Catequesis del Papa. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 3. Jesús, maestro del anuncio


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 25 de enero de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El miércoles pasado reflexionamos sobre Jesús modelo del anuncio, sobre su corazón pastoral siempre dirigido a los demás. Hoy nos fijamos en Él como maestro del anuncio. Dejémonos guiar por el episodio en el que predica en la sinagoga de su pueblo, Nazaret. Jesús lee un pasaje del profeta Isaías (cfr. 61,1-2) y después sorprende a todos con una “predicación” muy breve, de una sola frase, una sola frase. Y dice así: «Esta escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (Lc 4,21). Esta fue la predicación de Jesús: «Esta escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Esto significa que para Jesús ese pasaje profético contiene lo esencial de lo que Él quiere decir de sí. Por tanto, cada vez que nosotros hablamos de Jesús, deberíamos recalcar su primer anuncio. Veamos entonces en qué consiste este primer anuncio. Se pueden identificar cinco elementos esenciales.

El primer elemento es la alegría. Jesús proclama: «El Espíritu del Señor sobre mí, […] me ha enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (v. 18), es decir un anuncio de leticia, de alegría. Buena Nueva: no se puede hablar de Jesús sin alegría, porque la fe es una estupenda historia de amor para compartir. Testimoniar a Jesús, hacer algo por los otros en su nombre, es decir entre las líneas de la vida haber recibido un don tan hermoso que ninguna palabra basta para expresarlo. Sin embargo, cuando falta la alegría, el Evangelio no pasa, porque este ―lo dice la palabra misma― es buena nueva, y Evangelio quiere decir buena nueva, anuncio de alegría. Un cristiano triste puede hablar de cosas muy hermosas, pero todo es vano si el anuncio que transmite no es alegre. Decía un pensador: “un cristiano triste es un triste cristiano”: no olvidar esto.

Vamos al segundo aspecto: la liberación. Jesús dice que ha sido enviado «a proclamar la liberación a los cautivos» (ibid.). Esto significa que quien anuncia a Dios no puede hacer proselitismo, no, no puede presionar a los otros, sino aligerarlos: no imponer pesos, sino aliviar de ellos; llevar paz, no llevar sentimientos de culpa. Cierto, seguir a Jesús conlleva una ascesis, conlleva sacrificios; por otro lado, si cualquier cosa hermosa lo requiere, ¡mucho más la realidad decisiva de la vida! Pero quien testimonia a Cristo muestra la belleza de la meta, más que la fatiga del camino. Nos habrá sucedido contarle a alguien sobre un bonito viaje que hemos hecho. Por ejemplo, habremos hablado de la belleza de los lugares, de lo que hemos visto y vivido, no del tiempo que tardamos en llegar ni de las colas del aeropuerto, ¡no! Así cada anuncio digno del Redentor debe comunicar liberación. Como el de Jesús. Hoy hay alegría, porque he venido a liberar.

Tercer aspecto: la luz. Jesús dice que ha venido a traer «la vista a los ciegos» (ibid.). Llama la atención que, en toda la Biblia, antes de Cristo, nunca aparece la curación de un ciego, nunca. De hecho, era un signo prometido que llegaría con el Mesías. Pero aquí no se trata solo de la vista física, sino de una luz que hace ver la vida de forma nueva. Hay un “venir a la luz”, un renacimiento que sucede solo con Jesús. Si lo pensamos, así empezó para nosotros la vida cristiana: con el Bautismo, que antiguamente se llamaba precisamente “iluminación”. ¿Y qué luz nos dona Jesús? Nos trae la luz de la filiación: Él es el Hijo amado del Padre, viviente para siempre; y con Él también nosotros somos hijos de Dios amados para siempre, a pesar de nuestros errores y defectos. Entonces la vida ya no es un ciego avanzar hacia la nada, no: no es cuestión de suerte o fortuna. No es algo que dependa de la casualidad o de los astros, y tampoco de la salud o de las finanzas, no. La vida depende del amor, del amor del Padre, que cuida de nosotros, sus hijos amados. ¡Qué hermoso es compartir con los otros esta luz! ¿Habéis pensado que la vida de cada uno de nosotros ―mi vida, tu vida, nuestra vida― es un gesto de amor? ¿Es una invitación al amor? ¡Esto es maravilloso! Pero muchas veces lo olvidamos, frente a las dificultades, a las malas noticias, también frente ―y esto es feo― a la mundanidad, la forma de vivir mundana.

