P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita
De la predicación de Jesús, el tema del reinado de Dios ocupa su puesto central. Las curaciones y milagros que la acompañan son “signos” de este reinado. Con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, la vivencia de Jesucristo se constituye en foco y núcleo del reino de Dios: “Pero, cuando Felipe les anunció el mensaje acerca del reino de Dios y de la persona de Jesucristo, hombres y mujeres abrazaron la fe y se bautizaron” (Hch 8,12).
Es preciso creer en J.C. para acceder al reino de Dios. Con la presencia de Jesús en la historia humana se inicia este anhelado reinado. Su crecimiento se realiza a través de la Iglesia mediante su testimonio con ayuda del Espíritu: “Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que os capacitará para que déis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el último rincón de la tierra” (Hch 1,8). Al término de los siglos el reinado de Dios se hará definitivo: “Entonces será el momento final, citando, aniquiladas todas las potencias enemigas, Cristo entregue el reino a Dios Padre” (ICor 15,24).
Agradecemos al P. Fernando Martínez SJ por su colaboración.
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