P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
11. LA LÍRICA SAGRADA
Con el nombre de "lírica sagrada", se entiende el compendio de libros de los Salmos y Cantar de los Cantares. El semita es poeta por naturaleza. La revelación bíblica muestra cómo el ritmo poético ayuda a un más profundo conocimiento de la obra creadora de Dios. Con él resulta más fácil plasmar el esplendor de los cielos y la belleza de la tierra, las delicias del amor humano y el éxtasis del amor divino. La historia del pueblo elegido recuerda que éste, acudió desde muy antiguo a las canciones para expresar sus sentimientos más hondos y estampar sus vivencias más profundas. Solía incluso acompañarse de instrumentos musicales para que la melodía sirviera de marco a su inspiración. Así mismo varios relatos históricos aparecen en alguna ocasión interrumpidos por cánticos donde se refleja la ternura del alma hebrea. Por ejemplo, en el cántico triunfal de Moisés y los israelitas tras la liberación de Egipto, Ex 15, 1b-18, como el himno entonado por Débora para agradecer a Yahvé su victoria sobre los enemigos, Juec 5, 2-31, y la elegía de David tras la muerte de Saúl y Jonatán, 2 Sam 1, 19-27.
11.1. LOS SALMOS
El libro de los Salmos se presenta en la Biblia hebrea, a la cabeza de la tercera sección, la de los "ketubim", o escritos. La palabra exacta que corresponde a nuestro "salmo", sería más bien "mizmor" = cantar con acompañamiento, y que designa un poema cantado y acompañado con instrumentos de cuerda.
La traducción de la Biblia de los LXX dan habitualmente a este libro el título de "Psalmoi". La Biblia latina oscila entre dos nombres: uno, "liber psalmorum", libro de los salmos. Otro, "psalterium= salterio", término que se usa habitualmente en la liturgia.
11.1.1. Formación del Salterio
El libro de los Salmos, tal como lo encontramos hoy, está integrado por 150 unidades, que la crítica tradicional ha dividido en cinco grandes bloques:
- Libro 1º.- Salmos del 1 al 41
- Libro 2º.- Salmos del 42 - 72
- Libro 3º.- Salmos del 73 - 89
- Libro 4º.- Salmos del 90 -106
- Libro 5º.- Salmos del 107-150
11.1.2. Autores de los Salmos
Como su mismo encabezamiento lo señala cada salmo tiene su autor, por eso podemos destacar los siguientes: David, Asaf, Los hijos de Corá, Hemás y Etán, Moisés y Salomón.
11.1.3. Diversas categorías de Salmos
Podemos distinguir la siguiente variedad de estilos: Salmos de alabanza (himnos). Salmos de súplica. Salmos de realeza. Salmos cúlticos. Salmos sapienciales.
11.1.4. Salmos de alabanza. Himnos
Estos salmos son los que presentan una estructura literaria más uniforme. Comienzan con una introducción de carácter exhortativo, donde el creyente o la comunidad vienen invitados a proferir alabanzas a Dios. El núcleo, o cuerpo del himno explica los motivos de tal alabanza: puede ser los acontecimientos salvíficos realizados por Dios en la historia del pueblo judío: la salida de Egipto, la conquista de la tierra prometida, etc.
Las grandezas de la creación, la belleza de la misma, etc. Es en esta parte donde el poeta suele expresar cuanto su fe yahvista le permite descubrir respecto a Dios y a su obra. Por último, en la conclusión se resume la misma temática, repitiéndose normalmente la fórmula introductoria mientras se invita de nuevo a la alabanza divina.
El origen de estos himnos suele asociarse con la celebración de algún acontecimiento importante del pueblo elegido. Son salmos, por tanto, de tipo litúrgico, donde aflora la espontaneidad de quien expresa su agradecimiento a Yahvé por los favores recibidos. En este tipo de salmos se incluyen los siguientes:
8 - 19 - 29 - 33- 100 - 103 - 104 - 105 - 111 - 113 - 114 - 117 - 135 - 136 - 145 -146 - 147 - 149 - 150.
Dentro de esta misma categoría hímnica suelen colocarse los llamados: "Cánticos de Sión", y son los números: 46 - 48 - 76 - 84 - 87 - 122 - 137. En ellos se realzan las excelencias de la ciudad santa, que sirve de morada a Yahvé, el cual instaurará en ella su futuro reino mesiánico.
