P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
EL LIBRO DEL GÉNESIS
Continuación
El diluvio como un castigo
(Capítulos 6 al 9,17)
Con la acumulación del mal obrar de los hombres, debido a su pecado radical de la idolatría que persiste y se acumula una y otra vez como una bola de nieve, la naturaleza de arriba y de abajo (sus aguas superiores e inferiores) se desatan con el fin de ahogar el mal y su iniquidad. A través de esas fuerzas naturales desatadas, el Génesis expresa la cólera de Dios contra el pecado radical de los hombres que se acumula, y que incluso les arrastra a obrar con malicia. Pero, también aparece su compasión con quienes le respetan, pues Noé y los animales son salvados y guardados como una nueva creación que surge del caos de la maldad. Y con esta gente buena, Dios se compromete en persona por medio de un pacto, con toda la seriedad que ésto tiene: “Voy a establecer mi alianza con vosotros, con vuestros descendientes, y con todos los seres vivos que os han acompañado” (9,9s). “Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de una alianza entre yo y la tierra” (9,13). Es un símbolo de una tierra y unos cielos nuevos. Es signo de la paz que une.
DIJO DIOS: ESTA ES LA SEÑAL DE LA ALIANZA QUE PARA LAS GENERACIONES FUTURAS PONGO ENTRE YO Y VOSOTROS Y TODA ALMA VIVIENTE QUE OS ACOMPAÑA. PONGO MI ARCO EN LAS NUBES, Y SERVIRÁ DE SEÑAL DE LA ALIANZA ENTRE YO Y LA TIERRA. CUANDO YO CUBRA DE NUBES LA TIERRA, ENTONCES SE VERÁ EL ARCO EN LAS NUBES, Y ME ACORDARÉ DE LA ALIANZA QUE MEDIA ENTRE YO Y VOSOTROS. (Gn 9,12-15)
La torre de Babel
(Capítulo 11,1-9)
A la narración del diluvio sigue la distribución en la tierra de los pueblos conocidos. Lo que cuenta son los descendientes de Noé (los buenos): los “hijos de Jafet” se instalaron en la región de Siria e incluso también en Palestina (filisteos); los “hijos de Cam” se situaron bajo la órbita de Egipto (Canaán figura entre ellos); los “hijos de Sem” son aquellos que provienen de la región de Mesopotamia, y entre ellos están los hebreos. (Esto está recogido en forma de leyenda y de modo bastante confuso por la mezcla de tradiciones, en este pasaje: 9,18-10,32).
Y acontece y viene otra leyenda acerca de la muy citada y zarandeada torre de Babel (11,1-9). Su nombre alude a la ciudad de Babilonia. Era propio de la cultura religiosa antigua y ancestral de este pueblo el construir grandes torres (especie de pirámides, llamadas “zigurat”) con el objeto de que, en su recinto más elevado, se diera la unión del rey con una prostituta sagrada. Era un rito cultual y mágico por cuyo medio se pretendía lograr la fertilidad en favor de un pueblo extenso y numeroso. Y el poder brotaba de una nación prolífica: “Vamos a edificar una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo; así nos haremos famosos y no nos dispersaremos sobre la faz de la tierra” (11,4). Su idolatría del poder los llevaba al dominio sobre los otros pueblos y naciones. “Si ésto es sólo el comienzo —piensa Dios—, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y confundir su idioma para que no se entiendan más los unos con los otros” (11,6-7).
La Biblia no pretende censurar propiamente la diversidad de las lenguas. En esta diversidad plural, el autor bíblico de aquel tiempo ve un freno a la soberbia de los hombres. De hecho ella favorece el que los hombres no sean capaces de entenderse ni siquiera para el mal. En medio de la confusión de los pueblos que no se entienden entre sí y que más bien intentan el dominarse unos a otros, siempre quedan hombres respetuosos del Dios verdadero, que sí son capaces de solidaridad y fraternidad a imagen de ese Dios. No es éste un Dios ambicioso, avaricioso e imperialista, aunque es creador de todo y Señor celoso de que lo creado no ha de ser ni deseado ni venerado como si se tratara de algo parecido a un dios absoluto y que pudiera ser usado para dominar y servirse de los demás. De este linaje de hombres justos, signos respetuosos del Dios creador, proviene el bendecido y nunca olvidado patriarca Abraham (11,10-32). Él va a ser el padre de todos los creyentes. Recibirá al hijo de la promesa y su pueblo en la fe será numeroso.
Y DESDE AQUEL PUNTO LOS DESPERDIGÓ YAHVÉH POR TODA LA HAZ DE LA TIERRA, Y DEJARON DE EDIFICAR LA CIUDAD. POR ESO SE LA LLAMÓ BABEL; PORQUE ALLÍ EMBROLLÓ YAHVÉH EL LENGUAJE DE TODO EL MUNDO, Y DESDE ALLÍ LOS DISPERSÓ YAHVÉH POR TODA LA HAZ DE LA TIERRA, (Gn 11,8-9)
Preguntas y respuestas
(Capítulos 1 al 11)
Los primeros once capítulos del Génesis, palabra que significa origen, principio..., han sido objeto de numerosos estudios. Al leer estos capítulos se hace preciso para una interpretación correcta, el distinguir entre el fondo y la forma, entre su hondo contenido religioso y su ropaje literario. Su conjunto es como un pequeño catecismo de los supuestos básicos de la religión judía. Con este comienzo (Génesis) el autor bíblico trata de decirnos que el Señor de Israel, el liberador de su esclavitud, ése mismo es el único y verdadero Dios, el que lo había creado todo, el mundo y al hombre mismo.
