Doctrina Social de la Iglesia - 51. El Sindicato II


 

P. Ignacio Garro, jesuita †


9. EL SINDICATO

Continuación...

9.6.- La confesionalidad sindical

Ha habido, sin embargo, un punto, referido al modelo sindical, que ha hecho correr mucha tinta en los documentos de la DSI: la confesionalidad de los sindicatos, es decir, si deben de ser sindicatos cristianos católicos, o de otra religión. Hoy no es ya un tema de actualidad. Las circunstancias han cambiado mucho La secularidad de la realidad terrena ha dado otros matices a este problema. Pero no puede omitirse su recuerdo a la hora de recordar la postura de la Iglesia ente el sindicato.

Es preciso, ante todo, plantear bien la cuestión. Lo que se pregunta es lo siguiente: ¿tiene un católico obligación de afiliarse a un sindicato católico o puede militar en un sindicato de ideología neutral? Esto es lo que se plantea, no si todos los sindicatos deben ser confesionales. La evolución de la DSI en este punto se puede resumir así, reduciéndonos a los hitos más significativos:

- León XIII percibió la evidente ventaja de que los católicos militasen unidos en un sindicato católico. Pero, a la vez, se daba cuenta de que se trataba de un tema muy complejo, en el que debían de entrar en juego otras consideraciones, y muy principalmente la utilidad de los propios trabajadores. Por eso, sin dejar de ponderar las ventajas de la confesionalidad, dejaba abierta la doble posibilidad para los obreros católicos.

- Pío X tuvo que enfrentarse a la polémica surgida en Alemania: ¿podían colaborar juntos los trabajadores católicos y los protestantes? Para Alemania lo admitía de forma transitoria, aunque mostraba su preferencia por la confesionalidad. De todas formas, se abría paso a la idea de que en los asuntos económico y profesionales podían primar una serie de factores que escapaban a la incumbencia de la Jerarquía de la Iglesia: comienza a vislumbrarse la autonomía de lo temporal, como había aparecido ya poco antes en la polémica suscitada en Italia  propósito de la "Opera dei Congressi" en tiempos de León XIIII.

- La misma idea se defendía en tiempos de Pío XI, en la "Resolución" que la Sagrada Congregación del Concilio dirigió al Cardenal Liénart, Obispo de Lille, Francia. Dos años después, en QA, el papa Pío XI, dejaba de considerar excepción la filiación de un católico a un sindicato neutral y establecía, como norma general, que ésta debía ser la praxis cuando concurriesen una de estas dos causas:

1.- La legislación hacía imposible o muy difícil la existencia de sindicatos católicos.

2.- No era conveniente debilitar o romper la unidad del frente obrero creando sindicatos distintos a los ya existente.

De hecho estas circunstancias se iban haciendo tan universales que lo que antes era excepción se va configurando como la norma general. A estas indicaciones, QA, nº 35, añadía otras dos consideraciones:

a.- El obrero católico podía, en los casos citados, afiliarse a un sindicato neutral con tal de que no le obligasen a actuar contra su conciencia.

b.- Los Obispos debían de crear "asociaciones religiosas", no sindicatos, que proporcionasen al obrero católico, afiliado a un sindicato neutral, la formación cristiana que no iba a encontrar en dicho sindicato.

 

9.7.- Problemas que subsisten hoy en el mundo sindical.

Simplificando se puede decir que el sindicato nació para conseguir, frente a las pretensiones del capital, una defensa eficaz de las reivindicaciones salariales de los trabajadores. Hoy, sin embargo, sus pretensiones históricas o están en parte conseguidas, aunque siempre se puede avanzar más en esta línea, o, incluso son  patrimonio de otras entidades: la misma Administración del Estado, o de la Patronal, y tienen tanto interés como el sindicato por algunos de sus objetivos, por ejemplo, crear el máximo número posible de empleos o puestos de trabajo. Una de las tareas típicas de los sindicatos en países de desarrollo es la negociación de los convenios colectivos, la representación de los trabajadores en la participación de la empresa, etc. Y esto con atención a intereses superiores macroeconómicos. Y así, ciertamente los objetivos sindicales ha evolucionado mucho a lo largo de los últimos años. Los documentos de la DSI han tenido siempre conciencia de que el sindicato tenía otros fines, además de su finalidad reivindicativa salarial. En este sentido, ya León XIII en RN, nº 32, suponía que debía haber diferentes asociaciones de obreros para diferentes fines, sindicatos, mutuas de vivienda, patronatos, etc, y proponía como objetivos que no deben de olvidarse la prosperidad tanto familiar como individual de los obreros, moderar con justicia las relaciones entre obreros y patronos, robustecer en unos y en otros la observancia de los preceptos evangélicos, el cultivo del espíritu, el pleno empleo, la seguridad social, etc. Es decir, pensaba en unos sindicatos con una finalidad integral: "un aumento de los bienes del cuerpo y del espíritu y de la fortuna".

