ADVIENTO
4º Domingo
Lc 1, 26-38
El Adviento primero de la historia comenzó justamente con el anuncio del ángel Gabriel a la Virgen María.
El Adviento se nos termina: ya
está para llegar la Promesa que han esperado los hombres en tantas
generaciones. El párrafo del evangelio de hoy es la primera página de los
Nuevos Tiempos. Tres son los personajes que componen esta escena delicada y
llena de una fuerza incontenible.
El primer personaje es el
Arcángel Gabriel. Se presenta trayendo palabras nuevas, dirigidas a una persona
excepcional (su nombre era María). Pero al dirigírselas a ella que es el
prototipo de la humanidad nueva que la salvación va a establecer, también son
dirigidas a todos nosotros. ALEGRATE, es la primera palabra que dice el
Arcángel en su mensaje. Es mucho más que un deseo, es también un programa de
vida: ese debe ser nuestro vivir, una alegría que tiene sus raíces en la
Salvación que se nos va a dar. Y añade: LLENA DE GRACIA. En este calificativo
de María, ha descubierto la riqueza de
privilegios de esta mujer excepcional. Pero también el mensaje se derrama hacia
nosotros: Dios nos va a invadir de plenitud, El quiere que también nos llenemos
de su vida. El Ángel además insiste: NO TEMAS. Con esta venida del Señor se
terminan los temores, porque el Enemigo va a ser derrotado definitivamente, y
si no hay peligro ni enemigo, no tiene por qué haber temor.
El segundo personaje de la
escena es María. Es una personalidad de una grandeza sin límites ni
dimensiones: es siempre más que lo se puede pensar. Es la PUERTA de Dios: Él va
a entrar en el mundo para hacerse hombre, y va a entrar por esa PUERTA; en Ella
se hace el misterio del Dios-Hombre; y por Ella, como por arco triunfal va a
entrar el Esperado de las naciones. Es además, como decía el Ángel la LLENA DE
GRACIA. Aquí culmina al fin la batalla que se empezó en el primer Paraíso: Ella
es llena de gracia, porque es el símbolo del triunfo total sobre la antigua
serpiente ("Pongo enemistad entre ti y la serpiente, entre tu descendencia
y la suya" Gen. 3, 15). María es la Virgen que es a la vez Madre: Dios se
hace hombre, no por simple voluntad de
hombres, sino por puro don de Dios. Comienza en María una nueva relación de
Dios con nosotros: relación de gratuidad total de sus dones, y la superación de
todos los cálculos, y de lo simplemente racional. La Encarnación nunca será la
simple consecuencia de un deseo humano. El ESPIRITU SANTO estará sobre ti: y
desde este momento, ese Espíritu será la gran riqueza que Dios comunica a todos
sus hijos; el Espíritu nos enseñará todo, podremos decir a Dios PADRE, porque
el Espíritu nos lo hace decir, y seremos bautizados por Jesús en Espíritu
Santo. Esta Mujer así bendecida por Dios, es simplemente la ESCLAVA DEL SEÑOR,
la que cumple su PALABRA.
Y el Personaje Central: el
Verbo hecho carne. De Él hace el ángel una sintética descripción, una especie
de identikit: es HIJO DE MUJER, Hijo de María, es JESUS, es GRANDE, HIJO DEL
ALTISIMO, tendrá el TRONO DE DAVID su padre, y su Reino NO TENDRA FIN. Es una
lección de la más maravillosa Cristología. Su realidad humana queda totalmente
fuera de dudas: hijo de mujer; así que es un hombre realmente. Pero además es
Grande e Hijo del Altísimo: tan grande como la Infinitud de Dios, y Dios, como
su propio Padre. Es toda una persona que simultáneamente se iguala a Dios,
porque lo es, y se iguala al hombre porque también lo es. En El se junta el
cielo con la tierra: el hombre puede escalar las más elevadas alturas, porque
El conecta el cielo con la tierra. Y se llama JESUS, que significa salvación:
El dirá que no ha venido a juzgar, sino que toda su vocación desde su entraña,
es salvar. Y se completa esta descripción densa y apretada que hace el Ángel
con la afirmación del TRONO: el de David, porque viene a ser el Conductor del
pueblo depositario de las Promesas; pero se añade, que su REINO no tendrá fin:
ni límite temporal, ni límite geográfico, y por eso mandará a sus discípulos
(cuando llegue el momento), como mensajeros a TODOS LOS PUEBLOS.
La Anunciación es realmente la
aurora de este nuevo esplendoroso día. El Adviento se nos acaba, amanece la Navidad.
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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
Para acceder a otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.
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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
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