Comentario del Papa Francisco a la intención del mes
¿Qué es realmente la oración? Esta es sobre todo diálogo, relación personal con Dios. Y el hombre ha sido creado como ser en relación personal con Dios que encuentra su plena realización solamente en el encuentro con su creador. El camino de la vida es hacia el encuentro definitivo con Dios.
Permaneced en silencio junto a Jesús. Y del misterioso silencio de Dios brota su Palabra que resuena en nuestro corazón. Jesús mismo nos enseña cómo es realmente posible «estar» con el Padre y nos lo demuestra con su oración. Los Evangelios nos muestran a Jesús que se retira en lugares apartados a rezar; los discípulos, viendo esta íntima relación con el Padre, sienten el deseo de poder participar, y le preguntan: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11, 1).
En nuestra relación con el Señor, en la oración —pregunto— ¿nos dejamos maravillar o pensamos que la oración es hablar a Dios como hacen los loros?
No, es fiarse y abrir el corazón para dejarse maravillar. ¿Nos dejamos sorprender por Dios que es siempre el Dios de las sorpresas? Porque el encuentro con el Señor es siempre un encuentro vivo, no es un encuentro de museo. Es un encuentro vivo y nosotros vamos a la misa no a un museo. Vamos a un encuentro vivo con el Señor.
Actitudes del mes para encarnar en nuestra vida
Las intenciones de oración del Papa nacen de la compasión por el mundo y, por lo tanto, expresan desafíos para la humanidad y para la misión de la Iglesia. Cuando Francisco nos confía sus intenciones de oración, nos ayuda a acercarnos al corazón de Cristo, a contemplar el mundo con sus propios ojos: «El corazón de Cristo es tan grande que desea acogernos a todos en la revolución de la ternura.
La cercanía al Corazón del Señor insta a nuestro corazón a acercarse a nuestro hermano con amor, y nos ayuda a entrar en esta compasión por el mundo» Francisco.
Cada intención puede ser desplegada en actitudes concretas que ayudan a encarnarla en la propia vida. Estas actitudes constituyen “una bajada” a la vida concreta y por tanto orientan el diseño de contenidos en los diversos proyectos de la RMOP, las instancias de formación, oración y actividades apostólicas en las comunidades cuyo tema sea la intención de oración mensual. Las actitudes orientan el modo de concretar en la propia vida, la intención de oración.
La actitud que aparece en el centro es la actitud global mensual, la cual es desplegada en actitudes concretas a trabajar durante el mes.
¡Está vivo! ¡Me habla y puedo hablarle!
Al finalizar un encuentro semanal del MEJ, uno de los chicos escribió en su cuaderno personal: “He caído en la cuenta de que Jesús está vivo, y me habla y yo puedo hablarle. Esto me ha impresionado”.
¡Sí! ¡El nuestro es un Dios que toma la iniciativa y quiere comunicarse con el ser humano! Es normal que aquel chico quedase impresionado, pues había tomado consciencia de las implicaciones de su descubrimiento: si Jesús continúa vivo dentro de mí, si Dios quiere comunicarse conmigo, la oración (ese “sintonizar” dos personas que se aman y para amarse… ese diálogo profundo de dos amigos, con palabras o con la sola presencia silenciosa…) es mi forma de responder a ese deseo de Dios y se convierte en una necesidad vital. ¿Has caído también tú -como aquel chico del MEJ- en la cuenta?
La intención del Papa para este mes de diciembre nos habla de la necesidad de que nuestra relación personal con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración. Francisco nos pide alimentar nuestra relación con Jesucristo mediante la Palabra de Dios y la Oración. Y el mismo Jesús es nuestro modelo para ello.
Con Palabra de Dios:
Los Evangelios nos relatan que Jesús reconocía la Palabra del Padre en su interior. A los 12 años protagonizó con otros entendidos de las escrituras una escena en la que preguntó, cuestionó y todos se sorprendieron de su sabiduría. Cuando, más adelante, el diablo le tiente con el fácil milagro del pan, Jesús sabrá anteponer la necesidad más profunda del corazón del hombre: la Palabra. Había aprendido a ganarse el pan, pero también había adquirido una convicción: que más importante que el pan era la Palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4).
Una vida de oración:
Con los ojos de la fe, mediante la Palabra de Dios, hemos visto a Jesús orar. ¿Cómo oraba? Nos dice el Evangelio que hacía largos ratos de oración, que pasaba incluso noches enteras orando (cf. Mc 6,46). Vivía continuamente unido a su Padre. Oraba con el cuerpo, con profundo respeto: elevaba los ojos al cielo, a veces alzaba las manos, y otras se inclinaba hasta el suelo. Y oraba con el alma: adoraba al Padre, daba gracias, ofrecía su voluntad, pedía (intercedía) por sus amigos y por todos, reflexionaba para descubrir los planes de Dios… En definitiva, rezaba con confianza y amor. Y de la oración sacaba fuerza y orientación para su vida y su acción. Una relación personal con Jesús (una amistad profunda), alimentada con la Palabra y la oración nos llevará, sin duda, a una compenetración con Jesús, a configurarnos con Él, a revestirnos de Él, para hacer su voluntad, para pensar, sentir, amar y ofrecernos como Él. A vivir sus actitudes. A vivir a su estilo.
David Fornieles
Coordinador MEJ España
FUENTE: REVISTA DIGITAL, RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA, DICIEMBRE 2020 - Nº50
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