P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
2. TÍTULOS CRISTOLÓGICOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
2.1. MESÍAS
Mesías viene de la palabra hebrea
"masiah" que significa "ungido", (consagrado). De aquí en
la traducción griega “Cristos" que significa = consagrado, es decir:
"ungido". En el AT designa a todo hombre que por la unción (con
aceite sagrado) fue "consagrado" a Dios y por tanto queda
santificado.
Como el rey era ungido al ser elevado
al trono, 1 Sam 10,1, y se le considera por ello como lugarteniente inviolable
de Yahvé, 1 Sam 29, 6, él es el verdadero "ungido" de Yahvé, l Sam
34, 7. Por el mismo motivo, el Sumo
Sacerdote es el "sacerdote
ungido", Lev 4, 3.5.
El rey, en virtud de la unción de
aceite, que simboliza su penetración por el Espíritu de Dios, 1 Sam 9,16, es
consagrado para ser el primero y el principal en el pueblo de Israel. Esta
unción es un rito importante de la coronación del rey. Así se menciona en el
caso de Saúl l Sam 9-10, del rey David, 2 Sam 2, 4. El rey viene así a ser "el ungido de Yahvé", 2 Sam
19, 22, es decir, un personaje sagrado, al que todo fiel debe manifestar un
respeto religioso, l Sam 24, 7. Así a partir del momento en que la promesa de
Natán fijó la esperanza de Israel en la dinastía de David, 2 Sam 7, 12, cada
rey que desciende de él resulta a su vez ser el "Mesías" actual por el que Dios quiere cumplir sus
designios relativos a su pueblo.
También los sacerdotes son "ungidos". Ningún texto
anterior al exilio de Babilonia (587) habla de la unción de los sacerdotes.
Después del exilio el sacerdocio ve aumentar su prestigio. Ahora que ya no hay
rey, el sumo sacerdote es el jefe de la comunidad. Entonces es cuando para
consagrarlo a su función se le confiere la "unción".
Los textos tardíos sacerdotales, para aumentar la importancia del rito, lo
hacen remontarse hasta el mismo Aarón, Ex 29, 7. La unción, por lo demás, se
extiende luego a todos los sacerdotes, Ex 28, 41. A partir de esta época el
Sumo Sacerdote es el "sacerdote
ungido", Lev 4, 3, por tanto un "Mesías"
actual como lo era antiguamente el rey.
La expectativa escatológica judía
concede un puesto importante a la espera de un Mesías, en el ambiente general
un Mesías regio, en ciertos ambientes sacerdotales, un Mesías sacerdote, y generalmente
ligado a expectativas meramente humanas. Algunos, sin embargo, anuncian la
instauración del Reino de Dios y presentan al Mesías bajo los rasgos del
Siervo de Yahvé y del Hijo del Hombre.
La coordinación de todos estos datos con la espera del Mesías no se realiza en
forma clara y fácil . Sólo la venida de Jesús disipará en este punto la
ambigüedad de las profecías.
2.1.1. Jesús
y la espera del Mesías
Los oyentes de Jesús, impresionados por
su santidad, su autoridad y su poder, Jn 4, 29, se preguntan: "¿No es éste el Mesías?", y en
Mt 12, 23: "¿No es éste el hijo de
David?"; y le presionaban para que se declare abiertamente Jn 10, 24: "¿Hasta cuando vas a tenernos en vilo?
Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente". Ante esta cuestión las
gentes se dividen. Por un lado las autoridades judías deciden excomulgar a
quienquiera que lo reconozca como Mesías, Jn 9, 22. Pero los que recurren a su
poder milagroso lo invocan abiertamente como el hijo de David, Mt 9, 27; 15,
22. Los sinópticos dan una solemnidad particular al acto de fe de Pedro: "¿Quién
decís vosotros que soy yo? ". "Tú eres el Mesías". Mc 8, 29.
