Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo 4




P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita


Continuamos con la publicación de las meditaciones diarias por el P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita, en esta cuarta entrega se comparten las meditaciones correspondientes al tema:

II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)

B. SERMÓN DE LA MONTAÑA

Asimismo, se presenta la Introducción y Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones presentadas por el autor, con la finalidad de dar orientaciones básicas a los ejercitantes, y se complementa con orientaciones para realizar el examen de la meditación.

Estas meditaciones se publicarán semanalmente en grupo correspondientes a un tema. Esperamos que estas publicaciones sean de provecho espiritual, con la gracia de Dios.

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Domingo VIII Tiempo Ordinario. Ciclo C – “La viga en tu ojo”


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P. Adolfo Franco, jesuita

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-45

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano?: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, ¿sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Palabra del Señor.


Para poder ayudar al prójimo hay que darle buen ejemplo.

Todo el párrafo de este Evangelio de San Lucas está destinado a aclarar muchas de nuestras relaciones con el prójimo. Una persona que guía a otra tiene que saber guiar: un ciego no puede guiar a otro ciego. Un discípulo no puede ser más que su maestro: de tal maestro, tal discípulo. Uno que tiene que ayudar a otros a ver sus errores, no puede tener una viga tremenda en el suyo. Primero hay que examinarse uno a sí mismo, si tiene que ejercer el oficio de educador. Y finalmente si a alguien tiene que encomendársele una responsabilidad con su prójimo, debe ser examinado por sus frutos, porque de un árbol malo, no pueden salir frutos buenos.

El influjo de unos con otros en la vida diaria de los seres humanos, es muy amplio: todos de hecho influimos en todos. Se dice que los padres educan a sus hijos, y es verdad; pero también los hijos influyen en sus padres. El maestro enseña e influye en sus alumnos, pero también los alumnos influyen en sus maestros. El influjo grande que hay entre los amigos no hace falta subrayarlo. Pero hay otros influjos, otros maestros importantes que actúan sobre los hombres: la sociedad, con sus valores, y sus contravalores influye en los seres humanos que la componen; en este caso la sociedad es guía de los ciudadanos. Y dentro de este influjo de la sociedad sobre sus individuos, hay que destacar el influjo especial que tienen las personas constituidas en autoridad, los gobernantes, las personas que destacan especialmente en un país. Y finalmente otro de los “educadores” de nuestras vidas son los medios de comunicación social. Estos tienen un poder muy especial, y tienen por eso una tremenda responsabilidad.

A todos ellos habría que aplicarles las sabias enseñanzas de Jesús en este evangelio: un ciego no puede conducir a otro ciego, el discípulo es como su maestro, el que tiene una viga en su ojo, no tiene capacidad para quitar el polvito que hay en la vista de los otros, el árbol se conoce por sus frutos, y no hay árbol malo que dé frutos buenos.

La aplicación concreta de esas enseñanzas a todos los niveles de educadores que señalaba más arriba, sería algo demasiado grande para este modesto espacio. Pero vale la pena desarrollar un poco más, al menos el problema educativo (o des educativo) que cumplen los medios de comunicación social, y el influjo de la sociedad y sus gobernantes en los ciudadanos comunes.

El influjo de los medios de comunicación en una sociedad es enorme. Ellos cumplen diversos papeles: información, entretenimiento, difusión de la cultura, servicio comunitario, formación de la opinión pública, fiscalización de los gobernantes. Son funciones que se han ido haciendo más y más importantes. Esas funciones deben cumplirse con la guía que nos da Jesús en este evangelio: no se puede guiar a otros, si uno está ciego, o tiene una viga en su ojo. Y si da frutos malos es porque se trata de un árbol malo. A veces la necesidad de producir beneficio económico (meta legítima de cualquier empresa), puede hacer que los medios, no cumplan con sus deberes para con la sociedad: eso pasa cuando se difunde el escándalo, cuando se distorsiona la verdad, cuando se ensalzan falsos valores.

Por otro lado, está el asunto de los gobernantes, y las personas de especial influjo en una sociedad. Ahí sí podemos especialmente subrayar la afirmación del Señor, que un árbol malo no puede dar frutos buenos. Cuántas veces los gobernantes son los primeros en no cumplir con las leyes que ellos mismos han dado. La mala conducta de un gobernante, crea una atmósfera de corrupción en la sociedad, que termina afectando la respiración de los ciudadanos. En los momentos presentes, no hace falta poner demasiados ejemplos para comprobar lo que voy afirmando. Y en una época de elección de gobernantes, hay que tener presente esto mismo: un árbol malo terminará dando frutos malos. 


Escuchar AUDIO o descargar en MP3

Voz de audio: José Alberto Torres Jiménez.
Ministerio de Liturgia de la Parroquia San Pedro, Lima. 
Agradecemos a José Alberto por su colaboración.

...

Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.

 




Doctrina Social de la Iglesia - 29. La propiedad. Derecho del trabajo IX


P. Ignacio Garro, jesuita †


5. LA PROPIEDAD. DERECHO DEL TRABAJO

 

CONTINUACIÓN...


