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Nuestra Señora de Fátima nos pide rezar el Santo Rosario diariamente |
Desde el
principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los
judíos.
Más tarde,
en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos
devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los
monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un
cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marías.
Los misioneros de
Irlanda más tarde propagaron la costumbre en Europa y hubo varios desarrollos
con el tiempo.
La Madre de
Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y
le dijo que propagara esta devoción.
El Rosario,
una de las devociones marianas más extendidas en el pueblo cristiano y que
arranca del celo apostólico de Santo Domingo, es para el Diccionario de la Real
Academia Española: «Rezo de la Iglesia, en que se conmemoran los veinte
misterios principales de la vida de Jesucristo y de la Virgen, recitando
después de cada uno un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un gloriapatri.» En
verdad ahí están enunciados los elementos esenciales que lo constituyen, a los
que se añaden, según las regiones y devociones, otros también importantes. Si
se nos permite, podríamos decir que el Rosario está formado por materiales
evangélicos de primera calidad: la selección de los misterios, ordenados en
cuatro grupos, gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, que son pasos decisivos
de Jesús y de María que nos llevan de la Anunciación y Encarnación hasta la
venida del Espíritu y la coronación de la Virgen; la oración que Jesús nos
enseñó para dirigirnos al Padre, y la que la tradición de la Iglesia ha
elaborado para saludar a María, empleando en parte las palabras que le
dirigieron el Ángel y su prima Isabel; y, como broche de cada decena de Ave Marías, la fórmula de alabanza trinitaria. Hay que añadir que son partes
esenciales del Rosario la meditación y contemplación de los misterios, sin la
que su rezo quedaría como un cuerpo sin alma, y las oraciones vocales
impregnadas de ese clima de oración y devoción. La Iglesia celebra el 7 de
octubre la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario.
En cuanto a
la forma de rezar el Rosario, digamos que lo más habitual es contemplar cada
día cinco misterios: los lunes y sábados, los Misterios Gozosos, los jueves,
los Luminosos, los martes y viernes, los Dolorosos, y los miércoles y
domingos, los Gloriosos, a no ser que la celebración de las fiestas o tiempos
litúrgicos aconseje otra opción. Suele formar parte del Rosario la letanía,
"deprecación a la Virgen con sus elogios y atributos colocados por
orden", de la que hay varias fórmulas. Ofrecemos también algunos otros
elementos de uso particular, que pueden libremente omitirse.
Para
mayor comprensión y profundidad en el rezo del Santo Rosario acceda a la Carta Apostólica sobre el Santo Rosario "Rosarium Virginis Marie" del papa San Juan Pablo II.
REZO DEL SANTO ROSARIO
PASOS
1. Signarse
y rezar el Credo o el acto de contrición
2. Rezar el
Padre nuestro
3. Rezar 3
Ave Marías y Gloria.
4. Anunciar
el primer misterio. Rezar el Padrenuestro.
5. Rezar 10
Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
6. Anunciar
el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro.
7. Rezar 10
Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
8. Anunciar
el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro.
9. Rezar 10
Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
10.
Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.
11. Rezar
10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
12.
Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro.
13. Rezar
10 Ave Marías, Gloria y Jaculatoria.
14. Rezar
la Salve, las Letanías y las oraciones finales.
NOTA:
LAS INVOCACIONES QUE EL PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR LA IGLESIA CONTRA EL MAL QUE DIVIDE, SE ENCUENTRAN AL FINALIZAR EL REZO DEL SANTO ROSARIO. (ÍTEM 7)
REZO DEL SANTO ROSARIO
Se anuncia los misterios a contemplar:
- Los misterios gozosos: lunes y sábado.
- Los misterios de luz: jueves.
- Los misterios dolorosos: martes y viernes.
- Los misterios gloriosos: miércoles y domingo.
1. SIGNARSE
+Por la
señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
+En el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. ORACIONES INICIALES
2.1. CREDO DE
LOS APÓSTOLES
Creo en
Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
2.2. ACTO DE
CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos
quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de
todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las
penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca
más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
2.3. PADRE NUESTRO
Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan
de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
2.4. AVE MARÍA (3)
Dios te
salve, María, Virgen Santa en tus manos encomiendo mi fe para que la ilumines; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Dios te salve, María, Virgen Santa, en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María, Virgen Santa, en tus manos encomiendo mi caridad para que la aumentes; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
2.5. GLORIA
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
3. PROCLAMACIÓN DEL MISTERIO RESPECTIVO
(Para acceder a los Misterios Meditados seleccione el enlace de los títulos)
Lunes y
Sábados:
Contemplamos la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios en las purísimas
entrañas de la Virgen María.