Por otro lado, Jesús adopta en este
particular un actitud reservada. No se da a sí mismo nunca el titulo de
Mesías. Se deja llamar hijo de David, pero prohibe a los endemoniados que
declaren que El es el Mesías, Lc 4, 41. Acepta las confesiones de fe, pero
después de la de Pedro recomienda a los Doce que no digan que El es el Mesías,
Mt 16, 20. Por lo demás a partir de este momento, pone empeño en purificar la
concepción mesiánica de sus discípulos. Su carrera mesiánica comenzará como la
del "Siervo de Yahvé", siervo doliente, Hijo de hombre, entrará en su
gloria por el sacrificio de su vida Mc 8, 31. Sus discípulos al oír esto quedan
desconcertados. Sólo después de su Resurrección podrán los discípulos
comprender lo que implica exactamente:
"¿No era necesario que Cristo soportara estos sufrimientos para entrar en
su gloria?". Lc 24, 26.
2.2. HIJO DE DIOS
El término "hijo de Dios" tiene una significación muy amplia en el
AT. Así, Israel es hijo de Dios, esta expresión aplicada al pueblo de Dios
traduce en términos de parentesco humano las relaciones entre Yahvé y su
pueblo. A través de los acontecimientos del Exodo, Israel experimentó la realidad
de esta filiación adoptiva, Ex 22; 0s 11, 1. La conciencia de filiación
adoptiva viene a ser uno de los elementos esenciales de la piedad judía. Ella
funda las esperanzas de las restauraciones futuras, Is 63, 8, así como la
retribución de ultratumba, Sab 2, 13.
2.2.1. El rey hijo de Dios
Los judíos
saben muy bien que el rey es un hombre como ellos, en contraposición a las
mitologías reales de los pueblos circundantes: Egipto, Babilonia, sometido a la
misma ley divina y sujeto al mismo juicio. Sin embargo, David y su
descendencia, fueron objeto de una elección particular que los asocia
definitivamente al destino del pueblo de Dios. Precisamente para traducir esta
relación creada entre Yahvé y el linaje de David dice Dios por medio del
profeta Natán: "Yo seré un padre
para él y él será un hijo para mí", 2 Sam 7, 14. En adelante el titulo
de "hijo de Yahvé" es un
titulo real, que naturalmente vendrá a ser titulo mesiánico Salm 2, 7.
2.2.2. Jesús Hijo único de Dios
En
sinópticos el titulo de Hijo de Dios, fácilmente asociado al de Cristo, Mt 16,
16, aparece en primer lugar como un titulo mesiánico. Así está expuesto a
equívocos, que Jesús habrá de disipar. Desde el comienzo la escena de las
tentaciones de Jesús en el desierto acusa la oposición de las dos interpretaciones.
Para Satán ser Hijo de Dios significa gozar de un poder prodigioso y de una
protección invulnerable. Mt 4, 3-6; para Jesús, Hijo de Dios, significa no
hallar alimento ni apoyo sino en la voluntad de Dios, Mt 4, 4-7. Jesús
rechazando toda sugestión de mesianismo terreno triunfalista y terreno deja
aparecer el vínculo indisoluble que le une al Padre.
2.2.3. La confesión de fe de Pedro
"Tú eres Cristo, Hijo de Dios
vivo", proviene de una auténtica adhesión de fe, Mt 16, 16, pero Jesús
previene inmediatamente un equívoco: su titulo no le garantiza un destino de
gloria terrena; el Hijo del hombre morirá para tener redimir así al género humano
y tener acceso definitivo a su gloria, Mt 16, 21.
Cuando finalmente Caifás, plantea
solemnemente la cuestión esencial:
"¿Eres tú el Cristo, el Hijo del bendito?", Mt 26, 63. Jesús
siente que la expresión podría todavía entenderse en el sentido de un
mesianismo temporal. Así, responde indirectamente abriendo una perspectiva y
anuncia su Venida como soberano juez bajo los rasgos del Hijo del hombre. En
Lucas la pregunta "¿Tú eres, pues, el Hijo de Dios?, tú lo has dicho, lo soy".
