Adoración Eucarística para la Santificación de los Sacerdotes y la maternidad espiritual - Santa Teresa de Lisieux


(1873-1897)

Teresa tenía sólo 14 años cuando, durante un peregrinaje a Roma, comprendió su vocación de madre espiritual para los sacerdotes. En su autobiografía escribe como, después de haber conocido en Italia a muchos santos sacerdotes, había también comprendido que, a pesar de su sublime dignidad, ellos permanecían hombres débiles y frágiles. “Si santos sacerdotes... muestran con su comportamiento que tienen necesidad extrema de oraciones, qué tendríamos que decir de aquellos que son tibios” (A 157). En una de sus cartas animaba a la hermana Celina:

“Vivamos por las almas, seamos apóstoles, salvemos sobre todo las almas de los sacerdotes... recemos, suframos por ellos y, en el último día, Jesús
será agradecido” (LT 94).

En la vida de Teresa, doctora de la Iglesia, hay un episodio conmovedor que demuestra su celo por las almas y especialmente por los misioneros. Estaba ya muy enferma y caminaba sólo con mucho esfuerzo, por ello el médico le había ordenado que hiciera todos los días, durante media hora, un paseo en el jardín. Si bien no creyendo en la utilidad de este ejercicio, ella lo realizaba fielmente cada día. Una vez, una hermana que la acompañaba, viendo los grandes sufrimientos que le proporcionaba el caminar, le dijo: “¿Pero sor Teresa, por qué hace todo este esfuerzo si le procura más sufrimientos que alivio?”. Y contestó la santa: “Sabe hermana, estoy pensando que quizás justamente en este momento un misionero en un país lejano se siente muy cansado y desmoralizado, por ello ofrezco mis fatigas por él”.

Dios demostró haber acogido el deseo de Teresa de ofrecer su vida por los sacerdotes, cuando la madre superiora le confió dos nombres de seminaristas, que habían pedido ayuda espiritual a una carmelita. Uno era el Abate Maurice Bellière, que pocos días después de la muerte de Teresa recibió el hábito de “Padre Blanco” y se hizo sacerdote y misionero. El otro era Padre Adolphe Roulland, que la santa acompañó con sus oraciones y sacrificios hasta la ordenación sacerdotal y luego, de modo especial como misionero en China.


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Tomado de Congregatio Pro Clericis
www.clerus.org

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