Dijo el ángel: "No temas, darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús"... Dijo María: "Hágase en mí según tu palabra". (Ver Lc. 1,30.38)
Desde niña en Nazaret, la Virgen había pensado un plan para su propia vida. El Padre del cielo quería algo mucho más grande para ella. Lo más grande que nadie se pueda imaginar. Como buena hija, ella aceptó libremente la invitación. Así llegó a ser la Madre del mismo Dios.
Espíritu Santo, abre siempre nuestros corazones, para decirle con alegría al Padre del cielo: "hágase tu voluntad". Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Segundo misterio gozoso
Contemplamos la Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel.
Isabel exclamó: "¡Bendita tú entre la mujeres y bendito el fruto de tu vientre!". Entonces, dijo María: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, su nombre es Santo. Él levantó a los humildes y a los pobres". (Ver Lc 1,42.46-55)
La Virgen daba gracias al Señor por llevar a Jesús en su vientre. Pero dejó Nazaret para ir a ayudar a Isabel en su parto. Ante el especial saludo de su prima, proclamó su cántico de gratitud al Señor.
Cuida, Señor, la vida que crece en cada una de las mamás que esperan un hijo y que todos reconozcamos que el aborto es la muerte de un inocente. Enséñanos a estar dispuestos a ayudar a los otros. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Tercer misterio gozoso
Contemplamos el nacimiento del Niño Jesús en el pobre y humilde portal de Belén.
María dio a luz a su Hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. No había lugar para ellos en la posada. A los pastores, el ángel les dijo: "No teman, les anuncio una gran alegría. Les ha nacido el Salvador". (Ver Lc. 2, 7-11)
El Hijo del Padre, la Segunda Persona de la Trinidad, nace en un pesebre entre animales. Este Dios es niño, no hombre adulto. Nadie puede temerle. Los primeros invitados son unos pobres pastores.
Padre, en Belén los ángeles anunciaron el nacimiento del Salvador, concédenos la gracia de conocerlo internamente para más amarle y servirle.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Cuarto misterio gozoso
Contemplamos la Presentación del Niño Jesús en
el Templo.
María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor. El anciano Simeón alabó a Dios: "He visto la luz". Y dijo a María: "Él será causa de discusiones. A ti te atravesará un dolor como de una espada" (Ver Lc 2,22.28-35)
En el templo de Jerusalén, el anciano reconoce que este Niño viene a salvarnos de nuestros pecados. La Virgen, desde ya, sabe que deberá sufrir mucho para acompañar a su Hijo.
San José, recuérdanos las palabras de Simeón y a comprender el sentido de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA (1)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Quinto misterio gozoso
Contemplamos al Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.
María y José hallaron al Niño entre los maestros del templo. Su madre le dijo: "Tu padre y yo te buscábamos angustiados". Él contestó:"¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?". En Nazaret, Jesús crecía y obedecía (Ver Lc. 2, 42.48-52)
También en la Sagrada Familia tuvieron días difíciles. Así como cuando Jesús se perdió en el templo para contar de su Padre. La Virgen no entendió las explicaciones de su Hijo, pero las seguía pensando en su corazón.
Madre nuestra, protege con su manto a las familias que corren el riesgo de la división y de los ataques de una sociedad que no reconoce su importancia. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
Jueves:
Contemplamos el bautismo de Jesús en el río Jordán.
Dijo Juan: "El que viene los bautizará con Espíritu Santo y fuego". También Jesús se dejó bautizar. El cielo se abrió. El Espíritu Santo bajó sobre Jesús en forma de paloma. Se escuchó la voz del Padre diciendo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco." (Ver Mc 1,11 - Lc 3, 16.21-22)
A orillas del río Jordán, Dios manifestó que Él no es un solitario. Dio a conocer que es un amor de Tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Querido Padre, por el bautismo fuimos hechos hijos y hermanos. haz que todos los bautizados vivamos como familia en el mundo entero. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Segundo misterio luminoso
Contemplamos a Jesús y María en las bodas de Caná.