Lc 22, 70. Así, Jesús mantendrá intactas, hasta la muerte, sus reivindicaciones.
El se mantendrá fiel a su Padre, Lc 23, 46. Los evangelistas, al referir la
confesión del centurión, Mc 15, 39, subrayan que la cruz es el fundamento de la
fe cristiana.
Por la resurrección de Jesús,
comprendieron finalmente los apóstoles el misterio de su filiación divina: la
resurrección era la realización del Salmo 2, 7; aportaba la confirmación dada
por Dios a las reivindicaciones de Jesús delante de Caifás y de Pilato. Así,
pues, al día siguiente de Pentecostés el testimonio apostólico y la confesión
de fe cristiana tienen por objeto:
"Jesús, Hijo de Dios", Hech 8, 37.
2.2.4. San Pablo
El gran evangelizador y
pedagogo explica así: "Dios envió al
mundo a su Hijo", Gal 4, 4;
"a fin de que fuéramos reconciliados por su muerte", Rom.5,10. La
vida cristiana es una vida: "en la fe del Hijo de Dios que nos amó y
se entregó por nosotros", Gal 2, 20.
2.2.5. San Juan
La teología de la
filiación divina es un tema principal y dominante. Jesús habla claro de las
relaciones entre el Hijo y el Padre: hay entre ellos unidad de operación y de
gloria, Jn 5, 19; el Padre comunica todo al Hijo porque lo ama, Jn 5, 20, le da
el poder de vivificar, Jn 5, 21, y el poder de juzgar, Jn 5, 22; cuando Jesús
retorna al Padre, el Padre le glorifica para que el Hijo le glorifique, Jn 17,
1,s.s. Así, se precisa la doctrina de la encarnación bajo el misterio de la
filiación divina. Dios envió al mundo a su Hijo único para salvar al mundo, 1
Jn 4, 9, s.s; este Hijo único es el revelador de Dios Jn 1, 18, comunica a los
hombres la vida eterna que viene de Dios 1 Jn 4, 9 s.s. La obra que hay que
realizar es, pues, la de creer en El, Jn 6, 29; quien cree en el Hijo tiene la
vida eterna, Jn 6, 40, quien no cree está ya condenado, Jn 3, 18.
2.3. HIJO DE DAVID
El Mesías ha de ser "hijo de David". David que en
su agradecimiento quiere construir una casa digna del esplendor y de la gloria
de Dios, Dios le responde que El quiere construirle a David una descendencia
eterna, 2 Sam 7, 27: "Yo te
edificaré una casa". Así, Dios orienta hacia el porvenir la mirada de
Israel. Promesa incondicionada que no destruye la Alianza del Sinaí, sino que
la confirma concentrándola en la persona del rey, 2 Sam 7, 24. En adelante
Dios, presente en Israel le guía y le mantiene en la unidad por la dinastía de
David. Así, se comprende la importancia del problema de la sucesión al trono
davídico y las intrigas y muertes a que dar lugar, 2 Sam 9, 20. l Reyes, l. Y
todavía se comprende mejor el puesto de David en los oráculos proféticos, Os 3,
5; Jer 30, 9; Ez 34, 23. Para ellos evocar a David es afirmar el amor celoso de
Dios a su pueblo Is 9, 6 y su fidelidad a la Alianza, Jer 33, 20.
Cuando se cumplen los tiempos se llama,
a Cristo: "Hijo de David",
Mt l, l. Este titulo mesiánico no había sido nunca rehusado por Jesús, pero no
expresaba plenamente el misterio de su persona. Por eso Jesús, viniendo a
cumplir las promesas hechas a David, proclama que es más grande que él: "es su Señor". Mt 22, 42-45.
