal como se lee en el discurso que la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, diera en una conferencia preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995.
Para ella, así como para todos los demás defensores de la “perspectiva de género”, urge desconstruir no sólo la familia sino también la educación. Las niñas deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales y no se las debe exponer a la imagen de la mujer como esposa o madre, ni se les debe involucrar en actividades femeninas tradicionales
“La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del género debe integrarse en los programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y conscientizar en este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el género” [18]
8. Primer blanco, la Familia
“El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal; en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma institución de las relaciones sexuales, en que hombre y mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural” [19]
Esta palabras de Alison Jagger, autora de diversos libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos en Universidades norteamericanas, revelan claramente la hostilidad de las “feministas del género” frente a la familia.
“La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -al igual que los hombres- no tengan que dar a luz; La destrucción de la familia biológica que Freud jamas visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han existido anteriormente” [20] .
Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ellas esta institución básica de la sociedad “crea y apoya el sistema de clases sexo/género”. Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución internacional anti-vida Catholics for a Free Choice (“Católicas por el derecho a elegir”):
“La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos& tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer” [21] .
Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como causa de los problemas, apunta OLeary, diferente es siempre desigual y desigual siempre es opresor.
En este sentido, las “feministas de género” consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y por tanto no igualitarias. Entonces ven esta desigualdad en el hogar como causa de desigualdad en la vida pública, ya que la mujer, cuyo interés primario es el hogar, no siempre tiene el tiempo y la energía para dedicarse a la vida pública. Por ello afirman:
“Pensamos que ninguna mujer debería tener esta opción. No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella” [22]
Además, las “feministas de género” insisten en la desconstrucción de la familia no sólo porque según ellas esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural. Al respecto, Nancy Chodorow afirma:
“Si nuestra meta es acabar con la división sexual del trabajo en la cual la mujer maternaliza, tenemos que entender en primer lugar los mecanismos que la reproducen. Mi recuento indica exactamente el punto en el que debe intervenirse. Cualquier estrategia para el cambio cuya meta abarque la liberación de las restricciones impuestas por una desigual organización social por géneros, debe tomar en cuenta la necesidad de una reorganización fundamental del cuidado de los hijos, para que sea compartido igualmente por hombres y mujeres” [23]
Queda claro que para los propulsores del “género” las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar como “carga” que afecta negativamente los “proyectos profesionales” de la mujer.
Este ataque declarado contra la familia, sin embargo, contrasta notablemente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada, como es sabido, por la ONU en 1948. En el artículo 16 de la misma, las Naciones Unidas defienden enfáticamente a la familia y al matrimonio:
- Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
- Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
- La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
Sin embargo, los artífices de la nueva “perspectiva de género” presentes en la cumbre de la mujer pusieron al margen todas estas premisas y por el contrario apuntaron desde entonces la necesidad de “desconstruir” la familia, el matrimonio, la maternidad, y la feminidad misma para que el mundo pueda ser libre.
En cambio, los representantes de las principales naciones comprometidas con la defensa de la vida y los valores familiares que participaron en Pekín, alzaron su voz en contra de este tipo de propuestas, sobre todo al descubrir que el documento de la cumbre eliminaba arbitrariamente del vocabulario del programa las palabras “esposa”, “marido”, “madre”, “padre”. Ante tal hecho, Barbara Ledeen, Directora del Independent Women Forum, una organización de defensa de la mujer ampliamente reconocida en Estados Unidos, señaló:
“El documento está inspirado en teorías feministas ultra radicales, de viejo sello conflictivo, y representa un ataque directo a los valores de la familia, el matrimonio y la femineidad”.
El Papa Juan Pablo II, por su parte, tiempo antes de la Conferencia de Pekín, ya había insistido en señalar la estrecha relación entre la mujer y la familia. Durante el encuentro que sostuvo con Gertrude Mongella, Secretaria General de la Conferencia de la Mujer, previo a la cumbre mundial, dijo:
“No hay respuesta a los temas sobre la mujer, que pueda pasar por alto la función de la mujer en la familia. Para respetar este orden natural, es necesario hacer frente a la concepción errada de que la función de la maternidad es opresiva para la mujer”.
