Una lectura desde la “fe”

P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.



De cada una de las páginas del libro de la Biblia se puede decir lo que Juan dice en particular de su evangelio: que han sido escritas “para que creamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengamos vida en él (Jn 20,31). Todas sus páginas, por tanto, y no sólo aquellas que nos parecen la más “espirituales “, nos han de ayudar a encaminarnos y participar en la vida que Dios nos ofrece.

San Pablo, formado en la vieja escuela farisea, nos dice y subraya que el Antiguo Testamento ha sido escrito “para nuestra enseñanza, para que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” (Rm 15,4). La Sagrada Escritura ha de ser también para nosotros una fuente de consuelo y un estímulo para perseverar, para seguir caminando en la luz y fuerza del Espíritu, superando la oscuridad e incertidumbres y acompañándonos a llevar con ánimo nuestra propia cruz.

El Antiguo Testamento no siempre nos pone delante unos relatos y acciones ejemplares rebosantes de una bondad admirable. Dios acompaña a la humanidad primitiva. En la narración de Abraham, por ejemplo, no se nos invita a hacer lo que él hizo, sino a considerar sobre todo su actitud fundamental de fidelidad hacia Dios.

Cuando el último concilio Vaticano II recomienda la lectura reflexiva y seria de la Biblia (DV25) piensa, en primer lugar, en “los sacerdotes, diáconos y catequistas, dedicados por oficio al ministerio de la Palabra”. Pero también a todos los fieles se nos recomienda la lectura asidua y atenta de la Sagrada Escritura, para que así conozcamos a Jesucristo, su misterio, su verdad y su camino, es decir, su vida en fidelidad.

“El Concilio recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo, pues desconocer la Sagrada Escritura es desconocer a Cristo. Acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia oficial, tan llena del lenguaje de Dios, en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones o con otros medios que para el dicho fin se organizan hoy por todas partes con aprobación o por iniciativa de los Pastores de la Santa Iglesia. Recuerden que a la lectura fiel de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre,” (DV 25)

Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre. (Concilio Vaticano II, DV 25)



...



Agradecemos al P. Fernando Martínez Galdeano, S.J. por su colaboración.



...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, por el tema, siempre es bueno que se nos recuerde que sin la lectura de la biblia y la oración pues como llegaremos a conocer más de Dios... aunque siempre me he dicho es algo incomprensible para mí, poder entenderla como debería ser, por eso preferí leer eclesiásticos, provervios, donde los temas son claros, entre otros pasajes...no se si podré leer toda la biblia, me cuesta el comienzo el antiguo testamento, será que no me gusta lo histórico nada aunque me he encontrado que en eso estará siempre un consejo o respuesta divina para ese hecho.....lo bueno es saber que Dios nos hará leer no sólo lo necesario sino que nos ayudará a leerla si se lo pedimos, además que jamás se aparte la buena voluntad de Dios en nuestro corazón, pase o venga lo que se venga,y venga de quien venga,Dios nos proteja mucho de todo mal"+"

Juan dijo...

La Lectura de la Biblia

Exégesis y Espiritualidad
Al leer la Biblia, para mí, estos dos caminos se juntan y así se complementan.

La exégesis me sirve para comprender algunos pasajes que me resultan difíciles de entender (aún cuando solo la leo en oración). Por ejemplo: Mc 9,1. El exégeta ( J P Meier) me enseña que esa perícopa tiene muchas probabilidades de pertenecer a la primera comunidad cristiana y no al Jesús histórico.
También explica que la debo leer en relación al relato de la transfiguración que le precede, recurso del que se sirve San Marcos para dar sentido al pasaje (ya que el reino no ha llegado aún). Lo que clarifica mi entendimiento acerca del símbolo “Reino de Dios” y sobre la especulación de su llegada.
Entonces, aquí la exégesis ayuda a mi espiritualidad.

Por otro lado, hay pasajes que los reflexiono sin ayuda de la exégesis. Por ejemplo Lc 18, 9.17.Entonces, hay ocasiones en que mi lectura orante, no necesita de la exégesis. Estos pueden ser aplicados a la catequesis de manera directa.

Volver a la palabra
En mi comunidad más próxima (mi capilla) y me atrevo a decir en mi parroquia, nosotros los catequistas creo que no le llevamos mucho el apunte a esto de la Biblia. Esto no es criticable desde el punto de vista personal, ya que cada catequista camina su propio camino de conversión. Pero si creo que a nivel general, faltan políticas de formación a este respecto (que deberían ser impulsadas por los sacerdotes).

Los planes de pastoral bíblica no existen, y eso repercute en la calidad de la catequesis.

Es más, en un primer momento podemos prescindir de la exégesis y reflexionar los pasajes como podamos (Monseñor Romero no era un estudioso de la exégesis, pero conocía a la perfección el evangelio y cuando denunciaba algo, traía a colación un pasaje correspondiente que hasta parecía creado para la ocasión).

Por eso, creo que los catequistas debemos volver a su lectura y así pensar en una pastoral Bíblica planteada para adultos y chicos.

Animarnos nosotros, las bases. En eso dijimos que íbamos a empezar a trabajar este verano, para que este año nos encuentre más preparados y menos improvisados.

Nos va a ayudar en neustra tarea y nos va a ayudar a nosotros personalemnte.

De más está decir que una pastoral bíblica para adultos lleva consigo el desafío de una exégesis mínima. Y que los libros son caros. Pero se puede contar el apoyo de algunos sacerdotes que nos permiten el uso de sus bibliotecas. Solo hay que sentarse a trabajar.

Por eso saludo este curso y espero que nos vaya bien en nuestra pastoral, y la cosa no quede en una buena intención. Va a costar trabajo, pero vale la pena.

Pienso que la clave está en empezar por cosas sencillas. Tomar un pasaje y comentarlo. No pensar en libros, pensar en apuntes, y después de mucho andar, llegamos al libro.

Saludo este curso que incorporamos en nuestro blog.

Un abrazo desde Córdoba, Argentina, Juan.