SANTÍSIMA
TRINIDAD
TE DEUM [1]
A Ti, oh
Dios, te alabamos; a Ti, Señor, te reconocemos.
A Ti,
Eterno Padre, te venera toda la creación.
Los
ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los
querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo,
Santo, Santo, es el Señor Dios del Universo.
Los
cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A Ti te
ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
A Ti te
ensalza la multitud admirable de los Profetas,
A Ti te
ensalza el blanco ejército de los Mártires.
A Ti la
Iglesia Santa extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de
inmensa majestad,
Hijo
único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu
Santo Paráclito.
Tú eres
el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres
el Hijo único del Padre.
Tú, para
liberar al hombre, aceptaste la condición humana, sin desdeñar el seno de la
Virgen.
Tú,
rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el Reino del Cielo.
Tú te
sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos
que un día has de venir como Juez.
Te
rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes
redimiste con tu preciosa Sangre.
Haz que
en la gloria eterna nos asociemos a tus Santos.
Salva a
tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su
Pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras
día te bendecimos.
Y
alabamos tu Nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate,
Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten
piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti.
En Ti,
Señor, confié, no me vea defraudado para siempre.
V. Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres.
R. Y digno
de alabanza, y glorioso por lo siglos.
V.
Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo.
R.
Alabémosle y ensalcémosle sobre todas las cosas por los siglos.
V. Bendito
eres Señor en lo más alto del cielo.
R. Y digno
de alabanza, y glorioso y ensalzado por todos los siglos.
V. Bendice,
alma mía, al Señor.
R. Y nunca
olvides sus muchos beneficios.
V. Señor,
escucha mi oración.
R.Y llegue a
Ti mi clamor.
Los
sacerdotes añaden:
V. El Señor
esté con vosotros.
R. Y con tu
espíritu.
Oremos
Oh Dios,
cuya misericordia es infinita e inagotable la bondad, damos gracias a tu divina
Majestad, por los bienes que hemos recibido, implorando siempre tu clemencia,
para que no abandonando a aquellos a quienes concedes lo que te piden, los
dispongas para recibir las recompensas eternas.
Oh Dios, que
has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo,
concédenos según el mismo Espíritu conocer las cosas rectas y gozar siempre de
sus divinos consuelos.
Oh Dios, que
no permites sea afligido en demasía cualquiera que en Ti espera, sino que
atiendes piadoso a nuestras súplicas: te damos gracias por haber aceptado
nuestras peticiones y votos, suplicándote piadosísimamente que merezcamos
vernos libres de toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
R. Amén.
1.Se trata de un himno de alabanza
compuesto en latín a comienzos del siglo V y atribuido a Nicetas de Remesiana y
a San Ambrosio de Milán. Desde el siglo VI forma parte del Oficio
Divino.
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