SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
4.8. Jesús y
el Reino de Dios
Tensión escatológica y
dinamismo del Reino de Dios y de
la Iglesia : "Ya ... pero todavía no"
Reino de Dios: La palabra Reino de Dios,
viene de la palabra hebrea "Malak"
= reinar; "malakh" = rey; "malkut" = reinado, o reino.
En la traducción de los 70 se traduce a la palabra griega "basileia" que significa
"reino", o "reinado", en latín: "regnum" =
reinado.
Jesucristo en la
predicación de su vida pública y apostólica da al tema "Reino de Dios" el primer puesto en la
predicación. Lo que anuncia en los pueblos de Galilea es la buena nueva (buena
noticia) del Reino de Dios, Mt 4, 23; 9, 35. Mateo dice: "Reino de Dios"; Marcos dice: "Reino de los cielos", conformándose a los usos del
lenguaje rabínico: las dos expresiones son equivalentes.
Signos que acompañan a
la instauración del Reino: Los milagros: son los signos salvíficos sensibles
que acompañan la presencia del Reino entre los hombres y hacen entrever que ya
ha llegado la salvación. Con la venida del Reino de Dios llega a su fin el
dominio de Satán, del pecado y de la muerte sobre los hombres. Así Jesús dice: "Si yo lanzo los demonios por el
Espíritu de Dios, ha llegado, pues a vosotros el Reino de Dios", Mt
12, 28. Por eso comenzó Jesús su labor apostólica con estas frases: "El tiempo se ha cumplido y el Reino
de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva", Mc 1, 15.
Jesucristo es el Rey de este Reino.
Jn 18, 33-37. Y la soberanía divina, que irrumpe con Cristo, anuncia como la
higuera una primavera nueva, Mt 13, 28, s.s., es un vino nuevo que se mete en
odres nuevos, Mc 2, 22, s.s. El pan de vida que El da, Mt 7. 24,30; el vestido
de fiesta que El reclama, Lc 15, 22 y la paz que alborea, Mt 10, 12-15,
apuntan hacia un reino que aún ha de llegar. La buena nueva se anuncia a los
pobres y a los pecadores, Mc 2, 15; Mt 11,19, y su contenido es la curación de
los pecados, Lc 7, 36, 50. Así pues, la soberanía de Dios aparece
"ya" presente en la persona de Cristo, aunque sin haber logrado
"todavía" su consumación final, Mc 13, 28. Los emisarios (discípulos)
son instruídos por el propio Cristo para que continúen predicando que el
Reino de Dios está cerca, Mt 10, 7. En toda la predicación de Jesús, el Reino
de Dios aparece, por tanto, como un tiempo intermedio que camina hacia un final
definitivo. Quien ha sido llamado por Cristo debe seguirle rápidamente y sin
titubeos, Lc 9, 59-62 y los apóstoles no deben de perder tiempo ni siquiera
con los saludos habituales de cortesía, Lc 10, 4.
Reino de Dios e Iglesia: Tras estos datos bíblicos
del tema del Reino de Dios, veamos las relaciones entre el Reino de Dios y la
Iglesia.
El pensamiento teológico
actual compendia en la expresión "Reino de Dios" todo cuanto puede
decirse de Dios, de su ser y su conocimiento ontológico, de su querer y su
acción, del fin y sentido de su actuación, de su poder que es su amor que nos
salva. Creación del Universo, su conservación y gobierno del mundo, la obra de
la Historia de la Salvación universal por medio de la redención de su Hijo
Jesucristo, la consumación y santificación del mundo por medio del Espíritu
Santo, enviado por el Padre y el Hijo en la Iglesia de Cristo, así como la
consumación escatológica, que todavía ha de llegar, todo se resume en la
expresión "Reino de Dios".