En el N.T. nos ofrece pruebas de cómo
había en tiempos de Jesús una gran expectativa acerca del Mesías davídico. Así
en el canto del "Benedictus" de
Lc 1, 69, revela que la esperanza en el mesías davídico estaba muy viva: "y nos ha suscitado una fuerza
salvadora en la casa de David su siervo". En el relato de la
anunciación también podemos ver esta expectativa, Lc 1, 32, s.s: "El será grande Y será llamado Hijo del
Altísimo, y el Señor Dios le dará la casa de Jacob por los siglos, el trono de
David, su padre, reinará sobre la y su reino no tendrá fin".
2.4. HIJO DEL HOMBRE
En el lenguaje corriente de la Biblia,
la expresión aramea: "hijo de
hombre", aparece con mucha frecuencia como sinónimo de
"hombre", un miembro de la raza humana, que se podría traducir por "hijo de Adán". A veces señala
la precariedad del ser humano Is 51, 12, su pequeñez delante de Dios, Salm 11,
4, a veces su condición pecadora, Salm 14, 2.
Donde más destaca este nombre es en la
los escritos apocalípticos del AT. Así, Daniel 7, tratando de representar en
forma concreta la sucesión de los imperios humanos que se van a derrumbar
cediendo el puesto al reino de Dios, se sirve de unas imágenes impresionantes.
Los imperios son bestias que surgen del mar. Son despojadas de su poder cuando
comparecer ante el tribunal de Dios, al que representa con los rasgos de un
anciano. Entonces llega sobre las nubes del cielo: "un como hijo de hombre"; avanza hasta el tribunal de
Dios y recibe la realeza universal. Dan 7,13, s. s.
En los Evangelios la expresión
"Hijo del Hombre", aparece 70 veces. En los sinópticos los cuadros
escatológicos de Jesús enlazan con la tradición apocalíptica del AT. El Hijo
del Hombre vendrá sobre las nubes del cielo Mt 24, 30, estará sentado sobre su
trono de gloria, Mt 19 28, juzgará a todos los hombres, Mt 16, 27. Ahora bien,
Jesús interrogado por el Sumo Sacerdote, Caifás, para saber si: "es el Mesías, hijo del Bendito",
responde Jesús indirectamente a la pregunta identificándose con el "Hijo
del Hombre" sentado a la diestra de Dios y que viene sobre las nubes del
cielo, Mt 26, 24. Esta afirmación de Jesús ante Caifás, hace que se le condene
por blasfemo. De hecho, Jesús, descartando toda concepción terrenal del Mesías
dejó aparecer su transcendencia. Según estos antecedentes el titulo de Hijo de
Hombre era apto para esta revelación. En cambio, Jesús atribuyó también el
titulo de Hijo de Hombre un contenido que la tradición apocalíptica no preveía
directamente.
Así viene a realizar en su vida terrena
la vocación del siervo de Yahvé desechado y entregado a la muerte para ser
finalmente glorificado y salvar al Género Humano. Ahora bien, este destino debe
sufrirlo en calidad de Hijo de Hombre. Mc 8, 31.
El Hijo del Hombre, antes de aparecer
con gloria el último día habrá llevado una existencia terrenal, en la que su
gloria habrá estado velada en la humillación y en el sufrimiento, al igual que
en el libro de Daniel la gloria de los santos del Altísimo presuponía su
persecución. Así, Jesús, para definir el conjunto de su misión prefiere el
titulo de "Hijo de Hombre", al de "Mesías". Mc 8, 29, s. s.
titulo éste demasiado implicado en las perspectivas temporales de la esperanza
judía.
2.5. EL SIERVO DEL SEÑOR
El nombre de "siervo de
Yahvé" es en la Biblia un titulo honorífico. Yahvé llama "mi siervo" al que destina a
colaborar en la misión salvífica y relacionada con su pueblo elegido Israel.
