Itinerario Temático del Centenario de las Apariciones de Fátima - 5° Ciclo
Compartimos las Oraciones que se utilizaron en el Itinerario para los peregrinos al Santuario de la Virgen de Fátima, para poder rezarlas a manera de preparación al Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima.
Santificados en Cristo
Quinto ciclo del itinerario temático del Centenario de las Apariciones de Fátima, en el ano pastoral 2014-2015
El quinto año del septenario conmemorativo del Centenario de las Apariciones de Fátima evoca la aparición de agosto de la Virgen Madre, en 1917, centrándose en la actitud creyente de la oración.
Inicio mi itinerario en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La aparición de la Señora del Rosario en agosto queda sellada por la petición que hace la Virgen a los Pastorcitos y, con ellos, a todos los creyentes: "Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que va muchas almas para el infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas".
Ya un año antes, el Ángel los había invitado a una vida de oración y sacrificio. En esta llamada, subrayada una y otra vez en Fátima, y concretizada en la vida de los tres pequeños pastores, podemos entrever la convocatoria evangélica a la santidad: "sed santos porque yo soy santo" (1 Ped 1,16). Por la oración, hecha adoración del Dios que es comunión trinitaria de Amor, somos convertidos a uestra verdad y somos alimentados en la relación con el Dios que nos santifica, una relación que se abre compasivamente a los hermanos; por el sacrificio, asumimos una vida eucarística a la manera del propio Cristo, una vida a favor de los demás, sellada por el don de si a Dios por los hermanos.
Acojo esta llamada de la Señora del Rosario a la oración y al sacrificio, a la adoración y a la compasión, a una vida centrada en Dios que me ha de conducir al servicio de los otros. Dios, el Todo-Santo, me invita a la santidad a través del don de su Hijo, Jesús.
1. ADORACIÓN: "REZAD, REZAD MUCHO..."
El acontecimiento Fátima se inaugura por una invitación a la adoración del Dios de la misericordia, la actitud en que se enraíza y profundiza la relación entre Dios y el Hombre. La invitación urgente a la oración en Fátima evoca aquella intuición paulina de que la oración es el campo en el que el Espíritu da fruto en la vida del creyente: "Sed siempre alegres. Orad sin cesar. En todo dad gracias. Esta es, de hecho, la voluntad de Dios a vuestro respeto en Jesucristo. No apaguéis el Espíritu" (1 Tess 5,16-19). Para los tres niños de Fátima, en esta actitud profunda que repasa toda su vida, centrándola en Dios, conformándola con el Dios santo.
Imagino que estoy frente a Jesús Sacramentado, coloco mi vida delante de Dios, interiorizando la oración enseñada por el Ángel de Fátima:
"Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman".
Puedo prolongar este momento. En la luz de Dios que lucía de las manos de la Señora del Rosario, los pastorcitos se veían "Más claramente que en el mejor de los espejos". La adoración a Dios me devuelve mi verdad y me recuerda que la santidad, a la que soy llamado, es fidelidad a esa verdad, pudiendo el Sacramento de la Reconciliación ser una oportunidad para acogerla.
2. CONVOCACIÓN: "SED SANTOS PORQUE YO SOY SANTO" (1 Ped 1,16)
Es con el espíritu orante y sacrificado, de ofrenda de la vida toda a Dios en pro de los otros, como los pastorcitos viven, el 13 de agosto de 1917, las tribulaciones de su detención en Ourém. Centrados en Dios, los pastorcitos lamentan sobre todo faltar al encuentro prometido a la Señora - "si no vemos más a nuestra madre, qué importa; peor es no volver a ver a Nuestra Señora". Y es a partir de esta actitud de fondo, de presencia delante de Dios, que ofrecen cada sacrificio por todos cuantos viven alejados del amor de Dios. Santificados por la presencia de Dios, los pastorcitos aspiran a convertir el mundo al Todo Santo, uniendo su sacrificio al sacrificio santificador de su Hijo.
Afirmo mi disponibilidad para vivir una vida santa, al modo eucarístico, para hacerme instrumentos de esa luz, repitiendo, en coro con los niños de Fátima:
"Sí quiero ofrecerme a Dios, para soportar todos los sufrimientos que Él me quiera enviar, en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido, y de súplica, por la conversión de los pecadores".
La comunidad de los que se dejan lavar en la sangre del Cordero es el horizonte al cual soy convocado y que alimenta ya mi esperanza y mi compromiso con la Iglesia y con el mundo.
3. COMPASIÓN: "... Y HACED SACRIFICIOS POR LOS PECADORES"
La llamada de Fátima es la invitación a la compasión por cuantos son "como ovejas sin pastor" (Mc 6,34). Es una convocatoria al don de sí, al sacrificio en pro de los demás, a la ofrenda que completa en mi vida lo que falta a las tribulaciones de Cristo (Col 1,24). Es solicitud a una vida según el estilo de Jesús, donándome incondicionalmente (Jn 19,30). Hacer sacrificio por los pecadores es hacerse instrumento de la compasión y de la misericordia divinas.
Delante de la Señora del Rosario, consagro mi vida al Dios de la misericordia:
"Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores, y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María".
Puedo prolongar este momento rezando el rosario o alguno de sus misterios. La Señora del Rosario pidió incesantemente a los pastorcitos que rezasen esta oración ritmada por la actitud de María de guardar cada sorpresa de la vida de Cristo, "ponderándola en su corazón" (Lc 2,19). Al meditar la vida de Cristo, en cada misterio, recuerdo su sacrificio, con que soy sanificado, en la medida en la que me dejo también conformar con su vida. En este momento, mi oración se hace compromiso por los otros.
4. CONCLUSIÓN
La llamada a la santidad con la que nos desafía el Evangelio, y que Fátima os recuerda, es vocación de todos. En el mensaje de la Señora del Rosario, esa llamada se describe con estas dos actitudes fundamentales: la centralidad de mi vida en Dios, por la oración, y la ofrenda de mi vida en pro de los otros, sobre todo de los que más necesitan, por el sacrificio. Es el estilo de Jesucristo.
En una breve oración, me comprometo con estas dos actitudes a las que me invita la Virgen - oración y sacrificio - pidiendo, por intercesión de los Beatos Francisco y Jacinta, la gracia de la fidelidad a mi compromiso.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre. Amén.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
Beatos Francisco y Jacinta Marto, rogad por nosotros.
Extractos tomados de:
http://www.fatima.pt/es/pages/quinto-ciclo
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