Ahora bien la
importancia de la Iglesia para la realidad salvífica de ese Reino de Dios, el
Concilio Vaticano II la ha expresado con la palabra más simple de la
"Iglesia como sacramento universal de salvación". Para establecer las
relaciones entre Reino de Dios e Iglesia valgan las siguientes afirmaciones:
1.- El Reino de Dios ha
irrumpido en este mundo "ya" con la Iglesia de Cristo, y la Iglesia
es aquí el único instrumento específico de ese Reino de Dios. Ahora bien, esto
no significa, que la Iglesia se identifica sin más con el Reino de Dios, ya
que este término es mayor en su acepción y delimitación teológica, en lo
espacial y en lo temporal. En esta perspectiva el Reino de Dios "ya"
ha sido inaugurado y se ha hecho presente con la venida de Cristo y se irá
realizando a través de la "historia de la salvación" hacia su plena
consumación gloriosa al final de los tiempos.
2.- La Iglesia no es el Reino
de Dios. Es decir, el Reino de Dios no se circunscribe solamente a la
existencia y a la misión de la Iglesia. El Reino de Dios supera a la Iglesia,
pero se inicia, se realiza y se consumará en el ámbito de la Iglesia. Por esto
el Reino de Dios ha dado comienzo en la Iglesia de Cristo pero "todavía
no" se ha consumado, culminará en la época final escatológica: la
Parusía, con la Segunda venida definitiva de Jesucristo, como el Señor, Dios de vivos y de muertos: el
Juicio Final. Por todo esto es fundamental la no identificación entre el Reino
de Dios y la Iglesia y debe haber una neta distinción entre ambas realidades
salvíficas. En esto radica el justo equilibrio entre los diversos aspectos de
la vida de la Iglesia; entre los bienes del Reino "ya" recibidos y
realizados en la comunidad mesiánica de salvación, y aquellos otros bienes
"todavía no" no recibidos y que son objeto de su esperanza
escatológica, l Cor 15, 28.
Así la Iglesia de
Cristo, siendo como es fruto del Reino y destinada a proclamar este señorío de
Dios y hacerlo eficazmente presente en este mundo con todos sus bienes de
salvación, es una comunidad de hombres esencialmente peregrinos y por lo tanto
expuesta a la tentación al pecado, a la apostasía. La Iglesia es la comunidad
de los "elegidos" a entrar en el Reino de Dios definitivamente
escatológico, pero la pertenencia de sus miembros a este pueblo de Dios peregrino
no es garantía absoluta de pertenencia al Reino de Dios futuro en le gloria.
Solamente la aceptación, por la fe y la conversión continúa, Mt 4, 17, de los
bienes de Dios presentes en virtud de la obra redentora de Cristo y la
consiguiente agregación a la nueva comunidad mesiánica de salvación aseguran
la entrada al final de los tiempos en el Reino de los cielos.
Aquí está el núcleo
teológico de la "tensión escatológica" del Reino de Dios y la
Iglesia. El Reino de Dios ha irrumpido en la historia del genero humano con la
venida de Cristo, continua su presencia en el "ya" de la continuación
de la obra salvífica de la Iglesia de Cristo, pero "todavía no" se ha
consumado, falta un tiempo indefinido temporalmente hasta llegar a la plenitud
y culminación de su plenitud. Entonces será el fin de los tiempos, donde Cristo
vendrá a juzgar a vivos y muerto, "y
todas las cosas estén sometidas a El, entonces también el Hijo se someterá a
Aquel (el Padre), que ha sometido a El todas las cosas, para que Dios sea todo
en todo", l Cor 15, 28.
4.9. Actos de Cristo en orden a
la fundación de la Iglesia
En la vida de Jesús no
existe un proceso o acto único al que deba adscribirse exclusivamente la
fundación de la Iglesia; cuando se habla de la fundación de la Iglesia no hay
que pensar en un acto solemne mediante el cual la Iglesia hubiera sido
proclamada. No existe tal acto solemne. Mucho menos existe un documento de
fundación en el que tal acto se señale protocolariamente. La Iglesia creció a
lo largo de la vida de Jesús conforme a su voluntad creadora. Todo lo que hizo,
fue como una piedra puesta en la casa de Dios, que es la Iglesia, y como tal
fue querido e intentado por El.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.
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