Justicia y Solidaridad en tiempos de Globalización - 2º Parte


CONFERENCIA DE LA X SEMANA SOCIAL NACIONAL

Perú, Noviembre 11- 14 del 2008
2º Parte

+ Norberto Strotmann
Obispo de la Diócesis de Chosica - Lima

Continuación...



2. Justicia y Solidaridad en la Biblia y en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)

2.1. JUSTICIA: Justicia (LXX gr. y NT δικαιοσύνη) lleva como concepto bíblico una considerable riqueza; resulta difícil traducir la palabra hebrea o griega mediante un solo equivalente castellano. [1]

AT: La idea básica veterotestamentaria de la justicia es (a) la de la relación, tanto entre Dios y el hombre (Sal 50,6; Jer 9,24), como (b) entre hombre y hombre (Dt 24,13; Jer 22,3). Referido a relaciones entre los hombres, la acción justa es aquella que cumple los requisitos de la relación y promueve el bienestar y la paz de la comunidad (1 S 24,17; Pr 14,34). La justicia promueve el bienestar comunitario (Dt 1,16; Am 5,7). En el período profético la justicia ya incluye la idea de ayudar al pobre y al necesitado (Dn 4,27; Am 5,12. 24).

Cuando pasamos de las relaciones entre los hombres a aquellas entre Dios y los hombres (aunque el pensamiento de Dios quizá nunca estaba ausente en el uso de la palabra Sedeq), la justicia supone una relación correcta para con la voluntad de Dios, que se expresaba e interpretaba particularmente por medio del pacto de Israel con Dios. La acción justa es, por ende, la acción que surge de la elección que Dios hizo de Israel y que concuerda con la ley del pacto (Dt 6,25; Ez 18,5–9). Dios mismo es justo (2 Cr 12,6; Sal 7,9), y actúa justamente con su pueblo Israel (Sal 9,4; Jer 11,20). De su justicia depende ese pueblo para su liberación y rehabilitación (Sal 31,1; Jer 11,20).

Así surge la fusión de las nociones de justicia y salvación. Dios es “Dios justo y [por lo tanto] Salvador” (Is 45,21; cf. Sal 36,6; Is 61,10). Para el AT Dios es el Creador y por eso el fundamento y la garantía del orden moral. El Creador, sin embargo, es también el Redentor, y su justicia se interpreta por su actividad redentora.

NT: La experiencia que Israel tenía de la justa liberación de Dios en el pasado lo llevó a la expectativa de una salvación por venir y definitiva. El Mesías venidero aparece como destinatario e instrumento de la justicia divina (Sal 72,1s; Is 11,3–5; 32,1–20; Jer 23,5). “Justo” es título mesiánico (Is 53,11; cf. Hch 3,14; 7,52; 22,14).

Karl Kertelge constata sobre la justicia en el NT: La palabra no indica en primer lugar la virtud en el sentido de la ética griega, sino – en el sentido del la historia judía del concepto – el ser y actuar justo de Dios y del hombre en su relación mutua.[2] Como el anti-concepto (injusticia) significa el pecado y el ateísmo, así – ante todo en San Pablo – justicia se hace expresión de la actitud salvífica de Dios. Dios confiere su cercanía al hombre en el milagro de su libre benevolencia, de su gracia. Esta justicia es proclamada por Jesús como un don para aquellos, a quienes se concede el reino de Dios (Mt 5,6). Ante la entrega de Cristo en la cruz, el hombre que cree en Jesucristo recibe – según San Pablo – la justicia de Dios, e. d., se le concede una relación verdadera con Dios y una vida nueva ante El, en unión con Cristo, “el Justo” (Ro 3,21–31; 4,1–25; 10,3; 1 Co 1,30; 2 Co 5,21; Fil 3,9).

La controversia sobre la teología de la justificación[3] ha sido de larga data y sigue – de alguna manera – con sus problemas. Mencionemos el tema; pero lo dejaremos fuera de nuestra reflexión. Quizá nos ayuda el Conc. Vat. II para delinear un concepto teológico de la justicia. La constitución dogmática ‘Sobre la Iglesia’ constata: La “Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”(LG 1). Justicia es aquella virtud humana, que responde adecuadamente a la unión del hombre con Dios y a la unidad de todo el género humano.[4]

El Compendio de la DSI[5] presenta la Justicia como uno de los valores sociales básicos. Citando en la nota a Sto. Tomás de Aquino, usa la fórmula clásica: La Justicia «consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido».[6] Y sigue el texto:

“La justicia social es una exigencia vinculada con la cuestión social, que hoy se manifiesta con una dimensión mundial; concierne a los aspectos sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes.
La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener…
La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: «Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor». En efecto, junto al valor de la justicia, la doctrina social coloca el de la solidaridad, en cuanto vía privilegiada de la paz.[7]

2.2. SOLIDARIDAD: Con esto llegamos al segundo término de nuestra temática, la Solidaridad y estamos con un problema: una palabra griega equivalente no se encuentra ni en los mejores léxicos griegos[8] ni en los renombrados diccionarios del NT[9]. La búsqueda electrónica en el Kittel y en el Balz/Schneider da el siguiente resultado: No existe un término novotestamentario equivalente a la solidaridad, pero el tema de la solidaridad está presente, está subyacente en todo el NT.

