P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
1. FUNDAMENTOS VETEROTESTAMENTARIOS
1.1. EL MEDIADOR SALVÍFICO REAL
El Cristo, esto es, el Mesías, es ante todo, en
cuanto Hijo de David, una figura real:
"Este, (refiriéndose a Jesús) será grande; se llamará Hijo del Altísimo, y
el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, y reinará sobre la casa
Jacob por la eternidad, y su reino no tendrá fin". Lc 1, 32 y s.s. Nos
preguntamos, de dónde vienen estas y otras afirmaciones neotestamentarias
parecidas y qué es lo que significan? El A T
nos da la información correspondiente. La promesa hecha por Dios a
David. En el 2 Samuel, 7, se indica que el Mesías será descendiente de David. El núcleo de la promesa consiste: en
que Dios garantiza la perennidad del Reinado de David: Yahvé quiere "edificar una casa" a David (y
por la tanto a su dinastía) y "debe
de durar eternamente". Esto significa un pacto irrompible en virtud de
cual Yahvé quiere vincular a sí en lo sucesivo a todos los reyes davídicos diciendo: "Yo seré para él padre y él habrá de
ser para mí, hijo". Así la elección de David y de sus sucesores
garantiza a Israel, pueblo de Dios, la completa posesión de la tierra
prometida. La "casa" que Yahvé ha edificado a David, (2 Sam 7, 11 y
16) y la "casa" que David, por su parte, edificará a Yahvé (2 Sam 7,
5 y 13) son a partir de entonces dos realidades inseparables.
Los
Salmos regios (o reales): Otra fuente donde se vincula a David con el Mesías
Salvador real son los salmos reales. Hay salmos con oráculos en favor del rey,
Salm 2 y 110. Oraciones por el rey, Salm 20, 61, 72, 84, 89. Oraciones
compuestas por el rey, Salm 18, 28, 63, 101. Pero el rey del pueblo elegido ha
recibido la "unción", en
hebreo "Mesías". Es el
bendito de Yahvé y esta bendición implica la felicidad de su pueblo. Por otra
parte, como hemos visto antes, las promesas hechas por Dios a la dinastía de
David dejaban entrever a un descendiente privilegiado en quien Dios habría de
complacerse especialmente y a quien eligiría para realizar sus designios de
salvación; es decir, el "ungido"
por excelencia el Mesías. La profecía de Natán 2 Sam 7, es el primer eslabón
de estas profecías sobre el Mesías hijo de David. Y hemos visto que era
esencialmente una promesa de estabilidad para la casa de David y halló su
aplicación en Cristo.
1.2. EL MEDIADOR SALVÍFICO SACERDTAL
Según
la Carta a los Hebreos, Jesús es, en cuanto Cristo, no sólo rey sino también
sacerdote; en consecuencia la cristología dogmática habla del ministerio
sacerdotal de Cristo. Esta función sacerdotal del mediador salvífico del N T tiene sus raíces en el A T y en el judaísmo.
El
sacerdocio, en cuanto oficio autónomo vinculado a una determinada condición,
forma una institución que constituye una casta propia, esto es, la pertenencia
a la tribu de Leví. Pero junto a este sacerdocio oficial del pueblo judío,
permanece todavía durante siglos el sacerdocio originario, sin ministros
oficiales, con arreglo al cual los cabezas de tribu (pueden ser patriarcas o
jefes de familia), asumen oficios específicamente sacerdotales como gestores y
realizadores del sacrificio ritual (fiesta de la Pascua). También los jefes
carismáticos del Antiguo Israel: (Moisés, Josué, Samuel), ejercen también
personalmente esas funciones sacerdotales que después, durante la monarquía,
asumirá esta función el rey. Así, los reyes David y Salomón, ofrecen el
sacrificio como representantes del pueblo y también bendicen al pueblo elegido.
Sin embargo, el rey, delega habitualmente en el sacerdote ministerial, quienes
en nombre y por encargo suyo ejercen el culto de la manera ordenada y
prescrita.
El
sacerdote peculiar de Israel es, según esto, el rey davídico en cuanto cabeza
del pueblo. Y en su entronización es constituido "sacerdote según el orden de Melquisedec", Salm 110, 4.
Esto quiere decir lo siguiente: David es entronizado rey de la antigua
Jerusalén; cada descendiente suyo en el trono, hasta el rey davídico del
tiempo salvífico, obtiene también el derecho de sucesión de aquel Melquisedec
pre-israelita, quien según relata Gen 14, 17-20: "era el rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, creador de
cielo y tierra". Con esto tenemos ya una segunda raíz del sacerdocio
regio, que incluye el de Mesías. Dentro de esta forma de pensar tenemos que el
rey es esencialmente sacerdote, (pero no de la tribu de Leví, sino de la de Melquisedec).
