P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 7° ENTREGA
13. LA RESPUESTA DEL HOMBRE A LA INICIATIVA DE DIOS
La salvación que el Padre realiza enviando a su Hijo y al Espíritu da al hombre la posibilidad de convertirse en "nueva criatura", de vivir de una manera diferente, de producir los frutos del Espíritu, Gal 5, 22-23: “En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí, contra tales cosas no hay ley”.
La nueva existencia del cristiano la resume Pablo señalando que el hombre redimido se relaciona de manera diferente con Dios, con el prójimo y con el mundo. La fe abre al cristiano a la vida de Dios que se le comunica; la caridad, por medio de la cual actúa la fe, Gal 5, 6: “Porque siendo de Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen eficacia, sino la fe que actúa por la caridad”; lo relaciona con los hombres como hermanos; la esperanza y la libertad lo sitúan frente al mundo y a la historia de su peregrinación hacia Dios y le dan el dinamismo para el esfuerzo transformador y la fidelidad perseverante en el cumplimiento de las exigencias de Dios.
13.1. LA FE COMO PRINCIPIO DE JUSTIFICACIÓN
En Pablo la fe tiene el sentido veterotestamentario de apertura a una persona con confianza y seguridad plenas, Gal 2, 20: “y, vivo, pero no vivo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
La fe es una entrega obediente a Dios después de haber escuchado la palabra del Evangelio, Rom 10, 9-11: “Porque si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre lo muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación”; y en Rom 1, 5: “por quien recibimos la gracia del apostolado para predicar la obediencia de la fe a gloria de su nombre entre todos los gentiles”; y en Rom 16, 26: “pero manifestado al presente por las Escrituras que lo predicen por disposición del Dios eterno, dado a conocer a los gentiles para obediencia de la fe”; y en 1 Tes 2, 13: “De ahí que también de nuestra parte no cesamos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes”.
Los principales puntos de la doctrina paulina sobre la fe son los siguientes:
- La fe es el principio de la justificación. Por su medio nos reconciliamos con Dios, recibiendo la "justicia de Dios", como el Dios que salva, Rom 11, 20: “... mientras tú, por la fe te mantienes. ¡No te engrías!; más bien, teme”; y en Rom 1, 16-17: “Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente, y también del griego”.
- La fe, al igual que todo el proceso de salvación, es un don de Dios: Ef 2, 8: “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros sino que es don de Dios”.
- La fe hace posible la "nueva creación": 2 Cor 5, 17: “Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación, pasó lo viejo todo es nuevo”; y en Filp 3, 9-10: “Y ser hallado en Cristo, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, y conocer a Cristo y el poder su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte”.
- La fe libera; Gal 5,1: “Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”. Para liberarnos de la maldad y del pecado, Ef 2, 4-9: “Pero Dios, rico en misericordia por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo – por gracia habéis sido salvados – y con Cristo nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús. Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe”.
- La fe libra a Pablo de su vida anterior: “Pero lo que era para mí ganancia, lo ha juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas y las tengo por basura para ganar a Cristo”.
- La fe libera de los otros elementos, Gal 4, 3. 8-9: “De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo ... Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios servíais a los que en realidad no son dioses. Más, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo?”.
- La fe nos da la filiación divina: , Gal 4, 4: “Pero al legar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley y para que recibiéramos la filiación divina”.
- La fe nos hace vivir como hijos en el Espíritu: “En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos que nos hace exclamar: ¡ABBA! Padre”, Rom 8, 14-17; “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo”, Gal 3, 26-27.
- La fe se explicita en la aceptación de Cristo muerto y resucitado, sabiduría de Dios y absurdo y escándalo para los hombres, 1 Cor 1, 21-24: “De hecho como el mundo mediante su propia sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. 1 Cor 2, 5: “para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios”.
- La fe actúa por medio de la caridad, Gal 5, 6: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad”.
- La fe implica un llamado al servicio de amor hacia los demás, no es algo simplemente intelectual o teórico. La obra principal del Espíritu en el hombre es el amor, 1 Cor 13, 4-7: “La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta”. Pablo señala en Gal 5, 22: “En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay Ley”, pero esa obra comienza por la fe. Pablo insiste en la unión inseparable de la fe y el amor: Ef 1, 15: “Por eso yo al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos”, y en Gal 3, 17, personaliza: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que arraigados y cimentados en el amor”. Y en 1 Tes 1, 3: “Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la paciencia en el sufrir que os da vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor”.
- La fe es convicción y seguridad que producen confianza: Rom 6, 8: “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte ya no tiene señorío sobre él”. En 2 Tim 1, 12: “Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo se bien en quien tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día”. Y en Efes 3, 12: “quien, mediante la fe en él, nos da valor para llegarnos a Dios”.
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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