La Virgen dice a Jesús: "No tienen vino" A los sirvientes indicó: "Hagan todo lo que Él les diga". Por Jesús, el agua se convirtió en vino, y los discípulos creyeron en Él. (Ver Jn 2, 1-11)
Su primer milagro fue alegrar una fiesta de matrimonio. La Virgen trató que la celebración no fracasara. Le pidió a su Hijo hacer algo. Él la escuchó. En Caná, comenzó la fe de los Apóstoles.
Madre, atenta Mujer en Caná, pide a tu Hijo por nuestras familias y por todo el mundo. Nosotros trataremos de hacer cuanto nos diga Jesús. Amén
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Tercer misterio luminoso
Contemplamos a Jesús que anuncia el Reino de Dios e invita a la conversión.
El rey Herodes había encerrado en la cárcel a Juan Bautista. Por entonces, Jesús fue a Galilea, a contarles a todos la Buena Noticia de Dios. Decía: "Llegó el Reino de mi Padre. Conviértanse, crean en mi Evangelio". (Ver Mc 1, 14-15)
Jesús no sólo predicaba un mundo nuevo. Él quería a cada persona de una forma nunca vista. A todos trataba con misericordia, los invitaba a seguirlo y cambiar de vida.
Señor, para poder convertirnos, nos dejaste el sacramento de la reconciliación. No permitas que desperdiciemos tan grande regalo tuyo. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Cuarto misterio luminoso
Contemplamos la transfiguración de Jesús en el monte Tabor.
Jesús subió con Pedro, Santiago y Juan, al monte Tabor. una poderosa luz envolvió al Señor. Pedro le dijo: "Es bueno estar aquí, quedémonos". Desde la nube, el Padre habló: "Éste es mi Hijo querido, escúchenlo". (Ver Mc 9,2-7)
Estos Apóstoles son los más amigos de Jesús. Ellos lo verán angustiado en un huerto con viejos olivos en Getsemaní. Para soportar tal prueba, el Padre ya los prepara: les muestra a Cristo como un sol victorioso.
Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, pidan a Dios para que cuando estemos alegres, Él nos haga fuertes, y así, en el dolor le seamos fieles. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Quinto misterio luminoso
Contemplamos la institución de la Eucaristía.
Escribe San Pablo que el Señor, la noche cuando fue traicionado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: "Éste es mi Cuerpo". Tomó el cáliz y dijo: "Ésta es la copa de mi Sangre. Hagan esto en recuerdo mío". (Ver 1 Cor 11, 23-25)
La Eucaristía renueva la muerte y resurrección de Jesús. Nos da su Cuerpo y su sangre. Él se queda vivo en los Sagrarios. Para que este regalo dure por todos los años y todos los siglos, nos da sacerdotes.
Espíritu Santo, danos la gracia de participar de corazón en la Eucaristía y nos preparemos adecuadamente. Despierta abundantes vocaciones sacerdotales para tener siempre a Jesús Sacramentado junto a nosotros.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Martes y
Viernes:
Contemplamos la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní.
Jesús siente mucho miedo. Dice a Pedro, Santiago y Juan: "me muero de angustia". Después suplica: "Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya". Suda sangre. Judas lo traiciona con un beso. (Ver Mc 14, 33-36; Lc 22, 44)
Jesús es Dios y es hombre como nosotros, menos en el pecado. por eso le atormentó el miedo. Llama al Padre con la palabra más cariñosa: "Abba", "papito querido" y le obedece.
Jesús, socorre Tú a cuantos sufren angustias. En las horas más difíciles, danos fuerza para aceptar en paz lo que nuestro Abbá nos pide. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Segundo misterio doloroso
Contemplamos la flagelación de Jesús, atado a la columna.
Pilato le dijo al pueblo: "No encuentro ningún delito en Jesús. ¿Quieren que suelte al rey de los judíos?". Ellos gritaron: "No, libera a Barrabás". Barrabás era un bandido. Entonces, Pilato mandó a azotar a Jesús. (Ver Jn 18, 38-40; 19, 1)
Pilato sabe que no hay culpa en Jesús. Pero tiene miedo a quedar mal. Mandar soltar a un asesino y azotar con crueldad al Señor. Hoy, muchos inocentes mueren mártires por Cristo.
Espíritu Santo, danos gobernantes justos. fortalece a los perseguidos por ser fieles a Cristo y a su Iglesia. Convierte a sus perseguidores. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Tercer misterio doloroso
Contemplamos la coronación de espinas de Jesús.