Ante esta situación, nos ayuda en algo el Compendio, que termina la presentación del concepto con un párrafo: La solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo, y explica:

La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jesús de Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la «muerte de cruz» (Flp 2,8): en Él es posible reconocer el signo vivo del amor del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con él, lo salva y lo constituye en la unidad. En Él, y gracias a Él, también la vida social puede ser nuevamente descubierta, aun con todas sus contradicciones y ambigüedades, como lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invita a la comunicación de bienes entre todos. [10]

No se puede explicar el sentido de la palabra solidaridad sin recordar la historia del amor desinteresado por parte del cristianismo, en que se llegaba hasta entregar la vida por los más necesitados. Aunque siempre se han dado gestos y experiencias de verdadera solidaridad en la historia, es la experiencia del movimiento obrero en el siglo XIX, la que hace irrumpir la solidaridad en la historia como forma organizada de convivencia de las sociedades modernas. El descubrimiento de que los problemas y miserias (debidos a la industrialización) eran comunes a todos los obreros, incluso a nivel internacional, permitió la puesta en marcha de infinidad de hermandades del trabajo, corporaciones de apoyo, cajas de resistencia, sindicatos, centros obreros de cultura, cooperativas de trabajo (de consumo y de ahorro), etc.

Recién en el siglo XIX – prestándose el termino solidaridad de los sindicatos obreros – usan la palabra los franceses L. Bourgeois, Y. Gyot y Ch. Gide, y después entró (s. XX) sistemáticamente en la teoría social católica por medio de los jesuitas H. Pesch, G. Gundlach y O. v. Nell-Breuning[11]. Ellos usaron el término, ante todo, para distinguir el pensamiento social católico de las teorías entonces de moda: el liberalismo y el comunismo.[12]

Dejémoslo por el momento allí: “Solidaridad” es una de las palabras más usadas hoy en día ya que se emplea frecuentemente en el llamado “márketing solidario”, que va desde tarjetas de crédito, cenas de lujo, fondos para obras buenas, etc., hasta el discurso político habitual, que nunca responde al sentido original de la palabra, que implica: “compartir con el otro hasta lo necesario para vivir”. Habitualmente se emplea la palabra para la acción generosa o bienintencionada. Sin embargo su raíz etimológica implica un comportamiento “in-solidum”, es decir, el hecho que se unen inseparablemente los destinos de dos o más personas.[13] “Ser” o “hacerse” solidario con alguien o con alguna causa, no significa dar una ayuda, sino, comprometerse y compartir la suerte de aquel con quien me hago solidario. – Miremos ahora el término en la DSI:

El citado Compendio dice:
La solidaridad acentúa
o la intrínseca sociabilidad de la persona humana,
o la igualdad de todos en dignidad y derechos, y
o el camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más necesaria.

Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos los niveles. La vertiginosa multiplicación de las vías y de los medios de comunicación «en tiempo real», como las telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la informática, el aumento de los intercambios comerciales y de las informaciones son testimonio de que por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad ahora es posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aún entre personas lejanas o desconocidas.

Junto al fenómeno de la interdependencia… persisten, por otra parte, en todo el mundo, fortísimas desigualdades entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, alimentadas por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen negativamente en la vida de muchos Estados. El proceso acelerado de la interdependencia entre las personas y los pueblos debe estar acompañado por un crecimiento en el plano ético-social, para así evitar las nefastas consecuencias de una situación de injusticia de dimensiones planetarias, con repercusiones negativas incluso en los mismos países actualmente más favorecidos.[14]

Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos,… deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera solidaridad ético-social, que es la exigencia moral inherente en todas las relaciones humanas. La solidaridad se presenta, por tanto, bajo dos aspectos complementarios: como principio social y como virtud moral:

o La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones, según el cual las «estructuras de pecado», que dominan las relaciones entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos.[15]

o La solidaridad es también una verdadera virtud moral, no «un sentimiento superficial por los males de tantas personas,... Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos». La solidaridad se eleva al rango de virtud social fundamental, ya que se coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en «la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a "perderse", en el sentido del evangelio, por el otro en lugar de explotarlo, y a "servirlo" en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10,40-42; 20, 25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27)».[16]

