P. Ignacio Garro, jesuita †
La comunidad política nace como consecuencia de la dimensión socio - cultural del hombre, para desarrollar los derechos de las personas y de los grupos, armonizar sus actividades y promover el bien común, por ello la comunidad política está al servicio del hombre y no al revés. Por encima de otros intereses y valores, debe de respetar y desarrollar el principio de la dignidad de la persona humana, defender sus derechos fundamentales y también los derechos de los grupos intermedios.
Por todo esto en este
capítulo vamos a desarrollar tres objetivos:
- Conocer los fundamentos de la comunidad política
- Descubrir la dignidad de la persona humana como base de la acción política
- Desarrollar la exigencia de implantar la justicia social
11.1.- La política: dimensión
sociocultural del hombre
La política ya hemos
dicho que es la dimensión socio - cultural de la persona humana. En efecto la
política tiene una dimensión social fundamental. La Iglesia con una constancia
y energía envidiables, insiste en la naturaleza intrínsecamente social del
hombre.
- "Al ser los hombres sociables por naturaleza,
deben vivir los unos con los otros y procurar los unos el bien de los
demás", P T, Nº 31.
- "La perfección del coloquio fraterno está en la
comunidad que en las personas de establece, la cual exige el mutuo respeto de
su plena dignidad", G et S, Nº 23.
- "De los vínculos sociales que son necesarios
para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad política, responden
más inmediatamente a su naturaleza profunda", G et S, Nº 25
- "El hombre, única naturaleza terrestre a la que
Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en
la entrega sincera de sí mismo a los demás", G et S, Nº 24.
11.1.1.- Origen de la sociabilidad
La sociabilidad
natural del hombre resulta de las varias tendencias y necesidades que se
encuentran en la misma naturaleza del hombre y que le mueven a la vida social:
así, la tendencia natural a asociarse manifestada, por ejemplo, en el lenguaje
(todos sentimos la inclinación a comunicar nuestras ideas y sentimientos por
medio de la palabra). O el sentimiento natural de la mutua benevolencia, nacido
de una naturaleza común, y que empuja naturalmente a los hombres a vivir juntos,
conversar, sufrir con el dolor de los semejantes, amar y darse a los demás.
El hombre no se
basta a sí mismo para satisfacer todas sus necesidades, ni para la conservación
y desarrollo de su vida física, ni de la vida intelectual y moral. De hecho,
los hombres en la historia se han unido siempre, tanto para defender sus
derechos, como para satisfacer sus necesidades corporales y espirituales. Sin
embargo, según la concepción cristiana del hombre, éste no puede ser reducido a
un conjunto de instintos naturales ni a una molécula del organismo social, ni a
una serie de relaciones sociales, desapareciendo el concepto de persona como
sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifica el orden social,
mediante tal decisión.
"El hombre, en efecto, cuando carece de algo que
puede llamar "suyo" y no tiene posibilidad de ganar para vivir por su
propia iniciativa, pasa a depender de la máquina social y de quienes la
controlan, lo cual le crea dificultades mayores pare reconocer su dignidad de
persona y entorpece su camino para la constitución de una auténtica comunidad
humana. Por el contrario, de la concepción cristiana de la persona se sigue
necesariamente una justa visión de la sociedad", C A, Nº 13.
11.1.2.- Grupos sociales intermedios
Esta innata tendencia
del hombre a asociarse da vida a múltiples grupos, asociaciones e
instituciones. La encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII llama a estos
grupos "organismos intermedios" y dice de ellos : "es necesario que gocen de una autonomía efectiva respecto a los
poderes públicos", M et M, Nº 65.
La familia es la más
fundamental y extendida de todas las asociaciones, es el núcleo primario y
natural de la sociedad, pero existen otras asociaciones, como los sindicatos,
las sociedades culturales y deportivas, vecinales, etc, y a todas ellas hay que tenerlas en
cuenta, pues nacen de la iniciativa espontánea y libre de quienes las
constituyen.
"Según la Rerum Novarum y la doctrina social de
la Iglesia, la socialidad del hombre no se agota en el Estado, sino que se realiza
en diversos grupos intermedios, comenzando por la familia y siguiendo por los
grupos económicos, sociales, políticos y culturales, los cuales, como provienen
de la misma naturaleza humana, tienen su propia autonomía, sin salirse del ámbito
del bien común. Es a esto a lo que he llamado "subjetividad de la
sociedad", la cual, junto con la subjetividad del individuo, ha sido
anulada por el socialismo real", C A, Nº 13.
11.1.3.- La sociedad político –
cultural
La dimensión social
del hombre, expresada a través de los grupos intermedios, requiere una sociedad
más amplia para salvaguardar los derechos de los individuos y de los grupos
sociales, armonizar sus actividades y promover el bien común, en tanto que éstos
no pueden asegurar el pleno desarrollo humano de sus miembros. Esta sociedad,
que abarca a todos los individuos y grupos intermedios, dentro de un cierto
territorio, se llama "sociedad civil", o "comunidad
política".
"El hombre, como ser social, construye su destino
a través de una serie de agrupaciones particulares que se requieren para su
perfeccionamiento, y como condición necesaria para su desarrollo, una sociedad
más vasta, de carácter universal, la sociedad política. Toda actividad
particular debe colocarse en esta sociedad ampliada y adquiere, con ello, la
dimensión del bien común", O A, Nº 24; G et S, Nº 74.
La dimensión
cultural es la pertenencia a una civilización, a un pueblo, a una familia y una
sociedad determinadas, con sus costumbres, mentalidad y la vida personal de cada
uno que la compone. Es una mutua interrelación de todo ello lo que constituye
el ámbito cultural.
En las sociedades
actuales, los lugares donde se juega el futuro se multiplican; se puede actuar
a nivel de empresa, de la fábrica, el taller, de un partido político, de una asociación
de vecinos, o de cualquier nivel y siempre estas decisiones repercuten en la
sociedad. Estas decisiones influyen en la sociedad y la sociedad influye en el
individuo.
Desde esta
perspectiva, la política es una dimensión esencial del hombre. No se trata de
la política de los Estados o de los partidos políticos, o de los grupos
ideológicos de poder, sino de la política de
"las convicciones últimas sobre la naturaleza, el origen y el fin del
hombre y de la sociedad", O A, Nº 25. Es la política que deben de
desarrollar grupos culturales y religiosos en el cuerpo social, de manera
desinteresada y por caminos que le son propios, O A, Nº 25.
"Toda la actividad humana tiene lugar dentro de
una cultura y tiene una recíproca relación con ella. Para una adecuada formación
de esa cultura se requiere la participación directa de todo el hombre, el cual
desarrolla en ella su creatividad, su inteligencia, su conocimiento del mundo y
de los demás hombres. A ella dedica también su capacidad de auto-dominio, de sacrificio
personal, de solidaridad y disponibilidad para el bien común. Por esto la
primera y más importante labor se realiza en el corazón del hombre, y el modo
cómo este se compromete a construir el propio futuro depende de la concepción
que tiene de sí mismo y de su destino. Es a este nivel donde tiene lugar la
contribución específica y decisiva de la Iglesia en favor de la verdadera
cultura". C A, Nº 51.
...
Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.
Para acceder a las publicaciones de esta SERIE AQUÍ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario