“Ecología y medio ambiente: tarea pendiente para un desarrollo humano integral, solidario y sostenible” 2º Parte


CONFERENCIA DE LA X SEMANA SOCIAL NACIONAL

13 de noviembre del 2008


Monseñor Pedro Barreto Jimeno, SJ

Arzobispo Metropolitano de Huancayo
Presidente de CEAS



2.- Del Señor es la tierra y todo cuanto ella contiene

Desde la Encarnación Redentora de Jesucristo, discípulo misionero del Padre, sabemos que la misión de la Iglesia es Evangelizar, es decir, anunciar el Reinado de Dios en nuestra historia cotidiana. La salvación que Cristo ha obtenido para toda la humanidad comienza en medio de nuestra historia y por la fe sabemos que la palabra final de la historia es vida y no muerte.

Para el discípulo misionero de Cristo no cabe la indiferencia y la pasividad. Somos invitados a ser instrumentos de justicia y paz, respondiendo a la grave problemática socio ambiental que amenaza el futuro de la humanidad. Este es un camino profético, de anuncio y denuncia, de prudencia y valentía a partir de nuestro encuentro personal con Jesús, crucificado y resucitado, que nos posibilita vivir la misión de la Iglesia con la convicción inquebrantable de su Pascua.

Este es el compromiso asumido por las Conferencias Episcopales de Honduras y El Salvador en su profética y valiente posición en contra de la explotación minera, que perjudica a muchas comunidades centroamericanas. Igualmente los Obispos de la selva del Perú se han manifestado proféticamente sobre el cuidado y protección de la Amazonía.

Por experiencia personal sabemos que la misión profética de la Iglesia, es parte integrante de su misión evangelizadora y suscita incomprensiones, descalificaciones, marginaciones, rechazos, insultos, calumnias y, para algunos, incluso la muerte.

En este contexto quiero rendir homenaje a algunos de estos hermanos y hermanas que han dado su vida por la causa de la vida y el medio ambiente. La Hermana Dorothy Stang, religiosa de Notre Dame de Namur asesinada el 2006 en Pará, Brasil por su compromiso en la defensa del medio ambiente y de las comunidades campesinas en la Amazonía brasileña.

En esta lucha por defender la vida y el ambiente de sus comunidades está nuestro hermano el Obispo de Barra, en Bahía Brasil, Dom Luiz Flavio Cappio, OFM que realizó huelga de hambre por 23 días para impedir que desviaran el curso del río San Francisco, fuente de vida para los pescadores artesanales y habitantes ribereños de su Diócesis, en beneficio de los agroexportadores de mangos y de uvas.

En nuestro Perú, varios de nuestros hermanos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos (entre ellos autoridades municipales, tenientes gobernadores, catequistas, agricultores y líderes comunales). Ellos –como Jesús- han sido acusados, amenazados de muerte, insultados por su clara y firme posición en defensa de la vida de las poblaciones y de su medio ambiente frente a los intereses economicistas del Estado y del poder económico de las grandes empresas mineras y de hidrocarburos.

Somos testigos de que América Latina, en estos últimos decenios, ha sido tierra fecunda de profetas, de mártires y de santos, aunque se han dado silencios y falta de coherencia evangélica, por los que humildemente pedimos perdón a Dios y a nuestros hermanos.

“Nuestra hermana, la madre tierra” en palabras de San Francisco de Asís, “es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación” (DA 125). La pachamama como nuestros antepasados la llamaban, nos entrega su vida en alimentos. Ella está profundamente herida y enferma por la codicia de sus hijos, porque “percibimos de cuántas maneras el hombre amenaza y aún destruye su ´habitat´” (DA 125).

Ya no es posible ocultar en el Perú y en el mundo la gravedad de la situación ambiental. Recientemente el Padre Sean Mc.Donagh, misionero columbano, experto en temas medio ambientales nos decía que en este maravilloso “planeta jardín” en que vivimos y que por millones de años ha desarrollado diversas formas de vida, desde las más simples hasta la complejidad que entraña el ser humano, están interrelacionadas y por tanto lo que pasa en un lugar o forma de vida tiene implicancias en otro.

Cuidar la tierra y todo cuanto ella contiene es un gran desafío que hoy tenemos. Debemos hacernos responsables de lo que sucede y animar a otros a enrumbar por otros caminos para salvar el planeta es un desafío y una urgencia de la hora presente.

Con especial preocupación, desde la celebración del Concilio Vaticano II, los católicos hemos sido invitados a una atenta lectura de los “signos de los tiempos”, es decir a realizar un discernimiento de la realidad, para descubrir y escuchar el querer de Dios. Uno de estos “signos de los tiempos”, es precisamente la escucha atenta del grito “salvemos la tierra” (lema de la cumbre de Río de Janeiro en 1992) que sube de las entrañas de nuestro planeta, expoliado por la codicia irracional de un modelo económico “que privilegia el lucro por encima de la dignidad de la persona humana”, tal como lo afirmara Benedicto XVI en el discurso inaugural en Aparecida.

Nos preguntamos ¿somos capaces de escuchar el grito que brota de una tierra enferma, de un planeta que viene deteriorándose por la acción y omisión de los seres humanos?. Se nos exige a todos una mirada lúcida, desde la fe en Jesús, crucificado y resucitado, para discernir en ella el querer de Dios que nos llama a la acción. ¿Qué hemos hecho y qué estamos haciendo de los bosques, de los ríos, de los mares, de los glaciares, de la tierra fértil y del agua cristalina?. No podemos como discípulos misioneros de Jesús quedarnos con los brazos cruzados. Es la hora de la acción conjunta. Estamos todavía a tiempo.

La Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe, ha asumido con claridad la preocupación y el compromiso con el medio ambiente y la ecología de nuestra región, invitando a todas las Iglesias y fieles a hacerse eco de esta dramática situación.

Nos recuerda el documento de Aparecida que Dios mismo “nos ha encomendado la obra de sus manos para que la cuidemos y la pongamos al servicio de todos. Agradecemos a Dios por habernos hecho sus colaboradores para que seamos solidarios con su creación de la cual somos responsables. (D.A. 25)

Ya en el discurso inaugural el Papa Benedicto XVI nos recordaba que: “Los pueblos de América Latina tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con condiciones más humanas; libres de amenazas del hambre, y de toda forma de violencia”. Y nos invitaba como Iglesia a ser “abogada de la justicia y de los pobres… Es tarea de los laicos católicos ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias. (DI 4).

En definitiva la Iglesia es heredera del concepto de desarrollo integral y sostenible propuesto por Paulo VI y por Juan Pablo II: “El verdadero desarrollo, es el paso, para cada uno y para todos de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas” (PP 20).

3.- Llamados a ser miembros de la Iglesia en clave de vida, de solidaridad y de esperanza.

Contemplando la creación y las innumerables riquezas con las que Dios nos ha bendecido, no podemos dejar de dar gracias por lo recibido. La realidad nos dice que el modelo de desarrollo que vivimos no respeta las leyes de la creación, incluso actúa en contra de ellas violentando la naturaleza, considerándola objeto de lucro y de ganancia desmedida.

Un ejemplo concreto de lo que decimos y que estamos trabajando para cambiar, es la grave contaminación que vivimos en La Oroya y en la cuenca del río Mantaro, está situación nos está exigiendo a todos situarnos en clave de vida y esperanza.

La sociedad civil organizada, a través de una Mesa de Diálogo ambiental Junín –y la Iglesia dentro de ella- hemos pasado de la violencia a la construcción de consensos, del individualismo a la conjunción de esfuerzos, de la protesta a la propuesta de una “solución integral al problema ambiental de La Oroya y la recuperación de la cuenca del río Mantaro”. La Mesa de Diálogo ambiental – Junín está integrada actualmente por más de 200 instituciones de la sociedad civil. Desarrolla proyectos que están incidiendo en la gestión ambiental. Se ha dado inicio a un proceso de creciente sensibilización ambiental. Es la sociedad civil organizada la que realiza un monitor del agua, aire y suelo en todo el valle del Mantaro; desarrolla también programas de nutrición y salud para más de 1,200 niños/as afectados por la contaminación del aire en La Oroya; y está propiciando el fortalecimiento de capacidades de las personas e instituciones de la Mesa de Diálogo Ambiental Junín. El Proyecto “El Mantaro Revive” en su primera etapa de dos años ha sido financiado por el Fondo Italo Peruano (Programa de Canje de Deuda Externa).