Lamentablemente, la propuesta del Consejo Europeo para la Plataforma de Acción de Pekín fue completamente ajena a las orientaciones del Santo Padre.
“Ya es hora de dejar en claro que los estereotipos de géneros son anticuados: los hombres ya no son únicamente los machos que sostienen la familia ni las mujeres sólo esposas y madres. No debe subestimarse la influencia psicológica negativa de mostrar estereotipos femeninos” [24]
Ante esta postura, OLeary escribe en su informe que si bien es cierto que las mujeres no deben mostrarse únicamente como esposas y madres, muchas sí son esposas y madres, y por ello una imagen positiva de la mujer que se dedica sólo al trabajo del hogar no tiene nada de malo. Sin embargo, la meta de la perspectiva del género no es representar auténticamente la vida de la mujer, sino una estereotipificación inversa según la cual las mujeres que “sólo” sean esposas y madres nunca aparezcan bajo un prisma favorable.
9. Salud y Derechos Sexuales Reproductivos
En la misma línea, las “feministas de género” incluyen como parte esencial de su agenda la promoción de la “libre elección” en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según OLeary, “libre elección de reproducción” es la expresión clave para referirse al aborto a solicitud; mientras que “estilo de vida” apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta:
“Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana” [25]
Estos “derechos” de las lesbianas, incluirían también el “derecho” de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.
Pero los defensores del “género” no sólo proponen este tipo de aberraciones sino que además defienden el “derecho a la salud” que, en honor a la verdad, se aleja por completo de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano a la vida, estos proponen el derecho a la salud, que incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva. Paradójicamente, esta “salud reproductiva” incluye el aborto y por tanto, la “muerte” de seres humanos no nacidos.
No en vano, las “feministas de género” son fuertes aliadas de los Ambientalistas y Poblacionistas. Según OLeary, aunque las tres ideologías no concuerdan en todos sus aspectos, tienen en común el proyecto del aborto. Por un lado, los Ambientalistas y Poblacionistas, consideran esencial para el éxito de sus agendas, el estricto control de la fertilidad y para ello están dispuestos a usar la “perspectiva de género”. La siguiente cita de la Division for the Advance of Women (División para el Avance de las Mujeres) propuesta en una reunión organizada en consulta con el Fondo de Población de la ONU, revela la manera de pensar de aquellos interesados primariamente en que haya cada vez menos gente que vea el “género”:
“Para ser efectivos en el largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género a fin de reducir la fertilidad” [26]
Así, los “nuevos derechos” propuestos por las “feministas de género”, no se reducen simplemente a los derechos de “salud reproductiva” que como hemos mencionado ya, promueven el aborto de un ser humano no nacido, sino que además exigen el “derecho” a determinar la propia identidad sexual. En un volante que circuló durante la Conferencia de Pekín, la ONG International Gay and Lesbian Human Rights Commission (Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas) exigió este derecho en los siguientes términos:
“Nosotros, los abajo firmantes, hacemos un llamado a los Estados Miembros a reconocer el derecho a determinar la propia identidad sexual; el derecho a controlar el propio cuerpo, particularmente al establecer relaciones de intimidad; y el derecho a escoger, dado el caso, cuándo y con quién engendrar y criar hijos, como elementos fundamentales de todos los derechos humanos de toda mujer, sin distingo de orientación sexual”.
Esto es más preocupante aún si se toma en cuenta que para las “feministas de género” existen cinco sexos. Rebecca J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, señala en la misma línea de sus compañeros de batalla, que los géneros masculino y femenino, serían una “construcción de la realidad social” que deberían ser abolidos.
Increíblemente, el documento elaborado por la feminista canadiense afirma que “los sexos ya no son dos sino cinco”, y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de “mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales”.