Cuarto aspecto del anuncio: la sanación. Jesús dice que ha venido «para dar libertad a los oprimidos» (ibid.)Oprimido es quien en la vida se siente aplastado por algo que sucede: enfermedades, fatigas, angustias, sentimientos de culpa, errores, vicios, pecados… Oprimidos por esto: pensemos, por ejemplo, en los sentimientos de culpa por eso, por lo otro… Lo que nos oprime, sobre todo, es precisamente ese mal que ninguna medicina o remedio humano puede resanar: el pecado. Y si uno tiene sentido de culpa por algo que ha hecho, y este se siente mal… Pero la buena noticia es que con Jesús este mal antiguo, el pecado, que parece invencible, ya no tiene la última palabra. Yo puedo pecar porque soy débil. Cada uno de nosotros puede hacerlo, pero esta no es la última palabra. La última palabra es la mano tendida de Jesús que nos levanta del pecado. Y padre, ¿esto cuándo lo hace?  ¿Una vez? No. ¿Dos? No. ¿Tres? No. Siempre. Cada vez que tú estás mal, el Señor siempre tiene la mano tendida. Solamente hay que aferrarse y dejarse llevar. La buena noticia es que con Jesús este mal antiguo ya no tiene la última palabra: la última palabra es la mano tendida de Jesús que te lleva adelante. Jesús nos sana del pecado siempre. ¿Y cuánto debo pagar por la sanación? Nada. Nos sana siempre y gratuitamente. Invita a los que están «fatigados y sobrecargados» ―lo dice el Evangelio― a ir a Él (cfr. Mt 11,28). Y entonces acompañar a alguien al encuentro con Jesús es llevarle al médico del corazón, que levanta la vida. Es decir: “Hermano, hermana, yo no tengo respuesta a muchos de tus problemas, pero Jesús te conoce, Jesús te ama, te puede sanar y serenar el corazón”. Quien lleva pesos necesita una caricia sobre el pasado. Muchas veces oímos: “Pero yo necesitaría sanar mi pasado… necesito una caricia sobre ese pasado que me pesa tanto…”. Necesita perdón. Y quien cree en Jesús tiene precisamente eso para donar a los otros: la fuerza del perdón, que libera el alma de toda deuda. Hermanos, hermanas, no lo olvidéis: Dios lo olvida todo. ¿Por qué? Sí, olvida todos nuestros pecados, de ellos no tiene memoria. Dios perdona todo porque olvida nuestros pecados. Solamente hay que acercarse al Señor y Él nos perdona todo. Pensad en algo del Evangelio, de ese que ha empezado a hablar: “¡Señor, he pecado!”. Ese hijo… Y el padre le pone la mano en la boca. “No, está bien, nada…”. No le deja terminar...Y esto es hermoso. Jesús nos espera para perdonarnos, para resanarnos. ¿Y cuánto? ¿Una vez? ¿Dos veces? No. Siempre. “Pero padre, yo hago las mismas cosas siempre…”. Y también él hará las mismas cosas siempre: perdonarte, abrazarte. Por favor, no desconfiemos de esto. Así se ama al Señor. Quien lleva pesos y necesita una caricia sobre el pasado, necesita perdón, que sepa que Jesús lo hace. Y es esto lo que da Jesús: liberar el alma de toda deuda. En la Biblia se habla de un año en el que se era liberado del peso de las deudas: el Jubileo, el año de gracia. Es como el último punto del anuncio.

Jesús, de hecho, dice que ha venido «a proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,19). No era un jubileo programado, como los que estamos haciendo ahora, que todo está programado y se piensa en qué hacer, qué no hacer… No. Pero con Cristo la gracia que hace nueva la vida llega y asombra siempre. Cristo es el Jubileo de cada día, de cada hora, que se acerca a ti, para acariciarte, para perdonarte. Y el anuncio de Jesús debe llevar siempre el asombro de la gracia. Este asombro… “No me lo puedo creer, he sido perdonado, he sido perdonada”. ¡Pero tan grande es nuestro Dios! Porque no somos nosotros los que hacemos grandes cosas, sino que es la gracia del Señor que, también a través de nosotros, realiza cosas imprevisibles. Y estas son las sorpresas de Dios.  Dios es un maestro de las sorpresas. Siempre nos sorprende, siempre nos espera. Nosotros llegamos y Él está esperando. Siempre. El Evangelio va acompañado de un sentido de maravilla y de novedad que tiene un nombre: Jesús.

Él nos ayude a anunciarlo como desea, comunicando alegría, liberación, luz, sanación y asombro. Así se comunica Jesús.

Una última cosa: esta buena nueva, que dice el Evangelio, está dirigida «a los pobres» (v. 18). A menudo nos olvidamos de ellos, sin embargo, son destinatarios mencionados explícitamente, porque son los predilectos de Dios. Acordémonos de ellos y recordemos que, para acoger al Señor, cada uno de nosotros debe hacerse “pobre dentro”. Con esa pobreza que hace decir: “Señor necesito perdón, necesito ayuda, necesito fuerza”. Esta pobreza que todos nosotros tenemos: hacerse pobre dentro. Se trata de vencer toda pretensión de autosuficiencia para saberse necesitado de gracia, y siempre necesitado de Él. Si alguien me dice: Padre, pero ¿cuál es la vía más breve para encontrar a Jesús? Hazte necesitado. Hazte necesitado de gracia, necesitado de perdón, necesitado de alegría. Y Él se acercará a ti.



Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2023/documents/20230125-udienza-generale.html

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Catequesis del Papa. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 2. Jesús, modelo del anuncio

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 18 de enero de 2023

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos todos!

El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, es decir sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús. El Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr. Jn 1,1). El hecho de que Él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre dirigida a nosotros, comunicada a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un mensaje: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que le ha enviado y mirando a nosotros a quienes Él ha sido enviado.

De hecho, si miramos a sus jornadas, descritas en los Evangelios, vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar (cfr. Mc 1,35; Lc 4,42) a hablar con el Padre. Todas las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber rezado (cfr. Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque Él está en misión por nosotros, enviado por el Padre a nosotros.

A tal propósito es interesante el primer gesto público que Él realiza, después de los años de la vida oculta en Nazaret. Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: entregarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido «a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y la dedica a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos (cfr. Mc 1,32-39). Es decir, Jesús está en contacto con el Padre en la oración y después está en contacto con toda la gente para la misión, para la catequesis, para enseñar el camino del Reino de Dios.

Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que ―dice― «da su vida por las ovejas» (Jn 10,11), este es Jesús. De hecho, ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros.

De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, «el alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: «separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro? Cuántas veces nuestra actitud con gente que es un poco difícil o que es un poco complicada se expresa con estas palabras: “Es un problema suyo, que se las arregle…”. Pero Jesús nunca ha dicho esto, nunca, sino que ha ido siempre al encuentro de todos los marginados, los pecadores. Lo acusaban de esto, de estar con los pecadores, porque les llevaba precisamente la salvación de Dios.

Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas (cfr. vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Leedlo a menudo, ahí podemos entender qué es el celo apostólico. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesgaSufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han ido es continua en Jesús. Y cuando escuchamos que alguien ha dejado la Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios.

Y yo me pregunto: nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. “¿Y este? ― Se ha ido a otro lado, ha perdido la fe, le espera el infierno…”, y nos quedamos tranquilos. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado? No para hacer proselitismo, ¡no! Sino para que les llegue la Palabra del Padre y caminar juntos. Evangelizar no es hacer proselitismo: hacer proselitismo es una cosa pagana, no es religiosa ni evangélica. Hay una buena palabra para aquellos que han dejado el rebaño y nosotros tenemos el honor y la carga de decir esa palabra. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto, acercarnos siempre, con el corazón abierto, a todos, porque Él es así. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con el corazón de Jesús, con este corazón pastoral, cerca del corazón pastoral de Jesús! No se trata de hacer proselitismo, ya lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, esto no es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios. Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, que se pone cerca de todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir por cada uno la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga, no va: si los cristianos no tenemos este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de apacentarnos solo a nosotros. Los pastores que son pastores de sí mismos, en vez de ser pastores del rebaño, son peinadores de ovejas “exquisitas”. No hay que ser pastores de sí mismos, sino pastores de todos.



Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2023/documents/20230118-udienza-generale.html

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III Domingo de Tiempo Ordinario - A: Jesús anuncia el Reino y llama a sus primeros apóstoles



 TERCER Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A). Jesús anuncia el Reino y llama a sus primeros apóstoles.

"Para acoger el reino de Dios que Jesús anuncia, hay que convertirse"
Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita

ACCEDA AQUÍ







EJERCICIOS ESPIRITUALES en la vida cotidiana. Programa DESAFÍO - 2da Parte DECISIÓN - SEMANA 1

 



Programa del P. Mark Link jesuita, sobre Ejercicios Espirituales para desarrollarlos en la vida diaria. Iniciamos la 2da Semana o Etapa, en esta primera entrega, se comparte la PRIMERA semana de ejercicios espirituales de esta segunda etapa. Recordemos que debemos haber culminado la 1era semana o etapa DESAFÍO. 

Acceda AQUÍ.  





Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo 23



P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita


Luego de las fiestas de Navidad, continuamos con la publicación de las meditaciones diarias por el P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita, en esta vigésima tercera entrega, seguimos presentando la novena etapa: 

IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA

DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN

HASTA LA ÚLTIMA CENA

Las nuevas meditaciones que compartimos corresponden a:

Meditaciones de la 195 hasta 207

Asimismo, se acompaña con enlaces a la Introducción y Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones presentadas por el autor, con la finalidad de dar orientaciones básicas a los ejercitantes, y se complementa con orientaciones para realizar el examen de la meditación.

Esperamos que estas publicaciones sean de provecho espiritual, con la gracia de Dios.

