P. Rubén Vargas Ugarte S.J.
1. LOS ORÍGENES DE LA DEVOCIÓN
1.2. El P. Diego Álvarez de Paz, S.J.
Citaremos
al P. Diego Álvarez de Paz, de la Compañía de Jesús. Nacido en Toledo, ingresó
en la Orden todavía joven y estando ya para terminar sus estudios fue enviado
al Perú, en donde se ordenó de sacerdote y desempeñó varios cargos de gobierno,
incluso el de Provincial. Hombre de mucho espíritu y de gran discreción
sobresalió en la dirección de las almas y escribió tres grandes volúmenes sobre
la Vida Espiritual que no han sido superados y le han merecido el título de
Príncipe de nuestros ascetas. Muy dado a la oración, llegó por este camino a
muy alto grado de contemplación, como se colige de sus mismos escritos, pues se
trasluce en ellos que habla de cosas que sabía por propia experiencia.
En el Libro
V De Inquisitione Pacis sive Studio Orationis, (Lib. III, O. II Cap. IV) trae
unas Meditaciones muy devotas y en la XXII, que trata de la Abertura del
Costado de Cristo, dice así: “Como nada sucede sino por orden o permisión de
Dios, otro designio se descubre en la herida que recibió en su costado.
Quisiste que fuese abierto para borrar no sólo nuestras obras pecaminosas, sino
también los extravíos de nuestros corazones; para que aun esa poca sangre que
guardaban tus venas fuese derramada por nosotros. Para que en tu pecho quedase esculpida
esta señal de tu amor. Para abrirnos una puerta por donde pudiéramos penetrar en
tu interior y admirar tu inagotable caridad. Para que de tu sacratísimo costado
brotase tu Esposa la Iglesia, teñida en tu sangre y lavada en el agua que manó
con ella. Oh dicha, si supiese yo habitar en los agujeros de esta piedra y
morar en la hendidura del muro y corresponder a este tu amor con la entrega de
mi corazón todo entero y la fidelidad de la Esposa”.
En el mismo
volumen, al tratar en el Libro IV. Parte Segunda, de los efectos que se han de
excitar en la oración mental, dice así en el segundo ejercicio: “Te ejercitarás
luego en la reforma de tu propio corazón y en desarraigar y mortificar todos
aquellos afectos que pueden ser un obstáculo para el crecimiento de tu amor y
para que con el entendimiento y el afecto más te unas a tu Criador. Procura
entrar en el Corazón de Jesucristo Nuestro Señor y considera cómo es, para que tú
conformes el tuyo a su semejanza. Este Corazón santísimo es la vía por la cual
lleguemos a la mansión eterna que es la Divinidad de Cristo. Por lo cual, El
mismo nos dice: Yo soy el camino. Es la puerta por donde se llega a la
contemplación del mismo Dios… Si quieres pues ascender al amor y contemplación
de la Deidad, este Corazón santísimo y purísimo es el que te ha de introducir…”
De esta
manera, este insigne maestro de la vida espiritual, exhortaba a sus lectores a
practicar esta devoción, como un medio de llegar a la más alta perfección y el
consejo que daba a otros seguramente lo puso en práctica, por lo cual bien
merece contarse entre los precursores de esta devoción.
Bibliografía:
P. Rubén Vargas Ugarte S.J. Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú.
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