La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo B


LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ  (ciclo B)

Este don maravilloso que es la familia, la familia de cada uno, está iluminado por la familia modelo que es la de Jesús.

Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita.

ACCEDA AQUÍ



 



 




ESPECIAL DE NAVIDAD


¡FELIZ NAVIDAD!

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Jn. 1, 14


Feliz Navidad

No es Feliz como ‘sin problemas’.
Ni que la vida sea fácil, ni vivir una quimera.
La dicha no es vegetar en un jardín hermoso
donde cada fruto es exquisito y hay aroma de júbilo.
Que todo eso son visiones de falsos profetas
o miradas de ave de paso,
que sobrevuela la tierra sin llegar a posarse en el suelo de lo concreto.

Feliz Navidad, es la alegría asustada de la mujer que arriesga,
y la confianza serena del receptor de la promesa.
Es el entusiasmo incierto de los peregrinos en ruta,
tras una estrella.
Es la emoción humilde de los excluidos,
testigos hoy del milagro.
Y es el gozo lúcido de Dios encarnado en niño,
cuando empieza a vaciarse por completo.
Esa fiesta celebramos,
esa historia compartimos,
esa promesa anhelamos:
Feliz Navidad.

(José María Rodríguez Olaizola, jesuita)






Navidad








Para orar en Navidad
Enlaces a Rezando voy








*Feliz Navidad - Texto de apoyo - Rezandovoy


 



ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO B - 4° SEMANA



Cuando llegas

Llegas,

acampas en mi tierra,

sacudes mis cimientos,

rompes mis fronteras,

abres mis encierros.


Llegas,

y avivas

el hambre de Dios,

de verdad, de hermano,

de justicia,

de vida.


Llegas

y sanas

heridas añejas

y tristezas nuevas.


Llegas,

amas

mi pobreza,

mi ayer entero,

el ahora en su calma

y su tormenta,

el mañana posible.


Llegas

y conviertes

el sollozo en fiesta

la muralla en puerta

la nada en poema.


Llegas

cargado de Ti, y de otros…

Palabra con mil promesas

humanas, eternas…


Llegas,

despiertas el amor dormido

y te quedas.


(José María R. Olaizola, jesuita)



Domingo IV Adviento. Ciclo B: La Anunciación del Ángel a María.


 4TO DOMINGO DE ADVIENTO (ciclo B)

La meditación sobre la Virgen nos introduce al misterio de la Navidad

Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita.

ACCEDA AQUÍ




 




ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO B - 3° SEMANA

 


Compás de espera

No desesperéis,

viandantes,

soñadores,

ingenieros

de caminos nuevos.

¡Es verdad!

La noche se adentra

y sólo se rezan responsos

de muerte a la vida,

al amor, a la equidad,

en un mundo

ciego y sordo

a todo lo que no sea

«la misma dirección»,

«el mismo rumbo».


Pero, ¡Es Adviento!

y Dios viene

como fuego

para incitar

toda inquietud,

unir su voluntad a la vuestra,

y como viento huracanado

ir derribando a cada paso

una frontera, una valla,

un inamovible obstáculo.


No os aflijáis más

los que tenéis

vedada la esperanza

en el calendario

de un día tras otro

sin mañana,

los náufragos de la desdicha,

los de la mirada extraviada

al perder todo lo que creíais vuestro.


Sabed que

vuestra postración

provoca náuseas,

sin parar, en Dios.

Y tiene prisa

el que quiere

venir a vuestra carne,

y en el poder revelador

de un sueño,

por boca de su ángel,

musitaros: ¡Alégrate!

¡Levántate! ¡Sígueme!


Seve Lázaro, jesuita


VÍA PACIS - CONTEMPLACIONES DE ADVIENTO Y NAVIDAD









Domingo III Adviento. Ciclo B: “Allanad el camino del Señor”


 3ER DOMINGO DE ADVIENTO (ciclo B)

Juan Bautista deslumbra a todos con su figura y a algunos les lleva a confusión; pero el aclarará "yo no soy el Mesías"
Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita.

ACCEDA AQUÍ








VÍA PACIS - Tercera Contemplación: Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto



 

TERCERA CONTEMPLACIÓN

MIENTRAS ESTABAN EN BELÉN, LLEGÓ PARA MARÍA EL MOMENTO DEL PARTO

(Lucas 2, 6)


Canto de adviento:

Lector: En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Todos: Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.


