Confesión
Yo confieso, Señor,
que no siempre estoy a la altura
de tus sueños y mis horizontes.
Que necesito convertirme,
dejando fuera de mí
aquello que nos aleja.
Que a veces no sé arder
con el fuego de tu Espíritu.
Que no escucho tu profecía
convertida en palabra,
en imagen, en prójimo,
en silencio.
Confieso que a veces no sé quererte.
Pero te quiero.
Yo confieso, Señor,
que no siempre sé
hacer de tu promesa mi Adviento.
Pero no dejes de venir.
(Rezandovoy)
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