ACCEDA A LAS MEDITACIONES AQUÍ





 




Selección de nuestras publicaciones ordenadas a manera de CURSOS de formación






II Domingo de Tiempo Ordinario - A: El testimonio de San Juan el Bautista


SEGUNDO domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A). El testimonio de San Juan Bautista.
"Saber dar testimonio de Jesús como lo hace el Bautista."
Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita

ACCEDA AQUÍ

 








Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de ENERO 2023: Por los educadores

 


 



RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN

INTENCIONES DEL PAPA PARA EL MES DE ENERO




OFRECIMIENTO DIARIO

Padre Bueno, sé que estás conmigo.
Aquí estoy en este nuevo día.
Pon una vez más mi corazón
junto al Corazón de tu Hijo Jesús,
que se entrega por mí y que viene a mí en la Eucaristía.
Que tu Espíritu Santo me haga su amigo y apóstol, 
disponible a su misión de compasión.
Pongo en tus manos mis alegrías y esperanzas,
mis trabajos y sufrimientos, todo lo que soy y tengo,
en comunión con mis hermanos y hermanas de esta red mundial de oración.
Con María te ofrezco mi jornada por la misión de la Iglesia y por la intención de Oración del Papa para este mes:

«Oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la competencia y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables»
AMÉN




ORACIÓN

Jesús, Maestro bueno, como te llamó el joven del Evangelio,

tu vida fue testimonio vivo de amor y acogida.

Nos enseñaste con tu coherencia, que el amor se pone en obras

actuando lo que decías y siendo testigo creíble del amor del Padre.

Contemplándote en el Evangelio entendemos que

sólo podemos comunicar a otros lo que vivimos.

Por eso te pedimos que ayudes a quienes educan

a que su estilo se parezca al tuyo;

comunicando con actitudes concretas y también con palabras

la fraternidad, el respeto mutuo y el valor de las diferencias.

Que tu Espíritu de Amor infunda en ellos,

tu manera de proceder con los más frágiles

ayudándolos a forjarse una vida digna

cimentada en Ti y abierta a los hermanos y hermanas.

Amén


Padre Nuestro…

Ave María...

Gloria...

Amén




VIDEO DEL PAPA




LUEGO DEL OFRECIMIENTO DIARIO
RECEMOS DURANTE LA MAÑANA, EL DÍA Y POR LA NOCHE


ENLACES AQUÍ

DESCARGUE EN PDF LAS ORACIONES
Revista virtual RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA, ENERO 2023, Nº75.
AQUÍ.



INTENCIÓN DEL MES

"Educar con fraternidad". Intención de oración del Papa en enero
En el primer Video del Papa del 2023, Francisco —como ha reiterado varias veces en su pontificado— pone el acento en la importancia de los educadores. El Santo Padre pide añadir un contenido nuevo a la enseñanza: la fraternidad, un ingrediente clave en la búsqueda de un mundo cercano a los más vulnerables.

Ciudad del Vaticano

El Video del Papa acaba de comenzar su octavo año consecutivo publicando la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. Para inaugurar el 2023, Francisco ha elegido lanzar un mensaje a los educadores con una propuesta singular: “añadir un nuevo contenido en la enseñanza: la fraternidad”. 

“Quiero proponer a los educadores que añadan un nuevo contenido en la enseñanza: la fraternidad. La educación es un acto de amor que ilumina el camino para que recuperemos el sentido de la fraternidad, para que no ignoremos a los más vulnerables. El educador es un testigo que no entrega sus conocimientos mentales, sino sus convicciones, su compromiso con la vida. Uno que sabe manejar bien los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos, armonizados. Y de ahí la alegría de comunicar. Y ellos serán escuchados mucho más atentamente y serán creadores de comunidad. ¿Por qué? Porque están sembrando este testimonio. Oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la confrontación y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables.”

Cabeza, corazón y manos: testigos de fraternidad
En este Video del Papa, Francisco quiere ampliar el alcance de la actividad educadora, para que no esté centrada solo en el contenido. Para el Papa, el educador es un testigo de fraternidad que no entrega “sus conocimientos mentales, sino sus convicciones, su compromiso con la vida”. De este modo, los educadores podrán ser “escuchados mucho más atentamente y serán creadores de comunidad”. “Educar —había dicho también el Santo Padre el año pasado en conversación con una delegación del ‘Global Researchers Advancing Catholic Education Project’— es arriesgar en la tensión entre la cabeza, el corazón y las manos: en armonía, hasta el punto de pensar lo que siento y hago; de sentir lo que pienso y hago; de hacer lo que siento y pienso. Es una armonía”.

Una escuela, un campo de fútbol, un profesor
El video de enero del Papa -que comienza con la palabra fraternidad, escrita en una pizarra como si fuera una asignatura didáctica- acompaña la reflexión de Francisco con la narración de una historia, ambientada en una escuela. Un niño, marginado por sus compañeros durante los partidos de fútbol, permanece solo en un rincón hasta que un profesor, al darse cuenta de su malestar, decide ocuparse de él. No lo hace con palabras, sino con su testimonio de vida: se queda con él, día tras día, y con pasión y perseverancia le enseña a jugar. Hasta que, una mañana, lo encuentra junto a esos mismos compañeros que antes lo habían marginado: está jugando con ellos y, cuando marca su primer gol, se lo dedica precisamente al maestro, al testigo creíble que lo ha ayudado. 

No olvidar a los más vulnerables
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, comentó acerca de esta primera intención de oración del 2023: “Una vez más, frente a los desafíos del mundo, el Papa Francisco vuelve a insistir sobre la fraternidad. Es la brújula de su encíclica Fratelli Tutti. Es el único camino para la humanidad, por eso la educación es esencial. El Papa confía en educadores ‘que sean testigos creíbles’, que puedan enseñar la fraternidad en lugar de la confrontación. Cuando miramos a Jesús aprendemos que solo se comunica y transmite a los demás lo que uno vive. Esto pide coherencia de vida entre lo que uno dice y lo que hace. Es una gracia, por eso nos invita a rezar para recibirla”.



Tomado de:
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-01/educar-con-fraternidad-intencion-oracion-papa-enero.html

ACTITUDES PARA LA VIDA COTIDIANA

Dar testimonio con su propia vida.

“Hoy nosotros queremos defender la identidad y la dignidad de cada persona y enseñar a las nuevas generaciones a acoger a todos sin discriminación. Por tanto, la educación nos compromete a acoger al otro tal como es, no como yo quiero que sea, como es, y sin juzgar ni condenar a nadie” (Papa Francisco).

¿Tu estilo de vida refleja las convicciones y creencias de un discípulo de Jesucristo?


Coherencia.

“Para nosotros significa mucho una formación integral que se resume en el conocerse a sí mismo, conocer al propio hermano, la creación y el Trascendente. No podemos ocultar a las nuevas generaciones las verdades que dan sentido a la vida”.

¿El modo de tratar a los demás, al mundo y tu relación con el Señor coinciden con lo que exiges a otros?


Vivir la fraternidad.

“Hoy, más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna".

¿Qué podrías hacer este mes para crecer en amor y servicio a los hermanas y hermanos?


Ayudar a los vulnerables

“Si en el pasado los derechos de las mujeres, de los menores, de los más débiles no han sido respetados siempre, hoy nos comprometemos a defender con firmeza esos derechos y enseñar a las nuevas generaciones a ser voz de los sin voz”.

¿Dedicas tiempo a formar y educar a quienes lo necesitan cerca de ti?


Comunicar con alegría.

Educar cada persona en su integridad, es decir, cabeza, manos, corazón y alma. Que se piense lo que se siente y se hace; que se sienta lo que se piensa y se hace; que se haga lo que se siente y se piensa.

¿Vives con alegría las exigencias cotidianas?



Fuente: ClickToPray




RECURSOS EN LA RED

A. Cada Primer Viernes en Youtube, se pude buscar "El Video del Papa".

B. "Click To Pray" es una aplicación para teléfonos inteligentes (iOS y Android) en donde puedes unirte cada día a la red Mundial de Oración del Papa. Descarga ClickToPray [App Store] [Google Play]

C. Para comunicarnos:
apostolado.oración.peru@gmail.com


 








Doctrina Social de la Iglesia - 49. La Globalización VI


 

P. Ignacio Garro, jesuita †


8. LA GLOBALIZACIÓN

Continúa...


8.10.- El capitalismo global y la ideología que lo inspira

Ni siquiera J. Pablo II ha tratado expresamente del fenómeno de la globalización en sus grandes documentos sociales, pues era un proceso que estaba en gestación. Pero en sus dos últimas encíclicas sociales “Sollicitudo rei socialis” y “Centesimus annus” hay elementos que se pueden emplear para tomar una postura cristiana ante este fenómeno.

De la encíclica “Centesimus annus” hay que retener sus reflexiones sobre el capitalismo tras el fracaso del colectivismo comunista; de la encíclica “Sollicitudo rei socialis” su propuesta de un orden social basado fundamentalmente en la solidaridad. Por lo que respecta a C.A. hay dos puntos de crítica hay que tener en cuenta.

 

8.11.- Análisis crítico del mercado y sus posibilidades

1º.- El primero de ellos es la confianza absoluta en el mercado como el mejor instrumento para asignar los recursos. J. Pablo II está lejos de profesar una confianza absoluta en el mercado como el mejor instrumento para asignar recursos a la sociedad y al individuo de manera justa y equitativa, ya que el mercado por su dinamismo interno propio tiene sus limitaciones, busca el dinero por el dinero, y no cuenta la persona, cuenta la mercancía.