5.9. LA PROPIEDAD PÚBLICA Y EL PAPEL DEL ESTADO EN RELACIÓN A LA PROPIEDAD

Como vimos anteriormente con la innovación del capitalismo mixto, el Estado tiende a intervenir de manera apropiada en la marcha social y económica de la Nación. Cumple un importante papel en la actividad económica y, sobre todo, su papel principal será velar y procurar que se desarrolle todo lo referente al bien común, M M, 117. Entre las numerosas funciones que tiene el Estado, en este capítulo de la propiedad destacamos las siguientes:

  • Promover el ejercicio del derecho a la propiedad privada dentro de los límites del bien común, descartándose toda oposición entre propiedad privada y pública, MM, 115: G et S, 71
  • Cuidar de que se cumpla la función social de la propiedad privada, llegando en su caso a la nacionalización y confiscación de los bienes particulares en favor del bien común.
  • Redistribuir los bienes, ajustándolos al bien común a través de la política de rentas (impuestos), de modo que se corrijan las desigualdades sociales, G et S, 66.

El papel del Estado, sobre todo en las economías avanzadas, es el de "vigilar y encauzar el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico", CA, 48.

Uno de estos derechos tutelados como hemos dicho, es el derecho de propiedad así como el derecho al trabajo. Pero su protección se asegura cuando se crea un "clima" de seguridad "cuando de manera que quien trabaja y produce pueda gozar de los frutos de su trabajo y, por tanto, se sienta estimulado a realizarlo eficiente y honestamente", CA,48.

En este sentido es fundamental el papel ético asignado al Estado como tarea a promover la eficacia y la honestidad (como moralidad pública), que se concreta en la lucha contra la corrupción pública y contra la proliferación de fuerzas impropias de enriquecimiento y de beneficios fáciles. El papel del Estado asume la función verdaderamente intervencionista pero con una finalidad de promover la moral, la justicia y la libertad.



Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


Para acceder a las publicaciones de esta SERIE AQUÍ.




Catequesis del Papa sobre la vejez: 1. «La gracia del tiempo y la alianza de las edades de la vida»


 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 23 de febrero de 2022

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¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hemos terminado las catequesis sobre san José. Hoy empezamos un recorrido de catequesis que busca inspiración en la Palabra de Dios sobre el sentido y el valor de la vejez. Hagamos una reflexión sobre la vejez. Desde hace algunos decenios, esta edad de la vida concierne a un auténtico “nuevo pueblo” que son los ancianos. Nunca hemos sido tan numerosos en la historia humana. El riesgo de ser descartados es aún más frecuente: nunca tan numerosos como ahora, nunca el riesgo como ahora de ser descartados. Los ancianos son vistos a menudo como “un peso”. En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir. He encontrado también esta Carta de los derechos de los ancianos y los deberes de la comunidad: ha sido editada por los gobiernos, no está editada por la Iglesia, es algo laico: es buena, es interesante, para conocer que los ancianos tienen derechos. Hará bien leerla.

Junto a las migraciones, la vejez es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo. No se trata solo de un cambio cuantitativo; está en juego la unidad de las edades de la vida: es decir, el real punto de referencia para la compresión y el aprecio de la vida humana en su totalidad. Nos preguntamos: ¿hay amistad, hay alianza entre las diferentes edades de la vida o prevalecen la separación y el descarte?

Todos vivimos en un presente donde conviven niños, jóvenes, adultos y ancianos. Pero la proporción ha cambiado: la longevidad se ha masificado y, en amplias regiones del mundo, la infancia está distribuida en pequeñas dosis. También hemos hablado del invierno demográfico. Un desequilibrio que tiene muchas consecuencias. La cultura dominante tiene como modelo único el joven-adulto, es decir un individuo hecho a sí mismo que permanece siempre joven. Pero, ¿es verdad que la juventud contiene el sentido pleno de la vida, mientras que la vejez representa simplemente el vaciamiento y la pérdida? ¿Es verdad esto? ¿Solamente la juventud tiene el sentido pleno de la vida, y la vejez es el vaciamiento de la vida, la pérdida de la vida? La exaltación de la juventud como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, como degradación o discapacidad, ha sido el icono dominante de los totalitarismos del siglo XX. ¿Hemos olvidado esto?

La prolongación de la vida incide de forma estructural en la historia de los individuos, de las familias y de las sociedades. Pero debemos preguntarnos: ¿su calidad espiritual y su sentido comunitario son objeto de pensamiento y de amor coherentes con este hecho? ¿Quizá los ancianos deben pedir perdón por su obstinación a sobrevivir a costa de los demás? ¿O pueden ser honrados por los dones que llevan al sentido de la vida de todos? De hecho, en la representación del sentido de la vida —y precisamente en las culturas llamadas “desarrolladas”— la vejez tiene poca incidencia. ¿Por qué? Porque es considerada una edad que no tiene contenidos especiales que ofrecer, ni significados propios que vivir. Además, hay una falta de estímulo por parte de la gente para buscarlos, y falta la educación de la comunidad para reconocerlos. En resumen, para una edad que ya es parte determinante del espacio comunitario y se extiende a un tercio de toda la vida, hay —a veces— planes de asistencia, pero no proyectos de existencia. Planes de asistencia, sí; pero no proyectos para hacerles vivir en plenitud. Y esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad. Bajo este pensamiento, el que hace el vacío es que el anciano, la anciana son material de descarte: en esta cultura del descarte, los ancianos entran como material de descarte.

