Doctrina Social de la Iglesia - 55. La Comunidad Política


 

P. Ignacio Garro, jesuita †


11. LA COMUNIDAD POLÍTICA

La comunidad política nace como consecuencia de la dimensión socio - cultural del hombre, para desarrollar los derechos de las personas y de los grupos, armonizar sus actividades y promover el bien común, por ello la comunidad política está al servicio del hombre y no al revés. Por encima de otros intereses y valores, debe de respetar y desarrollar el principio de la dignidad de la persona humana, defender sus derechos fundamentales y también los derechos de los grupos intermedios.

Por todo esto en este capítulo vamos a desarrollar tres objetivos:

  • Conocer los fundamentos de la comunidad política
  • Descubrir la dignidad de la persona humana como base de la acción política
  • Desarrollar la exigencia de implantar la justicia social


11.1.- La política: dimensión sociocultural del hombre

La política ya hemos dicho que es la dimensión socio - cultural de la persona humana. En efecto la política tiene una dimensión social fundamental. La Iglesia con una constancia y energía envidiables, insiste en la naturaleza intrínsecamente social del hombre.

  • "Al ser los hombres sociables por naturaleza, deben vivir los unos con los otros y procurar los unos el bien de los demás", P T, Nº 31.
  • "La perfección del coloquio fraterno está en la comunidad que en las personas de establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena dignidad", G et S, Nº 23.
  • "De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda", G et S, Nº 25
  • "El hombre, única naturaleza terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás", G et S, Nº 24.

 

11.1.1.- Origen de la sociabilidad

La sociabilidad natural del hombre resulta de las varias tendencias y necesidades que se encuentran en la misma naturaleza del hombre y que le mueven a la vida social: así, la tendencia natural a asociarse manifestada, por ejemplo, en el lenguaje (todos sentimos la inclinación a comunicar nuestras ideas y sentimientos por medio de la palabra). O el sentimiento natural de la mutua benevolencia, nacido de una naturaleza común, y que empuja naturalmente a los hombres a vivir juntos, conversar, sufrir con el dolor de los semejantes, amar y darse a los demás.

El hombre no se basta a sí mismo para satisfacer todas sus necesidades, ni para la conservación y desarrollo de su vida física, ni de la vida intelectual y moral. De hecho, los hombres en la historia se han unido siempre, tanto para defender sus derechos, como para satisfacer sus necesidades corporales y espirituales. Sin embargo, según la concepción cristiana del hombre, éste no puede ser reducido a un conjunto de instintos naturales ni a una molécula del organismo social, ni a una serie de relaciones sociales, desapareciendo el concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifica el orden social, mediante tal decisión.

"El hombre, en efecto, cuando carece de algo que puede llamar "suyo" y no tiene posibilidad de ganar para vivir por su propia iniciativa, pasa a depender de la máquina social y de quienes la controlan, lo cual le crea dificultades mayores pare reconocer su dignidad de persona y entorpece su camino para la constitución de una auténtica comunidad humana. Por el contrario, de la concepción cristiana de la persona se sigue necesariamente una justa visión de la sociedad", C A, Nº 13.

 

11.1.2.- Grupos sociales intermedios

Esta innata tendencia del hombre a asociarse da vida a múltiples grupos, asociaciones e instituciones. La encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII llama a estos grupos "organismos intermedios" y dice de ellos : "es necesario que gocen de una autonomía efectiva respecto a los poderes públicos", M et M, Nº 65.

La familia es la más fundamental y extendida de todas las asociaciones, es el núcleo primario y natural de la sociedad, pero existen otras asociaciones, como los sindicatos, las sociedades culturales y deportivas, vecinales,  etc, y a todas ellas hay que tenerlas en cuenta, pues nacen de la iniciativa espontánea y libre de quienes las constituyen.

"Según la Rerum Novarum y la doctrina social de la Iglesia, la socialidad del hombre no se agota en el Estado, sino que se realiza en diversos grupos intermedios, comenzando por la familia y siguiendo por los grupos económicos, sociales, políticos y culturales, los cuales, como provienen de la misma naturaleza humana, tienen su propia autonomía, sin salirse del ámbito del bien común. Es a esto a lo que he llamado "subjetividad de la sociedad", la cual, junto con la subjetividad del individuo, ha sido anulada por el socialismo real", C A, Nº 13.

 

11.1.3.- La sociedad político – cultural

La dimensión social del hombre, expresada a través de los grupos intermedios, requiere una sociedad más amplia para salvaguardar los derechos de los individuos y de los grupos sociales, armonizar sus actividades y promover el bien común, en tanto que éstos no pueden asegurar el pleno desarrollo humano de sus miembros. Esta sociedad, que abarca a todos los individuos y grupos intermedios, dentro de un cierto territorio, se llama "sociedad civil", o "comunidad política".

"El hombre, como ser social, construye su destino a través de una serie de agrupaciones particulares que se requieren para su perfeccionamiento, y como condición necesaria para su desarrollo, una sociedad más vasta, de carácter universal, la sociedad política. Toda actividad particular debe colocarse en esta sociedad ampliada y adquiere, con ello, la dimensión del bien común", O A, Nº 24; G et S, Nº 74.

La dimensión cultural es la pertenencia a una civilización, a un pueblo, a una familia y una sociedad determinadas, con sus costumbres, mentalidad y la vida personal de cada uno que la compone. Es una mutua interrelación de todo ello lo que constituye el ámbito cultural.

En las sociedades actuales, los lugares donde se juega el futuro se multiplican; se puede actuar a nivel de empresa, de la fábrica, el taller, de un partido político, de una asociación de vecinos, o de cualquier nivel y siempre estas decisiones repercuten en la sociedad. Estas decisiones influyen en la sociedad y la sociedad influye en el individuo.

Desde esta perspectiva, la política es una dimensión esencial del hombre. No se trata de la política de los Estados o de los partidos políticos, o de los grupos ideológicos de poder, sino de la política de "las convicciones últimas sobre la naturaleza, el origen y el fin del hombre y de la sociedad", O A, Nº 25. Es la política que deben de desarrollar grupos culturales y religiosos en el cuerpo social, de manera desinteresada y por caminos que le son propios, O A, Nº 25.

"Toda la actividad humana tiene lugar dentro de una cultura y tiene una recíproca relación con ella. Para una adecuada formación de esa cultura se requiere la participación directa de todo el hombre, el cual desarrolla en ella su creatividad, su inteligencia, su conocimiento del mundo y de los demás hombres. A ella dedica también su capacidad de auto-dominio, de sacrificio personal, de solidaridad y disponibilidad para el bien común. Por esto la primera y más importante labor se realiza en el corazón del hombre, y el modo cómo este se compromete a construir el propio futuro depende de la concepción que tiene de sí mismo y de su destino. Es a este nivel donde tiene lugar la contribución específica y decisiva de la Iglesia en favor de la verdadera cultura". C A, Nº 51.


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Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


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