La última redacción (s.V a.C.) de este primer libro de la Biblia coloca el poema de la creación (1-2,4a), que proviene de la tradición sacerdotal, al comienzo de todo; y a continuación (2,4b-3,24) recogiendo la tradición yahvista que es mucho más antigua (s.X a.C.), presenta una narración que intenta dar con una respuesta razonable al origen del mal en el mundo. (Acerca de las diversas tradiciones puede el lector consultar más adelante en este mismo capítulo, después de los comentarios sobre el Génesis).
En resumen, estos once capítulos iniciales del Génesis tratan de responder a las cuestiones previas y básicas de los creyentes judíos: -Qué pasó entre Dios y los hombres antes de Abraham? ¿Por qué fue creado el hombre? ¿Por qué existe el mal en este mundo, que fue creado bueno? ¿Por qué existen el dolor y la muerte?
Melquisedec
En tiempos de Abran (aún no había cambiado su nombre en Abraham), la región del mar Muerto estaba dominada por cinco reyes, vasallos de otros más poderosos de Mesopotamia. Estos últimos determinaron hacer una expedición de castigo contra los primeros. Saquearon sus ciudades y rebaños, y de paso se llevaron a Lot y su tribu. Al enterarse Abram del secuestro de su sobrino, reunió a su gente y en un momento oportuno atacó de noche y rescató a Lot y a los suyos.
Cuando Abram regresa le sale al encuentro el rey de Sodoma acompañado del rey de Salem, Melquisedec. Este le felicita y bendice, y le ofrece pan y vino. Abram, por su parte, le da la décima parte del botín (Gn 14,17-24). Salem puede ser considerado como el nombre arcáico de Jerusalén. Lo curioso es que la figura de Melquisedec pasa a la tradición judía como un rey misterioso con atribuciones sacerdotales: "Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec" [Sal 110 (109),4] En el saludo de bendición hacia Abram se alude al Dios de éste, al "Dios altísimo, creador de cielos y tierra" (v.19).
El autor de la carta a los Hebreos subraya con aplomo y claridad que Melquisedec es una figura precursora de Jesucristo: "Jesús, hecho a semejanza de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre" (Heb 6,20). Este sacerdocio es diferente y muy superior en su poder de mediación, en sus efectos de salvación y de eficacia en nuestra aproximación a Dios que el sacerdocio descendiente de Aarón (Heb 7,1-28). Su figura es interpretada por los cristianos como mesiánica. Su sacerdocio será eterno.
NOMBRES DE DIOS: YAHVÉH O JEHOVÁ
Al Dios del A.T. se le nombra de diversas maneras. "Yahvéh" es la más utilizada (más de 6.800 veces). Le sigue "Elohim" (más de 2.500 veces). Desde el siglo III a.C., "Adonai" sustituye en la lectura de la Biblia a "Yahvé". Cuatro letras consonantes YHWH (tetragrama) constituyen el nombre pronunciado como YAHVÉH. Las haches son consonantes mudas, y las vocales no se escribían. El nombre le fue revelado a Moisés con ocasión de la zarza ardiente: "Yo soy el que soy" (Ex 3,14). Es un nombre evocador; de su transcendencia eterna y señorío.
ELOHIM es un plural mayestático (solemne) proveniente de la palabra EL, que para todos los pueblos semitas designaba a la divinidad suprema. Bajo este nombre los patriarcas conocieron al verdadero Dios. Con frecuencia va acompañado de adjetivos como "altísimo" y "todopoderoso”.
ADONAI es también un plural mayestático de la palabra ADON que significa "el Señor". Tiene una carga de respeto y de veneración que entraña una relación de lealtad y servicio hacia su persona. Como ya lo hemos indicado más arriba ADONAI reemplaza a YAHVÉH en la lectura de la Biblia y así se evitaba el pronunciar este nombre propio, revelado por Dios mismo.
Con el fin de recordar al lector de turno que debía sustituir el nombre de "Yahvéh" los escribas ponían bajo el tetragrama las tres primeras vocales de la palabra "Adonai'.' (La "A" inicial es breve y pasa como "E"). Posteriormente en occidente los copistas transcribían el tetragrama YHWH con las vocales intercaladas de "Adonai" (E,O, A); y el resultado fue la palabra YEHOWAH (Jehová) que todavía se usa entre algunos sectores protestantes.
EN EL PRINCIPIO CREÓ DIOS LOS CIELOS Y LA TIERRA. LA TIERRA ERA ALGO CAÓTICO Y VACÍO, Y LAS TINIEBLAS CUBRÍAN LA SUPERFICIE DEL ABISMO, MIENTRAS EL ESPÍRITU DE DIOS ALETEABA SOBRE LA SUPERFICIE DE LAS AGUAS.
(Gn. 1,1-2)
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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