La juventud es hermosa, pero la eterna juventud es una alucinación muy peligrosa. Ser ancianos es tan importante —y hermoso— es tan importante como ser jóvenes. Recordemos esto. La alianza entre las generaciones, que devuelve al ser humano todas las edades de la vida, es nuestro don perdido y tenemos que recuperarlo. Ha de ser encontrado en esta cultura del descarte y en esta cultura de la productividad.

La Palabra de Dios tiene mucho que decir a propósito de esta alianza. Hace poco hemos escuchado la profecía de Joel: «vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones» (3,1). Se puede interpretar así: cuando los ancianos resisten al Espíritu Santo, enterrando en el pasado sus sueños, los jóvenes ya no logran ver las cosas que se deben hacer para abrir el futuro. Sin embargo, cuando los ancianos comunican sus sueños, los jóvenes ven bien lo que deben hacer. A los jóvenes que ya no interrogan los sueños de los ancianos, metiéndose de cabeza en visiones que no van más allá de sus narices, les costará llevar su presente y soportar su futuro. Si los abuelos se repliegan en sus melancolías, los jóvenes se encorvarán aún más en su smartphone. La pantalla puede incluso permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo. ¿La repercusión más grave de la pandemia no está quizá precisamente en el extravío de los más jóvenes? Los ancianos tienen recursos de vida ya vivida a los cuales pueden recurrir en todo momento. ¿Se quedarán de brazos cruzados ante los jóvenes que pierden su visión o los acompañarán calentando sus sueños? Ante los sueños de los ancianos, ¿qué harán los jóvenes?

La sabiduría del largo camino que acompaña la vejez a su despedida debe ser vivida como un don del sentido de la vida, no consumida como inercia de su supervivencia. La vejez, si no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna, está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos. Este desafío de humanidad y de civilización requiere nuestro compromiso y la ayuda de Dios. Pidámoslo al Espíritu Santo. Con estas catequesis sobre la vejez, quisiera animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que esta lleva consigo y que aporta a las otras edades de la vida. La vejez es un don para todas las edades de la vida. Es un don de madurez, de sabiduría. La Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez; que el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos. Y quisiera subrayar, como hemos escuchado en la profecía de Joel, al principio, que lo importante no es solo que el anciano ocupe el lugar de sabiduría que tiene, de historia vivida en la sociedad, sino también que haya un coloquio, que hable con los jóvenes. Los jóvenes deben hablar con los ancianos, y los ancianos con los jóvenes. Y este puente será la transmisión de la sabiduría en la humanidad. Deseo que estas reflexiones sean de utilidad para todos nosotros, para llevar adelante esta realidad que decía el profeta Joel, que, en el diálogo entre jóvenes y ancianos, los ancianos puedan ofrecer los sueños y los jóvenes puedan recibirlos para llevarlos adelante. No olvidemos que en la cultura tanto familiar como social los ancianos son como las raíces del árbol: tienen toda su historia ahí, y los jóvenes son como las flores y los frutos. Si no viene esta savia, si no viene este “goteo” —digamos así— de las raíces, nunca podrán florecer. No olvidemos ese poeta que he citado tantas veces: “Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado” (Francisco Luis Bernárdez). Todo lo hermoso que tiene una sociedad está en relación con las raíces de los ancianos. Por eso, en estas catequesis, yo quisiera que la figura del anciano se destaque, que se entienda bien que el anciano no es un material de descarte: es una bendición para la sociedad.



Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220223-udienza-generale.html

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Textos claves del Nuevo Testamento - 44. "... según las escrituras ..."



P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita

Cuando la “tradición religiosa” del pueblo judío cristaliza de forma definitiva en los escritos sagrados, ya es un tiempo en el que proliferan las comunidades dispersas (“diáspora”). Entonces las “sagradas escrituras” constituyen un “depósito' que hay que conservar: ley, profetas y otros varios escritos. Jesús acepta como judío esta tradición ya puesta en escritos, pero inaugura con sus palabras y actos una nueva tradición: “Se admiraban de su enseñanza porque les enseñaba con autoridad, y no como los maestros de la ley” (Mc 1,22). En las comunidades cristianas se comprueba y reafirma ésto: “Así, pues, hermanos, permaneced firmes y guardad las tradiciones que os hemos enseñado de palabra o por escrito” (2Tes 2,15); “Porque os he transmitido, en primer lugar, lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras” (ICor 15,3).

Y en un período breve de tiempo la tradición nacida de Cristo y transmitida por los apóstoles cristaliza a su vez en “escritos sagrados”, en una buena noticia: “Os he dicho todo ésto durante el tiempo de mi permanencia entre vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis lo que yo os he enseñado y os lo explicará todo” (Jn 14,25-26); “Tú, por tu parte, permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste, sabiendo de quién lo has aprendido, y que desde la infancia conoces las Sagradas Escrituras que te guiarán a la salvación por medio de la fe en Jesucristo" (2Tim 3,14-15).


Agradecemos al P. Fernando Martínez SJ por su colaboración.

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69. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - La verdadera familia de Jesús


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

69.- LA VERDADERA FAMILIA DE JESÚS - LA VERDADERA FELICIDAD

TEXTOS

Mateo 12, 46-50

Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus her­manos, se presentaron fuera y trataban de hablar con El. Alguien le dijo: "¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte. Más El respondió al que se lo decía: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?". Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Marcos 3, 31-35

Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada alrededor de El. Le dicen: "¡Oye!, tu madre, tus hermanos y hermanas están fuera y te buscan". El les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?". Y, mirando en torno a los que es­taban sentados en corro, a su alrededor, dice: "Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y her­mana y mi madre".