Moisés, mediador de la Alianza en el Sinaí Ex 14, 31; el rey David 2 Sam 7, 8;
se designa también con este nombre a Abraham Gen 26, 24. Isaac, Jacob, Josué,
etc. Ahora bien, desde los primeros tiempos el pueblo elegido, Israel, es
infiel a su vocación de servidor, e indócil a los servidores de Dios, Deut 9,
24, por eso es castigado con el destierro por medio de un rey pagano
Nabucodonosor. Pero Dios, que no quiere la muerte sino la vida del pecador, se
escoge un "resto" que será fiel bajo el reinado de su Siervo, en
nuevo David, Ez 34, 23, s. s. A este resto de Israel van dirigidos los oráculos
del "Libro de la consolación" : Isaías, capítulos del 40 al 55. El profeta desarrolla en este libro de
la Consolación el tema de Israel, servidor de Dios. Sin embargo Israel, rebelde
desde el seno materno, Is 48, 8, es por su culpa un servidor perezoso, sordo y
ciego, 42, 18. Dios sin embargo, lejos de olvidar a este servidor escogido, lo
perdona, 44, 21,s. s. y va a salvarlo gratuitamente, 41, 8.s.s. por medio del
rey pagano Ciro. Más tarde este canto, releído por la comunidad de Israel, sin
tener en cuenta el contexto en el que se escribió, se aplicó al siervo Israel,
cuya vocación, misión y sacrificio son el objeto de los otros tres cantos :
49,1-6; 50, 4-9; 52, 1-13; 53, 1-13.
Jesús hace suya la misión del siervo de
Yahvé, El es el verdadero Siervo de Yahvé, salvador de todos los hombres. Es
manso y humilde de corazón, Mt 11, 29, que anuncia la salvación a los pobres,
Lc 4, 18, s. s. está en medio de sus discípulos como el que sirve, Lc 22, 27,
El, que es su Señor y su maestro, Jn 13, 12-15, dando su vida por la redención
de todos, Mc 10, 43,s. s.; por eso tratado como un malvado Lc 22, 37, muere en
la cruz Mc 14, 24, sabiendo que resucitará según lo que está escrito del Hijo
del Hombre, Mc 8, 31. Si es, pues, el Mesías esperado, el Hijo del Hombre,
también es el Siervo del Señor que no viene a restablecer un reino temporal,
sino para redimir a todo el género humano del poder del pecado y de la muerte
eterna.
En la predicación apostólica es
presentado como el Siervo de Yahvé que por el misterio de su muerte y
resurrección Hech 3, 1-3, s. s. Es fuente de bendición y luz de las naciones,
Hech 3, 25. Jesús es el Cordero inmolado injustamente como el siervo Hech 8,
32,s. s, que salvó a las ovejas descarriadas; las llagas de su cuerpo curaron
las almas de los pecadores 1 Petr 2, 21. Por eso el nombre del siervo de Jesús,
es la única fuente de salvación para todo hombre, Hech 4, 10.s.
2.6. EL KYRIOS
La palabra "Kyrios", del griego
que significa Señor, significa el que manda, aquel que legítimamente dispone
sobre alguno o sobre algo. En el A.T. Yahvé es designado como Señor Is 1, 24,
porque ha "creado" a su pueblo, Salm 100, 3. El adquirió para sí a
Israel como pueblo, al librarlo de la esclavitud de Egipto, Ex 19, 4. Yahvé es
el Señor del mundo entero, Jos. 3, 11, y toda la tierra está llena de su
gloria, Is 6, 3, porque El ha creado el cielo y la tierra, Salm 93, 2. El es el
Señor de los señores Deut 10, 17.
En el N T se designa a Dios como Señor,
o como el Señor, sobre en todo en citas del AT. Mc 12, 11; Jn 12, 38. En
ocasiones aparece también el sentido originario de la palabra, Mt 11, 25, para
expresar la soberanía de Dios como rey, l Tim 6, 15, o como creador del mundo,
Hech 17, 24.
2.6.1. Jesucristo como el Señor
En Mt.
