Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús - 5º Parte


P. Manuel Mosquero Martin S.J. †


Quinta Promesa del Sagrado Corazón de Jesús
"Derramaré abundantes bendiciones sobre sus empresas"



Sísifo en la otra vida tenía que subir un peñasco, que se le venía abajo, siempre que iba alcanzando la cima. Todo era inútil, porque no contaba con el favor de los dioses.
Nosotros podemos decir con los apóstoles: “Durante toda la noche hemos estado trabajando y no hemos podido conseguir nada”. Pero nos dice Jesús: “Echad la red a la derecha”, es decir: Para ello pongamos en nuestra vida, con más empeño y rectitud de intención, amor, reparación, confianza y apostolado.


Derramaré abundantes bendiciones

Bendición: Deseo de bienes. En la Escritura significa “Alabanza” de la criatura al Creador, agradecimiento (Por ejemplo: Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo).

Eficaz: No son meros deseos, como los de los hombres, que no pueden darnos los bienes, que nos desean, sino que son eficaces, porque quiere y puede y de hecho nos da lo que nos promete: “Poderoso es también para cumplir lo que ha prometido” (Rom 4,21)

Abundantes: Todos entienden que “Dar bendiciones” es darlas con número y medida, y “derramarlas” es darlas sin tasa ni medida. Los patriarcas conferían la autoridad y derechos del patriarcado, que no se podía renovar ya, -ejemplo: Isaac a su hijo Esaú-, después de haber bendecido al primer nacido, al primogénito.

Así pues, notemos a diferencia entre las bendiciones de Dios con las de nuestros semejantes, aunque sean nuestros padres, los seres que más nos quieren sobre la tierra. La bendición de Dios es un deseo eficaz de bienes abundantes. Y la de los hombres es un deseo de bienes abundantes, pero no siempre eficaz, ni mucho menos. ¡Cuántas veces por ejemplo, dice una madre a su hijo: ¡Hijo mío, que tengas buen viaje! Y, muchas veces ocurren accidentes. ¡Cuántas veces nos decimos los hombres, casi siempre con buen deseo, aunque quizá no sin rutina. ¡Salud! ¡Y la enfermedad no se detiene ante el sonido de esa tan decantada palabra!


Sobre sus empresas

Las Espirituales: Son de este tipo: Comunidades de Vida Cristiana (CVX), Ejercicios Espirituales, Talleres de Oración, Círculo de Estudios Bíblicos, Apostolado de la Oración, Movimiento Eucarístico Juvenil, Comunidades Neocatecumenales, Renovación Carismática Católica, Encuentro Matrimonial Mundial, Catequesis para Bautismo, Catequesis para la Primera Comunión, Catequesis para la Confirmación, difusión de libros y música religiosa, etc. Y de todo cuanto sirve para dar a conocer los tesoros insondables que encierra el Corazón de Jesús.

Los Materiales: Son aquellas, que buscan los bienes de acá abajo, por ejemplo: una colocación, un puesto honroso, éxito en examen, en un negocio, una buena cosecha, etc.


Condiciones para conseguirlas

Las Espirituales:
  • Que estén inspiradas por Dios.
  • Realizadas con celo Perseverante.
  • Por personas Devotas de su Corazón. 
Son promesas a sus devotos.

Las materiales: En qué medida y en qué momento es un secreto de sus designios eternos.


Que seamos devotos de su corazón

Que demostremos esta devoción, guardando sus mandamientos: “Si tú guardas los mandamientos de Yavé y marchas por sus caminos, El te introducirá en una tierra fértil, donde gozarás de toda abundancia” (Deut 7,6)

No conseguimos, porque pedimos, siendo enemigos de Dios por el pecado o pedimos cosas malas (aunque a nuestros ojos miopes les parezcan buenas) o pedimos sin las debidas condiciones de la oración: humildad, confianza y perseverancia.

Nótese que Jesucristo “no promete el éxito de las empresas”, sino su bendición. Muchas veces en nuestra ignorancia, o falsa apreciación de las cosas, tenemos por éxito lo que es fracaso y por fracaso lo que es éxito.

Gran fracaso parecería, sin duda a San Ignacio la herida de la pierna, que cortaba en flor las esperanzas de su brillante carrera militar; y sin embargo, era regalo y mucho regalo de Dios, que por este medio quería levantarle a la cumbre de la santidad, hacerle mil veces más grande a los ojos de los hombres de lo que pudiera él imaginar en sus sueños de gloria.
Por el contrario, la prosperidad en todas sus empresas perdió a hombres tan sabios como Salomón y tan fuertes como Alejandro.

Hace no mucho tiempo, aquí en esta ciudad de Lima, llamó un pobre hombre a un sacerdote. Padecía de un cáncer, que pronto le iba a llevar a la sepultura. Tenía 7 hijos, desde los 12 años de edad hasta los 25. Todos estaban sin bautizar.

Le dije que tenía un obstáculo para recibir los sacramentos, el no estar casado por la Iglesia, según me previnieron. Pero él replicó que deseaba someterse a todo. Contrajo matrimonio de urgencia, y al día siguiente recibió el viático, y más tarde la extremaunción y Bendición Apostólica con tanta devoción y sinceridad que impresionó a toda la familia. Falleció santamente. A los pocos días acudían sus hijos a la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, para recibir todos ellos el Santo Bautismo. Estaban enlutados y recordaban al padre querido.

Cuando Dios toma posesión por primera vez de un alma, allí no hay nada, que no sea todo divinizado, sin mancha ni fealdad de ninguna clase.

Y a la mañana siguiente, muy temprano, este mismo padre que los había bautizado con inmenso consuelo, tenía la dicha inefable de darles a todos, acompañados de su madre viuda, la primera comunión.

¿No es verdad, querido amigo, que si se enjuicia con una crítica a lo divino –mirando de tejas para arriba-, lo que parecía una desgracia, la muerte del ser querido, el Señor lo convirtió en un bien para toda la familia?

Los soldados de Julio César, al entrar en batalla, temblaban muchas veces ante la superioridad inmensa del enemigo. De pronto corría la voz de que el César les estaba mirando, y los legionarios se enardecían y se lanzaban como locos a la pelea y ¡triunfaban!

El Corazón de Jesús no sólo nos mira; sino que nos bendice en nuestras pobres actividades de desterrados en este valle de lágrimas.



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