La “libertad” de los propulsores del “género” para afirmar la existencia de 5 sexos, contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio.
10. Ataque a la Religión
Si bien las “feministas de género” promueven la “desconstrucción” de la familia, la educación y la cultura como panacea para todos los problemas, ponen especial énfasis en la “desconstrucción” de la religión que, según dicen, es la causa principal de la opresión de la mujer.
Numerosas ONG acreditadas ante la ONU, se han empeñado en criticar a quienes ellos denominan “fundamentalistas” (Cristianos Católicos, Evangélicos y Ortodoxos, Judíos y Musulmanes, o cualquier persona que rehuse ajustar las doctrinas de su religión a la agenda del “feminismo de género”). Un video promotor del Foro de las ONG en la Conferencia de Pekín, producido por Judith Lasch, señala:
“Nada ha hecho más por constreñir a la mujer que los credos y las enseñanzas religiosas”.
De la misma manera, el informe de la Reunión de Estrategias Globales para la Mujer contiene numerosas referencias al fundamentalismo y a la necesidad de contrarrestar sus supuestos ataques a los derechos de la mujer.
“Toda forma de fundamentalismo, sea político, religioso o cultural, excluye a la mujer de normas de derechos humanos de aceptación internacional, y la convierten en blanco de violencia extrema. La eliminación de estas prácticas es preocupación de la comunidad internacional”.
De otro lado, el informe de la reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995, incluye numerosos ataques a la religión:
“El surgimiento de toda forma de fundamentalismo religioso se considera como una especial amenaza al disfrute por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena participación en la toma de decisiones a todo nivel en la sociedad” [27] .
“debe capacitarse a las mujeres mismas, y dárseles la oportunidad de determinar lo que sus culturas, religiones y costumbres significan para ellas.” [28]
Vale señalar que para el “feminismo de género”, la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres. Por ello, las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina. En ese sentido, las “teólogas del feminismo de género” proponen descubrir y adorar no a Dios, sino a la Diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada “teóloga feminista de género” afirma lo siguiente:
“Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente está diciendo: El poder femenino es fuerte y creativo. Está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentador, está en ella misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador” [29]
Igual de extrañas son las palabras de Elisabeth Schussler Fiorenza, otra “teóloga feminista de género” que niega de raíz la posibilidad de la Revelación, tal como se lee en la siguiente cita:
“Los textos bíblicos no son revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas& Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica.” [30]
Además, Joanne Carlson Brown y Carole R. Bohn, también autodenominadas teólogas de la “escuela feminista de género”, atacan directamente al cristianismo como propulsor del abuso infantil:
“El cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. ¿Cabe asombrarse de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante de la cultura es el abuso divino del hijo – Dios Padre que exige y efectúa el sufrimiento y la muerte de su propio hijo? Si el cristianismo ha de ser liberador del oprimido, debe primero liberarse de esta teología” [31]
Por todo ello, los dueños de la “nueva perspectiva” promueven el ataque frontal al cristianismo y a toda figura que lo represente. En 1994, Rhonde Copelon y Berta Esperanza Hernández elaboraron un folleto para una serie de sesiones de trabajo de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo. El folleto atacaba directamente al Vaticano por oponerse a su agenda que entre otras cosas incluye los “derechos a la salud reproductiva” y por consecuencia al aborto.
“Este reclamo de derechos humanos elementales confronta con la oposición de todo tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios de planificación familiar” [32]
Contrastantes con todas estas posturas de ataque y agresión a la religión, a la Iglesia, concretamente al Vaticano, son las posturas de la mayoría de mujeres del mundo que según el informe de OLeary defienden sus tradiciones religiosas como la mejor de las protecciones de los derechos y la dignidad de la mujer. Mujeres católicas, evangélicas, ortodoxas y judías agradecen en particular, las enseñanzas de sus credos sobre el matrimonio, la familia, la sexualidad, y el respeto por la vida humana.
La Santa Sede por su parte, señaló en los meses previos a Pekín, el peligro de la tendencia en el texto planteado por la ONU, a dejar de lado el derecho de las mujeres a la libertad de conciencia y de religión en las instituciones educativas.
CONCLUSIÓN
En palabras de Dale OLeary, el “feminismo de género” es un sistema cerrado contra el cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la experiencia, o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las “feministas de género” todo esto es “socialmente construido”. No importa cuánta evidencia se acumule contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer.
Sin embargo, existen muchas personas que quizás por falta de información, aún no están al tanto de la nueva propuesta y de los peligrosos alcances de la misma. Vale la pena pues, conocer esta “perspectiva de género” que, según informaciones fidedignas, en la actualidad no sólo está tomando fuerza en los países desarrollados sino que al parecer, también ha empezado a filtrarse en nuestro medio. Basta revisar algunos materiales educativos difundidos no sólo en los colegios del país sino también en prestigiosas universidades.
Ahora bien, en Estados Unidos el “feminismo de género” ha logrado ubicarse en el centro de la corriente cultural norteamericana. Prestigiosas universidades y Colleges de los Estados Unidos difunden abiertamente esta perspectiva. Además, numerosas series televisivas norteamericanas hacen su parte difundiendo el siguiente mensaje: la identidad sexual puede “desconstruirse” y la masculinidad y femineidad no son más que “roles de géneros construidos socialmente”.
Si tomamos en cuenta que el avance de las tecnologías ha logrado que dichos programas con toda la nueva “perspectiva de género” lleguen diariamente a los países en vías de desarrollo principalmente a través de la televisión por cable, sin descartar los muchos otros medios que existen en nuestro tiempo, esto nos pone ante un nuevo reto que debe ser enfrentado lo antes posible para evitar las graves consecuencias que ya está ocasionando en el Primer Mundo.
Más aún cuando en palabras de OLeary, la “desconstrucción” de la familia y el ataque a la religión, la tradición y los valores culturales que las “feministas de género” promueven en los países en desarrollo, afecta al mundo entero.
[16] Gender Outlaw, p. 115.
[17] Susan Moller Okin, “Change the Family, Change the World”, Utne Reader, Marzo/Abril, 1990, p. 75.
[18] Council of Europe, “Equality and Democracy: Utopia or Challenge?”, Palais delEurope, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995, p. 38.
[19] Alison Jagger, “Political Philosophies of Womens Liberation”, Feminism and Philosophy, Littlefield, Adams & Co., Totowa, New Jersey, 1977, p. 13.
[20] Allí mismo, p. 14.
[21] Christine Riddiough, “Socialism, Feminism and Gay/Lesbian Liberation”, Women and Revolution, p. 80.
[22] Christina Hoff Sommers, Who Stole Feminism?, Simon & Shuster, New York, 1994, p. 257.
[23] Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering, U. of CA Press, Berkeley, 1978, p. 215.
[24] Council of Europe, “Equality and Democracy: Utopia of Challenge?”, Palais delEurope, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995.
[25] Allí mismo, p. 25.
[26] “Gender Perspective in Family Planning Programs”, Division for the Advancement of Women.
[27] Council of Europe, “Equality and Democracy: Utopia of Challenge?”, Palais delEurope, Strausbourg, Febrero 9-11, 1995, p. 13.
[28] Allí mismo, p. 16.
[29] Carol Christ, Womanspirit Rising, p. 277.
[30] Elisabeth Schussler Fiorenza, In Memory of Her, Crossroad, New York, 1987, p. 15.
[31] Joanne Carlson Brown and Carole R. Bohn, Christianity, Patriarchy, and Abuse: A Feminist Critique, p. 26.
[32] Rondhe Copelon y Berta Esperanza Hernández, Sexual and Reproductive Rights and Health as Human Rights: Concepts and Strategies; An Introduction for Activitists, Human Rights Series, Cairo, 1994, p. 3.
La ideología de género: Sus peligros y alcances - 1° Parte
Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por recomendarnos este artículo.
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