Desde luego que en los periódicos no falta imaginación. Lo que sí se nota con frecuencia es la falta de seriedad, conocimiento del tema a fondo, responsabilidad y respeto al lector. Con frecuencia se escriben cosas sin sustento en temas serios.
El Comercio de Lima nos ha reproducido un artículo de David Gardner, editor de asuntos internacionales del Financial Times, al que conviene dar un repaso.
El Financial Times ha estado navegando sin rumbo en lo de las burbujas de USA y Europa. No se enteró de lo que venía, cuando estaba a las puertas, y ha vaticinado lo peor por las medidas tomadas por Europa y España. La última y tristona reunión de Davos, pese al magnífico panorama suizo, no le ha servido para dar alguna nueva idea luminosa.
Es verdad que las cosas son difíciles y errar es humano. Pero eso no es razón para dictaminar sobre lo que no se sabe. Para ellos este pontificado habría sido un desastre y por ello se retira ante el fracaso. A esto viene a resumirse lo que han escrito Gardner y otros “enterados” sobre las “causas” del humilde gesto de renuncia del Papa Benedicto XVI.
Según su modo de pensar nada en la Iglesia de Jesús es inmutable y debería por tanto capear el temporal moderno con el sacerdocio femenino, vía libre al homosexualismo, al aborto, a la supresión de un credo obligatorio para ser miembro de ella y de necesaria aceptación de un conjunto de principios morales si se es católico. Carecen ya de valor las palabras de Jesús: “Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc 16, 15-16). Y lo de Mateo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Tales periodistas con frecuencia no son ni católicos, hasta se profesan agnósticos (“no sé, no me diga nada sobre el asunto”) y aun ateos. Curiosamente se atribuyen el derecho de decirnos a los católicos qué es lo que tenemos que creer y hacer y se lo quitan al Papa y los Obispos, que son nuestras autoridades.
Lo más molesto me resulta que hablen sin conocer a fondo la doctrina de la Iglesia Católica en el orden dogmático y en el moral. No tienen que inventarla, precisamente ellos, que no creen en ella.
Por lo demás el Papa, aun sin entrar en detalles, ha dicho claro las causas de su renuncia. Viene teniendo la experiencia desde hace algún tiempo de que sus fuerzas llegaron al límite y no tiene el vigor que antes tenía para estudiar los problemas y tomar las decisiones acertadas. Es un hecho general en las personas de su edad, pero en su caso le impiden hacer su trabajo con la perfección que piensa debería ser..
Que el Papa es un hombre de oración, lo sabemos. El hombre religioso trata estas cosas con Dios. Normal, pues, que el Papa interrogase a Dios en su oración. Para Él no era nada escandaloso que un Papa, viendo su carencia de fuerzas para desempeñar bien del todo su misión, renunciase. Seguro que ha pedido luz a Dios en su oración. Habrá medido la disminución de sus fuerzas y la fatiga física y psicológica que siente a veces. Es normal que haya consultado a personas, capaces, eso sí, de guardar la debida reserva. En la oración Dios actúa con señales de su voluntad, que el Papa conoce, para manifestar su voluntad; es un asunto conocido por teólogos y hombres de oración. No cabe duda que cualquier gobierno desgasta y el de la Iglesia actual es normal que lo haga en mayor grado (no se elige un Papa para que viva cómodo y meramente sonría ante la gente, sino para que gobierne); y basta ser un poco responsable para darse cuenta que esto a la larga es duro y desgasta. Que esto haya ocurrido, no es extraño, ni supone culpa de nadie; es ley de vida.
Cierto que hace falta humildad para reconocerlo. Y Benedicto XVI la ha tenido para obrar en consecuencia. A través de todas esas señales Dios le ha manifestado su voluntad. Ha llegado el momento de dejar el mando. Lo hace sin resistencia. Dios lo quiere así. La Iglesia se lo agradece y sabe que la seguirá sirviendo con su oración y su cruz. Que Dios le bendiga. Y nosotros se lo pedimos.
Pero la causa no es ningún fracaso. En ese caso habría que afirmar que Cristo fracasó, fracasaron los mártires, y de fracaso en fracaso la Iglesia va realizando la misión que Jesús le encomendó y garantizó que cumpliría. Hasta el fin de los tiempos –dice Cristo– habrá quienes crean y quienes se nieguen a creer. Se salvarán los que hayan creído.
...
A continuación reproducimos el texto completo del anuncio realizado por el Papa Benedicto XVI:
"Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.
Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.
Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice.
Por lo que a mí respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013
BENEDICTUS PP. XVI".
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