Lucas 8, 19-21

Se presentaron donde El su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta El a causa de la gente. Le anunciaron: "Tu madre y tus hermanos es­tán fuera y quieren verte. Pero El les respondió: "Mi madre y mis herma­nos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen".

Lucas 11, 27-28

Estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer del pueblo, y dijo: "¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!" Pero El dijo: "Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan".


INTRODUCCIÓN

Al terminar Cristo todo su diálogo y sus recriminaciones a los fariseos y escribas, tal como lo hemos explicado anteriormente, se había formado ya junto a Jesús una gran muchedumbre de gente. En esa ocasión se presen­tan la Madre de Jesús y sus hermanos que desean verle, pero por la multi­tud de gente, no pueden llegar adonde El. Y los que estaban más cerca de Jesús le anuncian la visita de su madre y parientes.

En este contexto nos narran la escena San Mateo y San Marcos; en cambio Lucas lo pone en otras circunstancias, cuando el Señor estaba predicando el sermón de las parábolas. En cambio, en el mismo contexto de Mateo y Marcos nos pone Lucas la exclamación que hizo una mujer del pueblo, entusiasmada con las enseñanzas de Cristo.

Consideraremos aquí los dos textos. Antes tenemos que aclarar otra vez que "los hermanos y hermanas" de Jesús, no significan verdaderos herma­nos carnales. En los idiomas antiguos, como el hebreo, arameo, el árabe, etc., no había palabras concretas para indicar los grados de parentesco. En general, todos los pertenecientes a una misma familia, clan, o tribu, eran considerados "hermanos". Más adelante, en la consideración de otro pasa­je, aclararemos más este punto.

Y por supuesto, tenemos que estar ciertos del profundísimo amor que Je­sús tenía a su Madre y, consiguientemente, no debemos interpretar el texto como un rechazo a María.


MEDITACIÓN

Lo que Cristo nos enseña es que en el Reino de Dios no hay privilegios fa­miliares, no hay derechos contraídos por raza, sangre o familia. Y que El, en su actuación como Mesías y Salvador del mundo, está siempre dispues­to a cumplir la voluntad de su Padre Dios; y que los lazos santísimos que le unían a su madre no eran los determinantes en su modo de actuar y de llevar a cabo la redención.

Lo único que cuenta en el Reino de Dios, lo único que tiene mérito a los ojos de Dios, es la actitud de cumplir siempre la voluntad del Padre Celestial y vivir cumpliendo esa voluntad. La voluntad de Dios debe estar por encima de cualquier otro valor, por grande que sea. El valor supremo que predica Cristo es la voluntad de Dios.

Y así encontramos en estas palabras una gran alabanza a su Madre. Nadie como ella cumplió con la voluntad de Dios; nadie como ella aceptó la Pa­labra de Dios desde el momento de su Encarnación: "Hágase en mí según tu palabra". Nadie como ella supo sacrificar todo para cumplir con esa vo­luntad que Dios llegó hasta aceptar el sacrificio de su Hijo crucificado en el Calvario, y allí estuvo ella presente en unión de oblación con su Hijo, sin una palabra de rebeldía. Por lo tanto, nadie como ella fue Madre de Je­sús y nadie como ella será tan dichosa, tendrá tanta bienaventu­ran­za en el cielo. Lo que algunos podrían haber juzgado un rechazo a su madre, se convierte así en una profundísima alabanza a María.

Pero qué enseñanza tan consoladora para todos lo cristianos. Jesucristo ha hablado de ser él la vid y nosotros los sarmientos, de estar dentro de noso­tros dándonos vida; y ahora Jesucristo nos revela que esa intimidad con El nos transforma en verdadera familia suya. El que cumple la voluntad de Dios, en ése habita Cristo y lo transforma en verdadero hermano, hermana, incluso madre suya. Es decir, nos transforma en verdadera familia suya, consiguientemente en familia de Dios. San Pablo llamará a los cristianos: "Familiares de Dios." (Efes 2,19). Pero la condición será siempre regirse por la voluntad de Dios; por escuchar su Palabra y ponerla por obra.

Y Cristo añade otra promesa: Además de ser su familia, serán plenamente felices. Es como un resumen de todas las bienaventu­ran­zas:

Dichoso el que cumple la voluntad de Dios, el que oye su Palabra y la cumple. Felicidad ya, incluso, en esta misma tierra: felicidad y paz interior que supera cualquier otro gozo; y felicidad y dicha eterna en la gloria futu­ra, en la vida eterna.

El único criterio para discernir nuestra vida cristiana es examinarnos, si te­nemos verdadera hambre de escuchar la Palabra de Dios, y auténtica vo­luntad sincera de cumplir lo que esa Palabra nos enseña. Ahí encontramos la voluntad de Dios.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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68. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - La vuelta del espíritu inmundo



P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

68.- LA VUELTA DEL ESPIRITU INMUNDO

TEXTOS

Mateo 12,43-45

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no lo encuentra. Entonces dice: Me volve­ré a mi casa, de donde salí. Y, al llegar, la encuentra desocupada, barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta generación malvada."

Lucas 11,24-26

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo; y, al no hallarlo, dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio."


