SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
El
privilegio que hemos de examinar con relación a María, la Madre de Jesús, es su
perpetua virginidad. Como veremos enseguida, es dogma de fe que la Madre de
Dios fue perpetuamente virgen, es decir, fue virgen antes del parto, en el
nacimiento de Jesús y después del nacimiento.
Puesto
que la virginidad de María está afirmada claramente en los escritos
evangélicos, no es de extrañar que ya los Padres apostólicos como San Ignacio
de Antioquia; los apologistas (defensores de la fe) como San Justino, y los
controversistas como San Ireneo de Lyon dejen constancia de que esta verdad
pertenece a la fe de la Iglesia y la defiendan como verdad revelada.
Desde finales del Siglo IV se originó una
triple afirmación: virginidad en la concepción de Jesús (fue concebido por obra
del Espíritu Santo) y parto virginal o virginidad de María en el parto (y nació
de María virgen). Y virginidad después del parto, en tiempos del papa Sixto IV
(1471 - 1484) en el que se enseña lo siguiente: "Tomando de ella, (La
virgen María) la carne de nuestra mortalidad para la redención del pueblo y
permaneciendo ella, no obstante, después del parto, virgen, sin mancha",
Nuevo Denz 1400.
La
profesión de fe de que María fue siempre virgen, aparece por primera vez en la
forma amplia del símbolo de San Epifanio (374), que afirma: "fue
perfectamente engendrado de Santa María siempre virgen por obra del Espíritu
Santo". María es, por tanto "aeiparqenoz"
= siempre virgen. La explicación del dogma de la virginidad de María se va
haciendo mayor a medida que surgen las controversias contra los herejes.
La
virginidad perpetua de María se entendía como virginidad antes del parto, en el
parto y después del parto, esta fórmula fue empleada por el papa Paulo IV, en
su bula "Cum quorumdam" en 1555, y que hizo suya, en la enumeración
que contiene los fundamentos de la fe, a la vez que condena a aquellos herejes
que dicen que: "la misma beatísima Virgen María no es verdadera Madre de
Dios ni permaneció siempre en la integridad de la virginidad, a saber, antes
del parto, en el parto, y después del parto". Denz 1880
3.1. LA VIRGINIDAD DE MARÍA Y LA SAGRADA ESCRITURA
A. Virginidad antes del parto
Cristo fue
concebido virginalmente, es decir, por obra del Espíritu Santo. Así se contiene
en la Anunciación que el ángel Gabriel hace a María: el ángel es enviado a una
virgen, Lc 1, 27; María. Le anuncia la concepción de un hijo, Lc 1, 31. A la
objeción de María, Lc, 1, 34, el ángel le da una explicación que indica el modo
virginal de la concepción: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, lo que nacerá será llamado
santo, Hijo de Dios".
En
Mt 1,20, el ángel de Yahvé testifica a José que la concepción de Cristo ha sido
hecha virginalmente: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a
María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo".
También en Mateo 1, 25, se afirma expresamente que no hubo ningún comercio
carnal antes del nacimiento de Jesús: "Sin que él (José) la hubiese
conocido. (María) dio a luz un hijo, al que él puso por nombre Jesús".
-
Magisterio de la Iglesia: "La
Santísima Virgen María concibió milagrosamen-
te
a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo, conservando intacta su
virginidad". (de fe divina expresamente definida).
En el pontificado de San León
III (795-816) proclamó lo siguiente: "De esta inefable Trinidad sólo la
persona del Verbo, es decir, el Hijo ...
bajó de los cielos del cual no se había alejado jamás. Se encarnó del Espíritu
Santo y se hizo verdadero hombre de la siempre virgen María, y permanece
verdadero Dios..." Nuevo Denz 619
B. La virginidad en el parto
Son muchos los
autores que piensan que la profecía de Is, 7, 14: "He aquí que una
doncella (virgen) está encinta y va a dar a luz un hijo y le pondrá por nombre
"Emmanuel"; contiene ya la afirmación no sólo la concepción, sino
también del parto virginal. Así según muchos autores, en el texto se afirmaría
un parto milagroso de modo que al dar a luz sea a la vez virgen.
-
Magisterio de la Iglesia: El Magisterio de
la Iglesia dice: "La Santísima Virgen María permaneció virgen intacta en
el nacimiento de su divino Hijo Jesús" (De fe divina expresamente
definida).
