“Habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo”. Así empieza Juan la redacción de sus recuerdos de las últimas horas de Jesús en este mundo. Y sus fieles lo seguimos recordando. Porque sabemos que en esas palabras también nosotros estamos incluidos. “Me amó y se entregó a la muerte por mí” (Gal 2,20).
Son esas horas las pruebas más irrefutables de su amor. Puedo estar seguro de él totalmente. Puedo estar seguro de su perdón total. Puedo estar seguro de que en el futuro no me abandonará, si yo no me suelto de su mano.
De la mano de María y en su compañía quiero vivir todos los pasos de la pasión, no perder un detalle, meditar cada palabra, dejar que mi corazón sea herido por su dolor, unir mi vida, sufrir y un día unir mi muerte a la suya.
Pide, Madre, para todos nosotros la gracia del Espíritu para seguir a tu hijo con nuestra cruz, para creer en su valor salvador, para estar al pie de la de Jesús hasta el final, para darle hasta el último aliento, para ser llevados a nuestro último destino junto a Él.
P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.
...
1 comentario:
No es solo un tiempo de reflexión y congregación. Es tiempo de transfomación interior. Cristo ya se donó por nuestros pecados. Su sacrificio ya dió sus frutos. Por su sangre somos justificados. No importa que tan malos somos. Si proclamamos con fe que él es nuestro salvador, recibimos el beneficio, aunque no lo merezcamos. De corazón agradezco al equipo que edita y mantiene este medio de comunicación. Que Dios los bendiga.
Publicar un comentario