INTRODUCCIÓN

San Mateo y San Lucas terminan todos estos pasajes que venimos medi­tando desde la meditación 64, con esta enseñanza del "espíritu inmundo" que vuelve a poseer, en compañía de otros demonios, a la persona de don­de había sido expulsado.

Recordemos las escenas anteriores: Jesucristo expulsa a un demonio de un sordomudo; ésta es la ocasión para que los fariseos y escribas digan que Jesús expulsa los demonios con el poder de Satanás. Y aquí comienza la controversia con los fariseos y escribas, que termina con graves recrimina­ciones de Jesús y les acusa de "pecado contra el Espíritu Santo", y de "ge­neración depravada y adúltera" por pedir, tentando a Dios, un gran mila­gro espectacular.

A continuación viene el pasaje que vamos ahora a considerar.

El Señor habla aquí acomodándose a las creencias y conceptos propios de los judíos de su tiempo. El desierto era considerado frecuentemente como la morada de los demonios; se creía que vivían como nómadas vagando por el desierto, pero siempre con el deseo de entrar en el alma de alguna persona para poseerla y dominarla.

Pierre Bonnard en su comentario a este pasaje dice: "Los rabinos aplica­ban a los demonios el pasaje del profeta Joel 2,20: Alejará de vosotros el enemigo del Norte; lo expulsará hacia una tierra árida y desierta. Nueva indicación en el sentido de un espíritu "expulsado" hacia esos lugares que le son contrarios, sin duda por que allí no hay hombres a quienes poseer (Cfr. Apoc. 18,2)".

La casa limpia y en orden significa el alma del poseso, una vez que ha sido expulsado el demonio por el poder de Dios, y que ha comenzado una vida de conversión y santidad.

Lo que verdaderamente nos interesa a nosotros es conocer lo que Cristo quiso enseñarnos con este pasaje, considerado por muchos como una pará­bola.


MEDITACIÓN

Podríamos decir que son dos cosas principales las que el Señor quiere en­señarnos, como doctrina de gran prudencia en la vida espiritual. El Señor nos descubre cómo el demonio no descansa en su lucha contra el hombre; una vez rechazado por la gracia de Dios, de nuevo despliega sus asechan­zas y ataques. Fundado en esta doctrina, San Pedro recomienda a los cris­tianos vivir siempre con sobriedad y siempre vigilantes, "porque vuestro enemigo, el diablo, da vuelta alrededor de vosotros como un león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle fuertes en la fe."(1 Ped 5,8-9).

Evidentemente, sólo la fe en Cristo puede librarnos de las tentaciones de Satanás, de los demonios. Los judíos, y más concretamente, los fariseos y escribas, que habían tomado la decisión definitiva de rechazar a Cristo, es­tarían expuestos a todas clases de asechanzas de los demonios. Ellos, que se creían libres del poder de Satán, y que incluso tenían sus "exorcistas" (Cfr. Hech 19,13), serían presa fácil de los demonios que les llevarían a la condenación por haber rechazado la fe en Cristo. Las palabras del Señor eran una nueva amenaza contra los escribas y fariseos, amenaza dicha con el fin de hacerlos recapacitar.

Pero es una enseñanza general para todos los tiempos. La persona que con conciencia culpable reniega de Cristo, rechaza la fe en Cristo, vive alejado de Cristo, viene hacerse súbdito del reino de Satanás. Está, en algún senti­do, bajo la influencia del demonio, y en camino de perdición. Por eso Je­sús, como segunda enseñanza, nos dice que quien se ha convertido, ha co­nocido a Cristo, ha tenido fe en Cristo y ha vivido de acuerdo a esa fe, al volver a la vida pasada de pecados y de alejamiento de Cristo, su situación es mucho peor que la de aquel que nunca hubiera conocido al Señor. Es lo que también nos dirá San Pedro, recogiendo esta doctrina del Señor: "Por­que, si después de haberse alejado de la impureza del mundo por el cono­cimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan de nuevo en ella y son vencidos, su postrera situación resulta peor que la primera." (2 Ped 2,20).

Por eso, las caídas de los sacerdotes y de las personas consagradas al Señor, tienen una especial importancia que dejan en el alma una huella tan profunda que es muy difícil volver a comenzar de nuevo el auténtico camino del se­guimiento a Cristo. Pero la enseñanza vale para todos los cristianos.

Oración constante al Señor para pedir por la perseverancia fiel en el cami­no del bien que se ha tomado, en el camino de Cristo. Echar marcha atrás en este camino es peligroso. Esta podría ser también el significado de la breve parábola de Cristo:

"Todo el que pone la mano al arado y mira para atrás, no sirve para el Rei­no de Dios". (Lc 9,62)


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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67. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Los fariseos piden una señal

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

67.- LOS FARISEOS PIDEN UNA SEÑAL

TEXTOS

Mateo 12,38-42

Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: "Maestro, queremos ver una señal hecha por ti". Mas El les respondió: "¡Generación malvada y adúltera! Una señal reclama, y no se le dará otra señal que la del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; por­que ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón". (Cfr. Mt 16,1-4)

Lucas 11,29-32

Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: "Esta generación es una generación malvada; busca una señal, y no se le dará otra señal que la se­ñal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se le­vantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás".


