P. Vicente Gallo, S.J.1. Nuestras prioridades
En la vida de matrimonio, el hombre y la mujer, o ambos a la par, tienen diversas prioridades. Son, por ejemplo, tener buena salud, verse respetados, tener suficiencia económica, la felicidad de los hijos, el bienestar de la familia, los propios padres y hermanos, o tener buenas amistades. Pueden ser, acaso, la paz en el hogar, el futuro de los hijos, el descanso personal diario, poder gozar de unas buenas vacaciones, tener buena comida, tener buena ropa para vestir, tener una casa confortable, tener ahorros para lo que viniere, tener un bonito automóvil. Quizás, el brillar en la propia profesión, que se le reconozcan a uno los méritos, mantener la buena fama, no crearse problemas ni uno mismo ni entre los dos, vivir muchos años bien conservado, etc.
Afirmamos que todas esas cosas son importantes y se deben cuidar. Cada uno puede hacerse su propio análisis para ver cuál de ellas tiene la principal prioridad para él, y a cuáles de ellas las pondría en los tres o los cinco primeros lugares. Pero decimos que ninguna de las aquí mencionadas debe tener la prioridad número uno. Intencionadamente no he mencionado en el listado anterior la que de veras debe ocupar el número uno entre todas las prioridades, tanto para cada esposo como para ambos, en la vida de pareja.
Antes de haber hecho el trabajo de analizar cuál esta siendo la principal prioridad que se está teniendo, posiblemente no se había tenido en cuenta el detalle de que faltaba una. Pero después de haber hecho ese análisis, debemos concluir que la prioridad número uno, por encima de todas las otras, ha de estar centrada en la relación de la pareja. Pocos matrimonio son conscientes de que esa debe ser la principal prioridad que cada uno y los dos deben cuidar y trabajarla. Aun quienes ya lo saben, fácilmente pueden caer en estar dando más prioridad a cualquiera de las otras mencionadas, descuidando la relación de la pareja como la primera de todas. Para ponerlo en evidencia es la razón por la que, intencionadamente, no la puse al hacer la lista de prioridades posibles más comunes.
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Agradecemos al P. Vicente Gallo, S.J. por su colaboración.
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