Lc. y Jn. Jesús es llamado
"Señor" ya antes de su resurrección, y más frecuentemente se le
habla o saluda con el titulo de
"¡Señor mío!", o
"Señor nuestro". En Mc. este uso de la palabra sólo se halla en
Mc 11, 3 y 7, 28. No cabe la menor duda de que los discípulos y otros hombres
han hablado a Jesús llamándole "mi
Señor". Jesús aceptaba este titulo, Jn 13, 13 y quería que se
reservara para El solo, Mt 23, 8, porque en Jesús se manifestaba el poder regio
de Dios, Mt 12, 28.
Pero Jesús, por su muerte y
resurrección, entró en su gloria Lc 24. 26 ; l Petr l. 11. Justamente al Señor
crucificado Dios Padre le hizo
"Señor" y
"Mesías", Hech 2, 36 y le destinó para ser juez de vivos y
muertos, Hech 10, 42. A l1 le ha dado Dios Padre todo poder, Mt 28, 18, y lo ha
exaltado y glorificado, Hech 2, 33; desde entonces Jesús tiene parte en la
soberanía divina. Los discípulos aguardan la venida de su Señor como los
criados de las parábolas, Mt 24, 42, s. s. y suplican su retorno 1 Cor 16, 22: "Marana tha","Ven,
Señor", Apoc 22, 20.
2.7. EL LOGOS
"Logos" es palabra griega que
significa: "palabra", (latín
"Verbum"). En el AT. "logos", significa la palabra
pronunciada, orden o mandato dado por Dios, o por el rey, profeta, etc. El
evangelista Juan habría utilizado este término muy difuso de la filosofía
gnóstica y le habría dado un contenido teológico original. Esta palabra
"Logos", en S. Juan no se encuentra más que en tres pasajes: Jn 1, 1;
2, 14; 1 Jn l, l; Apoc 19, 13.
En Jn l, l, s.s. se designa como
"Logos" al Cristo histórico a quien los discípulos contemplaron y
palparon con sus manos y al que confesaron como "verdadero Dios y vida eterna", l Jn 5, 20. Dios Padre
dio a los hombres la vida eterna al pronunciar su Palabra de vida, esto es, al
enviarles a su Hijo que es la vida eterna, Jn 11, 25, a fin de que los
creyentes vivan por El, l Jn 4, 9. Esta revelación de la vida divina la oyeron
y la vieron los discípulos de Jesús en la persona de su Maestro.
Cristo no es sólo la palabra que Dios
ha pronunciado por la encarnación, sino que es también el Verbo que existía
desde el principio Gen l, l; Jn l, l, esto es, antes de la creación del mundo,
Jn 17, 24, que estaba desde el principio junto a Dios, es decir, junto al Padre,
Jn 1, 18. Esta explicación se explica en diversos lugares bíblicos: Cristo es
Dios, Jn l, l, es el Hijo Unigénito de Dios, Jn 1, 18, es la imagen del Dios
invisible, Col 1, 15, la fuerza y la sabiduría de Dios, l Cor 1, 25 y desde el
principio es presentado como Palabra o Verbo divino subsistente, persona
distinta del Padre.
San Juan parece entender más bien el
Logos como la Palabra por la que Dios creó todas las cosas Jn 1, 3; Gen l, l,
s. s. que ya antes de la encarnación se había dado a conocer al mundo, Jn 1, 4,
s. s.; 8, 56 y que por Jesucristo, Logos, Dios y hombre, se reveló
completamente a los hombres. El N T confiesa a Cristo como Dios y como Hijo
preexistente de Dios, Rom 1, 38; 1 Cor 10, 3, por quien "todo fue creado", l Cor 8, 6. La presentación del
evangelista S. Juan de Cristo como Logos del Padre fue para desvirtuar las
nociones gnósticas que había en el medio ambiente y que él empleó al oponer el
verdadero Logos de Dios al "logos gnóstico" de los griegos y
gentiles. Juan ve en el Logos del prólogo de su evangelio al revelador supremo
del Dios invisible, Jn 1, 18, y al mismo tiempo descubre en su persona, igual a
Dios, el contenido mismo de la revelación salvífica divina.