LECTURA BÍBLICA: del Profeta Isaías 9, 1 – 6
“El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa. Sobre los que vivían en tierra de sombras brilló una luz. Acrecentaste el gozo, hiciste grande la alegría. Se han alegrado al verte, como se alegran en la cosecha, como se gozan repartiendo el botín. Porque el yugo que les pesaba y el palo que golpeaba su hombro – la vara del tirano – has quebrado, como el día de Madián. Porque toda bota que taconea con estrépito y el manto revolcado en sangre, serán para la quema, pasto del fuego. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y el señorío reposará en su hombro, y se llamará “Admirable-Consejero, Dios-Poderoso, Siempre-Padre, Príncipe de Paz. Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia. Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahvéh hará eso”.

LECTURA ESPIRITUAL: LA NAVIDAD SEGÚN FRANCISCO DE ASÍS:

Gracias a su iniciativa se realizó la celebración de la noche buena en una cueva del monte, cerca del castillo de Greccio, en el valle de Rieti. Francisco regresando de Roma se detuvo allí unos días. Después de haber visitado tierra santa esas cuevas le hicieron recordar las de Belén.  Fue el primer nacimiento en vivo de la historia con personas del pueblo en la navidad de 1223. Se cumplen 800 años. Transcribo unos párrafos del relato contado por Fray Tomás de Celano, el primer biógrafo de Francisco de Asís (1 Cel 84-87).
  
“La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el santo Evangelio (120) y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión, que difícilmente quería pensar en otra cosa.

Digno de recuerdo y de celebrarlo con piadosa memoria es lo que hizo Francisco tres años antes de su gloriosa muerte, cerca de Greccio, el día de la natividad de nuestro Señor Jesucristo. Vivía en aquella comarca un hombre, de nombre Juan, de buena fama y de mejor tenor de vida, a quien el bienaventurado Francisco amaba con amor singular, pues, siendo de noble familia y muy honorable, despreciaba la nobleza de la sangre y aspiraba a la nobleza del espíritu. Unos quince días antes de la navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En oyendo esto el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado cuanto el Santo le había indicado.

Llegó el día, día de alegría, de exultación. Se citó a hermanos de muchos lugares; hombres y mujeres de la comarca, rebosando de gozo, prepararon, según sus posibilidades, cirios y teas para iluminar aquella noche que, con su estrella centelleante, iluminó todos los días y años. Llegó, en fin, el santo de Dios y, viendo que todas las cosas estaban dispuestas, las contempló y se alegró. Se prepara el pesebre, se trae el heno y se colocan el buey y el asno. Allí la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad, y Greccio se convierte en una nueva Belén. La noche resplandece como el día, noche placentera para los hombres y para los animales. Llega la gente, y, ante el nuevo misterio, saborean nuevos gozos. La selva resuena de voces y las rocas responden a los himnos de júbilo. Cantan los hermanos las alabanzas del Señor y toda la noche transcurre entre cantos de alegría. El santo de Dios está de pie ante el pesebre, desbordándose en suspiros, traspasado de piedad, derretido en inefable gozo. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión, en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes. Terminada la solemne vigilia, todos retornaron a su casa colmados de alegría”.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

Lector: Te esperamos, llenos de esperanza, ven, Señor Jesús.
Todos: Ven Señor no te demores.
Lector: En ti tenemos existencia, energía y vida, oh Señor, ven y revela a todos los hombres tu presencia.
Todos: Ven Señor no te demores
Lector: Tú que eres nuestro libertador, da a todos los hombres la libertad de los hijos de Dios.
Todos: Ven Señor no te demores


ORACIÓN:  
Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra. En este tiempo de espera y esperanza te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por las personas que viven con nosotros y con las que colaboramos cada día en la misión que nos has encomendado. Bendícenos en este tiempo tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas. En este día de manera queremos recordar especialmente a las familias que no tienen techo, alimento, salud, vestido, trabajo. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar y aprendamos todos a ser más solidarios con los que más sufren y padecen toda dolencia.

....

