Homilía de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo



Sobre Pedro edificó Cristo su Iglesia

P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.
Director del Blog

Lecturas: Hch 12,1-11; S 33; 2Tim 4,6-6.17-18; Mt 16,13-19

En la lectura de los evangelios hay cosas que se captan de inmediato, pero otras necesitan reflexión, a veces bastante reflexión. Entre las no tan fáciles está el por qué los cuatro evangelios resaltan tanto la figura de Pedro y sus dotes de liderazgo. Los evangelios, aunque tengan un valor histórico indudable, no pretenden ser propiamente “historia”, sino catequesis del mensaje y obra de Jesús. Por eso el énfasis, con que hablan de Pedro, creo que trata de hacer ver esto: que en la Iglesia fundada por Jesucristo la autoridad y misión de Pedro y de sus sucesores es algo muy importante, digamos fundamental. Ya el domingo de resurrección la aparición de Jesús a Pedro es decisiva para que el resto de discípulos crea (Lc 24,34). También es decisiva para Pablo (1 Co 15,5). San Juan, quien en todas las apariciones de Jesús resucitado hace sobre todo catequesis de la Iglesia, las concluye con la entrega a Pedro de la autoridad plena en la Iglesia, ovejas y corderos (Jn 21,15-17). Los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles de San Lucas, que continúan su evangelio, confirman el reconocimiento claro en la Iglesia naciente de la suprema autoridad de Pedro: Pedro dirige la oración en el Cenáculo antes ya de Pentecostés, propone la sustitución de Judas, en nombre de todos habla y explica a los judíos lo que significan lo sucedido en aquel día, dice a los judíos arrepentidos lo que tienen que hacer y los incorpora a la Iglesia, por sus milagros manifiesta Dios la verdad de la nueva religión, preside las reuniones de los apóstoles, decide el ingreso de los gentiles en la Iglesia (Hch 1-2). Más tarde Pablo somete el mensaje que predica a la autoridad de los apóstoles presididos por Pedro. Cuando Herodes, tras decapitar a Santiago, apresa a Pedro para hacer lo mismo con Pedro, toda la Iglesia ora por él, logrando milagrosamente su libertad, como hemos escuchado en la primera lectura.

No hay duda, pues, de que la autoridad suprema de Pedro y de sus sucesores ha sido considerada en la Iglesia como parte integrante de la misma Iglesia. Es impensable una Iglesia de Cristo sin Papa; sin una persona humana que en ella tenga la autoridad de Pedro, que es la del mismo Cristo. Cree la Iglesia que a cada uno de los Papas, cuando aceptaron su elección, Cristo repite lo que dijo a Pedro: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21,16-17). Porque sigue vigente la promesa: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas (el poder) del Infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).

Esta Iglesia de Cristo, siendo una sociedad, es decir un grupo humano estable organizado, ha sido fundada por Cristo, que le ha dado un modo de ser y una finalidad especiales, no propios de las sociedades puramente humanas. Esto es lo que decimos cuando afirmamos que es una sociedad sobrenatural. Por eso la homologación con las sociedades humanas conduce a errores graves. Hay en ella derechos y obligaciones cuyo origen está en Cristo y ningún hombre, ni siquiera el Papa o un Concilio universal pueden modificar.

Por ser la Iglesia una sociedad sobrenatural con un fin sobrenatural como es la liberación del pecado, hacer de los hombres hijos de Dios y conducirlos a la salvación eterna, sus medios, vida y fuerza vital, son dados y se mantienen por obra de Dios y no solo de sus miembros. Sin embargo también está presente y obra en el mundo visible de los hombres; también es una sociedad humana en el conjunto de otras sociedades humanas y con ellas interactúa; también tiene estructuras socialmente visibles. Estos elementos visibles de la Iglesia forman como su cuerpo. Son necesarios pues sin ellos la Iglesia no estaría ni realizaría su misión con los hombres. Pero, como su fin es muy superior, para cumplirlo, lo visible debe estar como impregnado, dirigido y sometido a los fines sobrenaturales.

San Pablo compara la estructura de la Iglesia con el cuerpo humano. Todos estamos unidos, somos como los miembros del mismo ser vivo; la cabeza, el miembro más importante, es Cristo; como se pensaba en tiempos de Pablo, de la cabeza, de Cristo parte la vida a todos los demás miembros. El Espíritu Santo, dado por el Padre y el Hijo y presente en toda la Iglesia y en cada uno de los creyentes, es el alma; está en el conjunto de la Iglesia y en cada uno de sus miembros de forma parecida a como el alma está y actúa en nuestro cuerpo y en cada miembro. 

Esto es en la Iglesia lo fundamental, pero no se ve. Pero da vida a lo que se ve. También en Cristo cabeza se origina toda la fuerza de la Iglesia, pero no es visible. Pero Cristo mismo ha puesto a quien le haga presente y visible: el Papa. Cristo ha instituido el Papado en su Iglesia (el evangelio de hoy lo atestigua) para por medio de él dirigirla. De ahí que sea muy importante que el Papa esté muy cercano a Cristo. 

Cierto que Cristo garantiza con el don de la infalibilidad papal, caso de enseñar con la máxima autoridad cosas de fe y moral; pero esto es para casos extremos. En su actuación normal el Papa, como cada uno de nosotros, dispone para su labor de sus dones naturales y de las gracias sobrenaturales que Dios le comunique, de modo análogo a nosotros. Por eso es muy importante que le ayudemos con nuestras oraciones y que ofrezcamos también sacrificios y obras buenas por él. La primera lectura de hoy nos dice cómo el Señor acoge esa oración. Dios quiere darnos gracias muy grandes por medio del Papa. En cada misa después de la consagración la Iglesia pone en nuestros labios una oración por la Iglesia y por el Papa. Oremos por el Papa todos los días. 

Respetar al Papa, orar por el Papa, leer lo que enseña el Papa, son signos de una persona que vive su fe.  


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1 comentario:

VINICIO SANTOS dijo...

ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito reanudar al ecumenismo cristiano eclesiástico total de las iglesias cristianas denominacionales del mundo con la iglesia católica romana del Vaticano porque resolví a la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días con mi llamamiento de presidente de rama del barrio las flores de la estaca Guatemala el día de hoy.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.