Sólo uniendo esfuerzos, construyendo consensos e implementando procesos, las Iglesias cristianas, la Comunidad Judía, la sociedad civil, las Empresas y el Estado lograremos avanzar hacia un desarrollo humano, integral y solidario que sea compatible con la ecología física y humana.

La temática ambiental tiene que ver con la defensa y protección de la vida, los derechos humanos fundamentales y, muy especialmente, desde el marco de los principios y valores cristianos, se convierte en un desafío para nosotros los católicos y todas las Iglesias Cristianas. Las organizaciones ecuménicas juegan un importante rol de información, sensibilización y elaboración de aportes ante la grave crisis ambiental que atravesamos.

No puede haber paz si no hay una relación armónica y equilibrada entre la creación y las personas. “Cada vez se ve más claramente un nexo inseparable entre la paz con la creación y la paz entre los hombres. Una y otra presuponen la paz con Dios”, nos dice Benedicto XVI (Mensaje por la Jornada mundial por la Paz. 1 de enero del 2007).

Ante este grave contexto socioambiental los Obispos de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida nos ofrecen algunas propuestas y orientaciones para un liderazgo ético y social (DA 474):

a) “Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre la tierra y los recursos para que pueda rendir todos sus frutos en su destino universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad solidarias.

b) Estar cerca de las poblaciones más frágiles y amenazadas por el desarrollo depredatorio y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.

c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo[1], integral y solidario, basado en una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes… Por tanto, alentar a nuestros campesinos a que se organicen de tal manera que puedan lograr su justo reclamo.

d) Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza.

e) Determinar medidas de monitoreo y control social sobre la aplicación en los países de los estándares ambientales internacionales (DA, 474).

Estos son los hitos del camino que debemos recorrer, como Iglesia Católica, para responder a los desafíos del mundo globalizado. Y “la mejor manera de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y alabar con Él al Padre (Cfr. 1 Cor. 3, 21-23)” (DA 126).
Es urgente que los pobres y excluidos de la gran mesa de la vida, mantengan viva la esperanza y sean un signo creíble de la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
Caminemos como discípulos misioneros de Jesucristo, que es nuestra mayor alegría, en esta Misión Continental, hacia un continente de la vida, de la esperanza, del amor y de la paz. Por eso Aparecida en su Mensaje final nos dice: “En coherencia con el Proyecto del Padre creador, convocamos a todas las fuerzas vivas de la sociedad para cuidar nuestra casa común, la tierra, amenazada de destrucción. Queremos favorecer un desarrollo humano y sostenible basado en la justa distribución de las riquezas y la comunión de los bienes entre todos los pueblos” (N° 4)

¡Gracias!

[1] Paulo VI. Populorum Progressio # 20 “El paso de condiciones para cada uno y para todos de vida menos humana a condiciones mas humanas.

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Para visitar la 1º Parte.
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/02/ecologia-y-medio-ambiente-tarea.html

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Agradecemos a Roberto Tarazona por compartir esta Conferencia.

3 comentarios:

Espacio Verde Mexico dijo...

Hola, veo que te interesa la proctección del medio ambiente. Te dejo mi blog, que es particularmente de noticias que tienen que ver con el medio ambiente. http://espacioverdemexico.blogspot.com/

Saludos.

Anónimo dijo...

HOLA ESTA MUY PADRE TU PAGINA Y MAS QUE TE ENFOQUES A LA ECOLOGIA ATRAVES DE UN AMBIENTE CRISTIANO, YO TAMBIEN ESTOY A FAVOR DE LA VIDA Y DEL MEDIO AMBIENTE TE DEJO MI LINK PARA QUE NOS PASES A VISITAR Y DEJES TU COMENTARIO ES ACERCA DEL MEDIO AMBIENTE Y MUY PADRE EL DOC DE APARECIDA

Anónimo dijo...

DISCULPA SE ME OLVIDO DEJARTE LE LINK JEJE

http://libreexpresionn.blogspot.com/