PARA ACCEDER A LAS OTRAS CONTEMPLACIONES ACCEDA AQUÍ


Vida - Parte 2: Criterios para el cambio


 

P. Adolfo Franco, jesuita

Continuación...

CRITERIOS PARA EL CAMBIO

Si asumimos esas preguntas que hicimos en la reflexión pasada, tenemos que resolver algunos puntos previamente para poder darles una respuesta adecuada. No debemos simplificar la respuesta diciendo que nuestro tiempo está bien empleado, si nos proporciona la mejor calidad de vida. Porque ahí está el asunto ¿cómo se calibra la calidad de vida? ¿Qué tipo de vida proporciona al ser humano su mayor calidad? Básicamente significa ¿en qué consiste la felicidad del hombre? O esta otra ¿cómo uno puede llegar a sentirse realizado plenamente?

Y si queremos que el examen sea objetivo, tenemos que encontrar referencias, valores, criterios que nos ayuden al examen; algún modelo posible con el que comparar nuestra vida. En este asunto nos perdemos muchas veces porque subjetivamente nos desorientamos, y confundimos pasarla bien con felicidad. Si en un momento dado me encuentro eufórico, puedo pensar que esa euforia es lo mejor, y que lo que conduce a ella es lo mejor que puedo elegir.

Hay mucha confusión con respecto a este asunto de la felicidad, del bienestar, del gozar. Hay momentos de placer que después producen tristeza, y vacío. Y todos hemos tenido experiencia de esto. Algunas veces hemos tenido la experiencia de que después del aturdimiento de una ruidosa fiesta, en que hemos estado brillando de exultación, nos ha sucedido un vacío. Un contraste que podíamos comparar a lo que sucede en el local mismo de la fiesta: la sala (o el jardín) durante la fiesta, estaba lleno de flores y de luces, todo eran colores; pero, cuando ésta termina y se van todos, ese mismo lugar aparece desarreglado, mustio, con todo el desorden llenando de tristeza el espacio. Ese contraste puede ilustrar lo que a veces nos pasa en el espíritu.

Pero, como la fiesta es un momento de elevación a las nubes, quisiéramos prolongarlo, y quisiéramos que la vida fuera una sucesión de fiestas tras fiestas. 

Todo esto simplemente está dicho para confirmar que hay mucha confusión en un asunto tan importante, como es definir la calidad de vida. Y nos hacen falta los criterios para juzgar si lo que vivimos es lo mejor, o si podríamos hacer algunos cambios en el uso de todo o parte de nuestro tiempo.

Creo que la mejor forma de empezar el planteamiento en forma correcta es preguntarnos ¿estoy en el mundo con algún propósito? ¿existo para algo? Quizá pensando en nuestro origen y en nuestro final (los dos puntos terminales de nuestra existencia terrestre) podamos orientarnos en la búsqueda del sentido de la vida que vivimos entre esos dos puntos. Si consideramos nuestra vida presente como un camino entre un punto de partida (nuestro nacimiento), y un punto de llegada (nuestra muerte, y el paso al más allá), esto nos servirá para evaluar la vida que estamos teniendo. Así pues, propongo partir de ahí, del hecho de que venimos de Dios y volvemos a El después de hacer el recorrido de nuestra existencia, cuya calidad estamos examinando. Venir de Dios significa haber sido creados por El, haber sido pensados por El. Cierto haber sido pensados por El, entonces con seguridad sólo El tiene las respuestas correctas a nuestras preguntas. ¿Será verdad que hemos venido al mundo por voluntad de Dios, con un propósito? Porque entonces la calidad de vida se definiría como la realización de la tarea para la cual existimos.

Esto nos sirve para empezar a desarrollar una teoría sobre la felicidad del ser humano, sobre el correcto uso del tiempo y de la vida. De lo que es beneficio y de cómo obtener el mejor costo-beneficio.

Si yo parto del hecho de ser criatura de Dios, y de que he sido criado con una finalidad, estoy determinando mi vida por mis dos límites: el origen y el fin. Así que partiendo del origen debo reconocer en mí la huella de Dios, del cual vengo, y de dirigirme a El, que es mi fin. Y todo lo que me aparte de eso me frustrará, no me hará feliz. Olvidarme de mi origen y desconocer el fin, es desconocer la ruta, estar desorientado y perderse en el camino.