11.1.5. Salmos de súplica
En este tipo de salmos se plasman los sufrimientos, o lamentos compartidos por quienes buscan en la religión alivio a sus propias dolencias. La súplica es un recurso a la omnipotencia de Yahvé a quien se dirigen para pedirle ayuda o consuelo en una situación difícil o conflictiva.
La parte introductoria suele describir cómo el creyente atraviesa un momento de desolación y de prueba, por lo que se atreve a levantar su plegaria a Yahvé con la esperanza de ser escuchado y ayudado. El cuerpo del salmo busca argumentos para que Yahvé alivie al orante, cuya situación existencias es difícil. Para dar mayor realismo a esta situación de necesidad angustiosa se recurre al tópico de cuantas metáforas evocan esta angustia y desvalimiento: las aguas del abismo, las acechanzas de la muerte o del "scheol", la amenaza del enemigo que clama por la sangre del justo, el ataque de las fieras dispuestas a despedazar, los huesos resecos o resquebrajados, el corazón que siente oprimido, las entrañas y riñones, etc. Este tipo de salmos se puede dividir en dos grupos : Salmos colectivos y salmos individuales:
11.1.6. Salmos colectivos
Es la comunidad, en cuanto tal, la que se dirige a Dios para exponer sus quejas y suplicarle sus desventuras, guerras, hambre, miseria, destierro, peste u opresión. Estas desgracias pueden ser de índole natural, social, político o moral. Cuando así ocurre la colectividad entera gime de dolor, pues su Dios, por estar airado, le ha retirado su protección, dejándola sumida en la angustia y el sufrimiento. Así es cómo en estos salmos la queja suele ir mezclada con una petición. Como salmos de súplica colectiva suelen citarse: 12 - 44 - 58 - 60 - 74 79 - 80 - 82 - 83 - 90 - 94 - 106 - 108 - 123 - 126.
11.1.7. Salmos Individuales
Son particularmente numerosos y su contenido muy variado. El fiel desvalido se dirige en ellas a Yahvé para que le libere no sólo de los peligros de muerte, persecución o destierro, vejez o muerte, enfermedad, calumnia y pecado. En estas súplicas afloran con frecuencia sentimientos profundos de confianza en Dios y en su fuerza salvadora. Se trata de plegarias con temas muy variados en las que casi siempre aparece una situación conflictiva.
Se enumeran los siguientes salmos: 5 - 6 - 7 - 9 - 10 - 13- 17 - 22 - 25 - 26 - 28 - 31 35 - 36 - 38 - 39 - 42 - 43 51 - 54 - 55 - 56 - 57 - 59 - 61 63 - 64 - 69 - 70 - 71 - 86 88 - 102 - 120 - 130 - 140 - 141 - 142 - 143. En todos ellos levanta el creyente su corazón a Yahvé para solicitar que ahuyente cuanto antes su mal o desventura y por más que reconozca su error y desventura, deposita su confianza en la misericordia y el poder de Dios.
11.1.8. Salmos de Realeza
Estos salmos tienen el común denominador de gravitar en torno a la figura del rey, que ejerció desde el rey David funciones sacras y por exigirlo el espíritu teocrático israelita. El monarca quedaba convertido en intermediario nato entre Dios y su pueblo elegido, por quien interceda especialmente cuando le aquejaba alguna desgracia colectiva. El pueblo se sabía asistido por Yahvé en la persona del monarca. Entre los salmos de la realeza se suelen enumerar: 2 - 18 - 20 - 21 - 45 - 72 - 89 - 110 132 - 144.
11.1.9. Salmos Cúlticos
Están relacionados con el santuario, cuya arca simbolizaba la presencia de Yahvé en su pueblo. Tras la construcción del Templo, Jerusalén quedó convertida en ciudad santa donde se suponía estaba instalada la mansión divina. Desde muy antiguo los israelitas se daban cita en torno al santuario o al Templo para allí festejar a su divinidad. En la época postexílica, tras la reconstrucción del Templo, se fue depurando el concepto de la presencia divina, elevando los israelitas sus ojos hacia la Jerusalén escatológica, desde donde Yahvé ejercía un imperio universal. La estructura de estos salmos cúlticos se ajusta, más o menos, al esquema siguiente:
- Introducción: que viene a ser un grito de alabanza dirigido unas veces a Jerusalén y otras a Yahvé, a causa las maravillas operadas en su ciudad santa.