- Pío XI, trata lateralmente del sindicato en QA, nº 91-96, es decir, habla de él a la hora de evaluar el modelo corporativo italiano. Pero lo que dice supone con claridad que el sindicato debe de tener, ante la Administración del Estado, un papel consultivo y representativo.

- Pío XII, dice: "el fin esencial de los sindicatos es representar y defender los intereses de los trabajadores en los contratos de trabajo". Esta doble tarea de representar y defender los intereses de los trabajadores va a ser insistentemente repetida por el Magisterio social posterior a Pío XII, con la encíclica M et M, de Juan XXIII y el Conc. Vat. II en G et S, repiten literalmente estos mismos conceptos.

- Pablo VI, seguirá avanzando por este camino. La finalidad del sindicato ya no es sólo la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores ni favorecer la participación en los asuntos comunes de los trabajadores. Es también objetivo importante educar el sentido de responsabilidad hacia el bien común, P P, nº 38-39; OA, nº 14. Y esta actitud responsable hacia el bien común es parte del desarrollo integral de cada persona, es una condición de vida más humana hacia la que debe de tender todo hombre que quiera desarrollarse, a tenor de la conocida definición de desarrollo que ofrece PP, en que dice que lo importante no es "tener cada vez más" sino "ser cada vez más".

Juan Pablo II, considera imprescindible el sindicato, como quedó indicado más arriba. Y le invita a que el sindicato se ocupe también de tareas educativas, asistenciales, promoción de la vivienda, etc, y a no defender solamente los intereses de sus afiliados, cayendo en el egoísmo de defender solamente los intereses del grupo de la clase social obrera, en LE, nº 20, dice: "Las exigencias sindicales no pueden transformarse en una especie de "egoísmo" de grupo o de clase, por más que puedan y deban tender también a corregir, con miras al bien común de la sociedad, incluso todo lo que es defectuoso en el sistema de propiedad de los bienes de producción o en el modo de administrarlos o disponer de ellos".

En CA, nº 15, el papa dedica una reflexión abundante a los sindicatos y, en concreto, a su finalidad. Además de considerarlos obviamente como: "cauce para participar en la vida de la empresa e instrumento para negociar los contratos laborales, los concibe sugerentemente como "lugares" donde se expresa la personalidad de los trabajadores: sus servicios contribuyen al desarrollo de una auténtica cultura del trabajo". La cultura es uno de los temas dominantes en el pensamiento social de J. Pablo II. En CA, nº 24, describe hondamente la cultura como un conglomerado de realidades humanas: "la lengua, la historia y las actitudes que (el hombre) asume ente los acontecimientos fundamentales de la existencia, como son nacer, amar, trabajar, morir. El punto central de toda cultura lo ocupa la actitud que el hombre asume ante el misterio más grande: el misterio de Dios. Las culturas de las diversas naciones son, en el fondo, otras tantas maneras diversas de plantear la pregunta acerca del sentido de la existencia personal".

Más adelante, en CA, nº 35,  concreta cuál es la "función cultural" de los sindicatos: ayudar a los trabajadores a participar, de manera más digna y plena, en la vida de la Nación, ayudar al desarrollo y empeño por sustituir el sistema que asegura el predominio del capital sobre el hombre por una sociedad basada en el trabajo libre, la empresa y la participación. Y todavía concreta más cuando señala, como objetivo para  los sindicatos, "La liberación y promoción integral de la persona", CA, nº 43.

El camino recorrido por la DSI al tratar de la finalidad del sindicato ha sido largo. Estamos muy lejos de concebirlo exclusivamente como un grupo de presión social meramente reivindicativo. Su finalidad incluye este aspecto, pero a la vez es mucho más amplia. En esta ampliación del abanico de la finalidad del sindicato, la DSI, no ha caminado sola. Cuando desde otras posiciones ideológicas y desde la misma realidad se va descubriendo que la finalidad del sindicato debe reorientarse, reconocerlo ha sido fácil para la DSI, que ya desde el comienzo había considerado que los fines de la asociación obrera eran amplios e incluían en bien integral del trabajador y de toda la sociedad, ya que si bien es verdad que el sindicato mira al trabajador, sus derechos, y obligaciones, también se abre a otros niveles de vida como son prestar ayuda, formación u orientación al trabajador y mirar a la vez el bien común de la sociedad. Por eso el sindicato si bien tiene aspecto de confrontación y de lucha, también tiene aspectos de promoción ayuda, desarrollo y aportación al bien común.

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Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


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