Las
investigaciones históricas más recientes como las de R. Laurentin 1960, como
fruto del estudio de la tradición sobre la virginidad durante el parto, coloca
la afirmación de la permanencia integral corporal de María como proposición que
se encuentra en el interior de la fe; dato, por tanto, de fe y no mera teoría
extrínseca. Sin duda, el milagro de la verdadera integridad corporal, no
obstante el parto, puede parecer difícil, por no decir imposible, a la razón humana, pero esto es común a las
realidades misteriosas.
Por
lo demás no puede decirse que tal milagro carecía de sentido. Ha sido un mérito
muy grande de R. Laurentin haber mostrado que para los Santos Padres la
permanencia de la integridad corporal de María no era algo meramente anatómico
o fisiológico, sino que lo consideraban como algo que tenía verdadero sentido
de signo de realidades sobrenaturales; precisamente por ese carácter de signo,
Dios pudo querer ese milagro. Naturalmente puede preguntarse qué valor de signo
puede tener una realidad oculta y desconocida a todos con la excepción de
María. La respuesta podría ser que María llevaba en su seno un motivo de
credibilidad, dado por Dios, para fortaleza de su fe en la hora difícil de la
prueba, sobre todo en el momento decisivo en que estuvo junto a la cruz del
Señor.
Finalmente
podemos decir de la virginidad de María en el parto que así como en la
concepción de Cristo (por obra del Espíritu Santo) también en el nacimiento de
Cristo, todo fue milagroso y sobrenatural. El teólogo Contenson, Paris, 1875,
intenta explicar de qué modo maravilloso pudo ser el parto virginal de María:
"Así como la luz del sol baña el cristal sin romperlo y con impalpable
sutileza atraviesa su solidez y no lo rompe cuando entra, ni cuando sale lo
destruye, así el Verbo de Dios, esplendor del Padre, entró en la virginal
morada y de allí salió, cerrado el claustro virginal; porque la pureza de María
es un espejo limpísimo, que ni se rompe por el reflejo de la luz ni es herido
por sus rayos".
C. Virginidad después del parto
Al anuncio del
ángel, María opuso una dificultad:"¿Cómo será eso, pues no
conozco varón?."
Según
los expertos en exégesis del evangelio,
"conocer varón" en el lenguaje semítico significa tener relaciones
sexuales íntimas procreativas. La Virgen María no tuvo relaciones con S. José
ni antes de su concepción, porque fue por obra y gracia del Espíritu Santo, ni después del parto.
-
Magisterio de la Iglesia: En tiempos del
papa Sixto IV (1471 - 1484) en la Constitución "Cum praeexcelsa" del
27 de febrero de 1477 se enseña lo siguiente: "Tomando de ella, (La virgen
María) la carne de nuestra mortalidad para la redención del pueblo y
permaneciendo ella, no obstante, después del parto, virgen, sin mancha",
Nuevo Denz 1400.
Santo
Tomás expone las razones por las que la Santísima Virgen María debió
conservar perpetuamente la virginidad y la conservó de hecho. He aquí las
razones.
1. Porque sería ofensivo para Cristo, que por la naturaleza divina es el Hijo
unigénito y absolutamente perfecto del Padre, Jn 1,14; Hebr 7, 28. Convenía por
lo mismo, que fuese también hijo unigénito de su madre, como fruto único y
perfectísimo.
2. Porque sería ofensivo para el Espíritu Santo, cuyo sagrario, fue el seno
virginal de María, en el que formó la carne de Cristo, y no era decente que
fuese profanado por ningún varón.
3. Porque ofendería la dignidad y santidad de la Madre de Dios, que resultaría
ingratísima si no se contentara con tal Hijo y consintiera perder por el
concúbito su virginidad, que tan milagrosamente había conservado.
4. Al mismo San José, finalmente, habría que imputar una gravísima temeridad si
hubiera intentado manchar a aquella de quien había sabido por revelación del
ángel que había concebido a Dios por obra del Espíritu Santo.
Por
todas estas razones hemos de afirmar que la Madre de Dios, así como concibió y
dio a luz a Jesús siendo virgen, así también permaneció siempre virgen después
del parto.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.
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