En el
"documento sacerdotal" (P), hacia fines del siglo V antes de Cristo,
y ante el fracaso de los reyes de los dos reinos de Israel, el ministerio
sacerdotal es la única institución que representa a Israel ante Yahvé y de la
que necesita para tratar con su pueblo. Lo mismo que al principio la monarquía,
es ahora la mediación sacerdotal la procura y garantiza a Israel la salvación
de Yahvé en el momento presente. Esta mediación salvífica se verifica
exclusivamente mediante el culto sacrificial y se concentra en la idea de la
expiación. El Sumo Sacerdote tiene en esta liturgia un papel destacado, tanto
en la ofrenda diaria de la mañana como de la tarde (Ex 29, 38-42), y sobre todo
en la fiesta anual de la expiación Lev 16. El sacerdocio levítico-aaronítico
desempeña, en la persona del Sumo sacerdote Sadoc, el caudillaje político que
en otro tiempo correspondía al rey. Sus ornamentos son regios Ex 28,s.s y es
también, al igual que el rey, el ungido = "el
Masiah", en cuanto que a su investidura le precede el rito de la
unción; es pues, si se quiere, el "Mesías - Sacerdotal". Así pues hay
una analogía: lo mismo que el reino estaba vinculado a una determinada familia (la de David) de una
determinada tribu (Judá), también el oficio del sumo sacerdote pertenece en
virtud de una elección divina, a la familia de Aarón por Sadoc y a la tribu de
Leví; y a ambos, David y Sadoc, les ha prometido Yahvé "una casa perdurable". Lo mismo que a David le pertenece
el "reino eterno", a los
sadoquitas se les promete un "sacerdocio
eterno". Ex 40,15; Num 25, 13, todo ello basado en una especial
alianza con Yahvé.
Como
se puede apreciar, las esperanzas que aquí se atribuyen al mesías sacerdotal
levítico las atribuye el N T a Jesucristo. Sin embargo, aun siendo hijo de David
(por la adopción de su padre protector S. José), es también sumo sacerdote,
pero sacerdote no según la familia de Aarón o de Sadoc, sino "hecho, a la manera de Melquisedec,
sumo sacerdote para la eternidad". Heb 6, 20
1.3. EL MEDIADOR SALVÍFICO PROFÉTICO
Junto
al ministerio político cultual de tipo institucional, cuyos principales
detentadores son los reyes y los sacerdotes, hallamos también en el pueblo de
Dios del A T una mediación profética, relacionada con aquellas dos anteriores.
El
principio y fundamento de la idea de mediación específicamente profética es la
llamada "Ley sobre los profetas", que se remonta al S.VIII a.d. Xto.
Esta ley ha sido recogida en Deut 18, 9-22, cuya parte central es Deut 18,
15-18, donde se habla de la naturaleza peculiar del profetismo, enmarcándolo en
una serie de declaraciones negativas sobre las prácticas adivinatorias y sobre
posibles degeneraciones del profetismo. En este contexto surge un profeta como
Moisés elegido por Yahvé, a quien el pueblo debe de escuchar porque: "Pondré mis palabras en su boca y les
dirá lo que yo les mande", Deut 18,15 y 17.
Este
profetismo del tipo de Moisés surge cuando Israel, estremecido por la majestad
impresionante y ardiente de Yahvé, le pidió a Yahvé que Moisés hiciera de
mediador, Deut 18,16, para que, situado entre Dios y el pueblo, transmitiera la
palabra a Israel la palabra de Yahvé, Deut 5, 4, s,s; 5, 24 y 31. Así Moisés es
más que un profeta de los habituales, Num 12,6.s.s. Deut 34, 10, y se convierte
en el prototipo de profeta; esto quiere decir que la mediación profética se
basa en una relación personal e inmediata con Dios y queda referida al pacto
con Israel. En consecuencia, se realizan dos movimientos de oposición mutua:
por una parte, la línea descendente de Yahvé a Israel mediante la que se transmite la voluntad de Dios a su
pueblo, para que se cumpla, y la otra, en dirección ascendente, en la que el
profeta, como otro Moisés, se constituye en intercesor, ante Dios, de su pueblo, del que se siente solidario y responsable.
1.3.1. Relación entre profeta, sacerdote y rey
Mientras
el profeta (deseado y pedido por el pueblo) es "suscitado" directa e
individualmente por Dios, tenemos al "levita", (sacerdote), que sólo
tiene con Dios una relación particular en el sentido de que pertenece a una
tribu elegida, (la de Leví), y al santuario (Deut 18, 5); el rey aunque también
es elegido por Yahvé (Saúl y David) es elevado a la realeza por el pueblo,
igual que en los pueblo vecinos.
Con el
destierro a Babilonia (586) la destrucción de Jerusalén y del Templo termina
definitivamente la monarquía judía, y pasajeramente, también el sacerdocio. Lo
que queda es la función profética. Es en esta época cuando alcanzan su
intensidad teológica los llamados "Cánticos del Siervo de Yahvé". Is 42,1-4; 49,1-6; 50, 4-11; 52,13-15 -
53,1-2.
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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