P. Adolfo Franco, S.J.
CUARESMA
Domingo
II
Mateo
17 1-9
La reflexión sobre la transfiguración puede ser también una imagen de lo que debe ser nuestra conversión.
Esta narración de la Transfiguración
del Señor en el monte Tabor, nos hace reflexionar sobre varios aspectos de la
figura de Jesús, y de su plan de salvación.
La primera pregunta que nos suscita esta narración
de la transfiguración, es por qué la
Iglesia la propone dentro de la Cuaresma , tiempo de
penitencia, tiempo de preparación para la Pasión ; aunque es verdad que, como si estuviera
arrepentida de haberla metido dentro de la cuaresma, le dedica después en el
mes de agosto, una fiesta especial. No deja de producir un contraste lo
resplandeciente de los vestidos de Jesús transfigurado, con el color
intensamente morado de los ornamentos litúrgicos que se usan en la Cuaresma. Quiere
con esto decirnos la Iglesia
que no perdamos de vista el sentido total y completo de la Cuaresma y de todo el
Misterio cristiano: detrás del sufrimiento, y de la austeridad, lo fundamental
es el triunfo y la alegría; el color más cristiano es el del resplandor.
Además hay que seguir preguntando por qué un asunto
tan significativo en la vida de Jesús, de tanta fuerza (que contrasta con todas
sus actuaciones ordinarias, tan alejadas de lo fantástico) se haga casi a
escondidas: tiene lugar en un cerro apartado, y quedan excluidos de participar
en la experiencia casi todos los apóstoles; sólo acompañan a Jesús tres de
ellos. Y además hay al final de la narración una indicación terminante de
Jesús: “no cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya
resucitado de entre los muertos”.
La razón de esto ¿cuál es? Podemos suponer que
Jesús, por una parte no quería dejar su realidad de hombre entre los hombres,
viviendo con todas nuestras limitaciones, pero por otra parte dentro del
proceso lento y progresivo de revelar su divinidad al mundo, y especialmente a
los apóstoles, quería manifestar un poco más de su misterio (¡qué maravilla es
el misterio interior de Jesús!).Pero aún siendo un avance en la revelación de
su misterio, en este momento debe entenderse como una excepción. Pero una
excepción llena de significado.
Además, en este acontecimiento seguramente Jesús
quiere adelantarse al derrumbe que van a sufrir sus apóstoles, cuando vean al
querido Maestro preso, condenado y crucificado. Al menos a tres de ellos quiso darles un
testimonio anticipado de lo que sería la misma resurrección; aunque, como
sabemos, cuando llegó el momento, ni los tres testigos de la transfiguración
mantuvieron la fe cuando Jesús muere en la cruz.
Otro aspecto importante de la transfiguración, es la
aparición de los dos personajes centrales del Antiguo Testamento, a los lados
de Jesús,: Moisés y Elías. Estos representan los dos momentos más importantes
de la religión judía, del Antiguo Testamento: Moisés representa la Ley de Dios, el Pacto del
Sinaí, y Elías representa a los
profetas, la voz de Dios que guió personalmente a su pueblo, durante
toda su existencia como pueblo establecido ya en Palestina. Cuando los judíos
hablaban de sus escritos santos, de lo que era la esencia de su religión,
hablaban de la Ley
y los Profetas (Moisés y Elías). Aparece Jesús en el lugar de preferencia, en
el centro, para subrayar claramente que tanto la Ley , como los Profetas, estuvieron en función de
El. Que todo lo dicho y hecho en el A.T. viene a tener a Jesús como centro y
cumplimiento.
Finalmente este pasaje, que está conectado con el
hecho de la Redención
misma (San Lucas especifica que Jesús conversaba con Moisés y Elías de su
Pascua). Es un signo que ayuda a descubrir el sentido mismo de la Pasión. Por eso mismo
lo pone la Iglesia
como lectura en plena Cuaresma (que es el camino hacia la Semana Santa ). Para
que sepamos que la Pasión
y la Muerte de
Jesús, tienen un significado luminoso, porque desde ahí aparecerá la gloria del
Señor en todo el esplendor de la Resurrección. La muerte del Señor es la fiesta de
la Vida , la
llave que abre las fuentes de la Vida. Y
por eso la
Transfiguración nos ayuda a entender de verdad la Cuaresma.
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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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