INTRODUCCIÓN

La narración de esta escena, Mateo y Lucas la colocan después de la con­troversia que Jesús ha tenido con los fariseos (Cfr. medit. 64) y de la ex­plicación que ha dado sobre el pecado contra el Espíritu Santo. Los fari­seos y escribas se ven fuertemente atacados por la respuesta de Jesús a sus calumnias, que atribuían su poder de echar los demonios al mismo Sa­tanás. El Señor les ha demostrado claramente que no es así, que echa los demonios con el poder de Dios. Y que ellos al no admitirlo están pecando contra el Espíritu Santo, pues cierran los ojos ante la evidencia de que él es el enviado de Dios. (Cfr. medit. 66) Fariseos y escribas quieren defen­derse y dar razón de su incredulidad.

Hasta ahora Jesús no ha realizado ningún milagro espectacular. Y eso es lo que le piden al decirle: “Maestro, queremos ver una señal hecha por ti”.

Se trata de un milagro cósmico de la naturaleza, o de un milagro que bajo otros aspectos pueda llamarse, ser considerado como milagro espectacu­lar. Había una creencia por la que se juzgaba que el Mesías tenía que obrar esa clase de milagros. Los escribas, que interpretaban las Escrituras, se apoyaban en el conocido texto de Yahvé cuando le dice al rey Ajaz: "Pide para ti una señal de Yahvé tu Dios en lo profundo del seol o en la más alta cima" (Is 7, 11). Lucas, en el versículo 16 del mismo capítulo 11, habla claramente que lo que exigen los fariseos y escribas es "una señal que venga del cielo". Recordemos la segunda tentación de Jesús, cuando Satanás lo que propone a Jesús es precisamente esta acción espectacular, que se tire desde lo alto del pináculo del Templo, que los ángeles cuidarán de él. Ante ese hecho tan maravilloso la gente creerá en él. Es a esta pre­gunta a la que responde Jesús.


MEDITACIÓN

1) "¡Generación malvada y adúltera! Una señal reclama"

La "generación" se expresa en la persona de sus jefes, escribas y fariseos, que son los que piden la "señal". Es "depravada", porque ellos piden, bus­can señales espectaculares para poder creer en Jesús. Y es "adúltera"; el tema del adulterio aplicado a Israel procede directamente del Antiguo Tes­tamento refiriéndose al pueblo de Israel, que continuamente con sus peca­dos están rompiendo la Alianza de Yahvé con su pueblo, comparada con la alianza matrimonial.

La causa de esta condenación tan fuerte por parte de Jesús es esa actitud de los fariseos y escribas que, como dirá el Señor al rechazar su segunda tentación en el Desierto, es "tentar a Dios". El Señor había respondido a Satanás: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4,7)

"Tentar a Dios", es decir, pedirle señales, prodigios, grandes milagros para poder creer en El, es un pecado muy grave querer poner a Dios exi­gencias para poder aceptarle y aceptar su palabra.

Y por otra parte, la misma experiencia del Pueblo de Israel muestra que tampoco servirían esas pruebas para creer en Dios y obedecerle. Enormes fueron los prodigios que hizo Dios con su pueblo desde la salida de Egipto y a través de toda su peregrinación por el desierto y en la conquista de la tierra prometida y, sin embargo, fueron continuas las rebeliones de ese pueblo contra Yahvé.

Y volvemos a verlo en el caso de Jesús: obra toda clase de milagros, sobre la naturaleza calmando la tempestad, multiplicando los panes y los peces; sobre la enfermedad y la muerte curando toda clase de enfermos y resuci­tando muertos; sobre los demonios expulsándolos de los posesos; y ningu­na de esas señales fueron motivo de conversión y de reconocimiento de su mesianidad. Y es el sentido que tiene la advertencia del Señor en la pará­bola del rico y el pobre Lázaro: "Si no oyen a Moisés y los profetas, tam­poco se convertirán, aunque un muerto resucite". (Lc 16,31)

Si no hay una actitud de apertura de corazón a Dios, con humildad y un corazón limpio, por más milagros que haya, los milagros no llevan a la fe y a la conversión. Y esa actitud de pedir milagros para creer se puede dar en nuestros días. Se oye a veces decir que si Dios obrase ahora milagros, todo el mundo creería en él.

La experiencia demuestra que no es verdad. Tenemos más que suficientes razones, tenemos razones convenientes para creer en Cristo. Toda su vida es el argumento más grande para creer en Cristo. Toda su vida es el argu­mento más grande para creer en El. Eso es lo que dirá Jesús en la conti­nuación de su respuesta.


2) La señal de Jonás

Jesús se niega a aceptar el reto de los escribas y fariseos.

No se les dará la señal que ellos piden. Pero, a continuación, habla, de una manera velada, sobre su futura resurrección que será el sello definitivo a la prueba de su mesianidad y de su divinidad.

"De la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vien­tre del cetáceo, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres no­ches en el seno de la tierra".

Clarísima alusión a su Pasión y Muerte y a su futura Resurrección. Por su­puesto que no pudieron entender el significado de estas palabras de Jesús los fariseos y escribas. Pero fue una revelación de Cristo para todos los tiempos, por la que conocemos que la prueba más evidente de toda la ver­dad de Cristo es su Resurrección al tercer día de su muerte. Así nos lo confirmará San Pablo en su famoso pasaje sobre la resurrección de Cristo y la futura resurrección de todos los hombres. (Cfr. 1 Cor 15)

En Marcos no encontramos esta respuesta de Jesús. Solamente se conten­tará con decir que "no se dará a esta generación ninguna señal". Y en Lucas tenemos la señal de Jonás, pero en otro sentido, que consideraremos al explicar lo que Mateo y Lucas nos dirán sobre la predicación de Jonás a los ninivitas.