- El Cuerpo: suele corroborar los motivos de alabanza, que acostumbra a asociarse con la elección o protección divina, así como con las bendiciones prodigadas sobre la ciudad santa, a la que Yahvé convirtiera en su morada para desde allí ejercer un control directo, no sólo sobre su pueblo, sino también sobre toda la humanidad.
- La Conclusión: suele normalmente repetir la alabanza introductoria, resaltando con más fuerza las excelencias de la ciudad santa y su Templo. Algunos de estos salmos estaban relacionados con la liturgia procesional que solía acompañar las grandes solemnidades, donde se cantaban en forma dialogada entre el sacerdote o levita por una parte y el coro de los fieles por otra, se pretendían dramatizar así las ceremonias cúlticas para sensibilizar mejor al pueblo, convencidos de que sólo Yahvé podía oírles y ayudarles en sus necesidades. Entre estos salmos cúlticos suelen citarse los siguientes: 15 - 24 - 46 - 48 - 68 - 81 - 84 - 87 - 95 - 100 - 118 - 121- 136.
11.1.10. Salmos Sapienciales
Los sabios de Israel, al programar sus enseñanzas didácticas, recurrieron también a los poemas líricos como módulo eficaz de catequesis religiosa. Esto explica la presencia de diversos salmos sapienciales, cuya perspectiva didáctica les imprime un cuño muy específico. Casi todos son fruto de la reflexión postexílica si bien algunos engarzan con la de instrucción religiosa. Su estructura es suelta, sentenciosa, con versos yuxtapuestos, reminiscencias del proverbio.
Fuera del salterio aparecen también resabios de este singular método didáctico como son el Cántico de Ana, 1 Sam 2, 1-10; El Cántico de Tobías, Tob 13, 1-9, Cántico de Judit, Jud 16, 15-21; Cánticos del Eclesiástico, Ecltco 51, 1-12.
Los salmos sapienciales tocan los temas más diversos intentando canalizar las inquietudes religiosas del pueblo en orden a conseguir esa felicidad a la que todo hombre suspira. Se toca también el tema de la retribución divina, que tanto inquietaba a los judíos, así como la forma de explicar el pecado y el dolor compartidos ambos por guardar la fidelidad a Yahvé.
El tono de los salmos sapienciales es reflexivo, cuyo afán es dar soluciones prácticas a la vida. Los salmistas adoptan en estos poemas una actitud típicamente sapiencial, muy acorde a la de un maestro que desea enriquecer a los discípulos con sus enseñanzas, advertencias y consejos. Los temas y consejos de estos salmos los podemos resumir:
- Los que se inspiran en algún evento de la historia del pueblo elegido, convirtiéndolo en enseñanza religiosa para que así el creyente vea reflejada su situación personal en la andadura misma del pueblo.
- Los que analizan la ley mosáica, descubriendo en ella directrices válidas para que, en forma de enseñanza o revelación, pueda el israelita descubrir el designio divino en una situación conflictiva.
- Los que explotan los resortes de la sabiduría religiosa, esgrimiendo al respecto criterios explotados por el judaísmo tardío donde se presenta el temor de Dios como solución a un sin fin de problemas.
- Los que abordan la problemática de la retribución, asociándola con la justicia divina tal como la plantean a grandes rasgos Job y el Qohelet.
- Los que se inspiran en los salmos de acción de gracias y de alabanza, convirtiéndolos en modelo de enseñanza religiosa y en normativa para canalizar las inquietudes de quien anhela sustraerse al influjo de su propia angustia y situarse en el marco liberador de Yahvé.
11.2. EL CANTAR DE LOS CANTARES
Es un canto de amor conyugal. Del amado a su amada. El ambiente donde se desarrolla es el de las costumbres y los cantos de amor en el Medio Oriente. Es sabido y conocido el júbilo y expresión que en estos ambientes se celebran los cantos nupciales, había canciones populares, a veces y con frecuencia lascivas y burlonas, y también había poesías de calidad y arte. Era de rigor celebrar la belleza de los esposos y cantarles su futura felicidad. Bajo este aspecto se elevaban los cantos al plano religioso, formulando verdaderas bendiciones nupciales. Distinguiremos en este libro cinco poesías, precedidos de un prólogo y seguido de dos aprendices de carácter adicional.