El mensaje de la doctrina social acerca de la solidaridad pone en evidencia el hecho de que existen vínculos estrechos entre solidaridad y ‘bien común’, solidaridad y ‘destino universal de los bienes’, solidaridad e ‘igualdad entre los hombres y los pueblos’, solidaridad y ‘paz’ en el mundo. El término «solidaridad»… expresa en síntesis la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos. [17]
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Referencias

[1] Sobre este acápite cf., PAYNE, J. B.: “Justicia”, en: DOUGLAS, J. D. et al.: Nuevo Diccionario Bíblico. Prim. ed. (basada en la segunda ed. inglesa del New Bible Dictionary, 1982) Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2000.
[2] Id.: “Gerechtigkeit – III. NT”. En: 3LThK 4, 501.
[3] Cf.: ‘DECLARACIÓN CONJUNTA SOBRE LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN’ de la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica (31 de octubre de 1999). www.vatican.va/roman_curia/ pontifical_councils/chrstuni/documents/rc_pc_chrstuni_doc_31101999_cath-luth-joint-declaration_sp.html
[4] Además vale: “La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. El israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro Deuteronomio que sintetiza el núcleo de su existencia: « Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31).” – Cf., BENEDICTO XVI: Carta encíclica «Deus caritas est» (25-XII-2005). Ciudad del Vaticano; Libr. Editr. Vaticana 2006. N° 1.
[5] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, ed. p. el Pontificio Consejo «Justicia y Paz». Ciudad del Vaticano; Librería Editrice Vaticana 2005 (or. inglés 2004) 528 pp. Se cita la obra con las siglas: ComDSI N°.
[6] ComDSI N° 201.
[7] ComDSI N° 201 – 203.
[8] P. ej.: BAUER, Wilhelm, W. ARNDT & F. W. DANKER: A Greek-English Lexicon of the New Testament and other Early Christian Literature [basado en: Walter BAUER’s ‚Griechisch-deutsches Wörterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und der frühchristlichen Literatur’, sexta edición de: Kurt ALAND and Barbara ALAND, con Viktor REICHMANN y ediciones en ingles de: W. F. ARNDT, F. W. GINGRICH and F. W. DANKER (3rd ed.)]. Chicago; University of Chicago Press 2000. Quizá se aproxima la palabra ‘κοινωνία’.
[9] Theological Dictionary of the New Testament (orig.: Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament. Stuttgart; W. Kohlhammer 1933-1973); edited by Gerhard KITTEL and Gerhard FRIEDRICH. Transl. and ed. by Geoffrey W. Bromiley. Grand Rapids, Mich.; William B. Eerdmans Publ. Comp. 1985, 10 tomos (Biblioteca Digital Libronix, 2000) y Exegetical Dictionary of the New Testament,ed. p. BALZ, Horst Robert & SCHNEIDER, Gerhard: (Ed. orig. como: Exegetisches Wörterbuch zum Neuen Testament [EWNT]. Bände 1-3/ 1980-83). 3 Vols. Grand Rapids, Mich.; Eerdmans 1990-1993, (Biblioteca Digital Libronix 2006).
[10] Cf.: ComDSI, N° 195.
[11] Cf. las respectivas biografías en: STAATSLEXIKON. Recht – Wirtschaft – Gesellschaft. Ed. p.: GÖRRES-GESELLSCHAFT. 7., völlig neu bearbeitete Auflage. 5 tomos. Freiburg-Basel-Wien; Herder 1985-1989.
[12] Cf.: LAMB, Matthew L.: “SOLIDARITY”. En: The New Dictionary of Catholic Social Thought, ed.p.: Judith A. DWYER. Collegeville MN, The Liturgical Press 2000 (1994), pp. 908 – 912. (Biblioteca Digital Libronix).
[13] Cf. BAUMGARTNER, Alois: “Solidarität I.”, en: Lexikon für Theologie und Kirche, ed. p. Walter KASPER. Dritte Auflage. Band 9. Freiburg-Basel-Rom-Wien; Herder 1993-2001, pp. 702 – 704 y RAUSCHER, A.: „Solidarität“, en: Staatslexikon 4 (o. c.), 1.191 – 1.194.
[14] Cf., ComDSI, N° 192.
[15] Cf., ComDSI, N° 193.
[16] Cf., ibid.
[17] Cf., ComDSI, N° 194.
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Continuará...
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