3) La predicación de Jonás a los ninivitas

Igual que Jonás, profeta enviado desde lejos para predicar la conversión a los habitantes de Nínive, Jesús se presenta a esta generación. Jesús viene de lejos, en el sentido de un profeta enviado por Dios, como Jonás. Y El es algo más grande que Jonás. La única señal que se dará a esta generación es la misma predicación de Jesús. La verdadera prueba es Jesús mismo, que está por encima de todos los profetas, y que lo muestra con su predicación, y con toda su vida.

Y los habitantes de Nínive, paganos, se convirtieron e hicieron penitencia ante la predicación de Jonás. Ellos, los escribas y fariseos, y en general, todo el pueblo judío, es el pueblo elegido por Dios, y, sin embargo, ante la predicación de Jesús, muy superior a Jonás, no se convierte y permanecen endurecidos en sus pecados. Por eso, en el día del Juicio se "levantarán", es decir, resucitarán y estarán de pie para acusar y condenar a los judíos. Jesús les indica claramente que los judíos no se arrepentirán y serán aven­tajados por los gentiles en el Juicio Final.


4) La Reina del Mediodía (del Sur)

La Reina del Sur se refiere a la Reina de Sabá, cuya visita a Salomón se narra en 1 Re. 10, 1-29 y en 2 Cr. 9, 1-12. Sabá era un pequeño reino, de población mayoritariamente semita, situado en la región sudoccidental de Arabia. La reina acudió a Salomón porque había oído hablar de su fama de extraordinaria sabiduría, y en su encuentro con el rey Salomón queda profundamente admirada de la sabiduría del rey.

La consecuencia aquí es paralela con la anterior sobre Jonás. Esa reina, pagana, pudo comprender la sabiduría del rey de Israel, sabiduría concedi­da por Dios al guía de su pueblo. "Y aquí hay algo más que Salomón". Jesús quiere indicarles que toda su predicación, toda su enseñanza es muy supe­rior a cualquier sabiduría, aún a la sabiduría proverbial del rey Salomón. Jesús es plenamente consciente de ser la misma Sabiduría del Padre. Los judíos, al rechazarle a El, están rechazando la Sabiduría de Dios.

Igualmente, la Reina de Sabá se "levantará" en el día del Juicio para con­denar al pueblo judío. De nuevo se recalca la no conversión de los judíos y la entrada de los paganos en el Reino de los Cielos, incluso como jueces del Pueblo de Israel, el pueblo que fue especialmente escogido por Dios para que un día recibiese al Mesías.

Jesús es infinitamente superior a Jonás y a la Reina del Sur. No se trata de una superioridad de grado, sino de esencia. Jesús, Hijo de Dios, es tan in­finito como el Padre. Pero, aquí Cristo se contenta con indicar su superio­ridad sobre estos dos personajes, e implícitamente está diciendo que es su­perior a cualquier rey o profeta del Antiguo Testamento.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.









66. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - La blasfemia contra el Espíritu Santo

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

66.- LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO

TEXTOS

Mateo 12, 31-32

Por eso os digo: "Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra' contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga con­tra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro".

Marcos 3, 28-29

"Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pe­cados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno".

Lucas 12, 10

"A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdona­rá; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará".


INTRODUCCIÓN

Es uno de los textos que más puede extrañar, porque parece que es contradicción con lo que nos enseña la fe cristiana. Que la misericordia del Señor se extiende a todos los hombres y a todos los pecados, sin excep­ción. No puede haber pecado alguno, por grave que sea, que no pueda quedar redimido por la Sangre de Cristo.

Nadie puede dudar de la eficacia de la redención del Señor y nadie puede dudar de su amor infinito que se extiende a todos los hombres, en cual­quier situación de pecado que se encuentre.

Por supuesto, tenemos que seguir creyendo en esa infinita misericordia del Señor, y toda interpretación de este texto que limite esa misericordia será una interpretación equivocada.

Hay dos interpretaciones, admitidas plenamente por la Iglesia y que con claridad pueden dar solución al problema. Y son interpretaciones que han de ayudar mucho al cristiano para reflexionar sobre su vida, y al no cristia­no para reflexionar sobre la actitud que ha tomado con respecto a Cristo.

Meditemos ambas interpretaciones.


