San José no falla



Extranjero, ¿podrías responderme?

Publicado 2010/03/19
Autor: Gaudium Press
Sección: Espiritualidad


Nota de redacción (Viernes, 19-03-2010, Gaudium Press): Un texto del libro "San José no falla", de autoría de A. M. Weigl, narra un impresionante acontecimiento ocurrido en la China, que nos habla de las misteriosas vias por las cuales se difunde la fe:


Los misioneros del Verbo Divino, P. Goetz y el Hermano Gervásio tuvieron un acontecimiento en China, que escapa a la comprensión humana. Hermano Gervásio había sido acompañante del científico Dr. Filchner a través del Tibet hacia la India.

Cierto día acompañó el padre de Kaotai para atender una enferma en las montañas del sur, llamadas Montañas del Tribunal. Fueron tres días a caballo. Recorridos más de 200 km, estaban finalmente en el lugar. La enferma ya había muerto.

Aborrecidos y deprimidos, los misioneros trataron de volver. Habían descendido la mitad de la región montañosa, cuando, al costado del camino, un joven los esperaba y pidió que vieran a su madre. El joven los condujo unos 10 a 15 km fuera del camino principal, a un lugarejo. En una casa de estacas de madera, se encontraba una ancianita enferma. Ésta luego los fue abordando con preguntas excepcionales.

"Extranjero, ¿podrías responder de verdad mis preguntas?"

"¡Sin duda, madrecita! ¿Qué preguntas tiene?"

"¿Existe un Dios en tres figuras? ¿Existe en otra vida un lugar de alegría para los buenos, y un lugar de horror para los malos? ¿Es cierto que Dios vino a esta tierra, para morir por los hombres y abrirles el lugar de la felicidad? Extranjero, ¿todo esto es verdad?"

El padre confirmó todo lleno de admiración, preguntándose a sí mismo, ¿dónde la enferma tenía estos conocimientos?

"Bien, ¿usted trae agua consigo? - continuó la anciana. ¡Láveme para que yo pueda entrar al lugar de la felicidad!"

¿Cómo sabía que el padre traía agua bautismal?

La forma decidida de la enferma tenía algo de infantil, al mismo tiempo de muy bien pensado.

El P. Goetz le dio unas instrucciones más y la bautizó. Fue ahí que la enferma llena de alegría, exclamó aún: "Usted trae consigo también el pan. No el pan común, sino es el propio Dios. ¡Deme del pan!"

El misionero efectivamente traía al Santísimo sobre su pecho. La enferma sabía también eso. Le dio la santa comunión y la ungió con el óleo de los enfermos: Después de todo eso, le dijo:

"Hasta ahora usted me hizo preguntas, ahora yo voy a preguntar. ¿Dónde aprendió las verdades de la fe? ¿Convivió tiempos atrás con cristianos católicos o evangélicos?

"No, extranjero"

"¿Leyó entonces en libros cristianos?"

"Ni sé leer extranjero, ni yo sabía que pueden existir libros así".


"¿Y de dónde tiene esos conocimientos de la fe?"

"Yo solo pensé que así debía ser, y hace unos 10 años viví siempre de acuerdo con esto. También enseñé a todos mis hijos, esta convicción, así puede 'lavarlos' a todos".

"¿Y sabía que hoy nosotros pasaríamos por aquí?"

"Sí, con plena seguridad. Tuve un sueño y vi un señor más viejo. Él me dijo que mande a mi hijo hasta la ruta para llamar a los dos extranjeros. Ellos me llevarían a un buen lugar después de la muerte".

Los misioneros estaban perplejos y emocionados. La disposición llena de candor de la anciana enferma de cara a la muerte era tan simple que no dejaba ningún margen de duda. Como despedida, le dieron una estampa de San José, el patrono de los agonizantes. Fue ahí que la anciana irradió de alegría deslumbrante: "A este lo conozco. Él me visitó. Estuvo varias veces aquí. Fue él que me mandó llamarlos en la ruta".

¿Lo que la anciana china tuvo, fue sueño o visión? Ella misma no sabía hacer la distinción, y para ella eso no tenía la mínima importancia. Lo importante era cuánto de él aprendiera.

Los misioneros tuvieron mucho, mucho para pensar con este caso. Más tarde supieron que dicha mujer falleciera en la noche después del bautismo.

...


Fuente: San José no falla
Autor: A. M. Weigl
Ediciones Rosario - 1992 - Curitiba - PR - Brasil

1 comentario:

Anónimo dijo...

bonita experiencia