Los soldados desnudaron a Jesús y le colocaron en la cabeza una corona de espinas. Le golpeaban y se burlaban de Él. después se lo llevaron para crucificarle. (Ver Mt 27, 27-31)
Cristo pudo escoger la corona más preciosa. Prefirió las espinas. Pudo llamar a los ángeles para que le defendieran. No quiso. El Rey se hizo esclavo. Todo por salvarnos del pecado.
Jesús, danos un corazón humilde y servicial. Úsanos para consolar y apoyar a los pobres y los débiles, a los enfermos y postergados. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Cuarto misterio doloroso
Contemplamos a Jesús con la cruz a cuestas, camino del Calvario.
Los soldados sacaron a Jesús para crucificarlo. Pasaba por allí Simón de Cirene, y lo obligaron a ayudar a llevar la cruz. Condujeron a Jesús hasta el Gólgota (que en griego, significa "lugar de la Calavera") (Ver Mc 15, 20-22)
Al compartir la carga, ve Simón que Jesús es bueno, paciente. Quien lo consuela de verdad es su madre. Se miran con inmenso amor. Ella lo sigue hasta la cumbre del monte Calvario.
Querida Madre, cuando el Señor nos pida compartir el peso de su cruz, ayúdanos a decirle: "Sí, voy contigo". Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
***
Quinto misterio doloroso
Contemplamos la crucifixión y muerte de Jesús.
Lo crucificaron. Él exclamó: "Perdónalos, no saben lo que hacen". Dijo a su madre: "Mujer, éste es tu hijo" y a Juan: "Esta es tu madre". Jesús murió. Le atravesaron con una lanza. De la herida brotó sangre y agua. (Ver Lc 23, 33-34; Jn 19, 26-27.30-34)
Jesús es el único que puede librarse de la muerte. Él quiso morir para salvarnos. Murió perdonando. Los auténticos mártires mueren por Cristo y perdonan a sus verdugos.
Señor Jesús, queremos darte las GRACIAS por tu sacrifico en la cruz que nos da la salvación eterna. Gracias por dejarnos a tu Madre en herencia. Danos la gracia de practicar lo que oramos: "Perdónanos, así como perdonamos a los que nos ofenden". Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
Miércoles y
Domingos:
Contemplamos la Resurrección del Señor.
Lloraba María Magdalena junto a la tumba de Jesús. Él la llamó por su nombre, "María". Y le dijo: "Anda y dile a mis hermanos: Subo adonde está mi Padre y padre de todos ustedes". (Ver Jn 20, 11.16-17)
María Magdalena fue la primera persona en ver a Jesús resucitado. Ella corrió a dar la buena noticia a los Apóstoles: ¡El Señor resucitó! Venció a la muerte, el pecado y el dolor.
María Magdalena, pídele a Jesús que numerosas mujeres sean discípulas y misioneras del Evangelio. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Segundo misterio glorioso
Contemplamos la Ascensión del Señor al cielo.
Jesús resucitado dijo a sus Apóstoles: "Reciban el Espíritu Santo para que sean mis testigos hasta el fin del mundo". Entonces se elevó a los cielos. Los ángeles dijeron: "Este mismo Jesús volverá a la tierra". (Ver Hch 1, 8-11)
Jesús reina desde la casa de su Padre. Él nos prepara allí un lugar para vivir en familia. Entre tanto, nosotros tenemos que luchar para que nuestra tierra sea "como en el cielo".
Padre, en la gloria tu Hijo conserva las cinco llagas. Tras nuestra muerte, por su cruz y su triunfo, recíbenos en tu reino. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Tercer misterio glorioso
Contemplamos la venida del Espíritu Santo.
Los Apóstoles oraban unidos con la Madre de Jesús y algunas mujeres. En Pentecostés, bajó del cielo un ruido de viento y unas llamas de fuego. Los Apóstoles se llenaron del Espíritu Santo. Todos entendían su idioma (Ver Hch 1, 14; 2, 1-4)
Los Apóstoles tenían miedo. Les faltaba Jesús. La Virgen les daba ánimo. El amor del Espíritu Santo vino como viento y fuego, y los movió a salir a predicar por todo el mundo.
Espíritu Santo, el Papa y los Obispos son los sucesores de los Apóstoles, dales tu luz y tu fuerza para que cumplan con la misión que les has encomendado y ayúdanos a perseverar en la oración por ellos.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Cuarto misterio glorioso
Contemplamos la Asunción de Nuestra Señora al cielo.