MEDITACIÓN

1) Primera interpretación: Ceguera voluntaria ante la fe

Las palabras de Cristo están dirigidas a los fariseos y escribas, después de la controversia que ha tenido con ellos, sobre el poder con que El realiza los milagros. (Cfr. medit. 64)

Los fariseos y escribas están en pleno contacto con el Señor, no porque con sinceridad quieran examinar sus obras y escuchar sus enseñanzas; sino porque, cegados por sus pasiones y sus propios intereses, buscan la manera de condenarle. Haga lo que haga, aunque sea el milagro más im­presionante de resucitar a un muerto que lleva cuatro días en el sepulcro, como fue el caso de Lázaro, sin embargo, ellos, admitiendo la realidad del milagro, la consecuencia que sacan es que hay que acabar con Jesús de Nazaret porque, si sigue obrando esos milagros, todo el pueblo acabará yéndose con El. Nadie ha podido con más evidencia ser testigo de las obras y del poder divino de Cristo, que los mismos fariseos y escribas. Pero ellos voluntariamente cegaron los ojos de su alma, cerraron su cora­zón a toda posible fe en Cristo. Con plena libertad, con plena responsabili­dad rechazaron toda luz que podía iluminarlos para que creyesen en Cris­to. Y, en esta situación, no es que su pecado no pueda ser perdonado; lo que sucede es que sin fe en Cristo, rechazando conscientemente a Cristo, no se puede recibir el perdón; hay una incapacidad total para poder obtener el perdón. Es la actitud de ellos, no el pecado en sí mismo, lo que impide su perdón. En otras palabras, nadie puede recibir el perdón en con­tra de su voluntad, si él no lo quiere. Los fariseos y escribas pecando con­tra la misma luz que se manifiesta ante ellos con toda claridad, no quieren recibir nada de Cristo, y menos su perdón. Cristo murió por ellos; la mise­ricordia infinita de Cristo se extendía a todos ellos; y hasta el final de su vida hizo todo lo posible para que cambiasen de actitud. Pero, debido a la libertad del hombre, fracasó en su intento con los fariseos y escribas, salvo muy raras excepciones.

Y a esta actitud de pecado, actitud gravísima que rechaza toda posibilidad de fe, Cristo lo llama "pecado", "blasfemia contra el Espíritu Santo". Y la razón es que, como el mismo Cristo nos dirá en el Sermón de la Ultima Cena, atribuye al Espíritu Santo las mociones que Dios produce en el alma para hacer que los hombres conozcan y crean en Cristo:

"Cuando venga el Paráclito, el Espíritu de la Verdad que procede del Pa­dre, y que yo os enviaré de junto al Padre, él dará testimonio de mí". (Jn 15,26)

"El (el Espíritu de la Verdad) me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a Ustedes". (Jn 16, 14)

"Cuando El (el Paráclito) venga, rebatirá las mentiras del mundo demos­trando quién es pecador. ¿Quién es pecador? Los que no creyeron en mi". (Jn 16,8)

Hoy día este pecado podría darse en aquellos ateos o agnósticos, o en los no creyentes en Cristo, cuando esa falta de fe es plena responsabilidad cul­pable de ellos, por tener un corazón totalmente cerrado a la gracia de Dios, y más todavía, cuando a esa actitud culpable se añade una vida inmoral que quiere desconocer los mandamientos de Dios.

2) Segunda interpretación: Cuando se ha perdido la conciencia de pecado

En esta interpretación tampoco se niega en absoluto que haya algún peca­do que no pueda ser perdonado. Lo que se afirma es que ese perdón no puede darse, si no hay un verdadero arrepentimiento y un deseo sincero de enmendarse. Y puede suceder, y de hecho sucede, que el hombre de tal manera vive enraizado en el pecado, que llega a perder la conciencia de pecado, y consiguientemente, no siente remordimiento de conciencia por cometer aquella acción; y esa actitud interna de su corazón le impide pedir perdón con sinceridad de sus pecados. Es el hombre que se acostumbra a pecar, y hace desaparecer de sí toda sensibilidad al pecado.

En una ocasión había un médico que estaba hablando con sus colegas so­bre el problema del aborto. Y con toda naturalidad hizo esta terrible confe­sión: "La primera vez que realice un aborto, no pude dormir toda la noche por el remordimiento de conciencia que tenía; era consciente que había matado la vida de un ser humano; pero fui repitiendo, por interés económi­co, esos actos abortivos y hoy día no siento la más mínima preocupación".

Puede suceder lo mismo con el marido que por primera vez comete adul­terio. La repetición de ese acto le lleva a la pérdida de conciencia de peca­do del adulterio. Lo mismo, el que por primera vez comete un acto delictivo de cualquier clase; es casi seguro que sentirá remordimiento de conciencia; si lo repite frecuentemente, por un mecanismo de autodefensa, no dará importancia a esos actos.

Lo que se quiere indicar en esta segunda interpretación, es que aquel que ha conseguido matar el remordimiento de sus pecados y ha hecho las pa­ces con ellos, se encuentra totalmente incapacitado para pedir perdón. Y en esa situación, evidentemente, no puede existir el perdón. Y también se atribuye al Espíritu Santo toda moción interna hacia la conversión, el arre­pentimiento.

Quien ha cerrado su corazón a esas mociones, ha cometido el "pecado contra el Espíritu Santo", de que habla el Señor.

Una de las gracias que debemos pedir constantemente al Señor es mante­ner siempre una conciencia sensible a todo pecado. Que si por debilidad caemos, sintamos siempre el remordimiento de haber caído. Mientras haya conciencia de pecado, mientras haya remordimiento, siempre será fácil, con la gracia del Espíritu Santo, llegar a un verdadero arrepentimiento y a pedir al Señor perdón con toda sinceridad, y siempre el Señor estará dis­puesto a darnos el perdón de cualquier pecado, por grave que sea. No hay límites a la misericordia del Señor, el único límite lo podemos poner noso­tros con nuestra libertad cerrándonos a la posibilidad de arrepentimiento y perdón.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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