Todavía esto no nos responde totalmente a la pregunta sobre la calidad de vida. Pero nos da, al menos el marco general, en que deben encontrarse las respuestas adecuadas. ¿Qué vida tiene calidad? ¿Qué es calidad de vida? ¿Cómo se encuentra la felicidad?

¿Podremos afirmar con lo dicho que el que se aparta de Dios se aparta de su propia felicidad? ¿Renunciar a Dios es renunciar a uno mismo? ¿Tan identificados están nuestro destino y el querer de Dios? Son preguntas que mejor es meditarlas que darles una respuesta simple.

¿Está la clave de la vida en la búsqueda de la voluntad de Dios? ¿Y qué se quiere decir al hablar de “voluntad de Dios”? Esto es sumamente importante; y de hecho sería el eje de toda la cuestión. Por otra parte, hay que decir que encontrar la voluntad de Dios no es complicado. No hace falta ser un zahorí especializado, o un buscador de tesoros; no es necesario tener un radar de última generación, ni ser guiados por adivinos que echando las cartas y sumando las figuras, nos diagnostican el asunto. Si la voluntad de Dios es el eje de la vida, mal haría Dios en jugarnos esta mala pasada de que fuera difícil y complicado encontrarla. 

Pero vayamos al término “voluntad de Dios”, o sea el querer de Dios. La voluntad de Dios es el amor con que Dios me ama: eso queremos decir al hablar de voluntad de Dios. No se trata de un mandamiento dado por un ser voluntarista, ante el cual no queda más que someterse. La cosa no es así. Se trata del Padre, clarividente (es lo menos que podemos decir de Dios), que nos ama y nos quiere enseñar la mejor ruta para nosotros. ¿Quién quiere más nuestra felicidad, Dios o nosotros mismos? No pasemos rápidamente por este cuestionamiento: hay que hacer una pausa ante él, mirar detenidamente este asunto, y ver si tenemos la decisión de responder a esto, con las consecuencias que esa respuesta tiene, si es que somos lógicos. 

Y no hay derecho a pensar que Dios tiene una voluntad sobre mi vida porque le gusta ser el amo, que se impone sobre esclavos. No se puede entender nada sobre Dios, y sobre nada de esto, si pensamos así. Más bien se trata de un Padre en su relación de amor con sus hijos. La voluntad de Dios es el acto más grande del amor tierno de Dios para con nosotros. Esto también hay que subrayarlo: la voluntad de Dios es el amor con que Dios nos ama. Es un acto de su corazón, más que una decisión de su voluntad (si es que podemos usar este lenguaje humano, para hablar de Dios).

Así estamos llegando a esta conclusión: buscar mi felicidad es buscar la voluntad de Dios y si la voluntad de Dios es su amor, diremos finalmente que buscar la felicidad es dejarse querer por Dios. ¿Hemos llegado a esta conclusión correctamente? No creo que haga falta recorrer otra vez el proceso que hemos seguido para afirmar esto. Y si esto es así, empezamos a salir de la confusión de que hablaba al principio de confundir placer con felicidad, y ya vamos teniendo algún criterio para responder al asunto de calidad de vida, y al uso del tiempo. Aunque este criterio sea todavía un tanto general y habrá que hacer más análisis.

Pero no hemos resuelto aún el otro asunto importante de ¿cómo dejarse amar por Dios? Y es lo mismo que buscar la voluntad de Dios. Decía hace poco que no debe ser difícil, que está a nuestro alcance llegar a ella. ¿Pero cómo? ya de hecho buscar la voluntad de Dios es dejarse amar por El. Dejarse amar por El ¡ahí está todo! Buscarlo es eso. Y eso nos da la clave para el uso del tiempo, o la parte del tiempo de que podemos disponer con libertad.

Buscar y buscar. Esto es ya tener una actitud de vida importante. No dejar que las cosas pasen, sino tomar el timón de la propia existencia, para dirigirla en una particular dirección. Decidirse a buscar. Una actitud de vida que ya prácticamente resuelve el problema, porque Dios se deja encontrar del que lo busca de verdad. Se podría afirmar que buscarlo ya es encontrarlo.