11.2.1. Prólogo: 1, 1-4, la esposa suspira por encontrarse con su esposo
11.2.2. El primer poema: 1,5 - 2, 7, describe las ansiedades de la desterrada, 1, 5-7; el coro le invita a la esperanza. Se presenta el esposo y se deja cautivar por los encantos de su amada, 1, 9-11. Un diálogo nos revela sus sentimientos de mutua admiración, 1, 12; 2, 5, sin embargo, su unión no está todavía lograda.
11.2.3. El segundo poema: 2, 8 - 3, 5, evoca la renovada búsqueda mutua de los os esposos: la esposa describe al amado que acude hacia ella, 2, 8-16; ella se lanza en su busca y lo encuentra en la ciudad, 2,17 - 3, 4, pero todavía no se ha realizado la posesión, 3, 5.
11.2.4. El tercer poema: 3, 6 - 5, 1, se abre con la descripción de un cortejo nupcial, que conduce Salomón, 3, 6-11. El esposo se revela cada vez más enamorado, 4, 1 - 5, 7. Señala un lugar para la cita convidando a la amada en términos apasionados, 8-15. La esposa acepta. Se presiente que no tardará en entregarse, 4, 16 - 5, 1.
11.2.5. El cuarto poema: Muestra, no obstante, a la amada todavía reticente, 5, 2-3, por fin abre, pero... ya es tarde. El esposo se ha retirado, 4-6b. La esposa, exasperada, lo busca de nuevo y lo describe, en coro, que se extraña de un afecto tan violento, 9-16. Entonces sobreviene el encuentro: ya no puede tardar la posesión mutua, 6, 1-3.
11.2.6. El quinto poema: Conduce al desenlace. El esposo enumera de nuevo las gracias de su amada, 6, 4-12. El coro lo invita a volver, 7, 1. El le replica con declaraciones de amor cada vez más vehementes La esposa, a su vez, expresa su pasión, 7, 10 - 8, 3. Pero todavía no ha acabado su sueño, 4. Ya se ha logrado el desenlace, 8, 5-7. El esposo se ha despertado. Le exige amor eterno, 6-7. Dos apéndices añadidos más tarde, aparecen como reflexiones sugeridas por el Cantar, (8, 8-14.
La enseñanza fundamental del Cantar de los cantares estriba en presentar la dinámica amorosa como la fuerza más sublime de cuantas recibiera el hombre en la creación. No en vano la tradición bíblica le supone hecho a imagen y semejanza de Dios, Gen 1, 27, a quien la revelación neotestamentaria no dudaría en identificar con el AMOR, 1 Juan 4, 8. Ello sugiere que el hombre, si explota correctamente sus resortes amorosos, conectará con su creador. Cuando el amor no rige la trayectoria existencial del creyente, éste queda atenazado en su egoísmo y culminará en el pecado. Así, pues, sólo situándose en una perspectiva de amor, estará el hombre en condiciones de entablar un diálogo correcto con Dios. Pero, ¿cómo activar esos resortes amorosos? Para despejarlo, la revelación bíblica le brinda este Cántico hecho oración donde, armonizando poesía con inspiración, le va descubriendo los auténticos secretos del amor. Al amor nuca hay que temerle, sino amarle.
Este es el lema del Cántico, cuyo mensaje armoniza la sublimidad del diálogo divino humano con la fuerza realizante de todo diálogo divino - humano donde el individuo exterioriza su ser relacional. Y es que el hombre, cuando se relaciona rompe las barreras del egoísmo, situándose en un plano donde impera el amor.
La enseñanza teológica de este Cántico viene a ser un reto lanzado al hombre para que valore en su justa dimensión la dinámica del amor. Este amor, incluso en su vertiente humana, conlleva tal carga de vida que nadie debe privarse de su fuerza creativa. La única dificultad estriba en que a veces se otorga al egoísmo el nombre de "amor", a lo que es contrario del verdadero amor.
Tal equívoco está en el hombre no en Dios. Cuando el hombre siguiendo las pautas de Dios explota sin cortapisas las posibilidades de la fuerza amorosa, se sabe de antemano que llegará al triunfo, a la felicidad más plena. No puede errar quien se rige por el amor, tal es el lema que mantiene la revelación bíblica en este poema amoroso expresión máxima del amor. Enseña que no sólo es posible sino necesario vivir en el amor para sintonizar con la Trascendencia de Dios que es presentado en la misma revelación bíblica como el Dios AMOR. Siendo Dios el AMOR, quien ama siempre se mantendrá en la trayectoria divina.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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