Suele decirse que el mercado se ajusta de manera natural entre consumidores y productores, en la medida que los productores responden con sus ofertas de bienes y servicios a las necesidades de los consumidores expresadas en las demandas concretas. Sin embargo, la experiencia demuestra que no toda necesidad humana es susceptible de ser atendida por el mercado productor sino sólo la demanda del usuario con capacidad de pago, si no hay dinero, la demanda queda sin atender.


2º.- Esta segunda limitación proviene de la existencia de ciertos bienes llamados públicos, es decir, aquellos bienes que no son susceptibles de apropiación excluyente, como son servicios para la comunidad de agua y desagüe, luz, educación, salud, vías de comunicación, etc. J. Pablo II no descarta el mercado como institución económica válida pero subraya la necesidad imperiosa de someterlo a cierto control y ponerlo al servicio de otros fines que los estrictamente comerciales y económicos, como son los fines del bien común.

 

8.12.- El mercado, la libertad humana y su relación con la libertad económica

La cuestión fundamental está en concretar al servicio de qué fines funciona, o debe funcionar, el mercado. La encíclica afirma que la lógica intrínseca del mercado es insuficiente para atender las exigencias justas de todo ser humano. Así en del nº 34, dice: “Por encima de la lógica de los intercambios equivalentes y de las formas de justicia que los regulan, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad”.

Hay que preguntarse críticamente si las teorías del mercado no impiden el desarrollo integral de todos los ciudadanos. Esta es la cuestión crucial que nos pone en la pista de la crítica más fundamental de J. Pablo II al capitalismo neoliberal. Se refiere precisamente al concepto de libertad humana que el capitalismo maneja en la práctica. Es una crítica a la ideología o al sistema que la sustenta.

“(El capitalismo neoliberal) ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?. La respuesta es obviamente compleja. Si Por “capitalismo” se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre competitividad humana en el sector de la escomía, la respuesta es ciertamente positiva, aunque sería más apropiado hablar de “economía de empresa”, “economía de mercado” o simplemente “economía libre”. Pero si por “capitalismo” se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa”. “Centesimus annus”, nº 42.

Y prosigue: “Estas críticas van dirigidas no tanto contra un sistema económico cuanto a un sistema ético-cultural. En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios”. “Centesimus annus”. Nº 39.

Todas estas consideraciones de la encíclica resultan igualmente válidas y se aplican a la economía mundial, precisamente ese es uno de los peligros de la globalización mal entendida y mal aplicada, cuando las diferencias y ventajas de los que más tienen van en detrimento de los que tienen menos poder o menos dinero, queriendo imponerse ya sea en el nivel económico financiero, ya sea en el nivel de índole cultural, lo que se conoce como la cultural unidimensional, la que sutilmente imponen desde EEUU, Europa y Japón, cada uno en sus respectivos continentes.

 

8.13.- Un orden mundial basado en la Solidaridad

En su homilía del 1º de Mayo (Jubileo de los y trabajadores) J. Pablo II llamó a un esfuerzo por actualizar “la ética de la solidaridad” para encauzar debida y ordenadamente el proceso de globalización que, buena como herramienta de desarrollo y progreso, debe usarse con prudencia y responsabilidad social, no olvidando que es el hombre la medida de las cosas y no el dinero. Así pues, ante la pura globalización económica, J. Pablo II ofrecía la “globalización de la solidaridad”.

Otra de las aportaciones de J. Pablo II, en su encíclica “Sollicitudo rei socialis” (S.R.S), es su propuesta de la solidaridad a nivel mundial, como centro de un sistema de valores alternativo al del neoliberalismo capitalista. Su análisis se basa en el convencimiento de que la causa última de las diferencias crecientes en nuestro mundo está en el sistema de valores dominante. Por eso la encíclica se ocupa de concretar cuál es la clave de ese sistema y cuál podría ser el eje de un sistema de valores alternativo:

a.- El sistema de valores dominante en nuestro mundo y posibles alternativas

J. Pablo II se refiere a dos actitudes, que son en el fondo dos valores: 1.- el afán de ganancia y 2.- la sed de poder; y los caracteriza con estos dos rasgos son “valores absolutizados”, es decir conseguirlos a cualquier precio, por encima de todo, y van inseparablemente unidos (indisolublemente unidos), S.R.S, nº 37. A estos dos valores habría ha añadir la “competitividad” como valor que hoy se erige en la cima de todo sistema de valores y es clave de tantos comportamientos individuales y de tantas dinámicas sociales. Lo que es criticable no es la competitividad en sí y su tendencia a colocarse por encima de todos los demás valores. Y por eso dice:

“Éste es pues el cuadro: están aquellos – los pocos que poseen mucho – que no llegan verdaderamente a “ser”, porque, por una inversión de la jerarquía de valores, se encuentran impedidos por el culto del “tener”; y están los otros – los muchos que poseen poco o nada -, los cuales no consiguen realizar su vocación humana fundamental al carecer de los medios indispensables”, S. R.S. nº 28

b.- La Solidaridad como clave de un sistema alternativo de valores. 