Pero de todas formas buscar supone disponerse a hacer un recorrido. Un recorrido de toda la vida. Y quisiéramos tener alguna indicación inicial para hacer este camino. Pero es necesario repetir que en esto buscar ya es empezar a encontrar. Y en cuanto hemos empezado el recorrido ya nos damos cuenta de que nuestra vida empieza a adquirir sentido: sé que tengo una tarea, la tarea más fundamental. Y además empiezo a tener la seguridad absoluta de que saldré con éxito de esta empresa. Es necesario volver a subrayar que la vida que vivimos tiene un origen y debe llegar a una meta. Hay que evitar todo lo que nos aparte de esa meta.

¿Pero hay una guía en este camino? Para un cristiano la respuesta es: “sí hay un camino”. Yo soy el camino, deja todo, ven y sígueme. Además, encontramos en el evangelio las propuestas sobre la felicidad que llamamos las bienaventuranzas. Pero querría que no desmenuzáramos en detalles esta visión general de la búsqueda. Entrar en particularidades podría tener el peligro de que convirtiéramos en reglamentos la vida cristiana. Y tantas veces se ha hecho esto, con tanto daño para la vida cristiana. Hay que volver al punto inicial de que lo que estamos haciendo en el fondo es desarmarnos, y dejarnos simplemente amar por Dios. Hay que saber dar el paso, no siempre fácil, de decidirnos a que esto sea lo importante y que guíe todo lo demás. 

Por otra parte estamos llegando a un punto imprevisto. Empezaba esta reflexión buscando criterios para saber escoger la ocupación del tiempo libre del que disponemos, y nos encontramos frente a la necesidad de dar una respuesta total a nuestra vida. No solamente unos criterios de valor para saber ocupar mejor el tiempo, sino buscar el imán de nuestra vida, el centro de gravedad que nos arrastra de forma irresistible. No hay una respuesta parcial, la respuesta es total: Buscar a Dios en todas las cosas, es la única forma de darle a nuestra vida el verdadero sentido. Y por otra parte esa es la tarea fundamental de la vida. 

No es fácil dar el paso de aceptar a Dios en su totalidad. Pero si nos atrevemos a cruzar la frontera de nuestro temor, y darlo todo, encontramos el panorama hermoso de la vida. Pues encontramos el mundo y las cosas en su más pura simplicidad. La vista del mundo en su pureza original, lo que está detrás de todo ese cúmulo de complicaciones que hemos sembrado en el mundo, desde que Dios lo dejó en nuestras manos. Podemos volver a ver “el paraíso”, o sea las cosas en su verdadera esencia. Y especialmente al hombre mismo en su desnudo valor; sin poses, ni afectaciones: ver que el hombre es libertad, pureza y amor, sin complejos ni poses, ni importancias, ni títulos, sino sólo eso “hombre” que es decir hijo, reflejo, semejanza.


Continuará...

Para acceder a las otras entregas de la SERIE ingrese AQUÍ.


Agradecemos al P. Adolfo Franco jesuita, por compartir con nosotros esta serie que busca ayudarnos a reflexionar sobre nuestras propias vidas, a la luz del mensaje cristiano.





ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO B - 2° SEMANA

 


Bautiza mis sentidos

No amanezcas, Señor,
que todavía mis ojos
no aprendieron a verte
en medio de la noche.

No me hables, Señor,
que todavía mis oídos
no logran escucharte
en los ruidos de la vida.

No me abraces, Señor,
que todavía mi cuerpo
no percibe tu piel
en los saludos y la brisa.

No me endulces, Señor,
que todavía mi garganta
no saborea tu ternura
en medio de lo amargo.

No me perfumes, Señor,
que todavía mi olfato
no huele tu presencia
en el olor de la miseria.

¡Bautiza mis sentidos
con el lento discurrir
de tu gracia encarnada
fluyendo por mi cuerpo!

Benjamín González Buelta, jesuita

(Texto de apoyo de Rezando Voy)



VÍA PACIS - CONTEMPLACIONES DE ADVIENTO Y NAVIDAD










Domingo II Adviento. Ciclo B: San Juan Bautista anuncia la llegada del Mesías


2DO DOMINGO DE ADVIENTO (ciclo B)

La austeridad de vida de San Juan ya es un anuncio de la llegada del Mesías

Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita.

ACCEDA AQUÍ