P. Adolfo Franco, S.J.
CUARESMA
Domingo III
Lucas 13, 1-9
¿Qué sentido tienen las desgracias"? Jesús nos invita a reflexionar lo frágiles que somos y eso debe estimularnos a la conversión.
En
este párrafo del evangelio de hoy hay dos contenidos algo diferentes, pero que
se complementan. En el primero se narran dos hechos trágicos, y en el segundo
Jesús cuenta una parábola en la que se habla de una higuera que no da fruto,
que se la quiere arrancar por eso, pero el labrador encargado de la higuera
pide un plazo, para cuidarla un poco más para que dé fruto.
En
las dos noticias del primer párrafo hay gente que muere trágicamente: unos por
una represión brutal de Pilatos que degüella a unos galileos revoltosos en el
mismo templo, y los otros por el derrumbamiento de una torre y que aplastó a
muchos. Frente a estas dos desgracias Jesús hace cambiar la perspectiva para
mirar estos hechos trágicos. La forma ordinaria es fijarnos principalmente en
la desgracia: en estas situaciones la gente piensa principalmente en las
muertes, en esas terribles desgracias. Y es normalmente la forma que tenemos de
mirar esos sucesos fatales. Además algunas veces pensamos en si habrá alguna
conexión entre la conducta de los que murieron y el hecho de su muerte
repentina. Esa era una interpretación frecuente entre los contemporáneos de
Jesús.
Jesús
primero afirma que eso no es así; no es verdad que hayan perecido por ser
malos. Lo dice claramente: había otros muchísimos igualmente pecadores y a
ellos no les ocurrió nada. No es la desgracia material consecuencia de la
conducta mala. Pero Jesús no entra en ninguna explicación de por qué ocurren
estas cosas. El Evangelio no entra en este problema del por qué del mal en el
mundo, del mal en sus diversas variantes y modalidades, el mal físico, el mal
espiritual, el mal temporal, al mal definitivo. Es un problema al que no se le
encuentra una explicación racional. Pero Jesús, aunque no entra en la
explicación del mal, sí afirma de todas formas que Dios no castiga, cuando esas
cosas suceden. Dios no es la causa de ningún mal, es lo que quiere decir Jesús.
Y
en segundo lugar lleva la reflexión a otro asunto, a la conversión, a que no quedemos
paralizados contemplando simplemente la desgracia, sino que saquemos otras
lecciones, y aquí especialmente que nos animemos a la conversión. A los que
piensan que esto ha sucedido a los que son malos Jesús les encara que ellos no
son mejores que los que padecieron la desgracia y les exhorta a la conversión,
añadiendo además que si no se convierten les sobrevendría otra desgracia mucho
peor. Y para eso nos da el Señor una oportunidad.
Por
eso se añade la parábola de la higuera para manifestar la misericordia de Dios,
que nos tiene paciencia y que está dispuesto siempre para darnos otra
oportunidad. Es el labrador que tiene misericordia de su arbolito, que sale en
su defensa, y por eso pide un plazo de un año más.
Eso
es la Cuaresma ,
esa lección nos da a nosotros este mensaje. Primero: que ante las desgracias
que nos dejan desconcertados y a veces duramente golpeados, hay que pensar que
ése no es el peor mal que nos puede sobrevenir. El mal que nos aparta de Dios,
es peor que cualquier desgracia física. Y sin embargo nos estremece más la
desgracia física, que el mal intrínseco que es el pecado.
Por
eso esas circunstancias duras deben abrir nuestra mente a la conversión. A
darnos cuenta que la vida es efímera, que en cualquier momento puede llegarnos
el fin, de una manera o de otra y por eso hay que estar dispuestos siempre a
pensar en el cambio de conducta, estar dispuestos a la conversión.
Además
se nos invita a esa conversión mirando la misericordia de Dios que nos da un
nuevo plazo. Esta cuaresma es un nuevo plazo que Dios nos da; El nos tiene
paciencia cuando muchas veces no ve fruto en nosotros, que podría pensar que
estamos ocupando un espacio inútilmente, como la higuera de la parábola. Pero
está dispuesto a darnos otra oportunidad. Y el que intercede por nosotros para
que tengamos una nueva oportunidad es Jesús, que es el que cultivará de nuevo
al arbolito, del que ha tenido misericordia. Se trata de ver la salvación que
Jesús ha venido a realizar: La redención es la nueva oportunidad que Dios da a
la humanidad y que nos da a cada uno de nosotros.
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