Entonces dijo María: "Canta mi alma la grandeza del Señor... La gente de todos los tiempos me llamarán bienaventurada" (Ver Lc 1, 46-48)
La Virgen compartió el dolor de Jesús. Ahora Él la lleva en cuerpo y alma a la felicidad del cielo. También a nosotros Dios nos quiere en su casa para siempre, en cuerpo y alma. Ya aquí, nuestro cuerpo es un templo del Dios vivo, y queremos tratarlo con respeto, cuidado y disciplina.
Señor Jesús, danos el amor y la pureza de María. Que ella nos eduque a respetar nuestro cuerpo y a honrar la dignidad de nuestros hermanos. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
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Quinto misterio glorioso
Contemplamos la coronación de la Virgen María como Reina del universo.
Apareció en el cielo una gran señal: una Mujer envuelta en sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas. Ella estaba a punto de dar a luz al Rey de todas las naciones. El Dragón quería devorar al Hijo. (Ver Ap 12, 1-4)
Por ser madre del Rey, Dios Trinidad corona a María soberana de toda la creación, de los ángeles, del hombre y la mujer. El demonio la combate.
Reina de la Vida, levántanos y cuidaremos de la creación de Dios. Lucha y vence con nosotros. Danos tu paz. Guíanos a Casa de Nuestro Padre. Amén.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA (10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
(Puede usarse una de estas dos)
- María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima)
4. AL FINALIZAR EL REZO DE LOS MISTERIOS
Oración
Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
(Terminado
el rezo de los misterios correspondientes, suele saludarse a la Virgen en sus
"tres purezas")
V. Virgen
purísima antes del parto.
R. Purifica
nuestros pensamientos.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Virgen
purísima en el parto.
R. Purifica
nuestras palabras.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
V. Virgen
purísima después del parto.
R. Purifica
nuestras obras y deseos.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
OFRECIMIENTO
Infinitas gracias os damos Soberana Princesa por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano, dignaos Señora acogednos bajo tu protección y amparo y para más obligaros, os saludamos con una "Salve":
SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
5. LETANÍA
LAURETANA
Ten
misericordia de nosotros
Dios Hijo,
Redentor del mundo
Ten misericordia de nosotros
Ten
misericordia de nosotros
Trinidad
Santa, un solo Dios
Ten
misericordia de nosotros
Santa
Virgen de las vírgenes
Madre de la
divina gracia
Virgen
digna de veneración
Consuelo de
los afligidos
Auxilio de
los cristianos
Reina de
todos los santos
Reina
concebida sin pecado original
6. ORACIONES FINALES
Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo
Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo
Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo
Ten
misericordia de nosotros.
V. Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que
seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Derrama,
Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido
la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la
gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien,
cuando se rezan los misterios gozosos:
Te pedimos,
Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y
por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este
mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien,
cuando se rezan los misterios luminosos:
Dios
todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu
gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien,
cuando se rezan los misterios dolorosos:
Señor, tú
has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz;
haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca
participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien,
cuando se rezan los misterios gloriosos:
Oh Dios,
que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el
mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María,
llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
7. ORACIONES OFRECIDAS DEL PAPA FRANCISCO PARA REZAR PIDIENDO LA INTERCESIÓN DE LA VIRGEN MARÍA AL PADRE PARA EL FIN DE LA PANDEMIA
(Al finalizar el rezo del Rosario)
Oración a María
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación
de todos los pueblos,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Oración a María
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en el incremento y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amadísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.
8. PEDIDO DEL PAPA FRANCISCO PARA REZAR POR LA IGLESIA FRENTE AL ATAQUE DEL DEMONIO
(Al finalizar el rezo del Rosario)
Invoquemos, por encargo del Papa Francisco, a la Santa Madre de Dios para que proteja bajo su manto a la Iglesia contra el mal que divide: (“Sub Tuum Praesidium”)
- Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!
Invoquemos también la protección de San Miguel Arcángel, (oración del Papa León XIII), para que proteja y ayude a la Iglesia en la lucha contra el mal:
- San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
***
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA. Para las meditaciones y oraciones de cada misterio: Los niños rezamos el Rosario. Texto P. Joaquín Alliende-Luco. Editorial Verbo Divino. 2010.