La encíclica SRS estudia la solidaridad en tres pasos sucesivos:

  • El del análisis de la realidad
  • El del discurso ético
  • El del discurso teológico

Los dos primeros se relacionan así en el siguiente pasaje: “Ante todo se trata de la interdependencia percibida como sistema determinante de relaciones en el mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político, religioso, y asumida como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como “virtud”, es la “solidaridad”. Ésta no es, pues, un sentimiento superficial sobre los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos sean verdaderamente responsables de todos” SRS, nº 38.

En efecto, la solidaridad como actitud ética es la respuesta más adecuada a la situación actual, que la encíclica denomina como “interdependencia”. Dicha interdependencia no es, en el fondo, nada diferente de la “globalización”, término cuyo uso aún no se había acuñado en 1987 cuando se escribió la encíclica. Esta forma de vivir la solidaridad quiebra la lógica egoísta de la competitividad y en este sentido es base para una alternativa a aquélla, pues la competitividad supone que el “otro” u “otros” son por principio el enemigo potencial al que hay que eliminar del mercado. Psicológicamente, la imagen del competidor (con el que se disputa la consecución de algo) es difícil de eludir. La solidaridad supone ver en el otro, no aquel que me disputa algo, sino aquel con el que comparto algo, o todo. Las energías de uno y otro no están en confrontación sino en convergencia.

Y todavía la solidaridad, en cuanto actitud de las personas, tiene un aspecto más desde el punto de vista cristiano que la enriquecen y la llevan a una mayor profundidad. Lo cristiano no hay que entenderlo en contraposición o como negación de lo humano, sino que es su nivel más profundo y radical. La solidaridad no necesitaría de la fe para poder ser concebida, pero la fe la enriquece y la lleva a una plenitud mayor. “Sollicitudo rei socialis” nº 40.

La solidaridad así entendida pone en marcha un mismo dinamismo, que es lo más decisivo en ella: la consideración de que el “otro”, sea persona o grupo social, no es un competidor al que hay que eliminar, sino que es parte de la propia realidad con quien se comparten los problemas: sus problemas no son ajenos sino propios. Es aquí donde la solidaridad es verdadera alternativa a la competitividad.

c.- La Solidaridad como virtud y como principio de organización de la sociedad

Hay que insistir en que la solidaridad es algo más que una virtud personal. Es también un “principio de organización” de la sociedad a todos los niveles. ¿No es todo esto demasiado bello y utópico? Por eso es importante rastrear las huellas de la solidaridad en las instituciones y en la sociedad.

Ante las tendencias hacia una creciente e indiscriminada internacionalización, que termina por superar a los grupos naturales y culturas autóctonas, J. Pablo II advierte que en esta hora global “las unidades sociales más pequeñas, naciones, comunidades, grupos religiosos o étnicos, familias o personas, no deben ser absorbidas anónimamente por una comunidad mayor, de modo que pierdan su identidad y se usurpen sus prerrogativas. Por el contrario, hay que defender y apoyar la autonomía propia de cada clase y organización social, cada una en su esfera” (Discurso a la Academia de Ciencias Sociales, 24 febrero, 2000). “La globalización no debe ser, por tanto, una nueva forma de colonialismo”, peligro que tan fácilmente planea y sigue latente bajo tantas formas sutiles de dominio, por eso J. Pablo II pide: “garantías sociales, legales y culturales ... necesarias para que las personas y los grupos intermedios mantengan su propia identidad y su centralidad”.

Un caso ejemplar, entre otros, podría ser el sistema del Estado de Bienestar, que procura cuidar al máximo el bienestar de sus ciudadanos en todos los niveles, donde el Bien Común se palpa en las instituciones y servicios públicos, en los ámbitos más variados.

Pero ahora nos interesa más la dimensión mundial de la solidaridad. Veamos algunas Conferencias Internacionales organizadas por las Naciones Unidas que apuntan cada vez más en esa dirección de la solidaridad mundial, es decir, globalizada. En estas Conferencias Internacionales se han ido manifestando por consenso creciente la dimensión global de los problemas del mundo actual, ya se trate de cuidar o proteger el medio ambiente, combatir eficazmente el hambre, prevenir y curar las enfermedades endémicas, malaria, cólera, SIDA, etc.

La dimensión global de tales problemas está exigiendo también respuestas globales, desde un compromiso de cooperación de todos los pueblos y de todos los gobiernos. Sin embargo, una vez más la realidad va en dirección opuesta; en estas Conferencias Internacionales, se llega a grandes acuerdos teóricos, se habla mucho, pero a la hora de la verdad, es decir los resultados reales, prácticos, y concretos, es decir, la colaboración de los países ricos y desarrollados en favor de los países menos desarrollados y más pobres, es deficiente, escasa y decepcionante. Esto nos lleva a que hay que insistir aún más en una solidaridad más exigente, no bastan palabras, acuerdos, conferencias, consensos entre gobiernos, sino obras, ayudas concretas, solidaridad globalizada que ayude a vivir en un mundo más humano, más cristiano, en el que los que tienen más bienes compartan y ayuden a los que tienen menos.

d.- Solidaridad y necesidad de una autoridad mundial. 