2.8. EL SUMO SACERDOTE
En la literatura de la tradición
sacerdotal, el Sumo Sacerdote o el gran Sacerdote, Lev 21,10, ocupa el grado
supremo de todos cuantos sirven en el Templo, el "ungido" con óleo
especial Ex 30, 22, es el príncipe de los sacerdotes, 2 Reyes 25, 18. El era
el gran medíanero entre Dios y el pueblo elegido, y en calidad de tal ofrecía
el gran sacrificio diario, Ex 29, 42 y personalmente actuaba en la liturgia
del gran día de la expiación, Lev 4, 5. El también presidía el gran consejo de
Sanhedrín y por el puesto que ocupaba se le exigía una gran santidad de vida,
Lev 21, 10-15. Debía habitar cerca del Templo, Neh 3, 20.
Después del destierro de Babilonia es
cuando se habla de verdaderos sacerdotes, se trata no del sacerdocio de la
familia de Aarón, sino de la de Sadoq; los demás pueden ejercer en el Templo
funciones secundarias la tradición sacerdotal lo expresa diciendo que los
levitas son los que descienden de Leví, pero no de Aarón. Expresión de esta
situación es el sistema jerárquico, según el cual Leví tuvo tres hijos:
Guerson, Quehat y Merarí, Ex 6, 16-24. A la cabeza del sacerdocio y de los
levitas se hallaba el Sumo Sacerdote; los sacerdotes estaban distribuidos en 24
clases o linajes sacerdotales y su orden y servicio se determinaba por suertes,
Lc 1, 8. El sacerdocio era hereditario. Al llegar el Sumo Sacerdote a la edad
prevista "se le llenaban las
manos", rito por el que expresaba su pertenencia al sacerdocio y su
derecho sobre los sacrificios. Su misión era instruir al pueblo de Dios en
materia de la Ley, en cuestiones rituales y en asuntos religiosos, la oblación
de los sacrificios, la administración de los bienes del Templo y la vigilancia
de este.
En el N T, Jesucristo es el Sacerdote
único. En los evangelios sinópticos Jesús mismo nunca se atribuye el titulo de
"sacerdote". Y esto se comprende fácilmente pues este titulo designa
una función ritual muy definida, reservada a los miembros de la familia de
Leví. Ahora bien, Jesús sabe que su misión no es la "sacerdotal"
entendida desde la perspectiva del AT. Prefiere llamarse Hijo de Hombre para
definir su misión salvífica. En el N T solamente la Carta a los Hebreos habla
claramente de Jesucristo como Sumo Sacerdote. Presenta el sacrificio de Cristo
en la cruz como el sacrificio de expiación Hebr 9, 1-14, de la nueva alianza,
Hbr 9, 18-24, del Siervo. Pero concentra su atención en el papel personal de
Cristo en la ofrenda de este sacrificio. Y es que Jesús, como antiguamente
Aarón y mejor que él, está llamado por Dios para intervenir en favor de los
hombres y ofrecer sacrificios por sus pecados, Hbr 5, 1-4. El sacerdocio de
Jesucristo estaba prefigurado en el de Melquisedec Gen 14, 18.s.s. conforme al
oráculo del Salm 110, 4, en el que proclama la perfección inmutable del
sacerdote definitivo Hbr 7, 20-25. Jesús es el sacerdote santo, el único Hbr 7,
26,s.s.
Este sacerdocio está enraizado en su
mismo ser, que le hace ser mediador por excelencia: a la vez verdadero hombre
Hbr 2, 10-18 que comparte nuestra pobreza hasta la tentación, Hbr 2, 18; 4,15,
y verdadero Hijo de Dios, superior a los ángeles Hbr 1, 1-13, es el sacerdote
único y eterno. Realizó su sacrificio de una vez para siempre en el templo, Hbr
7, 27; 9, 25-28. Ahora ya es para siempre el intercesor Hbr 7, 24,s.s. el
mediador de la nueva alianza, Hbr 8, 6-13.
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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