Ahora bien ¿basta solamente con hablar de cooperación? ¿O es preciso avanzar hacia un órgano dotado de verdadera autoridad para imponer esta colaboración a todos los Estados?.

En este contexto adquiere nueva actualidad un principio de la DSI como es el de la “subsidiariedad”, hay que delegar y dejar hacer a aquellas instituciones de ciudadanos libres que están fuera del dominio del Estado.

La existencia de una autoridad mundial con poderes efectivos ya la propuso Juan XXIII en la encíclica “Pacem in terris”, nº 40 y esta autoridad es correlativa del concepto del “Bien Común Universal”, (“Pacem in Terris”, nº 134-135). Este concepto de Bien Común Universal fue considerado por el Concilio Vat. II poniéndolo en interdependencia con el creciente desarrollo de los pueblos, en G et S, nº 26: “La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen que el bien común, ..., se universalice cada más e implique, por ello, derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás grupos; más aún, deben tener en cuenta el bien común de toda la familia humana”.

e.- Solidaridad y opción preferencial por los pobres. 

Como punto final y tema decisivo es la toma de conciencia en favor de una opción preferencial por los pobres. Solidaridad que según la DSI, constituye una apuesta por los más pobres y que pide a los poderosos: “que escuchen a los pobres del mundo” y que “trabajemos para que triunfe toda la humanidad y no una élite del bienestar que controla la ciencia, la tecnología de la comunicación y que utiliza los recursos del planeta en detrimento de la mayoría de las personas”, (L´Osservatore Romano). Tal opción por los pobres no es sino expresión de la solidaridad práctica y efectiva, solidaridad propia y efectiva propia de un mundo asimétrico y desigual. Quienes más necesitan de la solidaridad son las víctimas de este mundo globalizado o los que pueden ser más vulnerables a sus dinámicas perversas.

En la Tradición de la Iglesia, esta opción preferencial por los pobres ha sido elaborada sobre todo a partir de las Iglesias del Tercer Mundo. Sus propuestas han servido como revulsivo para los creyentes y las Iglesias de los países más avanzados del Norte; tales iglesias, tan acomodadas en su mundo de bienestar, sólo parecen preocupadas por la creciente secularización e indiferencia  en las que se ven envueltas.

f.- Conclusión general

Para concluir, recordemos que de la globalización se ha dicho que es un fenómeno irreversible y que va a adquirir aún mayor relieve e importancia en el futuro; la globalización es un fenómeno cuyo desarrollo es imparable, pero su rumbo es incierto, no tiene reglas de juego bien marcadas y establecidas. En efecto, aunque contiene potencialidades virtuosas, llevadas a sus últimas consecuencias, podría llevarnos a vivir en un mundo más rico para unos pocos y un gran mundo no suficientemente desarrollado y pobre para la mayoría de la humanidad.

La Iglesia a través de la DSI no es contraria a la globalización. La considera como un fenómeno característico dominante de la cultura, de la tecnología y de la economía actual, y connota que es una realidad compleja y ambivalente. Advierte de los peligros y pondera los beneficios. Denuncia claramente que la separación entre países pobres y ricos es cada vez más profunda y esto lleva a un desequilibrio mundial injusto y peligroso. Agudiza los problemas ecológicos, impone sus propias reglas de juego y en definitiva no ayuda, o ayuda muy poco, al desarrollo de los pueblos.

Además de la globalización está implícito un peligro no menos importante: la homogeneización cultural de todos los pueblos. De manera sutil e indirecta, a través de la comercialización de bienes y servicios, se impone a las poblaciones un único camino bueno para el desarrollo, destruyendo los rasgos característicos de cada cultura autóctona.

La globalización lleva consigo muchas oportunidades derivadas del crecimiento económico planetario y de la libre circulación de capitales, bienes y servicios. Sin embargo, es necesario impregnar de verdadera solidaridad el proceso de globalización en paz y justicia para que se realice al servicio de la vida humana y de la integridad y buen desarrollo de toda la creación.

Es necesario enfrentarse críticamente al fenómeno y reclamar a los distintos actores sociales, desde los ciudadanos a las organizaciones internacionales, pasando por las empresas multinacionales y nacionales, los sindicatos y los Gobiernos de los Estados, que trabajen para configurar un rostro más justo y humano a través de la globalización; aprovechar al máximo sus oportunidades y poner los beneficios generados por el fenómeno de la globalización al servicio de la solidaridad y la justicia social mundial. Esta es la globalización con valores cristianos.


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Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


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